Médicos y médicas, no bombas

Médicos y médicas, no bombas
27 abril, 2020 por Redacción La tinta

En estos días, mucha mentira circula por las redes y los medios masivos de incomunicación a partir de la noticia de la posible llegada de 200 médicos y médicas cubanas, barbaridades como esclavitud, comercio, espías… ¿De qué comercio hablan? ¿De los negocios que perderá la corporación? ¿De qué espías? ¿De los de la CIA que tendrán más trabajo? ¿De qué esclavos? ¿De los que se liberarán cuando tengan garantizado el derecho a la salud? Breve reseña que refleja 20 años de ataques y de victorias de las misiones médicas cubanas en Argentina.

Por Claudia Camba, presidenta de la Fundación UMMEP

Corría el año 2000, un niño naufragaba junto a su madre en los mares del Caribe producto de la asesina ley norteamericana de ajuste cubano, ley que promovía la salida ilegal de la gente, y cuyo premio era residencia y trabajo en los Estados Unidos. La noticia necesaria era: “Los cubanos están tan mal que se escapan de la dictadura cubana arriesgándose a que se los coman los tiburones”. Así naufragó la balsa que llevaba varias personas, entre ellas al niño. Guardacostas del país del Norte lo rescatan y se lo entregan a sus familiares de Miami, desconociendo a su padre que lo reclamaba desde Cuba. Su mamá había muerto en el mar.

El mundo levantó su voz para que se lo entreguen al padre, fue entonces que, en medio del calor de la batalla por el regreso de Elian, así se llamaba el niño, conocí a Fidel. Increíblemente, fue a partir de una carta que le había escrito al entonces presidente Fernando De la Rúa, en la que repudiaba el voto argentino en la ONU que acusaba a Cuba de violar los derechos humanos. Nosotros que teníamos los genocidas sueltos, acusábamos a Cuba que por elegir el camino hacia el comunismo sufrieron invasiones, introducción de epidemias, ataques terroristas y hasta el secuestro de un niño. La carta recorrió el mundo y por causas o azares llegó a las manos de Fidel.

En ese entonces, vivía en la Patagonia y por mi tarea docente conocía los padecimientos del pueblo mapuche, sobre todo su falta de acceso a la salud y a la educación, situación que reflejé en la carta también. Este mensaje marcó a Fidel, cómo era posible que un país tan rico como Argentina sumiera a sus pueblos originarios en tanta exclusión y desigualdad, entonces antes de regresar me dijo: «Hablá con el gobierno, nosotros estamos dispuestos a enviar médicos para que vivan en las comunidades y atiendan a esos pueblos».

No voy a contarles todo el peregrinar que fue llegar al Gobierno de la Provincia de Río Negro. Sólo como muestra, contarles que la contrapropuesta fue: «No queremos generalistas». Dijeron que necesitaban anestesistas, cardiólogos, intensivistas, etc. ¿Para dónde? Para las ciudades ¿Cómo iban a quedar las comunidades? Igual que antes.


Ante esto, Cuba consideró que ese no era el espíritu del ofrecimiento, por lo que, en lugar de mandar médicos, becó a 9 jóvenes mapuches para que vayan a estudiar medicina gratis a Cuba. La misma cantidad de becas que los médicos ofrecidos. A 20 años de esa beca, muchos de ellos, asentados en hospitales públicos, devolvieron el derecho a la salud a sus comunidades.


Siguiendo con la historia, llega el año 2005, se vivían tiempos de cambio y Argentina era parte de ellos. Cuba y Venezuela tendrían un rol estratégico en la articulación con los gobiernos progresistas para la devolución de los derechos de educación y salud a sus pueblos, y es en ese marco que se internacionaliza el programa de salud visual “Operación Milagro”. Programa cuyo fin es devolverle la visión a personas que por causas prevenibles o curables la perdieron, especialmente por cataratas, primera causa de ceguera reversible en el mundo.

Cuba nuevamente ofreció su mano amiga a la Argentina, la propuesta era el montaje de un hospital con todos los servicios oftalmológicos en el municipio de La Matanza, hospital que sería además, cabecera para el Cono Sur del programa de salud visual. Luego de muchas idas y vueltas, la presión corporativa pudo más y el hospital en lugar de montarse en Buenos Aires se montó en Montevideo, donde funciona hasta la actualidad con una brigada médica cubana que laboran junto a médicos uruguayos.

Otra vez habían perdido los humildes y excluidos de Argentina, pero, entonces, Cuba, que nunca abandona a los pobres de la tierra, abrió la posibilidad de que vayan a operarse a la isla.

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Recuerdo la primera pesquisa en Humahuaca, más de 1.000 pacientes se presentaron, desde todos los cerros de la quebrada bajaban al pueblo. La médica cubana que no podía ejercer la medicina, lloraba porque decía que los ojitos de los niños y niñas estaban raspados por la arena de la puna y, no podía hacer nada por ellos, ella sabía que con un simple colirio mejorarían y no podía darles tratamiento.

Los mensajes que nos llegaban eran: “Si las vemos ejerciendo, las pondremos presas por ejercicio ilegal de la medicina”. Increíble, esa corporación que miraba y amenazaba, era la misma que no tenía la humanidad de atenderlos y curarlos.

En el marco de la Cumbre de los Pueblos, viajó el primer contingente argentino a tratarse a Cuba, a pesar de estar asustados y asustadas por lo que les dijeron, viajaron. Toda clase de maleficios podrían sucederles en esa isla maldita, pero la gente en el fondo sabia de dónde venían los mensajes, de aquellos a quienes jamás les importó su sufrimiento. Cuando llegaron a Cuba, se encontraron con un pueblo que los recibía con cantos, que abrió sus hoteles para que se alojaran, con hospitales impecables, con personal médico que los trataban como familia, con jóvenes trabajadores y trabajadoras sociales que los cuidaban y acompañaban.

Los hoteles por las noches se convertirán en bailables intergeneracionales, los abuelos y abuelas argentinas les enseñaban a bailar tango a la juventud cubana, ellos y ellas a su vez les enseñaban a bailar salsa. Qué decirles de las historias del regreso, llantos, nostalgia, lejos quedaban aquellos nietos y nietas adoptivas que llevarían por siempre en sus corazones.

Y qué contarles de los niños y niñas que viajaron. Vale solo como ejemplo la historia de Luciana, una niña de 5 años que nació sin el globo ocular y en su lugar tenía puesto un conformador que parecía un gancho para que no se le cerrara la cavidad ocular. Imaginen la vida de una niña con un gancho en lugar de un ojo en un jardín de infantes. Los niños se asustaban, pero Luciana no tenía obra social porque su mamá no tenía trabajo, por lo cual no podía resolver el problema en Jujuy. Hasta que, un día, conoció la historia de Misión Milagro, viajó a Cuba y le pusieron una prótesis sin pagar un centavo, sin pedirles nada a cambio.

La empresa Cubana de Aviación había cedido 50 asientos semanales en sus vuelos para que viajaran pacientes argentinos gratuitamente a La Habana, pero la fuerza de la corporación fue tan grande que solo lográbamos pasaportes para 5 o 10 personas nada más. Por ello, muchas Lucianas quedaron sin poder viajar hasta que otros caminos se abrieron cuando triunfó Evo y sumó a Bolivia en los acuerdos del ALBA.

Y, otra vez, Cuba extendió su mano amiga, y le pidió a Evo que dentro de los hospitales que se abrirían en el marco del ALBA se atendieran a los y las argentinas que necesitaban operarse. Con lo cual, de los trece hospitales que se instalaron, dos se destinaron para Argentina: uno en Villazón frontera con la Quiaca y otro en Yacuiba frontera con Salvador Maza.

La corporación que ya no sabía cómo parar la misión, comenzó a decirles a los pacientes que no viajaran por que les iban a quitar los órganos, que en Bolivia les sacarían las corneas, pero otra vez la gente confió, porque aún sin conocer a Cuba ni a su Revolución, sí conocía bien a quienes le habían negado el derecho a la salud por tantos años, y elegía viajar y tratarse con las misiones cubanas. Fue así que más de 30 mil argentinos y argentinas volvieron a ver, y ¿saben cuánto les costó a la gente o a nuestro país? Nada. Todo gratis: viaje, hotel, cirugía, tratamiento y medicamentos.

Hay miles de historias de la epopeya de la misión medica en Bolivia, pero hay una que nos marcó. Un argentino que fue como acompañante de otro paciente, murió de un infarto en un hotel. Inmediatamente comenzamos a prepararnos para el ataque de la derecha, ¿qué pasaría con la familia? ¿qué le dirían? El día del sepelio fuimos a acompañarlos y ¿saben que pasó? La familia lo envolvió en una bandera cubana para que lo acompañara por toda la eternidad. Había fallecido con las fotos de Cuba en la mano, las fotografías de cuando él había viajado a la Isla como paciente, tan solo un año antes.

Otra historia que nos marcó fueron las pesquisas en la zona de Tartagal, Pichanal, Santa Victoria, etc. donde se acercaban mamás con niños y niñas ciegas buscando la solución en la misión cubana, pero lamentablemente era irreversible la ceguera. Habían tenido la mala suerte de nacer pobres y en una región donde los especialistas no se radican, porque en Argentina hay muchos médicos por millón de habitantes, pero la mayoría vive en las ciudades donde hay recursos económicos, y entonces esos niños y niñas que nacieron prematuras hubieran necesitado solo un poco de láser de manos de un especialista para evitar la ceguera.

Y en el medio de estas historias, después de esos años, consideramos que ya era tiempo de tener un hospital en Argentina, ya contábamos con médicos y médicas que tenían sus matrículas para ejercer tal como la corporación y las leyes pedían, solo necesitábamos asesoría cubana, el equipamiento y un lugar donde instalarnos.

Cuba donó el equipamiento valuado en cientos de miles de dólares, los insumos y los medicamentos, la cooperativa de la salud Junín nos cedió un sitio y el 8 de octubre de 2009 abrió sus puertas el Centro Oftalmológico Dr. Ernesto Che Guevara, en la ciudad de Córdoba.


Desde entonces hasta la actualidad, gracias a la solidaridad mundial, se logró construir un espacio propio en el barrio San Martín donde funciona el Centro Oftalmológico que cuenta consultorios externos, quirofano, tecnología de punta, un hospedaje para pacientes del interior del país, está en construcción el área docente, ser realizaron gratuitamente 40.150 consultas pre y post operatorias, 18.697 consultas de oftalmológica clínica, 6812 cirugías, se entregaron 550 anteojos, se abrió la consulta clínica de glaucoma incluyendo el diagnóstico por imágenes, se abrió el área de alfabetización de adultos y la escuela barrial infantil. Y todo esto gracias a Cuba y a la hermandad entre los pueblos.


Por eso, como dice Silvio Rodríguez: «Cuando escriban la vida los buenos, al final vencedores, se sabrá que no usamos veneno, como aroma de flores».

Que vivan los médicos y las médicas cubanas, que viva Cuba y su solidaridad. Bienvenidos y bienvenidas a la República Argentina. Los pobres de nuestro pueblo los abrazarán siempre.

* Por Claudia Camba, presidenta de la Fundación UMMEP “Un Mundo Mejor es Posible”

Palabras claves: Cuba, Medicina, Operación Milagro

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