De cagarse en Dios al banquillo de la justicia
El actor español Willy Toledo fue imputado por la justicia por delitos contra la libertad de conciencia y ofensa a los sentimientos religiosos.
Por Luchas Gatica, desde España, para La tinta
Una de las expresiones más comunes en toda España es la trillada y repetida ad infinitum “me cago en Dios”. Expresión a la que adscribe con vehemencia el actor Willy Toledo, quien, esta semana, declaró como acusado por delitos contra la libertad de conciencia, ofensa a los sentimientos religiosos y obstrucción a la justicia. El juicio se debe a unos comentarios que publicó en Facebook en 2017, en los que insultaba a Dios y a la Virgen. En el juicio, Toledo dijo que su intención no era ofender a los católicos, sino realizar una crítica política. Al salir de los tribunales, declaró: “No quería ofender ni a los católicos ni al monstruo del espagueti volador”.
El actor no se retracta ni se arrepiente de sus comentarios en la red social por los que se le acusa. “Soy ateo y me cago en Dios todos los días”, afirmó ante los periodistas que lo esperaban a la salida del juicio. “Si yo me cago en los seguidores del pastafarismo y niego que el monstruo del espagueti volador sea el creador del cielo y de la tierra, como sostienen los pastafarianos, pues igual me tendrían que llevar a la cárcel”, comparó. Esta comparación con el espagueti volador y el pastafarismo -una especie de religión parodia- deja en ridículo, aún más, a la vorágine en la que se ha visto involucrado Toledo.
Por otro lado, ha recordado su “profundo respeto y admiración por católicos como el párroco de Entrevías (un barrio de Madrid)”, con el que colabora; también aseguró que fue bautizado y que sus críticas van dirigidas a la jerarquía de la Iglesia y no a los creyentes de a pie.
Las acusaciones a las que se enfrenta Toledo son el delito contra la libertad de conciencia, la ofensa a los sentimientos religiosos y de obstrucción a la justicia (por negarse a comparecer ante el magistrado de instrucción), empujados particularmente por la Asociación Española de Abogados Cristianos (AEAC). La presidenta y letrada de AEAC hace hincapié en que se presentan para “defender una vejación contra el dogma católico y el derecho de los creyentes a que se les respete”. “No amparemos en la libertad de expresión lo que es un insulto y una vejación”, han añadido desde la institución.
Lo cierto es que el caso “Willy Toledo” entra a destiempo en el contexto social, ya que, hace tres décadas, fue abolido el delito de blasfemia del Código Penal español. Su abogado ha reclamado la despenalización del delito contra los sentimientos religiosos y ha criticado duramente a la AEAC.
El abogado de Toledo expresó: “Se sitúa en las antípodas de la defensa de la libertad de expresión, formulando una acusación más acorde con los parámetros manejados en su momento por la Santa Inquisición que por los que se corresponde a un Estado aconfesional del siglo XXI y, paradójicamente, nada tiene que ver con la esencia de los valores cristianos”.
El caso pone en tensión el derecho de expresión y el respeto por las creencias y sentimientos de terceros. Así lo expresó el presidente de Musulmanes por la Paz, Raúl González Bornec, que cree que los comentarios de Willy Toledo constituyen “una ofensa y un ataque a las creencias y los sentimientos de los creyentes”.
Por parte de las personas que han ido a los juzgados en apoyo a Toledo, estaba el cantante de Def con Dos, César Strawberry, que fue condenado a un año de cárcel por enaltecimiento del terrorismo y cuyo recurso tiene previsto estudiar próximamente el Tribunal Constitucional. En las declaraciones a los medios, Strawberry ha comentado que “la persecución a artistas parece que se ha puesto de moda”. Hace poco, el comediante Dani Mateo se limpió los mocos con la bandera de España en el programa de televisión en el que participa, El Intermedio, y también tuvo que declarar ante la justicia. Casos que comparten la irracionalidad y atemporalidad de algunos procesos judiciales.
Parece mentira que, en pleno siglo XXI, uno pueda verse al borde de la cárcel por blasfemar en una red social, pero eso sucede en la España de hoy. Más allá de que puedan resultar soeces o desagradables ciertas expresiones, ello no quita que no se tenga el derecho a decirlas. El derecho a expresarse críticamente -incluso si es de forma rimbombante- debe estar por encima de cualquier religión o institución religiosa. Los dogmas religiosos no pueden ser un vehículo de persecución judicial. Por mucho que incomode, de lo que se trata es de la simple libertad de expresión. También, vale decir, los comentarios de Toledo lo que buscan es la reacción y la provocación, algo común que vemos en los medios de comunicación o en los debate públicos, pero no por ello se termina ante la justicia.
El actor ha insistido en que seguirá cagándose en Dios como “la mayoría de ciudadanos” de España. No colabora con la convivencia, puede ser molesto e herir sensibilidades, pero de ninguna manera debería estar prohibido. Sería contradictorio con la democracia que existiera una prohibición de “cagarse” en algún dogma de fe. Deben primar la libertad de creer, como la libertad para no creer de otros.
*Por Luchas Gatica para La tinta