“Cuando hablo de ser mujer afro, hablo de supervivencia y de resistencia»

“Cuando hablo de ser mujer afro, hablo de supervivencia y de resistencia»
27 julio, 2020 por Redacción La tinta

El sábado 25 de julio, celebramos el Día Internacional de las Mujeres Afroamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora. La Mesa Afro Córdoba organizó el 6to Encuentro de Mujeres Afroamericanas en formato virtual, con una serie de exposiciones de referentes de distintos países. ¿Qué es ser mujer afro?

Redacción La tinta

¿Qué es ser mujer afro? Le preguntaron a la rapera Virginia Viki Style Sequeira, “cuando hablo de ser mujer afro, hablo de supervivencia y de resistencia por las siguientes razones: supervivencia porque estamos atravesadas por el legado de nuestras ancestras, sobrevivientes del genocidio y etnocidio más grande de la humanidad, que aún continúa impune y por el cual aún seguimos pagando las consecuencias. Cuando hablo de resistencia es porque (…) innumerables hermanas tuvieron que pagar el precio de la discriminación y la segregación racista y la xenofobia en carne propia, y cuando hablo de carne propia, no hablo metafóricamente”, disparó desde su cuenta de Instagram.

En América Latina y el Caribe, habitan alrededor de 200 millones de personas afrodescendientes, representando un 30% de la población. Sin embargo, aún se las llama y trata como minoría, enfrentándose a formas estructurales de violencia racista, sobre todo, las mujeres. 

“Seré Makandal
guerrera transmutada en el género que sea necesario
para destronar este racismo
que tanto nos pone en falta
en carencias
en desdichas
que nos atormenta y humilla”. 

Yolanda Arroyo Pizarro es la autora de estos versos que retumban como un tambor que se escucha cerca. Es escritora, docente, artista y militante afropuertorriqueña, y una de las participantes del 6to Encuentro de Mujeres Afroamericanas en Córdoba que se realizó el 23, 24 y 25 de julio, organizado por la Mesa Afro Córdoba, en su versión virtual.

La actividad se llevó a cabo conmemorando el Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente de América Latina, el Caribe y la Diáspora. La fecha fue establecida en 1992 cuando mujeres afroamericanas y afrocaribeñas de 32 países se reunieron en República Dominicana para definir estrategias colectivas que enfrenten la doble opresión de género y por el color de piel.

Mujer-negra-Uruguay-feminismo-marcha-Natalia-Vera
(Imagen: Natalia Vera)

Marcela Alarcón Gadina es artista textil, miembro de la Mesa Afro Córdoba y gestora cultural. En conversación con La tinta, nos cuenta que trabajan desde el 2013 en diferentes proyectos con el objetivo de deconstruir “esa historia que nos inculcaron de que todos bajamos de los barcos europeos. Nosotros también, pero de los de más abajo, que traían esclavizados a nuestros ancestros. Pretendemos que las personas escuchen la otra versión de la historia, basada en las narrativas de nuestros ancestros, y contarle a la gente para que pueda reconocerse”.

Los Encuentros son parte de sus actividades, “la convocatoria es para tratar de nutrirnos entre mujeres, lo hemos liderado desde hace 6 años desde Córdoba”. En esta oportunidad, participaron Lena Martins de Brasil, impulsora del proyecto de muñecas Abayomi, la cantante Susana Baca de Perú, la artista y activista argentina Maga Pérez, Marcele Pereira de Brasil, Yolanda Arroyo Pizarro de Puerto Rico y Nachi Bustamante, artista peruana.

Cerró el encuentro María Elena Lamadrid, cantante, compositora, bailarina, fundadora de la Asociación Misibamba, que acaba de cumplir 86 años. “Yo no soy dueña de los candombes ni de las letras, es tradición familiar, pero los aprendí de mi abuelo Alexander”. La del tambor y el baile es una tradición difícil de explicar en palabras, dice María, “escucho el tambor y siento algo dentro mío, las raíces de mis ancestros. Solo con escuchar, me pongo a bailar y, si tengo la oportunidad, toco algo o, al menos, hago una base. Me gusta bailarlo y, cuando bailo, recuerdo a mi familia y piso la tierra, y es la tierra de mis ancestros. Algo dentro mío aflora, bailo para mí misma y transito lo que siento”.

“Seré Makandal
guerrera transmutada
carnavalesca
mosquito sobre la cabeza del racista rey, presidente o gobernante
picadura mortal para que ya no se pinte
para que ya no se burle
para que entienda el dolor causado
primero por sus cadenas
luego por su risa estéril de mi existencia
desestabilizadora”. 

La memoria es un rompecabezas de procesos diversos, donde abundan las piezas de silencio y dolor, historias de ancestras víctimas de la trata esclavista y sus consecuencias sobre los cuerpos de las mujeres y la memoria de todo el pueblo. Un pasado que se actualiza en un cotidiano cargado de prejuicio y violencia hacia los cuerpos racializados.

En Argentina, el proceso de blanqueamiento fue de la mano con la creación del Estado-Nación en el siglo XIX. ¿Dónde están las mayorías afro o mestizas de nuestra Córdoba? La resistencia afro implica recuperar las identidades y culturas que quisieron ser borradas por las élites políticas y económicas.

Susana Baca compartió con frescura y espontaneidad sus recuerdos, “tengo conciencia de que soy afrodescendiente desde que era niña, pero no entendía por qué sucedía que me segregaran, por qué me hacían a un lado”. Cada semana, su familia se juntaba y los encuentros se llenaban de música, allí comenzó a bailar. Sin embargo, desde muy temprano, notó que sería doblemente difícil para una niña afro integrar un ballet o ganar una beca de estudio.

Encuentro-Mujeres-Uruguay-Rebelarte-05
(Imagen: Rebelarte)

Para quienes no crecieron integrando sus raíces afroamericanas, el autorreconocimiento implica mirar de frente a esas mujeres negras de la familia, comprender sus caminos y procesos, sus luchas y dolores.

Valeria Fernández, hace poco más de dos años, supo que su bisabuela era negra. A partir de relatos de familiares, entendió que la ausencia de fotos de ella y los rasgos de su cuerpo correspondían a algo que se guardaba como una vergüenza y, por eso, un secreto de familia. Su color de piel indicaba que no había lugar para ella en la memoria de una familia de buen pasar económico. Comprender las historias de las que estuvieron antes, de nuestro legado femenino, impacta fuerte en la conciencia y es tan doloroso como sanador. “En un primer momento, sentí mucho dolor y enojo por esa mujer silenciada, hoy siento que la llevo conmigo en mi piel, en mis cabellos rizados, y que es una forma de que sanemos juntas”.


Ser mujer afroamericana significa convivir con violencias particulares. “Negros de mierda”, “negra de alma”, “vos no sos tan negra”, son microrracismos que profundizan lo negro como un insulto. “Todo lo negro es marca de discriminación. Somos educadas de una determinada forma con la Iglesia católica apostólica romana y por el Estado que siguen marcando esas diferencias por las políticas que manejan”, dice Marcela y cuestiona la validez de un cupo laboral para afrodescendientes en un país donde no debiera existir segregación. En un mundo que enseña a odiar lo negro, no es extraño que el abuso de cualquier tipo, institucional, policial, machista, caiga sobre los cuerpos racializados ni que existan altas tasas de femicidio a mujeres afrodescendientes, ni que haya una constante y cotidiana discriminación disfrazada de “derecho de admisión” o de “chiste”, ni que se vea vulnerado su acceso a los derechos más básicos.


Las mujeres lidian, además, con estereotipos de belleza patriarcales y coloniales, que las llevan a alisar los cabellos y ocultar las marcas identitarias de sus pueblos. Sus cuerpos sufren una hipersexualización teniendo que reafirmar, una y otra vez, que no están disponibles siempre. “Las mujeres negras tenemos otra estructura corporal, con más volumen, otra forma de caminar, otra energía que tiene que ver con las mujeres afrocaribeñas. Tenemos una forma de estar en el mundo que despierta en los hombres la creencia de que siempre estamos disponibles, que estamos hechas para la diversión”, dice en su exposición Marcele Pereira, docente y académica brasilera.

«Seré Makandal
y mi dominio será esta patria de discrimen y desigualdad
que convertiré en antirracista, en abolicionista
porque se nos va la vida
a mí, a mis hermanos de lucha, a nuestros hijos y nietos por venir
al reino de este mundo».

En el 6to Encuentro de Mujeres Afroamericanas, diversas mujeres compartieron generosamente su palabra. Maga Pérez, artista plástica, periodista, militante e integrante de la Asociación Misibamba Argentina, entiende que el arte puede aportar a cambiar la perspectiva de las personas. “Me identifico con el feminismo negro, lo trabajé en terapia porque no es fácil para las mujeres negras ubicarnos en ese conglomerado, pero encontré una razón muy importante para reconocerme feminista: activar en espacios en los que me interesa llevar la palabra antirracista”.

Para ella, el desafío hoy de las luchas antirracistas de las mujeres “es ver todo el arco de posibilidades que tenemos, meternos y trabajar porque realmente es transformador, nuestra presencia es necesaria”. Si bien el camino construido desde las organizaciones de afrodescendientes es imprescindible, Maga afirma que también deben abrirse a personas aliadas “que nos pueden dar un aporte para que no haya tantas prácticas racistas, que es lo que, lamentablemente, sigue sobrando”.

El problema no es lo blanco sino la supremacía blanca, y es ahí donde “perdemos todes, los afros, los indígenas y quienes no son ni afros ni indígenas, pero tampoco son supremacistas. Somos más los que podemos estar en las luchas que los pocos que controlan estas emociones y estos prejuicios”.

La rapera tira la última frase, dice que reconocer la negritud “es saber que, si nuestras ancestras pudieron resistir, nosotras lo haremos hasta el final”.

*Redacción La tinta / Imagen de portada: Colectivo Manifiesto.

Palabras claves: Afroamericanos, pueblos negros

Compartir: