Primer día de clases
A pesar de ir escoltada por tres policías federales, vemos a una niña con una actitud decidida y fuerte. Ella es Ruby Bridges y, en la fotografía, la vemos con tan solo 6 años saliendo de su primer día de clases, en la escuela primaria William Frantz, en Nueva Orleans (EE.UU.). Es 14 de noviembre de 1960 y Ruby es la primera niña negra en asistir a una escuela de blancos. El gobierno nacional tuvo que enviarle custodia ya que, en los alrededores del establecimiento, se encontraban barricadas de padres y madres de estudiantes que la amenazaban.
Por Fernando Bordón para La tinta
La madre y el padre de Ruby formaban parte de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color, por lo que aceptaron que ella ingresara a los programas escolares de integración. Si bien la corte suprema había declarado ilegal la segregación en 1954, había gobiernos y comunidades que se resistían a aceptar la medida.
Por ello, habían diseñado pruebas que lxs niñxs negrxs debían rendir para poder acudir a escuelas de blancos. A lo que fue sometida la niña fue especialmente difícil porque, en Nueva Orleans, querían mantener la segregación un tiempo más.
Años más tarde, Ruby recordó sobre aquel día: “Alguien golpeó a la puerta y, cuando mis padres abrieron, pude ver unos hombres blancos muy altos en trajes, con bandas amarillas en los brazos. «Somos policías federales. Nos ha enviado el presidente de Estados Unidos». Estaban ahí para escoltarme a la escuela. Entré al auto con ellos. No sentí miedo. Llegamos a la escuela y había un montón de personas en la entrada y agentes de policía a caballo y en motocicletas. Todo parecía como un gran evento. Viviendo en Nueva Orleans, pensé que se trataba de las fiestas de Mardi Gras”.
Quienes estaban haciendo barricadas y amenazando a la niña eran los padres y madres del resto de estudiantes que, en un acto violento, retiraron a sus hijxs dejando a la escuela vacía. La niña, por seguridad, tuvo su primer día de clases en la oficina del director.
Al volver al día siguiente, en la entrada del establecimiento, una mujer la amenazó con envenenar su comida y otra le mostró un ataúd con una muñeca negra. Al ingresar, el director la acompañó a su aula y le presentó a Henry, quien sería su maestra durante todo ese año. La docente era blanca y había llegado desde Boston, dado que todxs lxs docentes de la escuela se habían negado a darle clases.
Al año siguiente, los ánimos se calmaron y se incorporaron más niñxs negrxs a la escuela, pero Ruby, a pesar de su corta edad, hizo vanguardia soportando el odio y la discriminación de lxs mayores. “Jamás imaginé que todo eso era por mí, que habían organizado una manifestación para impedir que yo acudiese a la escuela. Portaban pancartas, coreaban consignas: «Dos, cuatro, seis, ocho, no queremos integrar»”, reflexionó tiempo después sobre su experiencia.
*Por Fernando Bordón para La tinta