Desde el territorio y en comunidad: cine documental no extractivista

Desde el territorio y en comunidad: cine documental no extractivista
3 septiembre, 2020 por Julieta Pollo

¿Cómo construir un cine documental con la comunidad y no sobre la comunidad? Lxs cineastas Marina Rubino y Darío Arcella sostienen que se trata de posicionarse desde lo comunitario como método, ser parte, dialogar y construir acuerdos. Además comparten «Cine que late», siete cortometrajes realizados en 2019 por alumnos del Taller Anual de Realización Documental Comunitaria que dictan todos los años. 

Por Julieta Pollo para La tinta

El enfoque del Taller  es practicar lo comunitario a toda escala. El taller es una comunidad en sí misma y se construyen lazos de colaboración mutua y trabajo colectivo. En cuanto a las comunidades protagonistas, se impulsa establecer un vínculo franco desde la escucha para conocer qué es lo que la misma comunidad desea comunicar y de qué modo, para luego moldearlo colectivamente y construir un retrato audiovisual genuino. Lxs docentes y cineastas Marina Rubino y Darío Arcella dicen que «se trata de no vincularse en forma extractivista, sino de ser parte. Participar en la comunidad desde lo que unx puede aportar, desde la realización cinematográfica«. 

Este taller anual y gratuito, que se desarrolla todos los años en la biblioteca del Museo de Antropología de Córdoba, es una propuesta que surge de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC) en coordinación con el Museo y se propone como un diálogo con la comunidad: quienes se acercan a cursarlo no son personas formadas en cine, sino que tienen una necesidad expresiva o trabajo de campo en alguna comunidad. 

En esta línea, lxs documentalistas destacan la importancia del trabajo de campo y de poner a dialogar ideas de modo conjunto: «Observar, describir, entrenar la percepción; qué vemos, qué escuchamos, qué olemos. Sentir las situaciones que se desarrollan. Dedicarle mucho tiempo a este entrenamiento, previo a poder armar una línea narrativa. Sentir qué temas son los que sobrevuelan en la comunidad y qué es lo que la misma comunidad quiere reflejar. Y sobre todo, llegar a un acuerdo. Por eso es muy importante generar vínculos humanos, pedir permiso, contar nuestras ideas, hacerlas dialogar, escuchar qué ideas quieren reflejar y cuáles no. Siempre desde lo afectivo. Nosotrxs proponemos que trabajen con la comunidad y no sobre la comunidad«.

Habitando las formas comunitarias desde hace más de veinte años, Rubino (Yvonne, Tunteyh o el rumor de las piedras) y Arcella (Nuestro Mundo-Anuhu YrmoLos Relocalizados) integran desde el 2000 Grupo Documenta, un colectivo de artistas, científicos y docentes que idean, realizan, producen y difunden documentales y materiales audiovisuales multimediales sociales, educativos y culturales.

«El cine es una práctica comunitaria per se y hay varias formas de encarar un proyecto de cine documental comunitario. Por un lado, casi todas las personas pertenecemos a una comunidad entonces una de las formas de hacer este trabajo es siendo parte de la comunidad. Otra forma es llegar a la comunidad y, en ese momento, dentro de la comunidad, mi rol es el de ser cineasta. Por otro lado, proponemos una cuestión relativa al método: si formo parte de la comunidad, nuestra idea es que se replique el taller en las comunidades. Esto es que todos los conocimientos y las herramientas técnicas del lenguaje que les podemos brindar en el taller sean replicados para generar equipo dentro de la comunidad. Así, una persona hace producción, otra sonido, otra cámara, y así todos esos roles pueden ser delegados en personas de la misma comunidad, lo cual es precioso», precisan Marina  Darío, descubriendo las múltiples aristas que abre este enfoque. 

Este año el Taller se adaptó a la cuarentena y están brindando un curso introductorio online. Aprovechando las posibilidades que brinda la virtualidad, en el segundo semestre de este año se abrió la propuesta a participantes de todo el país y quedaron seleccionadas 50 personas». 

Cine que late

Recientemente se liberaron los siete cortometrajes producidos durante la edición 2019 del Taller de Cine Documental Comunitario, disponibles en el canal de youtube Cine que late. Alguna de las experiencias retratadas son afrodescendencia feminista, lucha contra los agrotóxicos, relatos de abortos en la clandestinidad, agroecología, entre otras. Conversamos con tres de lxs realizadorxs acerca de sus producciones, la elección de las comunidades retratadas y el valioso enfoque del taller.

“Llegué a este tema porque soy Socorrista y quienes protagonizan el corto son mis compañeras”, cuenta Lucía Calabria Aragón sobre su cortometraje Subjetivas, que retrata cuatro experiencias de personas que atrevsaron un aborto. Al igual que las cuatro protagonistas, la directora forma parte de Socorro Rosa Córdoba, organización que brinda información y acompaña a personas que deciden interrumpir sus embarazos. “Desde hace años, todo el tiempo nos encontramos con los relatos y las historias de vida de quienes atraviesan la experiencia de abortar en la clandestinidad. Al ser un tema todavía criminalizado, estigmatizado  y condenado socialmente, el cine nos da una herramienta para visibilizar esas historias y sensibilizar a la gente sobre la temática: poder ponerle caras, voces y cuerpos a eso que pasa todo el tiempo. Todos tenemos alguien cerca que ha abortado pero nadie puede mirar a una cámara y decirlo públicamente por todo el peso que eso tiene”.

Lucía sostiene que Subjetivas es seguir abriendo un espacio donde las personas puedan “sentirse identificadas, aliviadas, hablar y saber que no están solas, que esto le sucede a muchas personas en muchas situaciones y por diversos motivos, y que nadie debería pasarlo solx o mal”.  

A los 15 años, a Federico Quevedo le detectaron un tumor en el cerebro. A los 31, el tumor volvió. “Al haber vivido la experiencia del cáncer me quedaron muchas preguntas acerca de por qué nuestra sociedad, nosotrxs, tomamos con tanto miedo, tabúes y prejuicios el cáncer y la muerte”, cuenta el director del corto El cáncer que sana, que realizó junto a personas que tuvieron o tienen esta enfermedad y que participan en talleres terapéuticos coordinados por el Equipo de Salud Mental del Hospital Oncológico de Córdoba.

“Yo ya estoy curado para la medicina pero me sigo tratando con el budismo, que es una herramienta que te permite llevar una vida equilibrada para que no se disparen estas cosas que, si bien se manifiestan en lo biológico, tienen raíz profunda. Quise ofrecer a otras personas que atraviesan o atravesaron el cáncer, esta herramienta que les permita encontrarle un significado a la enfermedad, no vivirla como una condena sino transformar estos procesos tan dolorosos en desarrollo, en aprendizajes que nos muestran aspectos positivos de la vida”.

Chucarampa es el nombre del cortometraje de María Montaldo y Evangelina Indarte, que aborda el modo en que una pequeña comunidad habita un rinconcito de las Sierras Chicas que forma parte del 3% de bosque que siempre está en riesgo de perderse. “Formo parte de la Asociación para la Conservación y el Estudio de la Naturaleza (ACEN) que trabaja por la conservación de espacios naturales, y así conocí este lugar, a su gente y el modo tan emotivo que tienen de vincularse con su territorio. Tienen un vínculo ancestral con el lugar porque sus abuelos, sus padres, lo habitaron”.

Así conoció a Eva y le propuso hacer un registro de esa experiencia y co-dirigir el corto junto a ella. “Eva, como el resto de su familia, es absolutamente abierta y querible, fue muy fácil y hermoso trabajar con ella, fue un ensamble perfecto”, recuerda María. Chucarampa retrata de modo amoroso el vínculo con la naturaleza, los animales, el juego y la libertad de tener como patio al generoso monte cordobés. 

Lxs tres coinciden en que lo que más les gustó del taller de Marina Rubino y Darío Arcella fue construir comunidad, como enfoque predominante en todas las partes del proceso: el vínculo construido y el trabajo colectivo con las comunidades retratadas, y también entre compañerxs dentro del taller.

«Lo que más rescato es que se pondera como prioridad absoluta el respeto, el cuidado y el vínculo con la comunidad que se va a retratar por sobre los aspectos técnicos del proceso documental. Rescato mucho eso porque va muy en oposición a una lógica de trabajo que hay desde algunos realizadores donde se atropella a la comunidad, si tener idea ni interés en qué sienten, cómo piensan», sostiene Federico, y agrega: «Una vez que pudiste profundizar el vínculo, conocer bien su realidad, haber ido dialogando, hacer entrevistas sin cámara… recién ahí podés decir algo de ellxs».

Lucía, por su parte, dice que lo que más disfrutó del taller fue «poder ver cómo podemos hacer cine o algo que se le parezca, de cero, y construir un relato audiovisual a través de una construcción colectiva. Lo interesante del cine con foco documental y comunitario es que, por sobre todas las cosas, lo que importa es poder rescatar las voces de una comunidad específica». María coincide y valora la experiencia de «haber formado un grupo y haber podido transitar las etapas de ese trabajo colectivo con mucho apoyo y contención».

¿Cómo sería un mundo donde lo comunitario sea el método?

*Por Julieta Pollo para La tinta. 

Palabras claves: Cine, Darío Arcella, Documental, Marina Rubino

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