Yvonne, la sobreviviente

Yvonne, la sobreviviente
27 junio, 2019 por Gilda

A partir de este jueves, se exhibe en el Cineclub Municipal una película que renueva el compromiso con la memoria. Entrevistamos a Marina Rubino, directora de Yvonne, film producido desde Córdoba que cuenta la historia de la monja francesa que sobrevivió a la dictadura y que fue también una luchadora incansable de los movimientos populares de América Latina.

Por Redacción La tinta

Hay un fusilado que vive, le dijo alguien a Rodolfo Walsh a fines de 1956 en lo que acabó siendo el inicio de la investigación que le permitió desentrañar la historia de los fusilamientos de José León Suárez y, a partir de allí, las injusticias de una época en su ya célebre Operación Masacre. Yvonne, la película, es, entre otras cosas, la historia de una sobreviviente, un relato cinematográfico que subraya como pocos la idea de que “sin testigo no hay historia”, como indica el subtítulo del documental dirigido por Marina Rubino

La sobreviviente, en este caso, es Yvonne Pierron, la monja francesa que fue compañera de Alice DomonLéonie Duquet, y que salvó su vida exiliándose en su propio país. Sí, la tercera que falta en la historia de las dos monjas francesas desaparecidas durante la última dictadura militar argentina, historia que para muchxs ha permanecido como uno más de los tantos crímenes de lesa humanidad cometidos durante el terrorismo de estado que, en este caso, alcanzó especial repercusión internacional por la condición europea de las víctimas. 

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(Imagen: Grupo Documenta)

Pero Yvonne no sólo sobrevivió para contar, incluso para testimoniar ante la Justicia, lo ocurrido en aquellos años del golpe de estado con sus compañeras asesinadas. En sus 89 años, edad a la que falleció en 2017, poco antes de que se estrenara la película sobre su vida, cabe una historia que va desde la Segunda Guerra Mundial hasta las Ligas Agrarias en Argentina, desde el nacimiento de las Madres de Plaza de Mayo hasta la situación de las comunidades originarias hoy. Es en la memoria de esa mujer, luchadora incansable y militante marginal de los movimientos populares de América Latina, en donde nos sumerge el largometraje producido desde Unquillo, Córdoba, por el Grupo Documenta junto con el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y en co-producción con Pampa Films (Francia).

Después del estreno mundial de Yvonne en el 40° Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, y de haber recibido distintos premios a nivel nacional e internacional, conversamos con su directora Marina Rubino sobre la película que, a partir de este jueves 27 de junio, podrá verse en el Cineclub Municipal Hugo del Carril. 

—¿Cómo surgió la idea de hacer una película sobre Yvonne? ¿Cuándo te diste cuenta de que tenías un largometraje?

—La idea surge a partir de un integrante de nuestro grupo, el Grupo Documenta: José Bautista Flores, un dirigente indígena que fue productor de campo en casi todos nuestros trabajos. Él participó en la reforma de la Constitución de 1994, que es la primera vez en que se reconoce la preexistencia étnica y cultural de los pueblos originarios en nuestra nación. Y, desde su anticlericalismo, él me propone hacer la película sobre Yvonne. Ella siempre dio visibilidad a un montón de movimientos populares y, sobre todo, al movimiento indígena. Yo, a la vez, formaba parte del Consejo Nacional de la Mujer Indígena y, muchas veces, allí estaba Yvonne. Para mí, era notable que una monja hubiera trascendido a la institución y lo primero que hago es ir a hablar con ella. Cuando le propuse hacer la película, ella me dijo: “¿Para qué? Si hay mucha gente que hizo mucho por los menos escuchados”. 

Lo otro que a mí me interesaba era hacer una película sobre nuestra memoria, pero Yvonne ya no tenía memoria. Y tampoco quería hacer una biografía. Sin embargo, escribí el proyecto, un posible guión y lo presentamos en unas cuantas fuentes de financiamiento hasta que, en el 2014, logramos un subsidio del INCAA. Empezamos otra vez el trabajo de investigación entrevistando a todo su entorno y una de sus amigas, como al pasar, nos dijo que tenía el registro en video del testimonio de Yvonne en la megacausa ESMA. A partir de ese material, yo entendí que había una película.

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(Imagen: Grupo Documenta)

—¿Como fue el trabajo con Yvonne durante el rodaje? ¿Qué reflexiones te dejó la recuperación de su testimonio en relación a la memoria?

Yo creo que, sin memoria, no hay destino. Y la memoria está hecha de retazos, de imágenes, de olores, de sonidos, un poco como son los sueños o el cine. Entonces, dije bueno, con todo estos materiales -que eran fotos, telegramas, material fílmico-, puedo hacer una representación de un poco de nuestra historia como nación: no sé si está logrado, pero es un poco como pincelar un espíritu de época. 

El trabajo con ella no fue fácil porque, prácticamente, no se acordaba de nada. Solo tenía como marcado a fuego a sus dos amigas, a Astiz y no mucho más. Yo antes había trabajado con comunidades indígenas y todas esas producciones fueron realizadas en lengua madre, por más que pudieran hablar en castellano. Con Ivonne, pasó los mismo: algunas palabras en francés le disparaban algo y así fue como pudo ampliar un poco sobre, por ejemplo, ese hijo de Videla que cuidaban sus amigas (Alice Domon y Léonie Duquet). Pero fueron como chispazos. 

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(Imagen: Grupo Documenta)

—Yvonne tuvo una vida muy intensa, que abarcó muchos procesos y etapas históricas. ¿Cuál es la trayectoria de su vida que vos decidís trazar en la película?

Me interesaba trabajar la frontera. Por ejemplo, Yvonne nace en un lugar que, a veces, era Alemania y, a veces, era Francia. Una primera ambigüedad. Ella lucha por los pueblos más silenciados haciendo uso de cierto poder, de pertenecer a la institución eclesiástica: me interesaba también esta otra ambigüedad del personaje. 

Los hitos que subrayamos son el acompañamiento a los mapuche (ella ayuda a hacer una cooperativa de mujeres tejedoras), el acompañamiento a las Ligas Agrarias, que fue un movimiento muy silenciado en Argentina, una liga de campesinos formada por toda la región donde había campesinos del tabaco, del algodón, de Corrientes, Chaco, Santa Fe, Misiones y Formosa, que querían condiciones de trabajo dignas. Y eso fue lo que más horrorizaba a la dictadura y lo primero que desarma. Como estos campesinos fueron los primeros desaparecidos, lo otro que ella hace es viajar con Dumont hacia Buenos Aires. Allí se vincula con las primeras Madres de Plaza de Mayo y ayuda a estas familias a presentar los pedidos de habeas corpus y a gestionar la salida de algunos campesinos hacia el exilio.

También me interesaba cómo ella es obligada a exiliarse en su propio país y, desde Francia, denuncia la política represiva. Como ella no se bancaba estar en su país, enterada de la revolución nicaragüense, se va a Nicaragua a participar de la reconstrucción del país como enfermera, ahí estuvo cuatro años y, con la vuelta de la democracia en nuestro país, regresa. Y vive en Argentina sus últimos treinta años, en el corazón de Misiones, en un lugar donde los jóvenes no podían acceder al secundario, ella crea un albergue. Luchó por la educación, la salud y los derechos: abrió puertas y sembró.

—En el acercamiento al personaje, se destaca también su lugar como sobreviviente. ¿Que nos deja como reflexión esa situación de haber vivido y sobrevivido a la desaparición de sus compañeras y compañeros?

A mí me interesa trabajar lo que subyace debajo de la historia, no sólo de la historia de Yvonne, sino de la historia que yo trato de representar en la película. Yvonne me hace acordar a Sísifo, el mito griego: Sísifo era un rey que es condenado a la tarea de subir una piedra hacia la punta de la montaña y, cuando llegaba, esa piedra caía y así todos los días. Yvonne, en relación a la Justicia, tuvo esa actitud. Por ejemplo, cuando fue la recuperación de la democracia, que se genera la CONADEP, ella participa de esa investigación, pero se llevó una tremenda desilusión cuando leyó el prólogo del Nunca Más que decía que iba a ser un relevamiento, pero que no se pretendía generar Justicia, que eso no era lo inmediato. Lo mismo pasó cuando empiezan los juicios. A Ivonne la citan para testimoniar en mayo del ´87 y, en junio, sale la Ley de Obediencia Debida. O sea que tuvo que esperar veintitrés años para testimoniar en 2010 y, con suerte, estuvo viva. En el medio, se perdieron muchos testigos. Me parece no sé si heroico, pero destacable esto de seguir confiando en que en algún momento iba a haber Justicia y que su testimonio iba a ser importante. Y algo de Justicia hubo: con su testimonio, ayudó a unas cuantas sentencias, como la perpetua para Astiz, que no sé cuántas tiene ya. 

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(Imagen: Grupo Documenta)

—¿Que películas tomaste como referencia para la realización?

Desde lo formal, casi todas las películas de Agnés Varda, porque me encontraba con una diversidad de materiales que no estaban en óptimas condiciones, pero no importaba, porque me parecía que la historia habilitaba a hacer este collage. Por ejemplo, en Los Espigadores y la Espigadora, Varda utiliza todos los recursos de puesta en escena y yo creo que usé todos también, desde ficción, documentos, menos animación, hay de todo en la película. 

—¿Qué repercusiones tuvo la película desde su estreno?

La verdad estoy sorprendida, porque, durante todos estos tres años y medio, me pregunté qué sentido tenía hacerla, no creía que pudiera tener interlocutores. En este contexto histórico, con este gobierno, estaba muy desanimada, pensando en que la gente dijera «Uy, una película más sobre memoria». Sin embargo, se precipitó un poco el estreno, porque en las salas coincidió con el mes de la memoria, y noté que hay una gran necesidad de encontrarnos y de seguir reflexionando sobre lo que hemos vivido. Está siendo un suceso, estuvo un mes en el cine Gaumont de Buenos Aires, que, para un documental chico como este, es algo extraordinario. Y la gente llora, tiene vivencias muy intensas, y no solo quienes han vivido esto, sino los jóvenes que es a quienes me interesa llegar. Todos los días me escriben de algún lado que la quieren mostrar. La gente se está apropiando de la película. 

—¿Qué aporta reconstruir la historia de Yvonne en relación a la historia reciente y, en particular, en relación al lugar de las mujeres y de la iglesia?

Es difícil saberlo. No pienso que la película tenga que servir para algo: como artista, creo que, si sensibiliza, ya es suficiente. Desde la militancia, sí me interesa que propicie la reflexión en relación a los movimientos populares, que conformamos todos de algún modo. Yvonne apoyó estos movimientos por los que nadie daba dos mangos, sobre todo, el de las mujeres. Militaba en el movimiento villero, en el movimiento campesino, en que las mujeres indígenas que se rebelaran. Hizo muchas cosas desde un lugar muy silencioso, como el de las monjas.

Yvonne. En el Cineclub Municipal Hugo del Carril (Bv. San Juan 49).
Jueves 27/6, 15:30 y 20:30 hs. (Función especial con presencia de la realizadora y presentación de Fabiola Heredia, Directora del Museo de Antropología de Córdoba).
Viernes 28/6, 18:00 y 23:00 hs.
Sábado 29/6, 15:30 y 20:30 hs.
Domingo 30/6, 18:00 y 23:00 hs.
Lunes 1°/7, 20:30 hs.
Martes 2/7, 18:00 hs.
Miércoles 3/7, 20:30 hs.

*Por Redacción La tinta.

Palabras claves: Cine, Dictadura, Marina Rubino, Yvonne, Yvonne Pierron

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