CuarenTorta: acompañamiento a identidades lésbicas

CuarenTorta: acompañamiento a identidades lésbicas
19 octubre, 2020 por Redacción La tinta

«Alerta Torta» lanzó el proyecto «CuarenTorta», un espacio de atención y acompañamiento a la violencia entre y hacia lesbianxs. Conversamos con sus integrantes que nos detallan cómo surge y de qué se trata.

Por Redacción La tinta

La Asamblea Alerta Torta Córdoba es un espacio que se conformó hace más de un año y es una apuesta a la construcción colectiva para transformar las realidades que atraviesan las identidades lésbicas. Con una mirada transversal, les interesa pensar y delinear una agenda torta que lxs contenga a la vez que hable y manifieste sus demandas y sus singularidades. Entienden con muchísima claridad que la salida siempre es colectiva y, desde allí, le ponen el cuerpo a la experiencia asamblearia.

Conversamos con sus integrantes: “Frente a la avanzada de la derecha y los fundamentalismos religiosos, la vulneración de nuestros derechos, la violencia hacia nuestras identidades y expresiones de deseo, decidimos reunirnos en Asamblea, en un llamamiento a lesbianas, lesbianxs, tortas, identidades trans, transbianas, lesbianxs gordxs, lesbianxs chongas, no binaries y todas las formas de vivir y habitar el lesbianismo para encontrarnos, con la profunda necesidad de hacer un parate a pensarnos, repensarnos. Para hablar de nosotrxs en primera persona y, a partir de allí, pensar una agenda Torta, siempre tan postergada. Ante la necesidad de encontrarnos, respetando nuestras prácticas políticas, nuestras poéticas, nuestras narrativas, creamos este espacio”.

Habían programado un “Tortazo: Encuentro de Identidades Lésbicxs”, que decidieron suspender dadas las condiciones del mundo pandémico. Ahora, ponen a rodar el proyecto «CuarenTorta», que busca la promoción de derechos y, particularmente, el acceso real a la salud de lxs lesbianxs. “Nos urge abordar las violencias entre y hacia las identidades lésbicas mediante la contención emocional y psicológica, la participación y el encuentro, y, sobre todo, la difusión de estas problemáticas para generar una concientización sobre ella”, nos cuentan integrantes de la asamblea.

Saben, por su propia vivencia, y también por experiencias cercanas y lejanas, cuánta violencia se dispensa sobre las corporalidades disidentes. “Suele iniciar con la exclusión en los espacios de socialización como los de pertenencia en las escuelas y en nuestras propias familia. Sí, aún nos echan de nuestros hogares, nos sacan de nuestros espacios de pertenencia porque ´no corresponde´ o ´no está bien´. Sabemos del hostigamiento en espacios educativos, laborales, en las calles, en los boliches, en los bares, en el barrio. Aún hay quienes pretenden corregirnos, llegando incluso a agredir nuestro cuerpo de las formas más cruentas”, expresan lxs compañerxs.

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(Imagen: Tui Guedes Fotografía)

Una vivencia cotidiana, corporal, afectiva anida en sus existencias. Reconocen que existen muy pocos espacios adecuados en formación y en sensibilización donde encontrar ayuda, que lxs reciba y donde acuerparse. “Contener y acompañar no solo la resolución de los conflictos, sino el proceso de superación de tantas violencias, el proceso de empoderamiento que ello implica”, aclaran.

Ante esa inexistencia, decidieron, desde Alerta Torta, empezar a soñar y organizar un espacio orientado a contener a otrxs lesbianxs en situación de violencias. Hoy es una realidad. “CuarenTorta es un dispositivo que nos permitió poner todas nuestras experiencias, territoriales, pero también profesionales y, por qué no, personales, y que sea lo más abarcativo, amplio y, a la vez, flexible que sea necesario, sabiendo que las situaciones a atender son muy diversas y de índoles muy distintas”, expresan quienes gestaron el proyecto.

Capitalizan sus saberes, muchxs son psicólogxs, activistas con recorrido territorial, están comprometidas con la transformación social; pero, sobre todo, llevan impreso en el cuerpo y en la subjetividad el ser lesbianxs. Desde esas vivencias, comprenden la necesidad de abordajes integrales de las situaciones de violencia entre y hacia identidades lésbicas. El proyecto consiste en un acompañamiento a posibles situaciones de violencia y conflicto, que se vuelven urgentes de tratar, sobre todo, en este contexto pandémico y distancias.

Ejercer el derecho a una vida libre de violencias

La violencia que, desde las familias, instituciones, medios de comunicación, reciben las identidades lésbicxs es generalmente invisibilizada y minimizada, a la vez que invalidada. 


“Las agresiones que sufrimos son singulares, ni mayores ni menores, singulares y tienen un trasfondo distinto al que suele subyacer a la idiosincrasia de las instituciones estatales, cuando se muestran receptivas a atender violencias. Tanto en comisarías, hospitales o centros asistenciales, el personal no está ni habituado ni capacitado para el abordaje de estas singularidades”, detallan con la precisión de conocer las puertas que no existen y los espacios hostiles.


Nos cuentan que, muchas veces, deben explicar su identidad lésbica de manera obligada para disipar la presunción de heterosexualidad. Y agregan que “se minimizan nuestros relatos, nos responsabilizan por generar disturbios en público, nos acusan de ser nosotrxs lxs equivocadxs en pretender dejar de habitar el espacio privado y secreto para la expresión de nuestros deseos, desvían el foco de atención hacia nosotrxs; como si poner en tela de juicio nuestra identidad resolviera las situaciones de violencia”.

Cuando quieren denunciar una agresión, la primera pregunta que aparece insistentemente es la misma que pesa sobre las corporalidades o experiencias leídas como del orden de lo femenino: ¿qué hiciste para que te pasara eso? “Si fuimos demasiado provocativxs al besarnos en público, si nuestra forma de vestir o de comportarnos no fue adecuada. Se hace presente la idea de que, si queremos ser ‘tomadxs en serio’, ‘respetadxs’, ‘toleradxs’, debemos camuflarnos. Que no se note: ‘En tu cama hacé lo que quieras, pero a mí no me lo muestres’. Lo paradójico es que, al mismo tiempo, se meten adentro de nuestras habitaciones para sacarnos de los pelos a la calle y públicamente acusarnos de enfermxs”.

Hay muchxs lesbianxs que hoy viven una vida visible y sin secretos, pero han pagado un costo muy alto por ello, que, en la mayoría de los casos, implicó la renuncia a espacios de pertenencia, prácticas y creencias. Múltiples biografías que relatan experiencias de expulsiones y desafiliaciones. Formas de violencias no siempre señaladas o nombradas como tal socialmente.

Nos cuentan uno de los tantos miles de ejemplos posibles: “Existen casos donde se trabaja como profesorx y se ha pedido que no lo diga en voz alta, que no hable de su vida personal, que no lleve insignias o que no use tan corto el pelo. Que es una forma de complicidad con los silencios de esta sociedad que sigue creyendo que decir que se es lesbianx es ‘mala influencia’. ¿No es violencia que tu espacio laboral ubique tu identidad y tu sentir como el mal ejemplo, que no te permita enunciarte, nombrarte?”.

Cuando no se hacen explícitamente esos pedidos, seguramente acontezcan hostigamientos que se pueden traducir en mayores exigencias, maltratos, obstaculizar el desarrollo laboral, creando climas de trabajo tensos e incómodos, o escondiendo a lx lesbianx en tareas pasivas o solitarias, situaciones conocidas, nos dicen, porque las vivieron en alguna de sus experiencias laborales o porque algunx otrx la vivió.

Formas de violencias que son minimizadas, fundamentalmente, porque no está el componente de la agresión física explícita. Pero también existen estas violencias, las agresiones sexuales, los asaltos en patota que sufren un montón de compañerxs y de manera sistemática. “Situaciones que nos ponen en riesgo y que, si pretendemos defendernos, corremos el riesgo de ser condenadxs por haberlo hecho, como le sucedió a Higui”, especifican.


Formas que dejan en claro la minimización e invalidación de las violencias que sufren, sobre todo, cuando el Estado no tiene una formación ni perspectiva específica. “Siempre somos parte de alguna secretaría que no nos nombra: de derechos humanos, de minorías, de la mujer, etc. Y no, somos lesbianxs y queremos ser nombradxs, pero también queremos que se reconozca y se contenga la particularidad de nuestras vivencias”, manifiestan desde la Asamblea.


“¿A dónde vamos cuando nos echan de casa? ¿A quién le pedimos ayuda cuando no nos dan el trabajo y ya recorrimos miles de lugares y entregamos miles de CVs? ¿A quién le pedimos trabajo cuando nadie nos lo dice abiertamente, pero sabemos que incomoda nuestra corporalidad? ¿Cómo hacemos cuando llamamos al cana de la esquina porque nos están hostigando y el tipo nos dice que somos nosotrxs lxs que tenemos que ubicarnos? ¿Qué jueza nos defiende cuando nos quieren llevar presxs por darnos un beso en la vía pública?”, son algunas de las tantas preguntas que alguna vez han transitado y que ponen a rodar para develar sus realidades.

Invitan a que se contacten todxs lxs lesbianas, lesbianx, torta, torte, tortillera, mayores de 18 años, de Córdoba o alrededores, que atraviesen algún tipo de contexto hostil o una situación de violencia. También a quienes sientan la necesidad de encontrarse y agruparse con otras identidades lésbicas, o tengan dudas sobre lo que les pasa y desean encontrar un espacio donde hablar o ser contenidxs por esto. El espectro también está abierto para familiares de una persona lesbiana o lesbianx con necesidad.

Este nuevo espacio se ha materializado para acompañar muchas situaciones, preguntas, incomodidades y también deseos y sueños. La salida es colectiva y, en esta nota, nuevamente damos cuenta de ello.

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(Imagen: Tui Guedes Fotografía)

*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: Tui Guedes Fotografía.

*Podés contactarte por redes sociales en @alertatortacba o a los teléfonos 3513144361 / 35722527073.

Palabras claves: Alerta Torta, lesbianismo

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