“Se avecinan revueltas sociales en Estados Unidos”
Entrevista a William I. Robinson, profesor de Sociología de la Universidad de California, en Santa Bárbara, Estados Unidos, que habla sobre la tensión social en el país en medio de la pandemia de coronavirus.
Por Rebelion
—¿Cómo evalúas la situación en Estados Unidos? ¿Sería una exageración hablar del fracaso total del capitalismo neoliberal?
—No es exageración decir que la pandemia ha dejado al desnudo el fracaso total del neoliberalismo en Estados Unidos y a nivel global. Pero queremos recordar que aun antes de la pandemia, Estados Unidos estuvo en el mero centro de una creciente crisis del capitalismo global, que es tanto estructural como política. Estructuralmente, la economía global ha estado sumida en la sobreacumulación y el estancamiento. Gran parte de América Latina y África ya estuvieron en recesión en vísperas de la pandemia, mientras Estados Unidos y Europa mostraban tendencias recesivas, Asia experimentaba una prolongada baja en la tasa de crecimiento, los mercados bursátiles alrededor del mundo ya estaban tambaleándose, y se presentaban numerosas burbujas de activos a punto de reventar. La pandemia paralizó, de la noche a la mañana, parte importante de la economía global y apenas sirvió de detonante, intensificando por muchas veces la calamidad que ya amenazaba.
Aquí, en Estados Unidos, la crisis ha arrojado de la noche a la mañana a decenas de millones de personas en crisis de sobrevivencia. 33 millones de trabajadores aplicaron para prestaciones de desempleo hasta la fecha, cifra a la cual hay que agregar las decenas de millones que se encontraban en el desempleo, en el subempleo, y en el empleo precario. Esta cifra rivaliza con la de la Gran Depresión de los años 1930. El gobierno ha asignado varios billones de dólares a rescates y subvenciones a las grandes corporaciones, pero ha proporcionado cantidades muy inadecuadas de asistencia a los trabajadores y los pequeños negocios. Las prestaciones de desempleo solo benefician a los que tenían empleo fijo, por lo que deja sin beneficio a millones, y de todas maneras el nivel de prestación es demasiado escaso para sobrevivir. Aquellos que pierden su trabajo también pierden su seguro médico, ya que en Estados Unidos dicho seguro se extienden por medio del empleador, para no mencionar que décadas de austeridad neoliberal y el desmantelamiento de los sistemas de bienestar social han devastado la salud pública.
—¿Cómo interpretas la estrategia de Trump frente a la crisis? ¿Sería una exageración decir que su prioridad es la rentabilidad de capital y que desprecia a las vidas humanas?
—Es cierto que Trump ha sido criminalmente inepto e insensible en manejar la emergencia sanitaria. Pero es un error decir que es solamente Trump quien ha priorizado la rentabilidad capitalista por encima del bienestar de la mayoría trabajadora. Eso es una estrategia de toda la clase capitalista transnacional. A pesar de su retórica populista, Trump ha servido bien los intereses de los capitalistas y los ricos, persiguiendo un programa de neoliberalismo en esteroides, incluyendo la reforma impositiva regresiva, la amplia desregulación y privatización, la expansión de las subvenciones al capital, la represión sindical, y los recortes al gasto social. Desde que Trump llegó a la presidencia, en 2017, la riqueza de los multimillonarios se ha incrementado en un 10,6 por ciento, de acuerdo con un informe reciente.
Los grupos dominantes ahora se desempeñan en trasladar la carga de la crisis a las clases trabajadoras, impulsando políticas para explotar cada aspecto de la pandemia para beneficio de los capitalistas privados. Trump ha revertido las regulaciones ambientales y laborales para la industria de hidrocarburos y otras industrias, al declararlas “industrias esenciales”. Ha impuesto recortes a los salarios de los trabajadores agrícolas, la mayoría de ellos inmigrantes, y quienes ya devengaban salarios de miseria. Mientras tanto, la elite ultra-rica en Estados Unidos, vio que increíblemente su riqueza se incrementaba en 282 mil millones de dólares en apenas tres semanas de negocios durante la pandemia. El gerente general corporativo de Amazon, Jeff Bezos, incrementó su riqueza en 25 mil millones de dólares. El gerente general de Tesla y SpaceX, Elon Musk -quien declaró que la cuarentena fue una “infracción fascista” a su derecho de hacer ganancias-, incrementó su riqueza en cinco mil millones de dólares. El gerente general de Zoom, Eric Yuan, en 2,58 mil millones de dólares, y el ex gerente general de Microsoft, Steve Ballmer, en 2,2 millones de dólares.
Por otro lado, se espera que quiebren millones de pequeños negocios. Serán arrebatados por los grandes bancos y corporaciones, al igual que las casas de las familias de las clases trabajadoras y medias, que no pueden pagar sus hipotecas. Va a haber una concentración mucho mayor de la riqueza y el capital en la cima de la pirámide social.
—¿Cómo ves esta enorme polarización social creada en Estados Unidos por la crisis actual, con los partidarios de Trump por un lado y sus oponentes por el otro?
—Al igual que en otras partes del mundo, ha habido una rápida polarización política desde antes de la crisis sanitaria, entre un repunte de las fuerzas populares e izquierdistas y una insurgencia de la ultraderecha y fuerzas neofascistas. Ambas fuerzas apelan a la misma base social de los millones que han sido devastados por la austeridad neoliberal, el empobrecimiento, el empleo precario y la relegación a las filas de la humanidad superflua.
Pero ahora, la pandemia está intensificando dicha polarización. La estrategia de Trump ha sido insistir en una reapertura inmediata de la economía. Ha ordenado a los trabajadores de las plantas procesadoras de carnes y de otras industrias regresar al trabajo, sin preocuparse por su seguridad. Esta reapertura prematura goza del pleno apoyo de los empleadores, cuya prioridad, sobre cualquiera otra cosa, es asegurar sus ganancias y la disciplina sobre los trabajadores. La parálisis de la economía interrumpió momentáneamente el proceso de la acumulación de capital. Pero el capital no puede quedarse ocio sin dejar de ser capital. El impulso para reavivar la maquinaria capitalista lucrativa explica por qué en numerosas ciudades estadounidenses se realizaron manifestaciones públicas de la ultraderecha para exigir el levantamiento de la cuarentena. Si bien las protestas aparecen como espontáneas, de hecho han sido organizadas por las agrupaciones conservadoras estadounidenses, respaldadas por los lobby corporativos. Las milicias derechistas han concurrido fuertemente armadas a estas protestas.
La ultraderecha ha venido forjando una base social entre aquellos sectores anteriormente privilegiados de la clase trabajadora, en su mayoría blancos, quienes en años recientes han experimentado una fuerte desestabilización socioeconómica y una movilidad descendiente, de cara a la globalización capitalista.
Trump ha logrado canalizar la mayor ansiedad social entre estos sectores, desde una crítica del capitalismo global hacia una movilización racista y militarista contra los chivos expiatorios, tales como los inmigrantes, y por tanto estos sectores llegan a servir de fuerzas de choque, de manera verdaderamente fascista, para la agenda capitalista ultraderechista. Trump y la ultraderecha utilizan la deslocación en masa causada por el colapso económico para consolidar la movilización neofascista.
—¿Cómo ha afectado la crisis actual a la elección presidencial?
—El proceso electoral está prácticamente en un estado de suspensión, ya que las campañas públicas no son posibles. Las convenciones de los partidos, que suelen realizarse durante el verano, probablemente se realizarán de manera virtual. Trump, como presidente, goza de visibilidad pública y tiene una plataforma, mientras tanto el probable candidato demócrata Joe Biden prácticamente no tiene presencia pública en estos momentos. No está claro si la votación puede darse en noviembre de una forma que proteja la salud de los votantes. Algunos demócratas han solicitado una votación por correo, pero Trump y los republicanos han resistido este llamado. Las dificultades para emitir el voto y la baja participación electoral favorecen a los republicanos. Algunos han hablado incluso de la postergación de las elecciones en caso que no haya pasado la pandemia. Cualquier cosa puede pasar entre ahora y noviembre.
—¿Hay esperanzas de un nuevo radicalismo entre los trabajadores en Estados Unidos? ¿Cuáles son las perspectivas del desarrollo de la lucha de clases en Estados Unidos, debido al empobrecimiento de amplios sectores de la sociedad?
—La pandemia dejará como secuela más desigualdad, más tensión política, más militarismo y más autoritarismo. Si bien se vienen movilizando las fuerzas ultraderechistas y neofascistas, también se movilizan los sectores populares y de la clase obrera. En Estados Unidos, los trabajadores llevaron a cabo una oleada de huelgas y protestas, en tanto venía extendiéndose el virus para exigir medidas de seguridad. Los inquilinos llamaron a una huelga de alquileres, los activistas por los derechos de los inmigrantes rodearon los centros de detención para exigir la liberación de los detenidos, los trabajadores de la industria automovilística, entre otras, realizaron huelgas de último momento (wildcat) para obligar a las fábricas a cerrar hasta que pudieran funcionar con condiciones sépticas, la gente sin techo tomaron casas vacías, los trabajadores de la salud en la primera línea exigieron los equipos necesarios para su protección. La crisis tiene la potencial de despertar a millones de la apatía política. Hay una radicalización entre los trabajadores, un nuevo sentido de solidaridad. Se trazan las líneas de batalla. Se avecinan revueltas sociales.
*Por Rebelion / Entrevista publicada originalmente en el periódico griego Epohi / Foto de portada: AP