M*nem y el aborto: la persistencia de un yeta

M*nem y el aborto: la persistencia de un yeta
28 diciembre, 2020 por Redacción La tinta

“Soy antiabortista, por principio y por convicción”, le dijo a Mariano Grondona en 1998 en un programa de TV. Entre todo lo que es posible decir de este personaje de la historia argentina, está su radical posición en contra del derecho al aborto. El senador Carlos Saúl M*nem pelea por su vida tan solo a días de la votación de una ley fundamental, la “Ley de Regulación del Acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo y a la Atención Postaborto”. Maia Debowicz y Tali Goldman repasan su trayectoria guiadas por la pregunta por el vínculo del ex presidente con las compañeras de su vida, los derechos de las mujeres y, en especial, con el derecho a decidir qué hacer con un embarazo no deseado.

Por Maia Debowicz y Tali Goldman para LATFEM

Da vueltas sobre sí misma. Uno, dos, tres. Movimiento de cadera para un lado, movimiento de cadera para el otro. A menos de un metro, la miran, como desorbitados, en una mesita tipo living, la conductora de los almuerzos más famosos de la televisión argentina y el presidente de la Nación. Es 1991 y la diosa oriental Fairuz deleita a los invitados y a la teleaudiencia con una de las danzas más sensuales y ancestrales de todos los tiempos. La danza del vientre es hipnótica como las serpientes del Nilo, las sacerdotizas la bailaban en oriente antiguo como un ritual erótico y de fertilidad. La conductora de los almuerzos empieza a aplaudir. ¡Que baile, que baile! El presidente se ríe, haciendo uso de su seducción, de su galantería y, mientras hace un pequeño no con la cabeza, se abrocha el saco y se posa frente a Fairuz que está aplaudiendo con las manos alzadas, extasiada. Lo logró. El presidente de la Nación bailará con ella y será un momento televisivo que, sabe, se recordará por décadas. Él rota las manos como haciendo rulos en el aire y la sigue a ella. La mira, haciendo una radiografía de cuerpo entero. Como buen dandy, se acerca y le da un beso en el cachete.

—Bravo, bravísimo, bravo, bravo —dice Mirtha Legrand— Pero, ¡y él que decía que no sabía bailar, eh, miren! Decía que no, que no se animaba, eh…

El presidente de la Nación se animará a muchas cosas más.

Carlos Saúl Menem tuvo satélites alrededor como un sol, aunque muchas de las mujeres que fueron sus satélites tuvieron poder y contornearon su forma de hacer política. De Zulema a Zulemita, de Xuxa a Noemí Alan, Yuyito, Fairuz, Moria, Thelma Stefani, Cristina Lemercier, Alejandra Pradón y María Julia. Susana, Amira, Norma Plá, María Soledad, Samanta Farjat. Luisa Albinoni y Cecilia Bolocco. Mujeres de pañuelo blanco, de carpa blanca. Una galaxia de mujeres que marcaron una época. Algunas se fascinaron con el magnetismo de Menem. Otras lo combatieron con fuerza ideológica contundente. Ese hombre, cuyo aspecto distaba bastante de lo que las elites porteñas podían imaginar para un presidente, tenía un imán, era magnético. Tenía eso que en la política llaman carisma, pero iba más allá: era un seductor. Una característica que se volvería clave, sobre todo, en su segundo mandato. Pero para eso falta. Ahora estamos en 1989 y una de las primeras apariciones en televisión que hace Menem como Presidente es en Polémica en el bar. A la primera mujer que intenta encantar, antes de a Fairuz, frente a millones de televidentes, es a la legendaria Tita Merello, que, en ese entonces, ronda los 85 años. “Yo te veo realmente hermosa”, desliza Carlos y despierta la risa de Gerardo Sofovich. “¿Sí?—le dispara Tita—¿Hace mucho no vas al oculista?”. A través de esta cómica escena, Carlos Saúl Menem informa a sus votantes y detractores que él no será como otros presidentes.

No fue un casamiento más. El matrimonio de Carlos Saúl Menem y Zulema Fátima Yoma fue arreglado entre sus padres en la Capital de Siria, Damasco, en el invierno de 1964. Carlos tenía 32; Zulema 22. A 80 kilómetros tierra adentro de la costa oriental del Mediterráneo, las familias hicieron un pacto que definió el futuro de sus hijxs riojanxs. La historia es muy pesada como para tirar todo por la borda, como para que el hijo pródigo no siga el mandato familiar y eligiera a Ana María, la mujer que de verdad amaba.

Es también en esas tierras donde sus xadres, Saúl Menem y Mohibe Akil se conocieron. Entonces es allí en donde el segundo de sus hijos, que ya ostenta una prominente carrera entre el derecho y la política, tiene que conocer a su futura esposa. Carlos contó varias veces que la primera vez que vio a Zulema fue de espaldas, en las calles de Damasco. “¿Querés casarte conmigo por una noche?”, le dijo. Ella se encargó todas las veces que pudo de desmentir ese cuento. Por caso, la madre de Zulema quiso impedir la futura boda y hasta se puso de rodillas frente a su hija: “No vas a ver un día feliz con ese hombre”. Zulema no hizo caso al ruego de su madre y, así, el casamiento se concretó dos años después, el 7 de septiembre de 1966, en el Club Sirio Libanés de La Rioja. Poco se sabe de aquella ceremonia religiosa bajo el ritual musulmán. No hay registros fotográficos ni videos públicos, pero se puede especular, casi sin dudar, que ella estaba de blanco. ¿Y él? ¿De negro? ¿Azul? ¿Gris? La sobriedad nunca fue una característica de Carlos Saúl Menem, y menos en el color de sus trajes. Se puede especular también que se comió, se bailó, que pudo haber tocado un conjunto de música oriental. Aunque dicen los allegados que Carlos Saúl amó a una sola mujer en su vida: Ana María Luján, una dirigente del PJ riojano que se había separado tiempo atrás del coronel Abel Luján, el hombre que, dicen, introdujo al entonces abogado en el peronismo y en la actividad política. Ana María Luján fue la novia de Carlos hasta que los padres del riojano decidieron que la única tenía que ser Zulema. Y si bien podrán existir papeles y pactos de palabras, Carlos Saúl siempre hizo lo que quiso, y esa noche no sería la excepción. Cuenta la leyenda que el recién casado abandonó la fiesta de su casamiento para visitar a Ana María Luján. Así comenzó aquel matrimonio rodeado de enfrentamientos, dramas, separaciones, abortos, escándalos.

El clima del Mundial lo empapa todo. Es junio de 1990 y Carlos Saúl Menem viaja a Italia para ver jugar a Diego Maradona, rogando por volver con una copa para la Argentina. Antes de dejar el país, el Presidente deja listo un decreto problemático: el número 1026. El documento que prohíbe que Zulema permanezca en la Quinta de Olivos. El jefe de la Casa Militar, Andrés Antonietti, junto a otros agentes informan a la ex Primera Dama que debe abandonar la residencia de inmediato. Zulema se niega. Una ambulancia llega a la puerta. Carlitos Jr. le comunica que su padre dejó instrucciones de internarla en un psiquiátrico si ella no acata las órdenes. Ella sabe que Carlos Saúl Menem es capaz de eso y mucho más. El escándalo es tapa de Clarín. “Menem volvió a Olivos: le impiden la entrada a Zulema”, anuncia el titular del diario del miércoles 13 de junio de 1990.

Así comienza una guerra de telegramas entre Zulema y el Presidente. Los medios se hacen eco de la pelea que tiene en vilo al país. La política llega a los programas de chimentos: Zulema denuncia que su ex marido puso un cocodrilo en la pileta para matarla. La estrategia del Presidente es hacer pasar a su ex mujer de loca frente a la opinión pública. Carlos Saúl es el primer Presidente de la Argentina divorciado (Ley votada y promulgada en el gobierno de su antecesor, con la que seguramente él no hubiera estado a favor), rompiendo todos los protocolos y el pacto que hicieron sus padres en 1964.

Es 1993. Carlos Saúl Menem ostenta el título de Primer Presidente divorciado, rebeldía que la lleva con orgullo. Romper las reglas es su fuerte y no se salvará de sus manías ni la Constitución. Su ambición por el poder lo empuja a reformarla para gobernar otro período. Carlos Saúl Menem no necesita casarse de nuevo porque ya tiene una Primera Dama para su segundo mandato: su hija Zulemita.

Mirtha Legrand lo invita una vez más a su mesa y le pregunta: “¿Está enamorado?”. “No. Estoy enamorado de las cosas lindas”, responde entre risas. “¿Qué es lo que más le atrae de una mujer?”, dispara la diva de los almuerzos. “Su inteligencia y su belleza. Es hipócrita el que diga que no le puede atraer la belleza de una mujer”. Son los años en los que Menem se deja tomar fotos con Claudia Schiffer y Xuxa. El Presidente y la reina de los bajitos ocupan la portada de una revista brasileña. No es solo la construcción de ese Don Juan que vende, Carlos es cholulo y no disimula serlo. Juega al fútbol con Maradona, al tenis con Gabriela Sabatini e invita a Charly García a la Quinta de Olivos para que el rockero le haga un recital privado. Son los años del saco amarillo patito y la foto con los Rolling Stones. En enero de 1999, Carlos Saúl Menem viaja por última vez como Presidente a la Casa Blanca. En aquel asado de gala, el Jefe de Estado de Argentina le expresa a Bill Clinton su apoyo ante el escándalo con Mónica Lewinsky. “Yo le quiero manifestar, querido amigo presidente, la solidaridad total y absoluta en estos momentos”, pronuncia levantando la copa.

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(Imagen: LATFEM)

¿Otro matrimonio arreglado? A meses de abandonar el poder, Carlos Saúl Menem conoce a la ex Miss Universo Cecilia Carolina Bolocco.“¿Qué tienen esos ojos, que no puedo dejar de mirarlos?”, cuenta la diva de Chile que se preguntó al verlo por primera vez. El romance es tapa de revistas acá y allá. Zulemita se opone al futuro matrimonio, pero Carlos Saúl Menem afirma que se casará pase lo que pase. “Es la mujer de mi vida. Con ella me siento más joven. Es que uno tiene la edad de la persona que ama”, dice Menem. El 26 de mayo de 2001, la boda se lleva a cabo en La Rioja. Una fiesta con 6.000 invitados y locro en el polideportivo. Una torta de 7 pisos con forma de corazón que pesa más de 600 kilos. El 19 de noviembre de 2003, en una clínica de Chile, nace el hijo del matrimonio: Máximo Saúl. “Me gustaría que llegue a ser Presidente de Argentina o Chile”, expresa un Menem de 73 años.

Es 8 de diciembre de 1998, día de la celebración de la Inmaculada Concepción de la Virgen. El presidente Carlos Saúl Menem firma un decreto que va a tener consecuencias hasta el día de hoy: crea el Día del Niño por Nacer. A partir del decreto 1405/98, cada 25 de marzo, las personas “provida” cuelgan de sus balcones una lámina con la imagen de un feto que afirma tiene el derecho a vivir. La fecha elegida no es al azar: la Iglesia Católica conmemora ese día como la anunciación a la Virgen María de que estaba engendrando al Niño Jesús. Menem firmó el decreto justo cuando se autorizó de forma judicial la interrupción de embarazo en una niña de diez años y en una joven con retraso madurativo que sufrió una violación. No fue casualidad, sino una respuesta. Y fue un año después, en septiembre de 1999, cuando Zulema Yoma reveló la doble moral de Menem en una entrevista publicada en Página/12. “A los pocos meses del nacimiento de mi hijo Carlos, volví a quedar embarazada. Con Menem teníamos una muy mala relación. Yo estaba muy sola en La Rioja por el ritmo de vida que él llevaba y otros problemas. Por eso, cuando Carlitos tenía siete meses de vida, me fui con él a Siria. El aborto fue antes de viajar. Lamentablemente, siempre he callado este hecho y hoy me veo en una situación en la que tengo que decir la verdad”, le contó a la periodista Mariana Carbajal sobre el aborto al que se había sometido en 1969.

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(Imagen: LATFEM)

La de Zulema no fue una declaración al azar: en 1999, en el Congreso, se estaba discutiendo la Ley de despenalización del aborto en Argentina y Carlos Saúl Menem manifestó que votaría en contra por convicciones personales. “Hoy, el sector del Vaticano que le entrega una medalla a Menem (por su campaña en contra del aborto) es el mismo que oculta el atentado de mi hijo”, sentenció Zulema denunciando la hipocresía de su ex marido. Nadie se enfrentó a Carlos Saúl Menem como lo hizo Zulema Yoma.

Veinte años después de firmar el decreto que instituye al 25 de marzo como el Día del Niño por Nacer, Menem afirma una vez más su postura pro vida, esta vez, en su rol de senador riojano en la votación de 2018 por la despenalización y legalización del aborto en Argentina. Días antes de la votación, el ex presidente escribió una columna en La Nación donde recordaba su decreto. Para ampararse en su posición antiaborto, citó a Evita: “Continuando con la histórica posición internacional de nuestro país y con las enseñanzas de Eva Perón, mi gobierno fue enérgico en la defensa de la vida del ser humano desde el mismo momento de su concepción”.

Dos años después, en diciembre de 2020, Carlos Saúl Menem pelea por su vida internado en un sanatorio riojano, espera desde ahí poder dar su voto negativo en el Senado de La Nación a la “Ley de Regulación del Acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo y a la Atención Postaborto”.

En 1998, Mariano Grondona le preguntó en su programa sobre los dichos de Zulema Yoma acerca del aborto. Menem titubeó: “No, no, no… yo no estoy diciendo que miente ni estoy desmintiendo, ni estoy asintiendo. Simplemente, no respondo sobre ese tema”. Y sentenció:  “Soy antiabortista, por principio y por convicción”.

*Por Maia Debowicz y Tali Goldman para LATFEM / Imagen de portada: LATFEM.

Palabras claves: antiderechos, Carlos Menem, legalización del aborto, Zulema Yoma

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