Casa de la Mujer Campesina Alicia Castillo
Las mujeres organizadas en la «Unión Campesina de Córdoba» inauguraron la «Casa de la Mujer Campesina Alicia Castillo» en Sebastián Elcano, un espacio para tramar feminismo campesino y popular.
Por Redacción La tinta
“La semilla que había plantado (Alicia) esperaba el momento para empezar a germinar, y un día brotó y creció y reconstruimos este espacio (…) y nacimos de nuevo, y crecemos entre todxs. Así nace esta Casa de la Mujer Campesina – Alicia Castillo, que hoy nos alberga a las mujeres campesinas y las de los pueblos del norte de Córdoba”.
Palabras colectivas leídas en la inauguración
El 25 de noviembre de cada año, las feministas conmemoramos el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Ese día fue el elegido por las mujeres de la Unión Campesina de Córdoba (UCAN), en el Movimiento Campesino de Córdoba (MCC), para inaugurar la Casa de la Mujer Campesina Alicia Castillo, en el norte cordobés.
Conversamos con Victoria “Vico” Gauna, una de las integrantes del espacio. Nos cuenta que la casa lleva el nombre de Alicia Castillo, “una compañera de Sebastián Elcano que, cuando empezamos a militar en esta zona, nos abrió las puertas de su casa inmediatamente. Ella siempre estaba albergando compañeras, pensando en cambiar la realidad de las mujeres”. En la inauguración, le dedicaron algunas palabras: “Alicia sabía como nadie que las mujeres en el pueblo y en el campo sufrimos dobles violencias, y trabajaba incansablemente para transformarlo, aunque no le decíamos feminismo”.
Vico recuerda también a la Ñeco, que luchaba junto a Alicia, “ella con muchas situaciones de violencia de género, por agrotóxicos y por desalojo. Han sido los cimientos de lo que somos y la espalda para todo lo que se viene”.
Nos cuenta que la casa era anteriormente una sede de la organización, que había sido saqueada y que “con muchas compañeras del campo la tomamos, la embellecimos, la reconstruimos sin tener bien claro qué íbamos a armar”. La realidad “las llevó puestas” y las necesidades de refugio que emergieron delinearon las primeras acciones y usos del espacio.
Una compañera de Río Seco, a 50 kilómetros de Sebastián Elcano, “necesitó venirse con sus niños, así que quienes la estábamos construyendo aceleramos los tiempos”. Ese hecho, nos explica Victoria, hizo que sintieran que la casa no era solo para las compañeras del lugar y comenzaron a pensarla regional, trascendiendo también a su organización. “Hay una intencionalidad de que trascienda al MCC y que se trame con otras, sea cual sea la organización a la que pertenezcamos. Esa mirada, menos mezquina quizá que en otra época, atraviesa la casa”.
En cuanto a las actividades que realizarán en el espacio, todo está en construcción y motivado por los deseos y preocupaciones de quienes la integran. Proyectan que sea un lugar para acceder a información sobre programas del Estado, estableciendo vínculos con las instituciones encargadas de la problemática y los recursos. Quieren construirla como un espacio de capacitación, de acceso a derechos y fundamentalmente para encontrarse. “La idea es que se pueda ampliar, armar un lindo espacio de niñes. Decidimos que va a ser una casa de tránsito, pero igual queremos que sea de mucho amor”, expresa.
Pretenden, además, seguir trabajando la producción, los conflictos territoriales y todos los temas que vienen trabajando, “pero en otra clave, con otro tamiz, eso es lo que nos atravesó del feminismo, y estamos haciendo el intento. En el campo, es profundamente difícil, es un gran desafío que recién empieza y entendemos que es por ahí, sin dudas”, subraya.
Feminismos, organización campesina y militancia
El MCC se construye en algunos lugares desde hace más de 20 años, pero la mirada feminista es muy reciente. “A todos los temas que veníamos desarrollando, como la cuestión de políticas de tierra o el acceso a derechos, los empezamos a cuestionar desde esta mirada. También cuestionamos la militancia en torno a eso. Eso trajo una revolución en las organizaciones desde hace tres o cuatro años”, relata.
Vico participa hace 14 años del movimiento. Como a muchas mujeres militantes, la expansión de los feminismos la “partió al medio, en todos los puntos que se te puedan ocurrir”, nos cuenta y se pone en contexto: “Nos hemos constituido como militantes en los 90 con un tipo de militancia que tenía que ver con dejarlo todo por una causa. Eso implicaba un corte clasista, de desclasarse, y era profundamente patriarcal. Hubo mucho debate para sacar la idea de que el feminismo era algo de mujeres blancas y que no tenía nada que ver con el campo, porque eran excusas, discursos legitimadores de profundas desigualdades”.
Desde hace cuatro años, empezaron a trabajar más intencionadamente las situaciones de violencia en todas las zonas del MCC. En las Escuelas Populares de Género, narra, comenzaron a hablar de feminismo campesino y popular, “esto hizo que las compañeras del campo se reconocieran dentro de ese feminismo y que podamos ver las violencias que veníamos naturalizando. Fue un quiebre profundo y no hay vuelta atrás después de eso”.
Para Victoria, significó hacerse cargo de eso que pasaba. “El conflicto en el movimiento siempre era la cuestión de la tierra o el conflicto con el empresario, y los problemas que atraviesan a las compañeras dentro de todo eso era algo secundario. Cuando empezamos a visibilizarlo, las compañeras nos pusimos en primer lugar para después mirar todo lo demás y eso desde la militancia fue revolucionario. Hacer ese quiebre fue muy difícil y desestabilizante para la organización, porque fue poner sobre la mesa situaciones históricas, pero dijimos ‘no la bancamos más’”, subraya.
En el documento de inauguración, concluyen: “Gracias Alicia, gracias Ramona, gracias Ñeco, gracias Mariana, gracias a tantas, porque somos lo que otras han sembrado. Hoy inauguramos esta casa de la Mujer Campesina, en el Día Internacional Contra la Violencia hacia las Mujeres, nuestra casa y refugio”.
*Por Redacción La tinta.
