Emitxin y los feminismos del fin del mundo
La artista cordobesa puso a rodar una pregunta picante y desencadenó una publicación imprescindible en tiempos de pandemia global: ¿Qué imaginamos cuando pensamos que hay otros fin del mundo posibles? De la sabiduría ancestral a la delicia incendiaria, una trabajadora autogestiva condensa arte, política y feminismo en imágenes de mucho más que mil palabras.
Por Julieta Pollo para La tinta
Artista y activista, ilustradora, editora y diseñadora, Pilar Emitxin dice que la política feminista es discutirlo todo, y discutirlo colectivamente. Desde ese lugar desarrolla su arte rebelde, que no es mera herramienta sino potencia creadora que construye política.
Reniega de los lugares comunes que no permiten la expansión y elige representar mujeres y feminidades anónimas, que portan la fuerza de los colectivos en lucha que las sostienen. A menudo con mensajes en español o en lenguas nativas, su arte gráfico nos convida experiencias feministas de liberación de todo el mundo: mujeres palestinas de la primavera árabe, defensoras del pueblo mapuche, colectivas negras contra la brutalidad policial en Estados Unidos, defensoras ambientales de todos los rincones de Latinoamérica, lesbianas brasileras que dicen No a la derecha racista y odiante, argentinas empañueladas por el aborto legal, la fuerza kurda, la libertad migrante, la resistencia trans, las laburantes, las niñas, las ancianas.
Trabajadora autogestiva por convicción, Emitxin impulsa también la Editorial Ven Te Veo, un proyecto artesanal que estrecha lazos con otras editoriales del continente para acercar libros sobre feminismos, danza, teatro, pedagogía, antropología, medicinas alternativas y otras yerbas. En momentos de cuarentena, se activaron los envíos a domicilio de cualquier libro del catálogo que está online.
El 19 de marzo, día en que se decretó el Aislamiento social preventivo y obligatorio en Argentina, Emitxin publicó en sus redes sociales una pregunta picante acompañada por una de sus gráficas hipnóticas: ¿Qué imaginamos cuando pensamos que hay otros fin del mundo posibles? Con una convocatoria amplia (relato, poesía, ensayo, ilustración, cómic, lokedé) y un plazo estrecho (solo una semana para enviar), la artista echó a andar un juego interesante para pensar los feminismos del fin del mundo.
En una videollamada de medianoche que conectó Cofico y Alberdi, La tinta conversó con Pilar sobre Rejunte urgente para otro fin del mundo posible, y también sobre trabajo autogestivo en tiempos de pandemia y la necesidad de politizar los cuidados como lo han hecho durante años las mujeres en nuestros barrios. Hacia el final de la nota, Emitxin pone a rodar un ovillo tintero que irá de mano en mano durante todo este año.
—¿Cómo fue tu primer acercamiento al arte gráfico político?
—Cuando estaba viviendo en México, desde la Coordinadora de mujeres y madres de jóvenes desaparecidas se decidió regalarle a las madres delantales nuevos. Las mamás de mujeres desaparecidas de Ciudad Juárez usan unas lonas de color rosa, que es el color de la maquila, donde está la foto, nombre, edad, lugar donde desaparecieron y otros datos de las desaparecidas. Con ese proyecto inmenso me tocó agarrar la herramienta por primera vez… fue una de las cosas más duras que hice porque fueron 50 archivos gigantes de una. Pero al mismo tiempo fue importantísimo, tengo mucho afecto con las pibas de allá, de la frontera.
—¿El mensaje te llevó a la ilustración, o al revés?
—Sí, totalmente. Yo primero soy activista. Lo que hago tiene una función más comunicacional que artística. Milito desde los 15 años y siempre he ordenado mi vida así. Fue todo un proceso de ir buscando un espacio de intervención política más libre, encontrar formas más democráticas… fue muy sanador ir encontrando mi voz con el correr de los años.
Los feminismos del fin del mundo
—¿Cuál fue el chispazo inicial que te llevó a imaginar otros fin de mundo posibles?
—No es algo que salió de mí, venimos con varias compas de la editorial, amigas, afectos, pensando en que hay un agotamiento del suelo que nos contiene, en contra de todas esas promesas de construir sobre una tierra de la abundancia y de recurso ilimitado. Después de los incendios del Amazonas y de los incendios en Australia este verano, veníamos pensando sobre los feminismos del fin del mundo… si el mundo se está terminando y no pudimos elegir cómo vivir, queremos dejar todo para elegir cómo irnos y pensar otro compost, otro abono para la tierra que viene, habitar las contradicciones y deshabitar la utopía. Y para romper también esta idea de futuro, esa promesa muy moderna y hasta judeocristiana de “paraíso”.
Esta iniciativa surge para poner en circulación otros relatos del futuro desde la ficción y la ciencia ficción feminista, desde otros imaginarios identitarios y de género, desde otros modos de reproducción social, y sobre todo que se alejen de esta narrativa del fin del mundo tan neoliberal que consumimos: comernos entre nosotres, la supervivencia individual donde el otre es perjudicial.
«Si te ponés a ver, todos los relatos audiovisuales llevan a que sobreviven unos pocos porque están aislados, y en realidad la historia de la humanidad demuestra que la supervivencia es estar en comunidad.»
—¿Por qué largar la convocatoria el primer día de cuarentena obligatoria y con un plazo de tan solo una semana para participar?
—¿Qué mejor momento para flayar nuestro fin del mundo que encerrades en medio de una pandemia global? También es una invitación a pensar hacia dónde podemos avanzar en estas condiciones tan adversas, de precariedad y fragilidad estructural. Es momento para estar vivas, para pensar, para construir otra práctica política. Si no nos hacemos preguntas ahora, ¿cuándo?
Fue muy importante que fuera una convocatoria corta, de una semana, porque quiero que leamos estas cosas en este estado, no esperar a que termine la cuarentena para largarlo. ¿Cuáles fueron los imaginarios, las pesadillas, los flayes en esos primeros días de aislamiento? Eso me pareció importante, y también que no haya voces autorizadas. No se hizo una selección, quedó una publicación de 100 páginas donde hay gráfica, poesía, ficción. Es colectiva, no solo de quienes lo hicimos sino de quienes se sientan interpelades, y es una publicación libre: quien quiera puede modificarla, escribirla, venderla, lo que sea.
Distancia física, solidaridad social
—Como trabajadora autogestiva, ¿cómo estás atravesando la cuarentena?
—Para mí trabajar es vivir. No poder producir significa un bajón para mí por la forma en que me vinculo con el trabajo. En tiempos difíciles necesitamos abrir canales, aportar otras narrativas, ofrecer otras voces, y eso también es una responsabilidad política que cada cual, por supuesto, asume como puede, en el espacio emocional que tiene.
A la vez también creo que hay que desromantizar un poco la idea de autogestión. Siempre me sentí muy privilegiada y agradecida de poder vivir de lo que hago, pero cuando pasó esto, cuando declararon el aislamiento social, en un par de horas desapareció todo mi ingreso de marzo. Fue darme cuenta, en cuestión de horas, la vulnerabilidad que tenemos. Por mucho que transformemos el trabajo en otra cosa y por mucho que amemos lo que hagamos, estamos en este sistema y la precariedad nos pasa por todo el cuerpo, nos atraviesa. Sin victimizarnos, pero también hay que hablar de eso y repensar el rol del estado en este contexto.
—Más aún si pensamos el laburo en la calle. Siempre estás con tu parche de láminas, remeras y pegatinas en las Ferias Feministas que tanto se extrañan por estos días…
—Es lo último que va a volver… se van a ir liberando actividades pero nosotras vivimos de la concentración de gente. Y la verdad es complicado aún con las redes de cuidado que se activaron. La banda que todavía puede seguir laburando tiene que apoyar más que nunca a la que no.
—Se activaron algunas redes y estrategias de solidaridad y cuidado para ayudar a sostener el trabajo de las compañeras mientras dure el aislamiento, ¿qué tiene para enseñarnos el feminismo en este contexto?
—Para mí fue poner a prueba todo esto que venimos construyendo hace años, que lo hablamos, lo dibujamos, lo sacamos a la calle. Fue esa primera sensación de estar desnudes frente a este sistema y al toque empezaron a aparecer ideas individuales, activación de espacios organizados, redes de solidaridad y cuidados.
El feminismo tiene mucho para aportar en esto de la crisis de los cuidados que hay. Siento que incluso en Argentina, en un sentido, lo estamos desaprovechando un poco… venimos hablando muchísimo de los cuidados y quiénes mejor que les que habitamos el feminismo para decir: Hay otra forma de organizar la vida, de organizar los cuidados colectivos. En otros lugares siento que se está pudiendo profundizar más… las compañeras del Parlamento Plurinacional de Mujeres y Espacios Feministas del Ecuador, o la Coordinadora de Chile que sacó un plan feminista, larguísimo y muy bueno, para enfrentar el coronavirus.
«Es una oportunidad para que mucha más gente hable de cosas que se vienen activando desde los espacios antes de la pandemia: los cuidados colectivos de las organizaciones barriales, las compañeras que siguen sosteniendo los comedores y las copas de leche. Tenemos que pensar desde lo que venimos tejiendo desde hace mucho tiempo: acompañar más allá de lo material, politizar los cuidados».
—Tiene que ver también con pensar qué circulación de experiencias y representaciones hay, qué circulación de la palabra hay, a quiénes venimos viendo y escuchando, y a quiénes estamos escuchando tanto que no deja que circulen otras voces. Por ejemplo, este compilado Sopa de Wuhan que salió, está buenísimo pero seguimos reproduciendo gente que ya tiene visibilidad, que ya fue leída en todos lados, que tiene lógicas académicas de intercambios intelectuales entre voces autorizadas. Me hace pensar en la vigilia por la Ley de Aborto de 2018: todos los medios hablando de la revolución de las pibas cuando las que sostuvieron esa vigilia de 24 horas y se comieron las altas temperaturas hasta la madrugada fueron las mujeres de los barrios, las que construyen otros feminismos de los que poco se habla.
Yo aprendí que la política feminista es discutirlo todo, y discutirlo colectivamente.
El Ovillo: Emitxin
En tiempos de estrechar lazos y tender redes, en tiempos de compartir la experiencia e invitar a otres a vivir sus propias experiencias con lo que a nosotres nos hizo vibrar, en tiempos de borrar fronteras, expandir las voces, profundizar los debates y colectivizar la acción, echamos a rodar el ovillo de mano en mano.
Le pedimos a Emitxin que nos convidara algunos proyectos que le resulten esenciales e inspiradores: «Lo primero que pienso es la Revista Amazonas y el taller de gráfica popular Juan Panadero de Sinaloa, México. De acá de Córdoba, Cabrita del Monte, Catalina Clandestina y Bestia Tattoo«.
En alguna de estas manos caerá el ovillo, de ahí viajará a otras, y así.
*Por Julieta Pollo para La tinta. Ilustraciones: Emitxin.