Territorios de asistencia y virtualidad
La pandemia del coronavirus resignifica las prácticas del tercer sector: consolidado a nivel nacional en los últimos veinte años, se enfrenta desde su heterogeneidad a una realidad compleja. Su proyección requiere del estrecho vínculo con los ámbitos públicos y privados. En el marco de la reapertura progresiva de la cuarentena: ¿Cuál es la situación de las organizaciones de la sociedad civil en la ciudad de Córdoba? ¿Cómo es su dinámica de trabajo territorial? ¿Qué futuros avizoran?
Por Gastón Klocker para Desafios urbanos
Argentina atraviesa un contexto de progresiva flexibilización del aislamiento social, preventivo y obligatorio decretado por el Gobierno nacional a causa de la propagación de coronavirus. En una nueva prórroga que acumula dos meses de cuarentena, el presidente Alberto Fernández comunicó a principios de mayo el ingreso a una fase de reapertura progresiva en la mayor parte del país, excepto en la Ciudad de Buenos Aires, el conurbano bonaerense, y la ciudad de Córdoba, que mostró un retroceso; lo que implica la movilidad de hasta un 75% de las poblaciones.
Los habitantes, en este marco, solo pueden realizar desplazamientos mínimos e indispensables para aprovisionarse de artículos de limpieza, medicamentos y alimentos, aunque se amplía considerablemente la gama de tareas y actividades exceptuadas. En este nuevo periodo, las medidas facultan a las autoridades provinciales y municipales a elevar pedidos de excepción para actividades de servicio, comerciales o industriales, aunque para hacerlo deben cumplir una serie de protocolos sanitarios (1).
El foco de las nuevas aperturas estuvo centralizado en la industria y la producción, destacándose 18 ramas: automotriz y autopartes; electrónica y electrodomésticos; indumentaria; productos del tabaco; metalurgia, maquinaria y equipos; calzado; gráfica, ediciones e impresiones; madera y muebles; juguetes; cemento; productos textiles; manufacturas del cuero; neumáticos; bicicletas y motos; química y petroquímica; celulosa y papel; plásticos y subproductos; y cerámicos.
La emergencia sanitaria apuntala al Gobierno a la adopción de medidas para contener la propagación coronavirus: en palabras de las autoridades existe un control exitoso de la pandemia, a partir de disposiciones que permiten la reducción en la posibilidad de contagios, con base en una cuarentena que propició el positivo incremento del tiempo de duplicación de casos (2). El aumento de infectados no está descartado, producto de la creciente liberación de actividades y la acaudalada circulación, pero en el seno oficial apuntan a un sistema de salud que, basándose en ese tiempo conquistado, pueda actuar con mayor comodidad y eficiencia.
El accionar estatal permite sostener una cuarentena que no está exenta de problemáticas presentes y a futuro, con un Gobierno que debe acarrear con los coletazos de cuatro años de políticas de recorte y ajuste a las clases media y baja, y con una pobreza estructural heredada de los gobiernos de los últimos cuarenta años. De este modo, las proyecciones requieren una combinación de instituciones y sectores, vinculados al propio Estado, a los sectores privados, y al tercer sector, que haga posible enfrentar una realidad compleja.
La tarea de estos actores parece ser necesaria, dentro de la cuarentena y su salida progresiva, y también en nueva construcción, como al respecto plantean Martín Rodríguez y Pablo Touzon: “Cabe la pregunta si no sería interesante y necesario sumar de manera más orgánica a la sociedad civil -y, en particular, a su amplio espectro comunitario con movimientos sociales, sindicatos, iglesias, ONG, clubes- tanto para el “esfuerzo de guerra” como para la reconstrucción posterior. Inventar un modelo “tercerista” que se aleje tanto del estatismo vertical chino como del darwinismo social libertario de la “supervivencia del más sano” (3).
Viejas medicinas para soñar
La emergencia del tercer sector contemporáneo estuvo propiciada por la huida del Estado de sus responsabilidades y vinculada al aumento exponencial de las necesidades sociales de la población: cabe resaltar que la pobreza urbana en nuestro país oscila el 40% y la pobreza urbana estructural alcanza a más del 21% de los hogares, cifras que, según Agustín Salvia, director del Observatorio de Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, se dispararán en el marco de la pandemia (4). En consecuencia, el crecimiento del sector se da con mayor fuerza a través de situaciones críticas o al menos, su existencia está íntimamente vinculada a la vulnerabilidad que caracteriza al país y Latinoamérica, producto de sus economías altamente dependientes.
Roberto Reyna aseguraba que ante contextos de transformación siempre aparecieron “instituciones que reposaron en los principios de solidaridad. En la época del Virreinato, la Iglesia Católica monopolizaba el accionar filantrópico, algo que se prolongó en las primeras décadas en las primeras décadas del país independiente. Con el arribo de los inmigrantes, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, florecieron las entidades de ayuda y socorros mutuos, muy vinculadas a la incipiente organización gremial que estimulaban socialistas y anarquistas. Esas mismas fuerzas promovieron luego sociedades de fomento y bibliotecas populares” (5).
Pero es notable como diferentes fenómenos en el transcurso del siglo XX establecieron condiciones para la emergencia de un sector constituido por una rama aún más diversificada de instituciones. “El proceso de acumulación basado en la ampliación del mercado interno y la sustitución de importaciones, que empezó a fines de los años treinta y alcanzó singular vigor durante el primer peronismo, alumbró el florecimiento de sindicatos obreros y cámaras empresarias. Con el desplome del Estado de Bienestar, aparecieron los movimientos sociales urbanos de supervivencia y las organizaciones de apoyo, en tanto el triunfo de la globalización ayudó al surgimiento de entidades de defensa” (6).
El panorama actual de las organizaciones de la sociedad civil ofrece una gran heterogeneidad: organizaciones de base territoriales y comunitarias, los ONG de promoción y desarrollo, los centros académicos, las fundaciones empresarias, las instituciones de defensa de derechos, las entidades basadas en la filantropía y la caridad y otras organizaciones sin fines de lucro; constituyen un sector que no puede ser fácilmente encasillado, ya que sus proyectos, fines e intereses están atravesados por sus lógicas particulares, pero coincidiendo mayoritariamente en la importancia de fortalecer las políticas sociales.
Pandemia y sector social
El también denominado sector social tiene un rol protagónico en su vínculo con los sectores público y privado, con dinámicas de confrontación, tensión y cooperación. Sus fondos suelen provenir de organismos de cooperación internacional, de donaciones o de venta de servicios y cobro de asistencia técnica derivado de proyectos financiados por el Estado. La consolidación de las organizaciones es manifiesta dentro de la agudización de las desigualdades, a pesar de los múltiples avances que se produjeron durante los gobiernos progresistas.
Argentina cuenta en la actualidad con cerca de 20 mil instituciones inscriptas en el Registro Nacional Obligatorio de Organizaciones no Gubernamentales del Centro Nacional de Organizaciones de la Comunidad (CENOC). Mientras, a nivel provincial hay más de 3200 organismos en el Registro Único de ONG y Organizaciones Intermedias, que en los últimos tres años recibieron asesoría, apoyos, capacitaciones o aportes económicos por parte de programas de gobierno.
Las entidades, en su mayoría, tuvieron que readecuar su dinámica trabajo: a nivel regional la organización TECHO, que tiene como objetivo morigerar la situación de pobreza extrema en asentamientos populares, con desarrollo comunitario y construcción de viviendas, decidió lanzar una campaña de emergencia para recaudar fondos que permiten la compra de alimentos y productos esenciales para las zonas más afectadas del país, que con la llegada de la pandemia ven aún más profundizados sus accesos a las necesidades básicas.
En el ámbito nacional, la Fundación SI, que pretende promover la inclusión de los sectores más vulnerables de la Argentina con asistencia, contención, capacitación, educación y cultura del trabajo, reorganizó su planificación anual, y se enfoca actualmente en la asistencia a comedores de todo el país, brindado alimentos y artículos de limpieza a través de donaciones. Con este panorama, cabe preguntarse: ¿Cuál es la situación de las organizaciones en la ciudad de Córdoba? ¿Cómo es su dinámica de trabajo territorial? ¿Qué futuros avizoran?
Fortaleza en red
“Es una situación difícil para la población más vulnerable, porque a las problemáticas ya existentes se les suma este contexto: estos sectores no pueden trabajar, no hay dinero y a veces no llegan las ayudas. La sociedad civil sale a auxiliar a los más necesitados, como lo hizo en muchos otros casos”, asegura Claudia Giner, directora del Centro de Comunicación Popular y Asesoramiento Legal (Cecopal). “La situación es complicada, porque a pesar de que nuestra institución no tiene un carácter asistencialista, debemos ayudar a la gente que tiene problemas del día a día, que no puede salir a conseguir el sustento diario. Por el momento, tomamos un rol más asistencial, con acompañamientos alimentarios a las familias y fortalecimiento de los espacios comunitarios”.
Cecopal, organización con trabajo territorial en la zona sur de la ciudad de Córdoba, además continúa trabajando de forma online, y sus profesionales atienden problemáticas vinculadas a migrantes y juventud, acompañan a organizaciones e instituciones y asesoran en conflictos por la tierra, con la herramienta de la comunicación como bastión. “Creo que este panorama nos puede sacar muy fortalecidas a las organizaciones sociales, porque nunca perdemos el contacto con las realidades con las cuales trabajamos. Esta puede ser una oportunidad para que nuestras organizaciones se beneficien a partir de la creatividad en las prácticas que implementamos para afrontar los conflictos”, refuerza Giner.
“En nuestro caso, estamos colaborando con campañas de donación y bolsones: sucede que mucha gente está por fuera de cualquier sistema, principalmente cuentapropistas que no tienen planes, ni jubilación, que son limpiavidrios, mozos, remiseros, y en este momento no tienen su ingreso diario, y caen en la indigencia en situación de barrio”, cuenta Jerónimo Díaz, de Asociación Civil Benjaminos. “El sector de las villas está un poco contenido con los planes y con el IFE. Pero se está observando una disminución alimentaria en los sectores de la clase media y baja. Las organizaciones, que somos el brazo del Estado en donde el Estado no llega, estamos colaborando y tratando de llevar respuestas y soluciones a la gente”.
Benjaminos ofrece originalmente contención social a través del arte, con promoción de respeto, valores y ciudadanía, y también tuvo que repensar su trabajo. La organización tiene una orquesta sinfónica con sede en 15 villas de la ciudad de Córdoba y también posee espacios para mujeres y salas cuna, que no se encuentran funcionando en territorio debido a la cuarentena, pero mantienen actividades por medio de aulas virtuales. “El panorama es bastante complicado y para las organizaciones puede ser un retraso en lo institucional y social. Hasta que no veamos el fondo, debemos pensar en cómo resurgir”, vaticina Díaz.
Por su parte, el Servicio Habitacional y de Acción Social (Sehas) interviene en Villa Siburu, Chacras de La Merced, Montecristo y Malvinas Argentinas e intenta mantener su dinámica habitual desde la virtualidad, con reuniones de equipo y contacto con organizaciones particulares dentro de los territorios. “Hemos indagado la situación de alimentación, higiene, ingresos y trabajo en estos espacios, y la respuesta es que los planes del Gobierno nacional están cubriendo lo básico de la alimentación, y por lo tanto son necesarios los refuerzos”, expone Graciela Maiztegui, integrante del espacio.
Sehas atiende en la inmediatez a las necesidades básicas, con ayuda a comedores, pero también repara en los derechos y escolaridad de los niños y adolescentes, con transversalización de género, y pretende avanzar en obras de infraestructura con apoyo del gobierno provincial, para brindar espacio a las situaciones propias de la emergencia. “Entendemos que tenemos que reforzar nuestra voz, nuestros intercambios y hacer un análisis, para plantear diálogos, presentaciones concretas, con demandas y propuestas específicas destinadas a los gobiernos municipal y provincial, que puedan efectivizarse en el transcurso del próximo semestre”, agrega Maiztegui.
“A nosotros el proceso de cuarentena nos agarró en una etapa de planificación territorial y colectiva. No hay participación presencial y las gestiones con organizaciones están interrumpidas. Nuestro proyecto institucional ahora tiene que ver con simplificar programaciones, proyectos y programas, con unificar esfuerzos, tareas y presupuestos, para hacer frente a la coyuntura”, especifica Luis Martínez, del Servicio de Promoción Humana (Serviproh). Los ejes que priorizan desde la institución ante la pandemia son: el político, para construcción de acuerdos necesarios en el nuevo marco; salud e higiene, con mecanismos y protocolos de trabajo, y lo alimentario, para asistir a las familias más vulneradas.
“Trabajamos en una cuarentena comunitaria, con todos los cuidados necesarios, priorizando la realidad como punto de partida, ya que en estos territorios se hace difícil sostener la cuarentena en cada vivienda, pero no así tanto a nivel barrial. Estamos pensando en implementar una lógica de banco de alimentos: esto es, constituir módulos alimentarios para llegar a las familias, apuntando a compras comunitarias. En un marco más general, pensamos la línea económica preparándonos para la salida de cuarentena y el abordaje en redes de trabajo, con estrategias, proyectos y gestiones para generar ingresos y financiamientos futuros”, enfatiza Martínez.
El trabajo en red viene siendo una constante en las organizaciones y se potencia en este nuevo escenario. Cecopal, Sehas y Serviproh conforman la Red de Participación Social Córdoba, que pertenece a la Red Encuentro dentro de Sociedad Civil en Red, donde confluyen múltiples espacios a nivel nacional, con vínculo regional a través de otras entidades (8). Entre abril y mayo, las organizaciones de la sociedad civil nucleadas en esta red declararon su emergencia debido al crecimiento de las problemáticas y sus costos, ya que el coronavirus profundizó las complejas dificultades preexistentes en los sectores más necesitados.
Por medio de un comunicado solicitaron al Gobierno Nacional que “tome todas las medidas de carácter normativo, económico, fiscal y administrativo que permitan asegurar la contención y asistencia a los grupos más vulnerables de nuestro país”. También identificaron falencias y propusieron una flexibilización en las obligaciones legales e impositivas, convenios para la ejecución de políticas públicas, regularidad de las transferencias y acomodamiento de plazos y objetivos, subsidios de Emergencia y fortalecimiento de las organizaciones que trabajan en Salud.
“Hay que fortalecer a los que hacen, y vienen haciendo desde hace mucho. En este sentido, queremos fortalecer el trabajo articulado que se viene haciendo con las organizaciones y abrir nuevos caminos y nuevas instancias de colaboración”, afirmó el ministro de Desarrollo Social de la Nación, Daniel Arroyo, en reunión con representantes de la Red, donde acordaron avanzar en el reforzamiento del sector social. “Es importante para el futuro seguir dialogando con el Estado, para implementar políticas públicas, para promoción, y exigibilidad y concreción de los Derechos Humanos, apuntando a los sectores populares. Así como también será importante la participación y colaboración de los Organismos Internacionales de financiamiento, ya que la situación del coronavirus modificó la situación política, economía y social a nivel mundial”, cierra Graciela Maiztegui.
*Por Gastón Klocker para Desafios urbanos / Imagen de portada: Iván Valencia.
NOTAS
(1) La política es diferencial para localidades de más de 500 mil habitantes.
(2) Los barrios de emergencia son los espacios más perjudicados por la duplicación.
(3) “La que tocó”. Martín Rodríguez y Pablo Touzon. Le Monde Diplomatique. Edición 250, abril 2020.
(4) Cifras a febrero de 2020. Las dimensiones medidas son: Alimentación y Salud, Servicios Básicos, Vivienda Digna, Medio Ambiente, Accesos Educativos, y Empleo y Seguridad Social.
(5) y (6) ¿Qué es eso del tercer sector? Roberto Reyna, Desafíos Urbanos N°33. Mayo-junio 2001.
(7) En el registro nacional figuran más de 1200 organizaciones cordobesas.