Calicanto: el inicio del apartheid cordobés
Un muro que demarcó a la ciudad geográfica, social y políticamente es el testimonio de las desigualdades e injusticias de siempre, de los abusos de lxs poderosxs. El límite no era solo físico, sino además simbólico y cargado del sentido común de época de una sociedad.
Por Jerónimo Llorens para La tinta
Entre la calle Belgrano y La Cañada a la altura de Bv. San Juan, en Córdoba Capital, se elevan los últimos restos del Calicanto. Un muro construido en 1671 con el fin público de contener las crecidas del arroyo La Cañada y con el fin oculto de apartar y excluir a los sectores marginales, principalmente, de origen afro, que habitaban las zonas inundables del otro lado del riachuelo. Eran los barrios El Abrojal y Barrio Angola, entre otros, que hoy toman el nombre de barrio Güemes, Observatorio y Bella Vista.
El muro también servía de paredón de fusilamiento de los detenidos en la antigua cárcel, ubicada donde se encuentra hoy el Teatro del Libertador.
La construcción fue realizada con mano de obra esclava africana y aborigen, sector social excluido por el mismo muro y, muchas veces, fusilado en él.
Ese fue el comienzo del apartheid cordobés que aún continúa con los Barrios Ciudad, las villas miseria y el gatillo fácil. Hoy, ya queda claro cómo el trazado urbano mantiene un objetivo: excluir e invisibilizar, asegurar el control acérrimo sobre cuerpos y territorios.
*Fotografía y texto por Jerónimo Llorens para La tinta