Visibilizar nuestro sangrado menstrual es altamente revolucionario
Charlamos con Euge Fernández, docente y tallerista ESI, acerca de lo que implica la menstruación, la importancia del auto reconocimiento y su visibilización. También conversamos sobre el paso del paradigma de la higiene cuando menstruamos al de la salud menstrual y lo que nos impone el capitalismo patriarcal acerca de qué productos usar y qué estándar de persona “indispuesta” tenemos que ser.
Por La Ventolera
Gloria Steinem -feminista norteamericana-, a comienzos de los años 80, decía acerca de la menstruación: “Si lo tuvieran los hombres y no las mujeres, la regla se convertiría en un acontecimiento masculino envidiable y digno de orgullo, los hombres se vanagloriarían de la duración y del caudal, los muchachos celebrarían la llegada de su período, ese símbolo tan esperado de virilidad, con celebraciones religiosas y fiestas estrictamente masculinas, el congreso crearía un instituto nacional de dismenorrea para combatir los dolores menstruales y el gobierno suministraría los fondos para protecciones sanitarias gratuitas”.
“Desde hace varios años, aunque no tantos, el movimiento feminista ha venido a desnaturalizar muchas cuestiones vinculadas a los cuerpos, a cómo vivimos la sexualidad y cómo nos vinculamos con eso”, comenzó Euge. Agregó que esto hizo que muchxs cuerpxs menstruantes generen un proceso de autoconocimiento, poniendo en jaque los discursos del paradigma de la higiene e inclinándose por el paradigma de la salud menstrual, que concibe que se trata de un proceso y que cada cuerpx menstruante lo vive de una manera diferente.
A su vez, Euge plantea que esto se da en el marco de un sistema patriarcal que, con el dominio de un sistema médico hegemónico, “nos ha enseñado -y con muy buen resultado-, desde que nacemos, a escindirnos del reconocimiento del propio cuerpo y de los procesos que acontecen en nuestros propios cuerpos”.
“Vivenciar el ciclo menstrual, visibilizar nuestro sangrado, es altamente revolucionario e interpela a estos modelos que buscan cercenar nuestras libertades como cuerpos”, resaltó la entrevistada.
¿Qué onda la copita menstrual?
Euge nos explica: La copita menstrual es un recipiente realizado de silicona médica que sirve para recolectar el sangrado menstrual.
Sus beneficios son: podés llevarla puesta hasta 12 horas de acuerdo a cada cuerpa, en función del día y el sangrado; el material es hipoalergénico, entonces, impide que se desarrollen infecciones al interior de la vagina y en nuestra vulva; no genera irritación, se ubica en la entrada de la vagina; no genera irritaciones en la vulva; es cómoda, podés hacer deportes, meterte a la pileta, dormir; podes cargarla en tu bolso y si comenzás a menstruar fuera de tu casa, ponértela tranquilamente; cuidas el ambiente, ya que una copa dura 10 años y reducís el consumo.
Por otra parte, la entrevistada refirió a algunas cuestiones que nos brinda la posibilidad de usarla: “autoconocimiento, comprarnos una copa nos obliga a conocer donde está cada una de las partes que forman nuestros órganos sexuales externos e internos”, indicó.
Euge expresó: “Pasas por un proceso de autoconocimiento y de reconexión con el propio sangrado que es muy hermoso; conoces cuál es el color de tu sangre, que puede variar en función de la alimentación, estrés, un montón de factores que influyen en el modo en que menstruamos y la copa ayuda a poder reconocer esto”. La copita permite conocer nuestro sangrado y también devolverlo a la tierra, ”nuestra sangre menstrual tiene células madres, nutrientes, que sirven como fertilizante de plantas, entonces, se puede devolver y, de esa manera, alimentamos la ciclicidad”, aportó.
Euge aclaró que, de cualquier manera, es preciso que cada persona pueda gestionar su menstruación en función de las herramientas con las que cuenta para tal fin y el contexto que vivencia. Expresó que es importante poder contar con información para tomar las decisiones respecto a este tema y que cada cuerpx pueda elegir en función de lo que desea, necesite. En este marco, la copa se considera una alternativa, más saludable que otras opciones, pero no la única.
Del paradigma de la higiene al de salud menstrual
Nos han enseñado desde temprano qué debíamos hacer cuando estemos “indispuestxs”.
No te podés manchar, no se puede ver que estás menstruando; el peligro inminente de un embarazo; no te pongas ropa blanca porque se puede notar; no hagas deportes; tenes que ir al ginecólogx, tenes que controlarte.
En relación a este último punto, Euge considera que se relaciona al avance de las ciencias médicas y de cómo eso ha incidido en la relación que tenemos con nuestrxs cuerpxs y la falta de auto-conocimiento; se deposita en otrx quien va a saber más que yo de mi propix cuerpx.
Euge explica que, en este contexto, se nos enseña cómo menstruamos: que nos va a doler, que a los 14 días vamos a ovular y si estamos fuera de ese ciclo vamos a ser “irregulares”, imponiendo el cumplimiento con determinados estándares que pacta la medicina como parámetro y con esta información comenzamos a transitar nuestra vida cíclica. Euge agregó: “Con toda esta carga, además, cuando menstrúes, tenés que estar limpia, el paradigma de la higiene”.
Toallitas y tampones descartables impactando en nuestra salud y en el ambiente
“Respecto a los componentes de las toallitas y tampones descartables, hace ya algunos años, se han realizado diversos estudios, uno de ellos fue realizado en la Universidad de La Plata y detectaron y pudieron demostrar que estos productos tienen tóxicos súper dañinos para nuestro organismo”, explicó Euge respecto a los productos de gestión menstrual. Informó que, a largo plazo, los efectos del contacto con estos tóxicos podrían generarse patologías graves y, en corto plazo, alergias, infecciones, irritaciones, hongos.
Mencionó otros efectos que generan este tipo de productos como lo es el impacto a nivel socioambiental: “Hablábamos de la salud de nuestro cuerpo, y también se reconoce el impacto que tiene en el ambiente, ya que una toallita tarda en degradarse entre 500 y 800 años. En el período fértil, se puede llegar a utilizar hasta 12.000 toallitas o tampones”.
Explica que ese traspaso de pensar en la salud menstrual tiene que ver con la posibilidad de abordar estas temáticas en el marco de la Educación Sexual Integral en las escuelas, para que lxs cuerpxs menstruantes dejemos de vivenciar la menstruación como algo tabú, que tenemos que ocultar, que duele, que es un bajón. “Pasemos a reconocerla y vivenciarla desde otros lugares más saludables, amigables, poder elegir la alternativa de gestión menstrual que queramos, no la que nos venda el mercado”, resaltó Euge. Mencionó como ejemplo de otras alternativas, a las toallitas de tela.
“Le jode mucho al sistema capitalista, porque hay un gran negocio que llevan adelante las empresas de productos desechables, a nadie le conviene, sólo a nosotrxs y a nuestra salud, que se dejen de utilizar las toallitas y tampones descartables”, aclaró la entrevistada.
La docente resaltó que, desde su rol, se debe promover en las escuelas una salud menstrual “o menstruaciones más dignas y placenteras, ese es un enorme desafío y nuestro compromiso en el marco de la ESI, el camino es largo, nos queda muchísimo, es un tema del que no se habla en las escuelas”.
No te creas lo que te dice la TV
La entrevistada refirió que las publicidades invisibilizan a la menstruación como tal, mostrándola como algo sucio, “de hecho, nunca se ve el rojo de la sangre, sino que muestran fluidos azules o celestes, en imágenes muy pulcras o mujeres vestidas hasta con ropas blancas, vemos un modelo o ideal de mujer menstruante”. Reafirman el paradigma de la higiene, invisibilizando, además, las emociones que pueden surgir en el momento de nuestro ciclo menstrual.
Señaló a las publicidades de analgésicos para los dolores menstruales que también tienen ese mensaje, visibilizan “la necesidad de que no podés parar, entonces, tenés la toallita descartable, garantizamos tu higiene y que no muestres esto y, además, garantizamos que puedas seguir trabajando, siendo productiva y que te tomás la pastillita si te duele”. Con esto, se logra invisibilizar y seguir sosteniendo esta mirada biomédica.
“Las campañas publicitarias de productos de gestión menstrual tienen como objetivo disciplinar y normalizar lxs cuerpxs”, destacó Euge.
No todas las mujeres menstruamos y no sólo las mujeres menstrúan
Refirió a un libro de Eugenia Tarzivachi, “Cosa de mujeres: menstruación, género y poder”, que hace un recorrido, historiza y analiza cómo fue la aparición de los productos descartables para la gestión menstrual y qué impacto tuvieron en la sociedad, en lxs cuerpxs.
Este material propone una lectura acerca de que no todas las mujeres menstruamos y que no sólo las mujeres menstruamos, hay varones trans que también menstrúan. Euge propone recuperar esa mirada: “No todas las mujeres menstruamos y no sólo las mujeres menstruamos, visibilizar que hay otros cuerpos menstruantes”.
Nuestrxs cuerpxs como monstruxs
Respecto a poder pensar la historia de los sentires que tuvo la menstruación para las mujeres y para lxs cuerpxs menstruantes, recurrió a los aportes del libro Luna Roja de Miranda Gray, que nos invita a pensar en el recorrido histórico y cuenta que en las antiguas culturas reconocían a la menstruación como un poder femenino de las mujeres, pero los varones de las primeras sociedades patriarcales empezaron a considerar ese poder como un peligro para ellos, con lo que esas prácticas que las mujeres habían establecido para tratar con las energías creativas que eran parte de este proceso natural de lxs cuerpxs, se fueron convirtiendo en objeto de duras críticas en las comunidades.
De esta manera, Euge señala la menstruación pasó de ser considerada sagrada a verse como sucia, como algo maldito, y se fomentó la creencia de que la mujer durante esos días en que menstruaba era una fuente de energía destructiva, peligrosa. Se comenzó a apartarla del resto de la comunidad, en cuanto aparecían las primeras manchas de sangre, se las alejaba, se las excluía en una choza donde tenía que compartir con otras mujeres que estuvieran menstruando, lejos de lxs demás integrantes de esa población. Y toda aquella persona que estuviese en contacto con quienes se encontraban menstruando, se consideraba que se contaminaba, entonces, estaba prohibido tocar los utensilios de uso cotidiano y las pertenencias masculinas, de los varones de la comunidad.
Esa superstición o creencia llegó a tal punto que no sólo se les prohibía ir a ciertos lugares o tocar ciertos objetos, sino que se les especificaba hasta qué alimentos podían ingerir. Se la consideraba que se trataba de personas tan “impuras” que ofendían a la naturaleza y se decía que provocaban una alteración en el orden natural de las cosas. Euge, retomando los aportes de Miranda Gray nos cuenta que el momento aún más peligroso para la comunidad era el de la primera menstruación de una niña adolescente, afirma que el encierro podía llegar a durar hasta 7 años.
“Esto nos ayuda a pensar la relación que la mayoría de las mujeres tenemos actualmente con nuestra menstruación, inclusive hasta hoy en día, hay muchas religiones que restringen a las mujeres de alguna práctica cuando están menstruando, un ejemplo es la cultura islámica que, cuando las mujeres están menstruando, tienen prohibido entrar a una mezquita y esta normativa antiguamente hasta era penada, si la transgredías, con la muerte”, explicó la entrevistada.
Acordate. Desde el 2014, cada 28 de mayo, se reivindica la salud menstrual. Los principales objetivos de este día son: Acceso digno a productos de gestión menstrual; concientizar sobre el impacto ambiental y sobre nuestra salud en el uso continuado de productos desechables; visibilizar la menstruación para terminar con los tabúes; incentivar el acceso al conocimiento menstrual y cíclico a todxs lxs cuerpxs menstruantes.
*Por La Ventolera / Imagen de portada: Collage Verdecina.