¿Por qué es necesario un impuesto a la herencia en Argentina?
Ante el debate sobre las importantes reformas económicas impulsadas desde el Gobierno, es preciso discutir la necesidad de un impuesto a las grandes herencias para construir un sistema tributario más progresivo y eficiente.
Por Alejandro Berrotarán para La tinta
Los índices de desigualdad en los ingresos en Argentina son preocupantes. De acuerdo al INDEC, el 10% de la población con mayores ingresos gana en promedio 20 veces más que el 10% más pobre. Pero la concentración de la riqueza es aún más alarmante. Según el informe de Forbes 2019, las treinta familias más ricas de Argentina poseen una riqueza de más de 50.000 millones de dólares. Esto equivale a casi el 6% del PBI nacional, es decir al dinero necesario para duplicar el presupuesto Educativo o para hacer más de 1500 hospitales de alta complejidad.
En un país donde, a la vez que existen multimillonarios, hay un 40,8% de la población y un 59,5% de los niños que vive en la pobreza, es imperioso pensar en medidas para garantizar los derechos básicos de amplios sectores de la población que no tienen lo suficiente para tener una vida digna. Para solucionar estos problemas es preciso abocarse a las causas que generan estas privaciones e inequidades.
Piketty, en su libro El capital en el siglo XXI, muestra que la herencia de riquezas explica una importante parte de las desigualdades económicas de nuestras sociedades. Así, afirma que este siglo estará marcado por un incremento del volumen de capital transmitido por herencia. A la renovada relevancia económica de esta institución se le suma lo desigual de su distribución. En este sentido el autor afirma que “casi una sexta parte de cada generación recibirá́ en herencia más de lo que la mitad de la población gana con su trabajo a lo largo de toda una vida (y que en gran medida es la misma mitad que casi no recibe ninguna herencia)”.
Diversos estudios corroboran que la herencia irrestricta de riquezas posibilita y favorece la reproducción de las desigualdades sociales de una generación a la siguiente. Esta acumulación dinástica de riqueza tiene consecuencias inequitativas en las oportunidades de las personas.
El compromiso con la igualdad de oportunidades nos exige tomar medidas con el objetivo de disminuir el peso que la familia o la clase social en la que una persona nace tiene en sus posibilidades para desarrollar su plan de vida y acceder a cargos o puestos de trabajo. En este sentido, las oportunidades de quienes heredan sumas millonarias son varias veces superiores de las de quienes tienen la mala suerte de no recibir ninguna herencia.
Una de las herramientas para promover la igualdad económica, necesaria para consolidar la igualdad de oportunidades, es el establecimiento de un impuesto a la herencia. Numerosos países desarrollados como Estados Unidos, España, Inglaterra, Holanda y Alemania, y otros de la región como Ecuador, Chile y Brasil implementan este tipo de tributo. De hecho, en Argentina existió este gravamen hasta que en el año 1976 el Ministro de Economía de la dictadura Martínez de Hoz, a los pocos días de muerto su padre, lo derogó.
¿Cómo se puede justificar que quienes obtengan ingresos a partir de su trabajo personal o de sus actividades empresariales deban pagar impuestos y quienes reciben una herencia, sin hacer nada por ello, no tengan que hacerlo? El recibir una herencia no depende de las acciones ni de las decisiones que tome el beneficiario, sino que es producto de la suerte de haber nacido en una familia acaudalada. Quienes creen en el mérito como criterio para asignar recursos deberían ser los primeros en defender un impuesto que grave a quienes, sin esfuerzo alguno, reciben millonarias herencias.
A su vez, lo recaudado a partir de un impuesto nacional a las sucesiones posibilitaría mejorar las condiciones de aquellos sectores socialmente vulnerables. Si bien el impacto recaudatorio de este impuesto en el mundo no es muy significativo en comparación a otros gravámenes, lo recaudado proveería al Estado de fondos para programas sociales que se requieren con urgencia.
El impuesto a la herencia aparece como una herramienta de política tributaria capaz de lograr avances hacia un sistema impositivo más progresivo y justo. Si como país estamos comprometidos en la lucha contra el hambre y las fuertes desigualdades económicas que se traducen en oportunidades inequitativas, tenemos que apostar a la implementación de este tributo a las grandes herencias. Esta herramienta impositiva posibilitará disminuir las desigualdades sociales que azotan a nuestra sociedad, reduciendo las grandes concentraciones de riqueza y posibilitando una fuente de financiamiento para garantizar los derechos básicos hoy ausentes para buena parte de nuestra sociedad.
*Por Alejandro Berrotarán para La tinta / Imagen de portada: M.A.F.I.A.
*Abogado Becario Doctoral de CONICET. Investiga sobre justicia distributiva y herencia de riquezas.