Fabricantes de mentiras
Por Daniel Díaz Romero para Sala de Prensa Ambiental
Imagine usted una provincia donde el 95% del bosque nativo fue arrasado.
Figúrese ahora que organizaciones, fundaciones, asambleas vecinales y la inmensa mayoría de la sociedad civil se manifestaban en las calles para oponerse a un pacto implícito entre gobernantes y grandes empresarios rurales de la provincia, quienes buscaban sancionar una ley que ponía en jaque a esa mínima porción del ecosistema autóctono sobreviviente.
28 de diciembre de 2016, ciudad de Córdoba.
Represente ahora unas 7 largas cuadras abarrotadas, de lado a lado, de ciudadanos llegados desde diferentes puntos de la provincia, manifestándose en la capital cordobesa.
En un renovado esfuerzo de imaginación, perciba la imagen de un periodista de una de las radios más influyentes del país mintiéndole, con lujo de detalles, a su audiencia.
Imagine que, luego, una de las figuras convocantes de aquella manifestación le reprocha al periodista –con su habitual sentido del humor e ironía- que había mentido en el reporte que salió al aire.
Un esfuerzo más para cerrar esta historia: el locutor y cronista Andrés Carpio, empleado de Cadena 3, demanda a Doña Jovita por “Calumnias e Injurias”, reclamándole 300.000 pesos, porque sintió que su moral estaba dañada por el mensaje -tan directo como risueño- del popular personaje de la abuela serrana.
Eso sucedió en Córdoba.
Sabotear, el oficio más feo del mundo
Andrés Carpio, el cronista de Cadena 3, faltó a los mínimos preceptos de la ética periodística y, tal vez, fue cómplice de un intento -por parte de las más robustas estructuras del poder político-económico provincial- para acallar las voces que se oponían a los desmontes de más bosques en la provincia.
Una demanda judicial -con sombras de mordaza para el ejercicio de la libre expresión- exigía reparar un “daño moral” con dinero. Andrés Carpio, enfundado en el personaje de un periodista radial que se sentía afectado, finalmente, entabló un pleito contra José Luis Serrano-Doña Jovita, disparando sus dardos hacia un artista popular que había cargado en sus espaldas la defensa del bosque nativo.
Raquel Villagra de Vidal -jueza Civil y Comercial del Juzgado de 1° Instancia 48 Nominación- emitió un fallo ejemplar relacionado con la libertad de expresión y la responsabilidad de los comunicadores sociales en la cobertura de hechos de interés público, sellando este asunto con una sentencia que desestimó la acción judicial presentada por Carpio y dictaminando que José Luis Serrano no había incurrido en los delitos de “Calumnias e Injurias” que el movilero de Cadena 3 le adjudicaba. Una silenciosa batalla judicial en el marco del debate por la Ley de Ordenamiento Territorial de los Bosques Nativos de la provincia de Córdoba, donde los intereses en juego eran tan contrapuestos como definitorios.
La controversia, que el cronista de Cadena 3 llevó a la Justicia, perseguía el cobro de $300.000 -por la figura de “Calumnias e Injurias”- contra José Luis Serrano-Doña Jovita. Todo se desencadenó a partir de la recordada marcha del 28 de diciembre de 2016 donde Carpio, en un reporte de su autoría, manifestaba:
“… 300 personas comenzaron a marchar aproximadamente a las cinco y media de la tarde por Av. Colón hasta Gral. Paz…”
“… ahí se detuvieron unos 15 o 20 minutos los manifestantes y posteriormente continuaron por Gral. Paz, doblaron hacia el área peatonal por Deán Funes hasta llegar a la Legislatura Provincial, claro, la policía, las vallas, ya son tradicionales no las sacan nunca, porque las dejan para todas las protestas. En ese lugar, leyeron un documento, una especie de audiencia pública, en este lugar frente a la Legislatura, y se produce la desconcentración, que reclaman, por la ley de bosques, pero digo: No escucharon la Cadena 3 estos 300 que hoy crearon un caos en el tránsito vehicular y la gente que no saben adónde tomar el ómnibus para volver a casa…”
“…hoy protestaron por nada…”
«….imaginate, cómo están los comerciantes de la zona, que ya han pedido que saquen la Legislatura de ese lugar, Rivera Indarte y Obispo Trejo por lo menos, de 5 días hábiles, tenemos 4 en los que hay manifestaciones, obviamente los comerciantes no venden absolutamente nada, ahora estamos viendo que se están desconcentrando, que tienen una remera que dicen “somos todos árboles”, “no nos mutilen”, “no nos hachen”, “no nos poden”, esos son los que produjeron el caos en el microcentro de Córdoba…”
En el ejercicio del periodismo, es de medular importancia el qué se dice, pero también el quién, el cómo y el dónde lo dice. Si se trata, como en este caso, de un cronista de una de las empresas periodísticas más importantes del país, podríamos decir que su influencia en la formación de la opinión pública no es menor y su responsabilidad es mayor.
Durante el juicio, los testimonios y documentación recopilados demostraron que el cronista de Cadena 3 había esgrimido un relato falso basado en una sucesión de informaciones falsas: 300 manifestantes marcharon (en realidad, quedó acreditado que eran cerca de 10.000); que concurrieron hasta la Legislatura (los manifestantes nunca estuvieron en ese lugar); crearon un caos en el microcentro (y, en verdad, fue una manifestación de perfil familiar, de las más pacíficas y coloridas que se recuerden, sin ningún tipo de incidentes).
En ese contexto, organizaciones ambientalistas, asambleas de vecinos, fundaciones, instituciones académicas y una inédita porción de la sociedad civil cordobesa asistieron a la marcha convocada en defensa de los bosques nativos.
Operación embustero
La emisora radial Cadena 3, empleadora de Andrés Carpio, innegablemente sostiene fuertes vínculos con el agronegocio y el gobierno provincial a través de la contratación de pauta oficial; tal vez de allí, el cronista engendró su conducta adolescente de ética profesional y materializó su evidente fastidio por la convocatoria. Su irresponsabilidad al ejercer el rol de periodista, más allá de lógicos compromisos con sus empleadores, hizo que el locutor radial tergiversara la realidad, desinformando deliberadamente a su audiencia que no tenía cómo corroborar las inexistentes postales que Carpio iba describiendo, quedando a merced de la credibilidad de su palabra.
El periodismo cordobés no debería dejar de señalar este hecho bochornoso que, además, se valió de una figura jurídica tan controvertida como la de “Calumnias e Injurias”, utilizada tantas veces desde los sectores del poder para acallar las voces de los buenos periodistas.
Córdoba ha sido cuna de grandes maestros y discípulos del periodismo que se ocuparon de dejar un inestimable legado: ningún periodista que ejerza el oficio con transparencia y honorabilidad podría arremeter contra la libertad de expresión, en ningún caso, porque es su sangre, su razón de ser, su materia prima más preciada; su alimento y esencia.
El lenguaje periodístico se puede utilizar para encubrir o para revelar. Pero una tercera variante apareció con el cronista de Cadena 3: para tergiversar, transformando peligrosamente un paradigma esencial del ejercicio periodístico; un medio de comunicación que no relata lo que sucede, sino que construye un escenario imaginario habitado por hechos falsificados.
Carpio, en decidida carrera por desacreditar una manifestación popular, se llevó puesto el oficio periodístico. Con encubierta peligrosidad, desdeñó la responsabilidad de informar, ya que no pueden ser inocentes tantas inexactitudes.
Perder el juicio
José Luis Serrano, a pesar de haber recibido duras críticas desde sectores como CARTEZ, nunca entabló demandas judiciales. Esto quedó asentado en los alegatos esgrimidos por sus abogados patrocinantes, Darío Ávila y Marcela Fernández.
Con relación al cronista de Cadena 3 y su demanda, la jueza Raquel Villagra dictaminó en su sentencia que “se ha acreditado que la información brindada por el periodista (Andrés Carpio) era falsa, ya que no se correspondía con lo que realmente sucedió, tanto en lo que se refiere a la cantidad de personas que participaron de la marcha como también respecto del recorrido y su pacífico desarrollo”.
En otro párrafo del fallo judicial, la magistrada refiere que: “La falsedad de la información hecha pública lógicamente provocó la respuesta de Doña Jovita que participaba con especial protagonismo en esa manifestación popular. La crítica del demandado fue dirigida a la persona del Sr. Carpio porque fue él quien emitió la información errada. Fue oportuna porque se emitió ese mismo día y con motivo de lo que aquel refirió erróneamente, por lo que se descarta que hubiera habido la intención de agraviar gratuitamente a su persona, sino antes bien a criticar lo que había dicho en ese momento. Estimo que si el demandante (Andrés Carpio) no hubiera faltado a la verdad, no hubiera habido ninguna reacción por parte de quienes participaron, en el caso, del demandado. Cuando se trata de analizar la conducta de los periodistas en el desempeño de su labor, el apego a la verdad, al dato objetivo, al relato de los hechos tal cual son, resulta un deber esencial, casi diría “estructural”, de su profesión. La sociedad espera de ellos información fidedigna; el nexo -casi podríamos decir, “invisible”- entre los medios de comunicación y su público se construye o guarda directa relación con la lealtad y confianza con que el periodista brinda la información”.
Los periodistas, a lo largo de nuestra carrera, estamos expuestos a cometer errores porque convivimos con el riesgo de equivocarnos, de malinterpretar un hecho o de caer en inexactitudes. Pero, en este caso, de ningún modo es excusable una sumatoria de ordinarias mentiras que determinaron llevar a la Justicia una demanda económica que ocupó tiempo y dinero en los fueros públicos.
La mentira y el periodismo duermen en camas separadas y este caso, con nombre y apellido, ya se ganó un lugar en los anales del periodismo cordobés.
*Por Daniel Díaz Romero para Sala de Prensa Ambiental / Imagen de portada: Colectivo Manifiesto.