Lu Martínez, un universo de seres
Dicen que el arte es arte solo cuando toca las fibras más íntimas del otre que mira. Aquel que construye para sí un relato con lo que les artistas comparten. Allí sucede la magia de mundos imaginarios, de profundas sensibilidades, donde todo es posible. Con su obra, Lu Martínez cruza fronteras, borra los bordes de lo establecido por las categorías del arte y nos invita a un mundo lleno de fantasías.
Por Inés Domínguez Cuaglia para La tinta
Lu Martínez es una artista cordobesa que vivió su infancia en barrio Maipú. Siempre dibujó mucho, pero dice que no sabe bien de dónde le salió el arte…
Me cuenta entre risas que, cuando era pequeña, le mandaban notas de la escuela a su mamá: «Señora, no le haga los dibujos a su hija”, y dice que su mamá era malísima dibujando… es que su espíritu de crear personajes, de inventar seres, de explorar materialidades, nace allí en la infancia de Luciana Martínez.
Después, en su adolescencia, tuvo una maestra que la marcó: en esa época del comienzo de los ciclos orientados, donde podíamos elegir una especialidad, ella eligió ir a un cole de artes, al Jesús María. Ceci Luque -importantísima grabadora cordobesa- fue su maestra y la de muches. Qué importantes son esas personas que nos presentan las artes como forma de vida, que nos acompañan, que nos enseñan cuando estamos creciendo. “Ahí decidí, ahí me decidí por el arte, yo amaba a esa profe y esos años de secundaria fueron hermosos”.
Después vino la formación académica en la hoy Facultad de Artes de la UNC y todo lo que fue posible romper de esa formación. Es que esta artista borra los bordes de lo establecido por las categorías de las artes: se pregunta desde el hacer sobre la belleza y la fealdad, sobre el trabajo artístico y lo artesanal, sobre qué separa un muñeco de un objeto de arte, entre otras cuestiones.
La obra de Martínez funciona como una máquina de poner en tensión categorías hegemónicas y legitimadas: “Hoy me identifico más con los artesanos que con los artistas, ser artista es más de chapa. Me parece más romántica la tarea del artesano, del detalle, del amor por cada piecita. Yo soy una rata de laboratorio”, dice Lu Martínez.
A la vista está en sus obras el inmenso trabajo que solo se logra con horas y horas de taller, la exploración de materiales diversos, el quehacer manual y puntilloso, el detalle de cada uno de sus personajes.
Desde una humildad absoluta, me habla de lo romántico de hacer, de probar, de inventar, de experimentar en el taller, de encontrar partecitas por ahí y unirlas a otras, de probar técnicas que quizás son ajenas al mundillo del arte. Esta cosa del oficio de artista, pienso yo, oficio que solo se construye haciendo, y en el hacer, pensar y alojar conceptos.
Cuando trae a nuestra charla el concepto de lo artesanal o la imagen de le artesane, le pregunto cómo piensa el arte en relación a la artesanía, ya que bien sabemos quienes pasamos por la formación académica de las escuelas de artes que muchas veces se intenta alejar lo más posible estos campos de saberes y creación como si fueran mundos distintos.
“Siempre pensé que la diferencia era la utilidad de lo que se hace, el artista va por el objeto de contemplación. Yo, en la práctica, me identifico con el artesano porque estoy todo el tiempo haciendo, con una idea más humilde, no tan pretenciosa. A veces el arte se vuelve elitista, pretencioso. Me interesa el hacer más que el pertenecer a tal o cual grupo. Me cuesta mucho el lobby”.
Lu Martínez dibuja, pinta y crea objetos un poco humanos, un poco animales, un poco de otro mundo y otro poco de este. Pero también es reconocida por incursionar en el lenguaje cinematográfico con sus muñecos “border” -así los describe porque están entre lo que es un muñeco y una escultura blanda-. Por estos días, se encuentra realizando su primer corto que quedó seleccionado en un importante festival cinematográfico europeo en equipo con el estudio de animación cordobés Osa.
Es para destacar que la artista fue seleccionada y participó de una master class en México con Tim Burton.
Una artista y miles de seres
Martínez trae a este mundo seres hermosos, intrigantes, que conmueven a la vez que generan preguntas. Vienen de una época en la que la artista trabajaba con figura humana, donde lo que más le interesaba era una poética no hegemónica, encontrar belleza en los pliegues de la piel, en las arrugas, en las marcas, en las miradas rasgadas.
Con el tiempo, se fue interesando también en la relación humano-animal. “Me inquieta esa relación. Somos seres no muy alejados de lo animal. Pienso entonces cómo es que nos relacionamos tan distinto con nuestro entorno. Los humanos somos hiper destructivos”.
Su primera exposición fue de muñecos, se pregunta qué habrá de su infancia en todo esto. Quizás ahí comenzaron a nacer estos seres y, sin saberlo, también su relación con el cine. En aquella época, ya armaba instalaciones, bosques rotos y devastados, habitados por bichos mezcla humano-animal.
Un debate en relación a la belleza
Cafecito mediante, hace poco me dijeron: “Lo que no es bello contamina”. Pero, ¿qué es la belleza, qué es la fealdad? Y yo que ando siempre pensando y pensándome, una vez más intenté buscar categorías, poner nombres, encontrar conceptos alejados de la belleza hegemónica.
En la obra de Luciana Martínez, encontramos esta tensión entre lo bello y lo feo. ¿Y quiénes somos nosotres para categorizar? No somos la yuta del arte, como dice una amiga querida, eso sí que no somos.
“Me gusta jugar con esta tensión entre lo bello y lo feo siempre. La belleza es relativa para mí, me encantan las marcas en la piel, los rasgos marcados de un anciano, como también me puede gustar alguna mirada especial, ni celeste, miel o de pestañas largas. Ojos pequeños, un conjunto de fisonomías que me generan otras sensaciones que tienen que ver con la empatía, con la dulzura, con melancolía por algo, eso para mí es el recurso de la belleza al que por ahí apunto, tratar de generar estas tensiones entre cuestiones hegemónicamente bellas y las que no lo son. Tiene que ver más con sensaciones en sí que con el disfrute estético simple y fácil de entender”.
Las cenizas como anticipación o como protesta: decir desde aquí, desde el arte
En 2019, Lu empezó a trabajar con cenizas y justo en la misma época explotaron los incendios como una fuerte problemática ambiental mundial que nos interpela como humanidad. Esto influyó en la poética más reciente de la obra de la artista.
Siempre trabaja con elementos de la naturaleza que va encontrando y con materiales de descarte o en desuso “como una manera de volver a darle significado al material, en este mundo donde las cosas se usan una vez y se tiran”, afirma.
Martínez desarrolla una serie de obras donde se busca directamente la reflexión profunda de quien mira: “Si no toca fibras íntimas, no es arte”, afirma. Así nacen bichos carbonizados en bosques quemados que evidentemente conmueven y movilizan.
Si quien mira la obra de esta artista lo hace profundamente, puede encontrar guiños, una invitación a cuestionarse el mundo entero. “Me gusta dejarla picando”, reflexiona la artista. Borrando fronteras, invitándonos a un mundo otro.
*Por Inés Domínguez Cuaglia para La tinta.