Sofía Viola, el caminar de una trovadora pagana

Sofía Viola, el caminar de una trovadora pagana
11 diciembre, 2019 por Julieta Pollo

Por Julieta Pollo para La tinta

Esta noche estamos invitadas a una Santa Misa, pagana y popular, que oficiarán Las Reales Hijas de Puta, proyecto que Sofía Viola y Camila Vaccaro crearon «como homenaje a todas las mujeres que en las historia han sido tildadas de hijas de puta por ser auténticas, autónomas, libres y por difundir otro mensaje». Con una fuerte impronta folklórica y en apoyo al pueblo chileno, el Teatro La Luna será espacio de ritual colectivo y de conmemoración a lxs que luchan y a lxs que han caído luchando por un mundo mejor. 

Sin domicilio fijo, desde hace algunos años en «modo errante», Sofía Viola va y viene por el mundo recuperando historias, experiencias, sabores y miradas de toda Latinoamérica. De oficio, trovadora, y autónoma por decisión, Sofía Viola conversó con La tinta desde la casa de su infancia en Remedios de Escalada, donde creció escuchando las historias que entretejían en canciones Liliana Felipe, Violeta Parra, Tita Merello, Rubén Blades: «Me hice cargo un poco de la trova y de comunicar qué pasa en un pueblo y en otro, después de muchos años me di cuenta de que llevar y traer la lata es un oficio. Desde los 16 ya empecé a llevar la guitarra conmigo y me hice un poco cargo de esa responsabilidad de llevar y traer canciones. Con los años me fui cargando de contenido y de sentido y simbolismos y cosa que me van acompañando y que voy asimilando. Mi canción es muy popular y folklórica porque siempre me importo que mi música la escuchen todxs… una música que le guste a un niño, una niña, una persona mayor, que cada uno tenga una canción dentro de mi repertorio. Y ahora también estoy cantando canciones que voy aprendiendo en mi camino un poco de recopilación de tradición oral canciones de amigas y amigos, y que me parece que está bueno, que no tienen que estar muertos para una homenajea a las personas que admira», asegura.

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El año pasado la artista presentó La huella en el cemento, su cuarto disco y el primero concebido en formato banda junto a El Combo Ají: Nicolás Echeverría en batería, Juane Telechea en bajo, Leonardo Zumbo en teclado, Ezequiel Borra en guitarras y en la producción artística del disco, y Horacio “Pollo” Viola, trompetista y papá de Sofía, responsable de haberle contagiado el paladar musical a su hija desde la cuna misma. La huella en el cemento es la consolidación de un género madre, raíz el mundo, que reúne tango, bossa y merengue, balada, blues y jazz, huaynos y ritmos andinos… once canciones rebeldes que proponen trayectos distintos y que confluyen en el pulso esencial que la humanidad ha sabido sacarle a la tierra, sea cemento, barro, piedra o hierba.

«La huella en el cemento tiene suburbio del Riachuelo, porque en Buenos Aires tengo una mística con el Riachuelo y siento que la ciudad está cargada de misterio y que hay toda una parte blusera y oscurita. También hay merengues, bossa… en realidad me gusta toda la música entonces me cuesta rotularme a mí misma. Estoy embadurnada de muchas músicas, no solo del continente latinoamericano sino con una búsqueda de raíz del mundo, porque al final está todo entrecruzado. En el disco se dio ese color naturalmente y los muchachos supieron también darle ese toque característico de la banda, son muy versátiles. Así que sí, es un poco inclasificable, y yo también», resume Sofía.  

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El suburbio, lo pagano y una cultura popular de supervivencia impregnan las canciones y desde allí se desparraman a toda la propuesta estética: el arte del disco, el vestuario en escena, la decoración del espacio. Hay una reivindicación de los márgenes y de la resignificación que los pueblos hacen de lo impuesto para sobrevivir.

«Intentamos reflejar lo pagano porque hay cierto encanto en eso para mí. Antes no podía ni entrar a una iglesia porque me ponía nerviosa y me molestaba toda esa estética y con los años aprendí a apreciar la historia artística y el simbolismo que hay en eso. Me identifico mucho con la cultura popular, trato de verla, la analizo, me estimula, porque yo elijo ser artista popular, justamente, no de élite. También yo soy muy así, de hacer mis rituales, tengo mi altarcito, me encanta hacer ofrendas en la tierra. Me gusta practicar algo que nos han quitado que es la magia y el misterio desde un lugar bonito.

La huella en el cemento está cargada de simbolismo: tiene jacarandá, palo borracho, agave, ají, las rosas del manto de la virgen de Guadalupe, que es la virgen morena de los campesinos. También está el puente de La Boca, que tiene que ver con mi visión de ser del conurbano, y algunos paisajes de otros países. Pero sobre todo quería reivindicar a mi tío Manoloque está en la tapa del disco, la oveja negra de la familia, ladrón de profesión más allá de que está retirado hace muchos años. Siempre me dio mucha curiosidad saber cómo viven los otros, las personas del pueblo… tanto mi tío Manolo como también saber cómo vive un obrero, como mi hermano, que trabaja en el tren». 

Manolo no solo sonríe desde la tapa del disco, sosteniendo la estampita de una virgen desafiante, sino que también tiene una canción: una oda a la travesura, al tipo común, a ese atado de penas y glorias que todxs arrastramos por la vida y que nos hace tan infinitamente singulares como parte de la humanidad toda: «Manolo tiene toda la calle, la experiencia, el arrabal. Llegó de Chile a los quince años se dedicó de alguna manera a la vagancia, a la guita fácil como ladrón de carteras. Esa canción la compusimos con mi hermano como un homenaje a Manolo que es un tipo travieso, que bardeó, hizo las cosas mal, fue juzgado, estuvo en cana… un personaje marginal, bien popular, pero también una persona hermosa. Detrás de toda esa criminalidad que se le atribuye a los ladrones también hay gente bondadosa que de repente roba y te trae un regalo. Él es mi tío y siempre me genera curiosidad saber cómo ha sido su vida».

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Como buena trovadora que recolecta historias y experiencias de pueblo en pueblo, hace tiempo que Sofía no tiene domicilio fijo. Sin embargo, hay ciertos lugares a lo que siempre regresa, como Chile. Toda su familia materna es chilena y eso tal vez explique el grado de identificación que siente en este país: «La escena musical de allá, su cultura, su comida, la medicina ancestral mapuche, la idiosincrasia de este pueblo, cómo se organizan, su cosmovisión… me identifica y me llena de curiosidad.

Este tour que estamos haciendo con Camila tiene que ver con todo lo que está pasando en Chile, y que no deja de pasar. Siento que esto que hizo Chile es muy heroico, como lo que hizo Ecuador y lo que está haciendo Colombia. Son pueblos pisoteados de hace mucho tiempo y es una tomada de pelo de toda la historia. Incluso ayer en Argentina, asumiendo Alberto Fernández, me cuesta un poco celebrar porque veo que hay un montón de carencias que las políticas nunca cubren. Como la Pachamama, por ejemplo, acá nadie hace una regulación de un carajo, extraen lo que quieren y nadie dice nada. Después te metés en un pueblito en medio de la nada y ahí te enterás lo que está pasando. Para mí es un aprendizaje y ha sido muy emocionante estar en Chile estos días. Todo el año estuve yendo y viniendo y sabía que iba a explotar en algún momento porque todo el mundo estaba endeudado, porque la educación es muy cara, porque hay que trabajar muchísimo para tener una casa… que era lo que estaba empezando a pasar acá y que ojalá se detenga.

Me atraviesa desde un montón de lados, desde lo cultural es muy zarpado… los músicos ninguno tiene trabajo y ahora están todos tocado gratis, compartiendo y generando estos encuentros, cabildos abiertos, asambleas constituyentes para pedir una revisión de la Constitución y ponerle algo a favor del pueblo, porque pensá que fue escrita en dictadura y nos regimos con eso cuando supuestamente somos países democráticos. ‘La democracia es la hija bien portada de la dictadura’, leí el otro día, y en verdad es así. Me cuesta un poco tener otro análisis de lo político después de haber pasado por Chile porque las calles hablan, las calles dicen todo. Siento que Chile da mucha valentía y mucho ojo al resto de los pueblos porque hay que estar atentas, hay que mirar bien… todo tiene letra chica al final. En lo personal ya no creo en nada, solo en el pueblo y en que la gente se mire a los ojos y se colabore. Creo en esto que está pasando en Chile, una sociedad que se despierta y vuelve a verse a los ojos, a estar para el otro, nada para uno y todo para todos. Esta Santa misa de Las Reales Hijas de Puta es un mensaje de reivindicación del empoderamiento de los pueblos y de poner las cosas en su lugar a favor de todes». 

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Hilandera de lo artesanal, la autogestión y la independencia desde muy chica, se autodefine autónoma en todo aspecto, con yeites aprendidos del teatro independiente y de la lucha desde abajo «gestando un caldo rico para el pueblo y la vida me ha hecho también seguir por esta vereda», asegura, y agrega: «Podría llamar a una multinacional y decirles tengo este proyecto y quiero que me exploten, pero no, porque si yo me acerco a negociar con esa gente probablemente salgan ganando ellos. Solo me arriesgaría a eso si es para que mis canciones lleguen a más gente, pero con mi autonomía. Como decía Atahualpa ‘Mándenmelos de a cien’, porque está bueno estar cerca de las personas.

Me gusta armar movidas en mi casa, cocinar para mi gente, compartir cara a cara, estar cerca, me gusta lo popular y poder acercar el arte a donde no es posible a veces. Así como de pronto toco en un teatro con una entrada de $500, puedo tocar gratis si quiero en un evento que yo armo. Creo que los espacios hay que crearlos. Me identifico mucho con lo colectivo y la autogestión. El capitalismo nos vuelve re individualistas y nos aleja de la vereda del pueblo y de tomarte un mate con la vecina mientras vendo ropa en la puerta de mi casa. Me gusta lo humilde porque me crié así, tengo mucha conciencia de eso. Irme por ejemplo a San Antonio de Arredondo y compartir con la gente, cantar, cocinar juntxs. Cuando hacemos un fueguito y cantamos alrededor para mí es un regocijo, entonces no quiero perder eso. La autogestión es un camino precioso que te da libertades. Siento que no hay otro camino.

Las Reales Hijas de Puta. Sofia Viola, Camila Vaccaro y Álvaro Lazo Hernández. Miércoles 11 de diciembre a las 21 hs. En Teatro La Luna (Pje. Escuti 915, Guemes). A la gorra.

*Por Julieta Pollo para La tinta.

Palabras claves: Camila Vaccaro, chile, La huella en el cemento, Las reales hijas de puta, Música, Sofía Viola

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