Los muros del apartheid: una industria boyante
La industria de la vigilancia sigue creciendo de forma descontrolada en pleno siglo XXI. Muros, vallas electrificadas, drones son solo algunos dispositivos que las multinacionales venden en todo el planeta.
Por Enric Llopis para Rebelión
¿Qué empresas se reparten la Industria del Control Migratorio (ICI) en el Estado español? En el quinquenio 2014-2019, el gobierno de España adjudicó al menos 660 millones de euros para obras y servicios relacionados con el control de las migraciones; el 65 por ciento de esta cantidad -correspondiente a 1.677 adjudicaciones- se concentró en una decena de compañías, según la Fundación Por Causa.
Encabeza el ranking la británica Babcock Mission Critical (217.800.000 euros), seguido de la constructora ACS (45,3 millones), Auxiliar Naval del Principado (32,3 millones), la naviera gallega Gauzon Ibérica (31,4 millones); Indra -“la única española en el top 100 de la industria armamentística mundial”- con 26,6 millones; y la tecnológica francesa Atos (18,6 millones). Estas cifras de la contratación pública analizada, apuntan Por Causa y Publico.es, no representa el total del gasto del Estado español para frenar la inmigración. La investigación revela, además, casos de puertas giratorias, que afectan principalmente a ex cargos políticos del Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE): Indra, Repsol, Telefónica, ACS y Acciona son las principales multinacionales implicadas.
El informe Muro amurallado. Hacia el apartheid global, publicado en noviembre por el Centre Delàs d’Estudis per la Pau, Transnational Institute (TNI), Stop Wapenhandel y Stop the Wall Palestinian (PGAAWC), señala que seis de cada diez personas en el mundo viven en un país con muros en sus fronteras, que oficialmente se justifican por factores como la inmigración, el contrabando y lo que los Estados consideran “terrorismo”. Desde 2018, hay 63 muros fronterizos en el planeta.
El muro de mayor longitud es el erigido por las fuerzas de ocupación marroquíes en el Sahara: 2.720 kilómetros rodeados por nueve millones de minas terrestres. Israel es el país con más muros: seis (el levantado en la Cisjordania ocupada se inició en 2002). Por otra parte, cuatro de los cinco países fronterizos con Siria -Israel, Jordania, Turquía e Irak- han levantado barreras en la frontera con esta República árabe, en guerra desde 2011 y con 6,2 millones de desplazados internos. Otro territorio fronterizo, el que separa Estados Unidos de México, es uno de los más militarizados del mundo.
Pero no sólo se trata de muros, vallas y alambres, ya que estos se hallan “siempre acompañados por una variedad de sistemas tecnológicos -como equipos de monitoreo, detección e identificación, vehículos, aviones y armas- que proporcionan las empresas militares y de seguridad; los sistemas autónomos y robóticos, como los drones y las torres inteligentes, también se utilizan (o prueban) cada vez más para la seguridad fronteriza”, explican los autores del informe, Ainhoa Ruiz, Mark Akkerman y Pere Brunet. Aunque no siempre se levantan barreras físicas. Es el caso de Australia, que no ha edificado murallas en su territorio, pero sí protege sus límites marítimos mediante el ejército, aviones y patrulleras.
El informe Muro amurallado detalla 32 empresas -la mayoría de ellas, israelíes- implicadas en el levantamiento de los muros de separación en Cisjordania, Gaza y el Golán sirio. Por ejemplo, Magal Security Sistems, en la construcción de 170 kilómetros de los 708 kilómetros de extensión del muro de Cisjordania y en la instalación de vallas eléctricas de disuasión; también en el “sistema perimetral de detección de intrusión para la barrera alrededor de la Franja de Gaza”.
Otro caso significativo es el de Elbit Systems, principal productor de armas de Israel y entre los 30 mayores del mundo; el año que se inició el muro de anexión en Cisjordania (2002), logró un contrato para erigir una valla electrónica de 25 kilómetros y sistemas de alerta alrededor de Israel. Asimismo, Elbit fue, en 2017, la contratista líder “para componentes inteligentes de la nueva parte subterránea a 130 pies (39,6 metros) de profundidad” del muro gazatí.
El documento de las cuatro ONG destaca, en la extensa nómina de colosos empresariales, al francés Thales, décimo productor de armamento a escala global, cuyo negocio en el control fronterizo incluye radares para buques de patrulla o pasaportes biométricos: “Los sistemas de Thales fueron utilizados, por ejemplo, por los barcos holandeses y portugueses desplegados en operaciones de Frontex”; esta multinacional provee los sistemas de tecnoseguridad en el “altamente militarizado” puerto de Calais, junto al Canal de la Mancha (norte de Francia).
Otro ejemplo es la compañía Indra, en cuyo accionariado está representado -con el 18,7 por ciento de los títulos- el Estado español. Además de los trabajos para la construcción de vallas en Ceuta y Melilla, la tecnológica y consultora desarrolló el sistema de control SIVE con radares y sensores. “Es uno de los principales beneficiados de la militarización de las fronteras en Europa” y se muestra muy activa como grupo de presión ante la Unión Europea (UE), afirman Ainhoa Ruiz, Mark Akkerman y Pere Brunet.
A estos actores, que contribuyen a forjar la Europa-fortaleza, se suma la eslovena Dat-Con que ejecuta proyectos, sobre todo, en los Balcanes. Entre otros, “un centro local desplegable de coordinación y comunicación y un sistema de vigilancia móvil con cámaras EO-IR y radar” en Macedonia; en marzo, la agencia europea Frontex adjudicó un contrato de ocho millones de euros a Dat-Con y la búlgara Opticon Electrogrup para que suministrara un sistema de vigilancia móvil con cámara termal y radar, subraya el informe Muro amurallado.
Son ejemplos de una industria que florece al calor de un discurso bifronte, que pivota en torno al miedo y la seguridad. Adquirida en 2018 por la estadounidense General Dynamics (el quinto fabricante mundial de armamento), la empresa CSRA ha conseguido grandes contratos en México vinculados al Acuerdo Digitus entre este país y Estados Unidos; el objetivo, “apoyar la recopilación biométrica de personas centroamericanas en centros de detención en México”.
A este gran negocio no es ajena Leidos, dedicada a la tecnología de información militar, que, en 2016, se fusionó con el área tecnológica del gigante de la industria armamentística Lockheed Martin, de Estados Unidos. Entre otros materiales y tecnologías de control, Leidos abastece con equipamiento de escáner móvil y fijo, sistemas de vigilancia multisensor y servicios que incluyen “biometría multimodal” a Gran Bretaña y Estados Unidos. El Centre Delàs d’Estudis per la Pau, el TNI, Stop Wapenhandel y PGAAWC mencionan, asimismo, a un emporio de las armas –Raytheon-, contratado en múltiples ocasiones por la administración estadounidense para que refuerce las fronteras de terceros países como Jordania, Moldavia y Filipinas.
Sobre el lucro empresarial y la militarización de las fronteras en el caso específico de Estados Unidos, el TNI publicó, en septiembre de 2019, el informe de Todd Miller Más que un muro. “El fuerte consenso político -tanto republicano como demócrata- es anterior al gobierno de Trump”, apunta Miller. De hecho, los presupuestos para el control fronterizo y las migraciones pasaron de 9.100 millones de dólares, en 2003, a 23.700 millones, en 2018; el investigador consideró en el cálculo la inversión de dos instituciones: la Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras (CBP), y la Oficina de Inmigración y Control de Aduanas (ICE); sin embargo, las cantidades son inferiores a las reales por la falta de transparencia en los datos.
Si a la CBP y la ICE se añade la Guardia Costera, los tres organismos emitieron -entre 2006 y 2018- más de 344.000 contratos por valor de 80.500 millones de dólares. Según el documento Más que un muro, se reparten el negocio securitario las siguientes corporaciones: Accenture, Boeing, Elbit, Flir Systems, G4S, General Atomics, General Dynamics, IBM, L3 Technologies, Lockheed Martin, Northrop Grumman, PAE, Rayteon y UNISYS; en la lista, resume la investigación, figuran compañías de tecnología y seguridad, “pero están claramente dominadas por las mismas empresas globales de armamento que se benefician de los altos niveles de gasto militar de los Estados Unidos”.
Las grandes empresas y sus grupos de presión se encargan también de engrasar los engranajes. Así, detalla la investigación del TNI, Lockheed Martin, General Dynamics, Northrop Grumman, Raytheon y Boeing aportaron -entre 2006 y 2018- un total de 27,6 millones de dólares a miembros del Comité de Consignaciones Presupuestarias de la Cámara de Representantes de Estados Unidos.
En cuanto al blindaje fronterizo de la UE, el investigador Mark Akkerman destaca en el informe El negocio de construir muros (Centre Delàs, Stop Wapehandel y TNI, noviembre de 2019) la actividad de tres grandes corporaciones armamentísticas: la francesa Thales, la italiana Leonardo y el grupo paneuropeo Airbus. El reporte distingue entre los contratistas que se lucran con los muros y vallas terrestres, como la española European Security Fencing en la producción de concertinas; de los que se benefician con la implantación de muros marítimos (suministro de buques, aeronaves, helicópteros y drones), entre otros, la gran naviera holandesa Damen y la italiana Fincantieri; y los muros virtuales (tecnologías de supervisión, control y vigilancia), que tienen a Sopra Steria y GMW entre las grandes adjudicatarias. “Entre 2014 y 2019, Airbus, Leonardo, Thales y EOS celebraron 226 reuniones de grupos de presión registrados con la Comisión Europea”, remata Akkerman.
*Por Enric Llopis para Rebelión / Foto de portada: Juan Teixeira