Mérito sí, mérito no
Por Gonzalo Assusa
Notas sobre el debate mérito sí, mérito no de los últimos días
1) Como con tantos otros temas, las buenas intenciones (aun siendo progresistas) suelen no llevarnos a buen puerto. La meritocracia no es monopolio del discurso neoliberal. De hecho, “hacer mérito” es un valor hiperpresente en la moralidad de los sectores populares. El asunto es que se puede no estar de acuerdo en cuál es el patrón más importante de mérito: algunos dirán el esfuerzo, el aguante y el sacrificio. Otros, los títulos, la innovación o el talento. Pero nadie puede arrogarse la definición verdadera del mérito, ni siquiera Chevrolet o las corporaciones empresariales del agro.
2) Para avanzar, habría que distinguir al menos dos niveles: el descriptivo y el normativo. Una pregunta es: ¿Creemos que nuestra sociedad funciona con una lógica de mérito? Y ahí va la respuesta de Fernández (pero también la de Dubet, si uno quiere), que es: NO, porque, estadísticamente, si nacés rico, lo más probable es que mueras rico y no importa si en la adultez no llegaste a tener la motricidad fina para persignarte, ni hablar de si te ponen dos medias de distintos colores en un partido de fútbol, te cagás a patadas solo.
3) Otra pregunta es: ¿Es deseable que nuestra sociedad funcione con una lógica de mérito? Probablemente en muchos ámbitos y con muchos “if”, la respuesta sea sí en todo el espectro político-ideológico, pero (y este es un gran pero)… ¿Cuáles son las condiciones para que esto suceda? ¿Qué acciones hay que llevar a cabo para que esto suceda? ¿De dónde vamos a sacar los recursos para bancar esas acciones?
4) Hasta los más liberales están de acuerdo en dejar algunos ámbitos de la vida por fuera de la lógica del mérito y hasta los más progresistas están de acuerdo en regir algunos ámbitos por esta lógica. No le pedimos a dos enfermos que llegan a un hospital que rindan concurso para ser atendidos. No sorteamos a ver cuál de los dos postulantes ingresará como investigador al CONICET. Lo cierto es que, hace unos años, algunos espacios dejaron progresivamente de estar protegidos por una lógica de derechos. Festejar que un pibe trabaje con 12 años o que camine kilómetros descalzo para ir a la escuela es eso: desaparecer un ámbito cuidado (la niñez) y enorgullecerse porque tiene que sacrificarse. Además de no haber mérito en el sufrimiento, va en contra de las convenciones internacionales. No estar “aislados del mundo” también incluye estas cosas.
5) Por si la 2 no se entendió. Últimamente, está de moda que los empresarios se autobiografíen saliendo de la nada (casi como los raperos teniéndose que inventar un pasado delictivo falso porque, si no, no pueden entrar al club de los chicos malos). ¿Dónde creaste tu empresa? En un garaje. Pero ojo: en ese mismo garaje, puede haber estacionado un auto de alta gama de papá. El pasado mítico de self made man de muchos startupmen es como los mini choris gourmet de puerto madero servidos en un frasco: un producto de marketing más para una tribuna restringida.
6) Hay una conexión entre esta discusión y la cuestión del emprendedorismo. Los que creen que el emprendedorismo es la verdadera y única herramienta de progreso en el futuro olvidan que a) 9 de cada 10 jóvenes con autoempleo trabajan en condiciones de informalidad, no tienen aportes, no tienen derechos, no tienen cobertura médica. Un modelo que universaliza estas condiciones plantea como deseable un mundo en el que la gran mayoría (otra vez, 9 de cada 10) NO SE SALVAN. Y b) muchas de las actividades más necesarias para la existencia de la sociedad no cotizan en bolsa y no se inventan en California, como cuidar, enseñar y curar. Hoy, está más claro que nunca.
7) Por si todavía no se entendió la 2: no hay mérito alguno en heredar, porque no hay mérito en nacer (en un lugar o en otro, en una clase o en la otra). Y para sumarle la 3: si honestamente alguien cree que solo basta iniciativa y soñar para triunfar, deberían militar la socialización forzosa de la herencia, ¿no? Total…
*Por Gonzalo Assusa / Imagen de portada: La tinta.