Agustina Comedi: «Después de que se llevaron a militantes, fueron por las putas y los putos»

Agustina Comedi: «Después de que se llevaron a militantes, fueron por las putas y los putos»
21 julio, 2020 por Gilda

La guionista y directora de «El silencio es un cuerpo que cae» habla sobre secretos, búsquedas, cine y militancia disidente en tiempos de dictadura militar. «Cuando pude hacer el click y entender que me había encontrado con un material que daba cuenta de su mirada, se volvió mucho más potente que incluso ver su cuerpo en movimiento».

Por Paula Colavitto para Revista Colibrí

Agustina Comedi (Córdoba, 1986) es guionista y directora de El silencio es un cuerpo que cae, un ensayo documental que, a través de las filmaciones de Jaime, su papá, rescata una parte de la historia de la disidencia sexual en la década de los 80 y 90. Agustina estudió Letras, fue docente y, actualmente, colabora y realiza distintos proyectos audiovisuales.

«Es una película que, de alguna manera, teje distintos tipos de materiales (filmaciones hechas por mi papá en un período que va desde el 86 hasta el 89, entrevistas a amigos y amigas de él, filmaciones hechas en super 8 por mí que responden a las cosas no dichas, a través de una voz en off) para contar la historia de Jaime, que era mi papá y su homosexualidad/bisexualidad. A través de su historia, se cuenta la de toda la comunidad LGTB y las distintas violencias que la atravesaron, tanto la violencia estatal, militar, como la médica, con la psiquiatría y la psicología en esa época. Y de la institución familiar, que no escapa a las demás violencias y reproducción de modos«.

—Bienvenida, Agustina, ¿cómo estás? ¿Cómo te trata la cuarentena?

—Ya voy por mi día 32 porque volví de viaje, así que soy como una experta en cuarentena. Ahora, la llevo bien; hace 15 días, muy mal.  Estuve en Berlín, fui con una película nueva que se estrenó en Berlinale, se llama «Playback», un corto.

—¿Cómo comenzó la historia detrás de «El silencio es un cuerpo que cae» y cómo llegaron a vos esas 160 horas vídeo? 

—Esas cintas estaban guardadas en mi casa. Siempre estuvieron ahí, estaban arriba de un placard -curiosamente- y yo nunca las había revisado. Un poco aparecen porque había una necesidad de buscar, de revisar, de entender.

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—¿En qué momento comenzaste a indagar sobre la sexualidad de tu papá?

Había algo como muy fuerte que era el secreto, es lo primero que aparece… viste esta cosa como dicho a media lengua que no se termina de entender, que te hablan, pero no te hablan. Y bien típico de huérfana intentar reconstruir la historia de tu papá, hasta ahí, no hay ninguna novedad, ningún misterio. Pero me encuentro con una dificultad, esa cosa de «la imposibilidad de decir», que me decía que había algo que pasaba.

Yo pensaba, al principio, que estaba ligado a la militancia, porque mi viejo era militante de Vanguardia Comunista y había algo como de “bueno, vinieron los milicos, vino la dictadura…”,  él estuvo preso durante el Cordobazo, se exilió un tiempo, pero había algo que no cerraba. Me preguntaba «¿Qué habrá pasado?», después empezó a aparecer esta historia.

—¿Cómo fue el proceso creativo desde que encontraste las cintas hasta que empezaste a decidir qué enfoque le ibas a dar? Porque, con la cantidad de imágenes que había, podrías haber contado una historia totalmente distinta.

—En el material de vídeo, hay una construcción familiar, claro que, cuando uno lo atraviesa con una determinada búsqueda, determinadas cosas hacen hablar a los materiales… el archivo no habla por sí solo. Hay una búsqueda previa, una investigación previa y un interés previo, pre-existente a los materiales.

Después, los materiales modifican, claro, los materiales también hablan y arrojan un montón, por ejemplo: hay toda una cosa que yo me di cuenta recién al final, algo que mucha gente que, la primera vez que ve la película, lo ve, que tiene que ver con la violencia hacia los animales. Hay una especie de constante en la película del encierro de los animales, que termina con Luca y su imagen del animal libre, del leopardo libre, todo eso yo no lo construí, o sea, eso apareció en el material.

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Claramente, hay algo operando porque el inconsciente tracciona y porque hay ahí una red de sentidos que tiene que ver con la virilidad, la construcción del machismo y esta imposición del hombre sobre cualquier cosa, sujeto, ser, que le permita reafirmar su masculinidad a través del dominio… de otras criaturas.

Sobre buscar en estos materiales la construcción de una familia heteronormada, etcétera, era previa. También porque es mi familia, yo sabía más o menos con qué me podía encontrar. Y bueno, después, lo normal de la sorpresa.

—¿Te quedaste con ganas de ver y de mostrar algún material en la peli, que no hayas encontrado en los registros fílmicos?

—No, que no haya encontrado en los registros, no. Sí me pasó que, cuando los miré por primera vez, esperaba encontrar su imagen. Como que el primer deseo es ese, ver cómo se mueve, cómo habla, porque ya había pasado mucho tiempo desde que había fallecido. Y lo primero que me pasó fue una tremenda desilusión porque, claramente, como él filmaba, no se veía en cámara. La primera cosa que me pasó fue esa y, cuando pude hacer el click y entender que me había encontrado con un material que daba cuenta de su mirada, se volvió mucho más potente que incluso ver su cuerpo en movimiento.

—¿Te viste reflejada en esa mirada? Las cosas que le atraían, lo que lo conmovía, no sólo lo técnico del cine, sino también en su sensibilidad. 

—Sí, en muchas cosas sí. Eso tiene que ver con que es mi padre y con que se murió. Hubo un largo ejercicio de identificación durante muchos años en toda mi adolescencia. Hay algo que, seguramente, se forjó ahí. Mi viejo era un gran lector, yo ya no lo soy tanto, pero fui muy lectora. Mi infancia y adolescencia fue entre libros y mis libros eran los libros que él me compraba, y esas cosas, claramente, configuran sensibilidades.


«Mi relación con la cámara es extraña. Yo vengo de las letras. Entonces, mi relación está mucho más estructurada a través del lenguaje y de las palabras que de las imágenes. Hubo también una transición mía dentro de la literatura, mucho más en relación con la narrativa. Tampoco es que las imágenes no están hechas de palabras, ahí hay unos límites que son difusos. Pero, con el dispositivo cámara, yo no tengo tanta cercanía, es un vínculo construido en la adultez».


—En una entrevista que te hicieron, declarás que, en las películas o en la literatura, los personajes blancos, negros o binarios te parecen aburridos y aplastantes, y que hay algo en la tridimensionalidad que es rico, ¿cómo percibís esta tridimensionalidad en la construcción del personaje de tu papá?

Creo que mi papá es el personaje más tridimensional. Hice mucho esfuerzo en no encasillarlo, aunque, bueno, después, cada uno lee lo que puede o lo que quiere.  Hay algo de su ser escurridizo, en esta multiplicidad de vida, de la posibilidad de ser mucho más que uno, que a mí me interesa un montón. De él en tanto personaje, no en tanto de padre. Eso es otra cosa. Las categorías identitarias rígidas también son aplastantes. Son muy potentes para la conquista de derechos, para agruparnos, para juntarnos, pero son muy aplastantes porque no dejan de reinstalar un binarismo.

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—Tu papá era militante de izquierda y, en la película, se muestra la dificultad que esto tenía dentro del partido, que no estaba bien visto. Había como una doble clandestinidad, la de ser militante de izquierda en ese contexto y, a la vez, del puto. ¿Sabés cómo trabajaron en ese momento esta problemática dentro del partido? ¿Tu papá dejó de militar por esta razón?

—Creo que ese es el motivo por el cual él tomó distancia, pero todo está dicho a media lengua y, después, vino la dictadura que arrasó con ciertas discusiones. Que creo que es lo que nos va a pasar ahora con el COVID-19 también, hay ciertas discusiones que se venían dando y estas estructuras ponen la necesidad en primer lugar. Retomar ciertas discusiones va a ser complicado.

Yo creo que fue muy difícil para las organizaciones en ese momento porque había un esquema de pensamiento mucho más centrado en lo colectivo. La revolución estaba antes y la revolución se entendía como la lucha de clases. De un tiempo a esta parte, hubo un movimiento hacia lo individual y ese salto de pensar lo individual en términos políticos o colectivos, que no siempre se hace. Porque el riesgo de moverse al plano individual es quedarse en el plano individual y no poder pensar colectivamente. Hay algo tan ensimismado y tan inducido por un fenómeno de época que es difícil dar ese paso a lo colectivo. Después, vino la dictadura y ya no había tiempo, había que salvarse. Pero sí había una deuda histórica enorme de la reflexión y de hacer un registro más acabado, y sobre cómo la dictadura impactó sobre las trabajadoras sexuales.


«Hay un montón de trabajadores sexuales desaparecides y, como no pertenecían a ninguna organización, nadie les reclamaba. Dani lo dice en la película: “A los putos y las putas nos llevaron”. Después de que se llevaron a los militantes, fueron por las putas, los putos.


—Tu peli aporta un montón a la memoria de una época y de un colectivo, ¿querés contar sobre tu colaboración en el Archivo de la Memoria Trans?

—Es muy del orden de lo biográfico porque yo era pareja de Ceci Estalles en el momento en que, junto con María Belén Correa, arman el grupo de Facebook en el que las chicas comienzan a subir fotos, historias, y se evidencia la necesidad de reconstruir ciertas historias, de juntarse, hacer memoria. Justo vivía con Ceci y ella estaba en contacto con María Belén, por la militancia de ambas. Yo escribí una nota para Anfibia, pero, más que nada, porque estaba cerca del proceso. Pero, en realidad, más que una profunda admiración, no colaboré demasiado. Fue mucho más lo que aprendí que lo que hice.

—¿Tenés algún proyecto actualmente?

—Acabo de estrenar una película que es sobre grupo Kalas que aparece en «El Silencio…». Es un híbrido, una pequeña parte de ficción y material de archivo. Es una película que me gusta mucho, fue muy hermoso hacerlo. Y La Delfi es la protagonista, que es un personaje que aparece en «El Silencio…». Yo me quedé con ganas de profundizar en la historia de grupo Kalas y esa fue una gran oportunidad. Ahora, estoy preparando otro documental, pero está muy verde.

–¿Qué le dirías a las mujeres o disidencias que se enfrentan a un territorio hostil y dominado por varones, como puede ser el mundo del cine, por ejemplo?

Que hagan equipo, siempre. El ejercicio de la militancia también pone en evidencia ciertas cosas. Nos vuelve más pillas a la hora de detectar esas violencias. Que se presenten a todos los fondos que nos den plata porque hay que revertir esa profunda desigualdad histórica.

Mirá El silencio es un cuerpo que cae en Vimeo. «Los y las que pueden alquilarla, viene muy bien porque la gente de cine, teatro, las bandas, estamos muy complicadas en este contexto y va a pasar mucho tiempo hasta que podamos recuperarnos».

*Por Paula Colavitto para Revista Colibrí.

Palabras claves: Agustina Comedi, Cine, Dictadura Cívico-Militar, Géneros y Diversidad, LGBT

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