Cowash: de moda a activismo estético
El cowash es un método de lavado para el cabello enrulado y la elección de productos libres de algunas sustancias tóxicas. Se popularizó en redes sociales y alrededor de todo el mundo, desde grupos organizados en torno a los rulos, instagramers, consejerías y emprendimientos. ¿Es sólo una moda? Todo pelo es político, pero ¿de qué va el método?
Por Redacción La tinta
“Recuerdo mirarme en el espejo en el instante en que mi mejor amiga había terminado de estirar el último mechón de mi pelo y no reconocer el reflejo de mi rostro enmarcado por un cabello lacio. No era yo. Lo supe. No me había alisado el pelo muchas veces antes y creo que no lo hice después. Era adolescente y no me gustaba nada de mí misma (como me habían enseñado que debía ser), pero sabía que, al menos, debía autorizarme a mí misma a tener rulos. No me malinterpreten, los censuraba de otros modos: me los ataba, mojaba, aplastaba, lo que fuera, pero no volví a plancharlos”.
Mar
La industria del cabello es una maquinaria poderosa y millonaria, junto con el mercado y la publicidad destinada a la cosmética y la estética. La presión sobre nuestros cuerpos se traduce en una violencia por encajar en los cánones de belleza hegemónica occidental. Son pocas las mujeres e identidades feminizadas que no han pasado por distintas aventuras en sus pelos; desde las infancias, comienza una construcción identitaria a partir del cabello.
Los productos que históricamente usamos contienen químicos invasivos. A medida que crecemos, experimentamos, según las modas y las tendencias: decolorado y tintura, planchita, alisado con productos contraindicados, permanente, etc. Lo que está claro es esa sensación de nunca estar conforme con tu pelo y el ideal de la belleza inalcanzable haciendo lo suyo. Si sos lacia, querés rulos; si tenés rulos, querés lacio, y así el derrotero del mercado para nuestros pelos, que es tan diverso como nuestras ganas de tener looks.
En inglés “co wash” es la abreviatura de «conditioner washing» y se trata de un método de lavado y cuidado del cabello solo con acondicionadores que estén libres de sulfatos, parabenos, siliconas y petrolatos. También es conocido el método «low poo», donde sí se usa shampoo, pero la clave siguen siendo las líneas aptas. En ambos casos, implica desde la elección de los productos, cómo secar el cabello, qué usar con el pelo seco, fundas, trucos o recetas caseras. Fue creado desde y para los rulos, pero también sirve para los pelos lacios, evitando la caída y nutriendo.
No se trata de una moral bien intencionada feminista en contra de explorar looks y tendencias para el pelo, el feminismo del goce y del glitter puso en tensión los mandatos de belleza impuestos a la vez que invita a vivir libremente una estética consciente y política. Si algo entendimos cuando destrabamos algunos mandatos es que “terraza, terraza” y “antes muerta que sencilla”.
Sin embargo, hay un discurso liviano sobre el “empoderamiento” a partir del pelo libre y al natural, bueno, tampoco es tan fácil, ¿no? Muchas veces en esos discursos, se nos cuela el marketing del capital neoliberal que todo lo vuelve un nuevo mercado y mandato, apropiándose de discursos y experiencias, creando productos, nuevas normalidades reguladas. Y así, de pronto, el discurso del amor propio se tornó un mandato moral, un slogan de aceptación, como si mágicamente pasara y como si socialmente se desmontaran las violencias y estereotipos sobre los cuerpos.
Más bien, de lo que se trata es de una postura política de consumo consciente en términos de salud para nuestro cuerpo, desde un paradigma de belleza más natural y que permita hilvanar la historia de nuestras ancestras ruludas, la domesticación de esos pelos, la estigmatización a la vez que las resistencias que tejieron.
Todo pelo es político: La historia en rulos
“Ama a tu pelo como a tu madre,
los peinados son una forma de expresión que ayudaron durante la esclavización,
dibujaron el camino perfecto que llevó a los negros a la liberación”.
Kombilesa Mí
La historia del colonialismo patriarcal se ha ensañado con los rulos, tener pelo enrulado ha sido un estigma para muchas mujeres, un ejercicio de racismo colado en la estética en un intento de borrar esas identidades portadas en los cabellos. Tener rulos, de alguna manera, era -y, en menor medida, sigue siendo- una asociación con el pasado esclavista, con una historia que, al día de hoy, se intenta ocultar. El color de piel no se podía ocultar, pero, al menos, muchas mujeres, lesbianas, trans y travestis se esforzaron por esconder el pelo, domesticar “aquello de lo salvaje y bárbaro” que portaban sus rulos, un esfuerzo de muchas por ser como las demás, para sobrevivir. Pero también están quienes se resistieron y disputaron con orgullo sus raíces afro en sus melenas, libres e incómodas para el resto de la sociedad.
El cabello afro guarda la historia y la lucha de la resistencia del pueblo negro que se rehusó a la esclavitud, son conocidas las historias de cómo en los peinados trenzados se trazaron las rutas hacia los palenques, eran el escondite de pepitas de oro o semillas para garantizar la soberanía y autonomía de las nuevas comunidades libres.
Desirée Bela-Lobedde Boleche es activista estética y afrofeminista, nacida en Barcelona, de ascendencia ecuatoguineana. Comenzó con un blog que se llamaba la “Negra Flor” y, recientemente, escribió el libro Ser mujer negra en España, donde cuenta en primera persona la experiencia como persona racializada en el país que colonizó su tierra y también donde da a conocer experiencias que combaten prejuicios. En sus redes, afirmó que “el cabello de las mujeres negras constituye una fuente de resistencia frente a una cantidad de opresiones, muchas veces invisibles, que nos atenazan desde tiempos inmemoriales”.
Sobre los cuerpos feminizados negros, existe una sexualización, una mirada que exotiza e implica dominación, esto aparece en expresiones como: “Qué bella eres, ¿puedo tomarte una foto?», “qué pelo tan lindo y te lo tocan sin permiso”. Escuché decir a una compañera colombiana: “Mi cabello es político, es fuerza y es resistencia, en mi cabello, están plantadas las semillas de mis ancestras”.
Hoy, un tema de agenda desde el feminismo negro y decolonial es cómo construir un feminismo amplio antirracista. Muchas mujeres blancas comienzan a pensar cómo sus rulos conectan con algo de esta historia silenciada.
“Se activó mí memoria ancestral, de mujeres ruludas bailando alrededor del fuego y revolviendo ollas. Los rulos me conectan con mí papá, mis abuelas y las abuelas de mis abuelas. Y con todas las mujeres que me habitan. También son conexión con la tierra y sus mensajes, sus secretos y sus misterios que aún no puedo comprender, pero que entran por mis rulos. He amado siempre mis rulos al punto de detestar que me toquen el pelo o que, cuando era chiquita, me dijeran: ¿me regalas un bucle?”.
Nina
Un nuevo método que despeina las reglas
Hay una falsa creencia de que, mientras más caros los productos, mejores son. La oferta nunca nos deja en paz, hay que probar porque siempre hay algo mejor para el pelo. ¿Alguna vez leíste las etiquetas de los productos que comprás? ¿Sabés quién los produce? ¿Qué cuerpos están presentes en esa cadena de producción?
El «conditioner washing» y el «low poo» son métodos que proponen el uso de productos comerciales de industria nacional muy económicos, también algunos más caros o importados, y los de cosmética natural que, generalmente, son de emprendimientos autogestivos.
“Podrá parecer banal, pero hay mucha carga sostenida en cada cabello femenino. Desde todos los bellos corporales que ‘no deberíamos tener’ a cómo debemos lucir aquellos que sí tenemos. Y el mensaje está lejos de ser sutil. Y podrá parecer más banal aún, pero el período en comencé a dejar a mis rulos ser rulos, inflados, despeinados, con frizz o sin él, livianos y vivos, fue la época en que siento que empecé a convertirme en quién soy. Y también, de alguna manera, sentir que rendía homenaje a las mujeres que fueron antes que yo. Sin embargo, saber que ellas también estiraban sus cabelleras en rodetes tirantes, bajo pañuelos de viudas. Esas hermosas y fuertes mujeres campesinas, en su pequeña aldea en el medio de la húmeda Galicia, ellas, también ‘batallaban’ con sus rizos rebeldes”.
Mar
En la década del 80, las permanentes se pusieron de moda, no los rulos naturales, los rulos de buclera, bien delineado y marcado. Luego, se instaló el lacio, ninguna onda, ningún rastro de rulo. En ese contexto, la estilista Lorraine Masseyautora, cansada del mandato de plancharse el pelo, se puso su propio salón de belleza y creó el método “curly girl” que, luego, popularizó en el libro Curly Hair: The Handbook.
“Lo que yo siento es que este método enamora porque parte de la base de que cada una tiene un pelo único y especial que no reacciona igual que otros. Lo que se comparten son resultados individuales que otras prueban o capaz que les funciona. Me parece que esto del cowash y low poo ayudaron a muchas a amigarse con los rulos, pero, básicamente, también se trata de que los rulos te quedan bien porque los productos que se usan no tienen siliconas ni parabenos”.
Nina
Crear comunidad, compartir experiencias
Estos métodos, que son un idioma nuevo, activaron miles de recuerdos y vivencias, y la relación del pelo con nuestras identidades. Si contás que haces co wash en un circuito que no lo sabe, lo primero que preguntan es ¿pero no te queda grasoso? Muchos mitos y dudas para desterrar que se solucionan visitando las muchas páginas y grupos creados con consejos, intercambio de experiencias, recetas caseras, listado de productos, información sobre ofertas, etc. Grupos de Facebook, instagramers, grupos de Whatsapp, a nivel global y, particularmente, en Argentina.
Por ejemplo, Rulos Argentina es un grupo de Facebook que se creó en 2007 y que ya cuenta con 200.000 personas que se encuentran en ese espacio. Dicen las creadoras: “Se creó para promover el cuidado de nuestro pelo tal como es y para compartir experiencias y consejos. Son bienvenidas personas de todo el mundo sin distinción de género, pero no está permitido publicar productos que no se consigan en Argentina. Es un grupo pro rulos por lo que está totalmente prohibido recomendar, vender, promocionar o preguntar sobre alisados químicos”.
El grupo fue creciendo y mutando desde su creación, ya que se ha convertido en una comunidad de encuentro, donde, además de las recomendaciones específicas sobre el método, se comparten posteos sobre situaciones de discriminación, burlas y prejuicios vividas en cada historia de vida. Siempre el comentario sobre el cuerpo, sobre el pelo, esa violencia sutil e invasiva, hoy, se disputa desde múltiples lugares, incluso desde nuestros pelos.
“Por muchos motivos, los rulos cayeron fuera de los estándares de belleza y, con ello, nuestra relación con nuestras melenas se ha vuelto históricamente una batalla. Pero hay una gran magia en ello, es imposible tener rulos y no sentir su rebeldía. Fue de grande que aprendí que no podía lavar mi cabello tendiente a deshidratarse con los mismos productos, la misma frecuencia, las mismas técnicas, que la de los cabellos lacios. Fue de grande que encontré que otras pasaban por lo mismo y nos descubrimos en un mar de investigaciones de mercado de “productos aptos”, de geles naturales, de cuidados personales. Hubo un estallido de libertad el día que aprendí a querer estos rulos que, al nacer, parecieran volverse sobre sí mismos como si se hubieran dejado algo olvidado en la raíz, o que viajan en círculos perfectos como en una danza hacia los hombros, o que brincan al caminar felices de avanzar cada paso… Aun me pasa, cuando salgo de bañarme y el cabello un poco más pesado por el agua comienza a estirarse, y me miro en el espejo y no me encuentro ahí, pero solo me hace falta un poco de aire para volver a ser yo”.
Mar
Lo estamos cambiando todo y el modo de pensar nuestras estéticas también. No se trata de convertir estos métodos en un nuevo mandato, más bien, saber que tenemos diversos caminos para explorar y encontrarnos.
*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: Mar Sanchez Rial.