Roberto “Tato” Iglesias: “La educación popular trabaja con los de abajo para los de abajo”

Roberto “Tato” Iglesias: “La educación popular trabaja con los de abajo para los de abajo”
30 septiembre, 2020 por Redacción La tinta

El profesor Roberto «Tato” Iglesias es mucho más que un referente, su increíble gira por el interior manejando “el Quirquincho” de la Universidad Trashumante -junto a educadores y artistas locales- lo convirtió en una leyenda viva de la cultura popular. En esta primera parte de una entrevista exclusiva, nos cuenta qué es la educación popular y cómo nació la red de escuelas trashumantes de las cenizas de la devastación neoliberal de los años noventa.

Por Gabriel Marco y Laura Igarza para Poesía para las masas finas

—¿Qué es la “educación popular”?

—Yo creo que, desde siempre, hubo educación popular en el mundo, sobre todo, en América Latina. Lo que pasa es que la colonización ha hecho que tengamos que leer a los autores europeos y no podamos leer a los autores nuestros que son casi todos desconocidos. Nosotros mismos somos desconocidos, o sea, somos conocidos en ciertos niveles, pero somos negados por la academia, en general, somos negados por la academia y por el mundo del poder.

Entonces, la educación popular tiene gran apoyo e influencia acá en América Latina con Paulo Freire, vos sabés muy bien eso, yo tuve la suerte de trabajar con él allá en Sao Paulo unos siete meses y después poder traerlo acá a San Luis, que fue una cosa extraordinaria, había más de tres mil personas en un club de básquet que ya no entraba más gente. Y fue un impulso muy fuerte para nosotros.

Desde la perspectiva de la educación popular, nosotros decimos que al mundo podemos dividirlo de varias formas, sociológicamente hablando: burgueses y proletarios, opresores y oprimidos, ricos y pobres, y ahora nosotros hemos adoptado un poco el lenguaje zapatista que es más claro: “los de abajo” y “los de arriba”. Entonces, la educación popular es una educación que trabaja con los de abajo para los de abajo.

Esto lo aclaro porque hay muchos educadores populares que son de escritorio. Se sientan en un escritorio, contratan gente, hacen trabajos, escriben… y yo creo que el educador popular tiene que estar en contacto con la gente permanentemente para poder aprender y para poder enseñar y trabajar juntos, ¿no?  Es más, en estos días, empiezo a escribir un artículo sobre ese tema porque me interesa mucho la “academia de los de abajo”.

Vos sabés muy bien que en “el abajo” hay un montón enorme de saberes que son riquísimos, que son certeros, y no solo en medicina, sino en todas las partes de la vida y eso está absolutamente negado y provoca risa entre “los científicos” entre comillas, los saberes populares.

La educación popular tiene tres ejes fundamentales: lo ideológico, lo político y lo metodológico.

Lo ideológico es el “desde dónde” vos mirás el mundo, desde el abajo o desde el arriba. Y eso es clave. Que la gente que está en el medio, ahí en la clase media, cuesta muchísimo que deje ese progresismo de papel para irse abajo a conversar con la gente.

Lo político es con quién te juntás. Que hoy es el problema, ¿no es cierto? Porque la educación popular tiene que ser autónoma, del gobierno, de los poderes establecidos, autónoma de la iglesia, de los partidos políticos, de todo. No podés tener un pie en el abajo y un pie adentro del gobierno. No te digo que uno no se pueda conectar con los gobiernos para resolver problemas, estoy diciendo no estar adentro. No ser parte de los que gobiernan. Esa es la autonomía. Uno tiene que relacionarse con el Estado por muchas cosas siempre, pero una cosa es relacionarse y exigir, y otra cosa es estar dentro. Que es precisamente lo que está pasando ahora.

Y lo más difícil es lo metodológico. Lo metodológico es “el cómo”.

El cómo es muy, muy difícil de implementar porque tenés que practicar, tenés que hacer la práctica. ¿Por qué esto de ponernos en ronda, qué es el escuchar, qué es el aprender saberes de los demás, qué se pregunta, cómo se pregunta…?

Esto es lo que yo más o menos entiendo por educación popular.

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Foto: Colectivo Manifiesto

—¿Qué es y cómo nació el proyecto de la Universidad Trashumante?

—La Universidad Trashumante es un proyecto que nace en San Luis después de muchos años de trabajo. Nosotros tuvimos un grupo que trabajó desde el año 83 acá en los barrios de San Luis, barrios Rawson, barrio Sargento Cabral, toda esa zona y muchos barrios más. Y después ya empezó a actuar Rodríguez Sáa y empezó a pelear a la gente con la cual nosotros trabajábamos, y tuvimos que irnos de los barrios por un tiempo y nos fuimos a trabajar con maestros. Ahí fue cuando fui a Villa Rumipal, Calamuchita, yo giraba por todo el sur de Córdoba, Neuquén, parte de Santa Fe…

Todos los fines de semana, iba a dar talleres de educación popular, se llamaba “Reflexión de la práctica docente”, y la pregunta era: ¿Qué problemas ven ustedes en su propia práctica?

Y de ahí fuimos haciendo una investigación que se llamó “Hacia la construcción de una escuela democrática”, que después publiqué yo en uno de los libros que hice.

Entonces, después de toda esa trayectoria, hicimos un taller nada más que con artistas ahí cerca de Villa Carlos Paz, una experiencia extraordinaria, y de allí empezamos a ligar el arte con la educación popular.  ¿Por qué? Nosotros esto lo estábamos buscando desde el año 82, pero no sabíamos cómo hacerlo.

Ahí yo pude empezar a ver bailar a la gente de los sectores populares, no solamente a ustedes (*se refiere al taller de danzas “Daniel” de Villa del Dique, Córdoba), sino también bien a los de abajo, ¿no cierto? Había un tipo, me acuerdo, en un salón,  que a la noche agarraba la guitarra, hacía así y había 300 personas bailando, yo quedé totalmente fascinado, y vos sabés con la forma que ustedes bailan, totalmente libres, era una cosa extraordinaria verlos.

Entonces, me empecé a entusiasmar. Después lo conozco al Raly Barrionuevo, conozco a los Coplanacu, en un curso que organizaba Cecilia iglesias y Caro Savino en Río Cuarto, estoy hablando del año 97. Entonces, ahí empezamos a trabajar más firme. Ahí hicimos el clic de que nosotros también teníamos que ser artistas. De que nosotros también teníamos que bailar, que actuar… Ahí rompimos con lo puramente intelectual y empezamos a trabajar con la cabeza, con el corazón, con el cuerpo… Y se empezaron a dar en el medio de los talleres educativos talleres de danza, de teatro, de arte, de juegos, de lo que sea, ¿no? Bueno, en todo eso, salió la universidad trashumante. Hicimos un proyecto en la universidad donde ya había entrado mucho la posmodernidad, a la gente ya no le importaba nada, no le interesaba nada…

Nos fuimos con “El quirquincho”, un Dodge 70 que giró en el año 98. Empezamos por la provincia de Córdoba, que pasamos por ahí por Villa del dique, inolvidable para mí ese taller, después fuimos al norte de Santa Fe, después fuimos a Misiones, después fuimos a Jujuy, Santiago del Estero, estuvimos en Frías, de ahí pasamos a Catamarca, San Rafael, Mendoza, Neuquén, La Pampa y Provincia de Buenos Aires. Salimos de acá de San Luis el 11 de marzo y volvimos el 22 de diciembre me parece, una cosa así, una locura, ¿viste? La verdad que nunca pinché una rueda, no sabía nada de mecánica yo. Bueno, la cuestión que, por suerte, la cosa salió bien.

Y siempre íbamos: yo, que manejaba y hacía el taller, una persona que registraba y una persona que hacía danza o arte (teatro o lo que sea.) Me quedé sin bailarines allá cerca de La Pampa porque no tenía la plata, ¿viste? Así que los talleres de danza los daba yo. ¡No sabés lo que era eso, imagínate! (risas) ¿Te acordás del Pato Mulhall? Gran bailarín el Pato. Yo di un taller de danza en un lugar y de ahí nos fuimos al cierre, y ahí estuvo el Pato y cuando vio bailar a la gente que yo le había enseñado, me dijo: ¡¡¡Sos un hdp!!!  -¡Yo no sé bailar!- (risas)

Hicimos Neuquén, Río Negro, después nos fuimos a Viedma, de Viedma nos fuimos a Chubut, ahí estuvimos en tres ciudades: Rawson, Trelew, etcétera; después nos fuimos a Comodoro Rivadavia, de ahí nos fuimos a Caleta Olivia, de ahí nos fuimos a la ciudad de Rio Gallegos, de ahí cruzamos por Chile hasta Tierra del Fuego, hicimos el Río Grande, Ushuaia, y volvimos de vuelta a Comodoro y fuimos ahí, por las sierras volvimos, Bariloche y -cómo se llama el pueblo este de los hippies?- El Bolsón, anduvimos por Andacollo, y de ahí volvimos a Neuquén y fue una fiesta popular inolvidable. Había venido Teresa Parodi, estaba el Raly, estaba el Chiqui (La Rosa)… murgas de Mendoza, fue una cosa extraordinaria, estuvimos dos días ahí discutiendo y bailando.

Entonces, nos pasó lo que les pasó a ustedes, en muchas ciudades se fueron formando grupos que se hicieron trashumantes, Y bueno, lo que hacíamos ahí era mucho hacer formación en educación popular, y después hacíamos una reunión anual. Y ahí empezamos a trabajar y fuimos evolucionando, después hubo gente que se fue por problemas ideológicos, hoy participa mucho en organizaciones que están en contacto con el gobierno  (si quieren, después les hablo más de esto que es muy largo…).

Y hoy lo más importante que estamos haciendo es que… ¡seguimos saliendo! A fines del año pasado, me fui a un pueblo del norte de Neuquén, Buta Ranquil, y de ahí me llevaron en auto a unas sierras imposibles de manejar, montañas, llegamos casi a la cordillera, de un pueblo en que había… no sé, ¿2000 habitantes? No hay bares, no hay confiterías, no hay cines, no hay nada, la gente vive ahí, heroico, ¿viste? Y después nos fuimos a Chubut también, con la Mariana Iglesias y Peter de la universidad trashumante.

Y hoy, lo otro que es más importante es la Escuelita Trashumante. Es el hallazgo más grande educativo porque nosotros siempre empezamos a observar que todos los movimientos sociales de todo el país: campesinos, piqueteros, etcétera, siempre estaban coordinados por gente de clase media, y nosotros también, la Trashumante igual. Entonces, dijimos: no, algo acá no camina. Entonces, empezamos a pensar un proyecto, hasta que se nos ocurrió la idea de hacer una escuela de formación de maestros, de educadores populares provenientes de sectores populares. Y empezamos a trabajar directamente con la gente de los barrios. Bueno, eso es una maravilla. Si algún día pueden venir a alguna escuelita… Hacemos con cada grupo, que son como 40 y 50 personas de todos los barrios, de muchos barrios de Córdoba, pero también de Santa fe, de Rosario, de Buenos Aires…

Hacemos tres días y hablamos de ideología, después hacemos otro encuentro y hablamos de política, y otros tres días hablamos de metodología, y después inventamos otro cuarto encuentro para hablar sobre lo actitudinal porque siempre hay puterío entre nosotros, ¿viste?  ¡Somos expertos, somos campeones mundiales en eso! (risas) Qué es la amorosidad, cómo respetarnos, cómo escucharnos, cómo saber dialogar, etcétera,  hablamos todo lo actitudinal.

Y bueno, ya hay gente que anduvo en El Quirquincho dando talleres, formada ahí en La Escuelita. Y hoy en día, tenemos gente con una formación que nos llama la atención a nosotros, cómo escribe, cómo habla, ¡es impresionante!

Ahora, se paró un poco por la cuestión esta del COVID-19.

Y la autogestión la hacemos a través de la Peña Trashumante, espero que hayan ido a bailar, son dos al año. Yo fui dos veces nada más, la primera y cuando cumplimos veinte años, que tuve que hacer un discurso, una charla, y canté ahí, canté con el Raly y con Fandermole, cantamos los tres, ¿viste? Y fue muy emocionante. Fue muy emocionante después, cuando cantaron el Raly, Fandermole y Peteco (Carabajal) la Oración del Remanso. Fue una locura, se te ponía la piel de gallina. Había tres mil quinientas personas.

*Por Gabriel Marco y Laura Igarza para Poesía para las masas finas / Imagen de portada: A/D.

Palabras claves: cultura popular, educación popular, Universidad Trashumante

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