El comandante Faller en el faro del fin del mundo
La estadía de Craig Faller en Argentina pasó casi desapercibida, pese a que dirige el temido Comando Sur estadounidense y sus intenciones fueron mucho más allá que la “beneficencia”.
Por Aram Aharonian para Rebelión
Dos preocupaciones principales justificaron la visita del jefe del Comando Sur de Estados Unidos, el almirante Craig Faller, a la Argentina: averiguar sobre el terreno del proyecto de emplazamiento de una base militar de la Armada Argentina en Ushuaia, que podría controlar el estratégico Paso de Drake, además de ser puerta de acceso a la Antártida, junto a la creación de un “polo logístico” que la provincia de Tierra del Fuego viene negociando desde 2019 con financiación de China.
Obviamente, la razón de la visita de Faller no era donar carpas sanitarias. La embajada de Estados Unidos concentró su información en la tarea filantrópica: “Estados Unidos dona a la Argentina tres hospitales móviles para fortalecer el sistema de salud local. El Almirante Faller hizo entrega del equipamiento, que tiene un valor de 3,5 millones de dólares”, que “serán utilizados estratégicamente donde sea más necesario para la atención de pacientes”.
También las autoridades argentinas tiraron la pelota afuera, distrayendo la atención: “El ministro Agustín Rossi y su par de salud, Carla Vizzotti, recibieron tres hospitales de campaña donados a la Argentina por el Departamento de Defensa de Estados Unidos. Uno de ellos será destinado al Ministerio de Defensa y operado por la Armada Argentina para avanzar en la lucha contra la COVID-19”, se señaló.
Pero no se hizo mención a uno de los motivos más importantes y que más llamaron la atención de la presencia de Craig Faller: la visita a Tierra del Fuego. Pero ya la embajada de Estados Unidos había manifestado su preocupación por la reunión (virtual, claro) del gobernador fueguino Gustavo Melella con el embajador chino Zou Xiaoli, en la que hablaron sobre asociaciones estratégicas.
Washington tiene otras preocupaciones respecto de la Argentina, como la estratégica Triple Frontera, zona de control del Acuífero Guaraní. Tratando de poner siempre el pretexto de defensa de democracia y el combate al terrorismo, Faller manifestó, en 2019, que allí “hay una conexión de recaudación de fondos con el Hezbolá libanés que se utiliza en algunas de las regiones de Sudamérica”. Vox dei: no hacen falta pruebas.
Dos años atrás, cuando en Argentina gobernaba Mauricio Macri -un aliado de Washington-, Estados Unidos mostró su interés por la base satelital “estratégica” de China en la Patagonia.
En tiempos de pandemia, “las amenazas trasnacionales deben ser abordadas en forma conjunta”, afirmó Faller en su cuarto viaje al país: en 2009, participó de un curso de entrenamiento para almirantes y generales; en 2018, integró la comitiva del entonces secretario de Defensa James Mattis y, en 2019, regresó como jefe del Comando Sur.
En una entrevista con Infobae, Faller señaló que “nuestra Estrategia de Defensa Nacional considera a China como un competidor. Yo di mi testimonio ante el Congreso y señalé que, en el siglo XXI, China es para nosotros una amenaza, lo cual no significa que esta situación deba derivar en un conflicto. El caso de Rusia es distinto al de China. Rusia siembra mentiras y desinformación en forma rutinaria”.
Pero el analista Álvaro Verzi Rangel, del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE), recuerda que el plan diseñado por Washington contra Venezuela no es conseguir grandes objetivos estratégicos, sino crear condiciones que permitan la rápida intervención de un tercero, ya que no encuentra en los países de la región el necesario apoyo político para justificar una supuesta intervención “humanitaria” (usar a la población civil como escudo humano).
En este caso, dice Verzi, la presencia de un submarino nuclear estadounidense en aguas internacionales del Atlántico Sur, en maniobras con la flota del Reino Unido anclada en Malvinas, no parece una casualidad. Un nuevo conflicto es lo que estudia el Comando Sur, señala Verzi: con el Reino Unido o con Chile… y por qué no con Uruguay.
La ofensiva estadounidense en su considerado “patio trasero” tendrá un segundo episodio: el asistente especial del presidente y director senior para el Hemisferio Occidental, Juan González, y la subsecretaria interina para Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, Julie Chung, viajarán del 11 al 15 de abril a Colombia, Argentina y Uruguay para interactuar con funcionarios gubernamentales.
Apretando las clavijas
Una semana atrás, el secretario de Estado estadounidense Anthony Blinken había tenido una conferencia telefónica con el canciller argentino Felipe Solá, de la que sólo se informó un diálogo sobre “cambio climático”, pero Blinken tenía dos preocupaciones más importantes: el retiro de Argentina del Grupo de Lima, debilitando el bloque anti-Venezuela, y la posibilidad de que la Armada argentina construyera una base militar en Ushuaia con financiación china.
Joseph Biden parece dispuesto a ejecutar todos los gestos políticos necesarios para mantener una relación diplomática fluida con el presidente Alberto Fernández, pese a que este decidiera salir del Grupo de Lima, pero no hará nada que facilite el avance regional de China. Si bien asume la ofensiva china en Argentina -a través de las vacunas, el swap de 18.500 millones de dólares y su intención de controlar la Hidrovía del Paraná-, rechaza la ambivalencia respecto al gobierno de Nicolás Maduro.
Sin embargo, Washington optó por un vínculo diplomático activo que acerque posiciones y que limite las posibilidades de China y Venezuela de ocupar los espacios geopolíticos que Estados Unidos pudiera abandonar por una relación distante con el gobierno progresista.
Biden invitó a Fernández a una cumbre virtual de Cambio Climático con participación de líderes mundiales y continúa apoyando la negociación de Argentina con el Fondo Monetario Internacional (FMI), a pesar de las pretensiones de Alberto Fernández, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y el líder de la mayoría parlamentaria, Máximo Kirchner, de modificar los plazos ya establecidos para pagar un probable Acuerdo de Facilidades Extendidas.
Casualidades y causalidades
Obviamente, no fue una casualidad que Faller eligiera para visitar a Ushuaia, capital de Tierra del Fuego, la ciudad más austral del mundo, sobre todo después que, el 3 de marzo, la prensa fueguina informaba que, en su reciente viaje a la Argentina, el ministro chino de Defensa Wei Fenghe había resaltado el interés de empresas de su país de participar en las licitaciones para construir el Polo Logístico Antártico en Ushuaia.
El Polo serviría para abastecer en servicios, alimentos, traslado de personal científico y otros rubros a todas las bases de la Antártida que hay cercanas a la de base antártica argentina Marambio. “Este proyecto, que estaría enmarcado en una base de la Armada en Tierra del Fuego, ya tiene una oferta de China para su desarrollo inmediato”, dijo el gobernador fueguino Melella.
Recordó que, actualmente, los aviones Hércules del Ejército, que abastecen a las bases argentinas en la Antártida, provienen de Buenos Aires, hacen escala en Río Gallegos o Ushuaia, y de allí parten a la Antártida. Este polo logístico lo que haría es reducir esos movimientos, abaratar costos y proveer de mercaderías o apoyo científico a otras bases antárticas de países que operan en el continente blanco.
Obviamente, la instalación de este polo conformado con capitales chinos será clave para Beijing en su posicionamiento geopolítico ante el debate mundial que se viene por la explotación de recursos en la Antártida.
También hay apuros geopolíticos, como explicó el gobernador: “No podemos perder más tiempo mientras avanza Chile en Punta Arenas y Gran Bretaña en Malvinas. Ushuaia tiene un lugar geopolítico estratégico, único en la región (…) sería la base marítima más austral del mundo, con posibilidad de monitorear todo lo que ocurre en el Atlántico Sur y cerca de la Antártida”.
“Vemos nuestro vecindario y hay algunos ejemplos evidentes de países que no son democracias. Cuba, Venezuela, Nicaragua para nombrar los tres ejemplos más evidentes, y lo que hay en común en estos casos es la influencia de Rusia, Cuba y, en cierta medida, China, y, por lo tanto, la importancia de la democracia y la importancia de mi papel, apoyando a nuestros diplomáticos, hablamos de la diplomacia de diez centavos, información, militar y económico”, dijo Faller por su parte.
Y a continuación, señaló que China es una potencia económica en ascenso, “y tiene un interés económico y comercial legítimo en todo el mundo. Sin embargo, no siguen las reglas. Rusia, por otro lado, es un oso herido que está simplemente atacando y no podía predecir lo que hará, y no querría hacerlo. Hemos visto lo que han hecho y creo que tenemos que estar preparados para lo que pueda suceder en el futuro”.
Y, absteniéndose de referirse específicamente a la flota china que pesca en el Atlántico Sur, señaló que la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada, es un problema global que afecta la seguridad alimentaria de los países que cuentan con zonas económicas exclusivas (ZEE).
“Hay una gran cantidad de flotas pesqueras, muchas de ellas patrocinadas por potencias extrarregionales que no respetan las normas internacionales”, añadió, tras publicitar a la Guardia Costera de su país en su “apoyo” para “ayudar a los países de la región a identificar quién opera en sus aguas territoriales. Se trata de compartir información para enfrentar los retos a nuestra soberanía”.
Faller dijo que también están interesados en involucrar a los países de los que provienen esas flotas pesqueras, entre ellos, China, “que posee una flota patrocinada por el propio Estado y que está involucrada en este tipo de actividades ilegales, no declaradas y no reglamentadas”.
La presencia de China y Rusia en la región, y la frustración por haber fallado tantas veces en el derrocamiento del gobierno constitucional de Venezuela, son obsesiones no solo del almirante Craig Faller, sino de todo el establishment estadounidense, tanto con Donald Trump o Joe Biden en la presidencia: la política externa es la misma o peor.
La visita del Jefe del Comando Sur a Ushuaia, más allá de sacarse una foto en la ciudad más austral del mundo y quizá con fondo del faro del Fin del Mundo, que hiciera famoso la novela de Julio Verne-, no es para nada casual y muestra la lucha de intereses de las potencias por el control de una de las zonas más estratégicas del continente.
*Por Aram Aharonian para Rebelion / Foto de portada: Navy Time