Analía Kalinec: “Mi papá ya sabía que le iban a otorgar salidas transitorias”
El viernes pasado, se supo que, a partir de una decisión del Tribunal Oral Federal N°2, Eduardo Emilio Kalinec, condenado a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad cometidos en la última dictadura en el circuito Atlético-Banco-Olimpo, comenzará a tener salidas temporarias. Parte de la resolución dice que tendrá tres salidas bimestrales, dos de doce horas y una de veinticuatro horas para promover la revinculación familiar. Habitualmente, esto genera preocupación a las víctimas de sus delitos durante el genocidio. En este caso, se agrega el repudio de su hija, Analía Kalinec, integrante del colectivo Historias Desobedientes. La Retaguardia dialogó con ella para conocer sus sensaciones.
Por Fernando Tebele y Nicolás Rosales para La Retaguardia
Todavía conmovida por las salidas transitorias otorgadas a su padre, el genocida Eduardo Kalinec, su hija Analía dialogó con La Retaguardia para compartir sus sensaciones, que van del enojo a la preocupación, de la indignación a la tristeza.
—¿Qué implica en tus circunstancias esta decisión de la justicia?
—En primer lugar, quiero solidarizarme con las víctimas. Yo he tenido contacto con varias de ellas, incluso con familiares de víctimas que no han sobrevivido, algunas víctimas directas de mi padre. En estas salidas transitorias primero pienso en ellos, y en cómo se deben estar sintiendo. Lo que me pueda generar a mí es secundario, obviamente lo entiendo como una situación de injusticia, desde el momento que entiendo que mi papá pasó más años impune que preso. Él actualmente tiene 67 años, toda su vida la pasó en la impunidad. Hace 14 años que está preso, y pensar en que pueda estar transitando en un colectivo, caminando por las calles; conociendo sus crímenes, su falta de arrepentimiento y su falta de predisposición para colaborar con la búsqueda que están llevando adelante las Madres y las Abuelas, la verdad que me genera tristeza, mucha bronca. Y ganas de salir y redoblar esfuerzos desde el colectivo, del lugar de ciudadana común también para tratar un poco de contar la historia personal y las reflexiones para todos aquellos que no están empapados del tema, o que lo miran de lejos, visibilizar esta situación que la verdad que es de una terrible injusticia.
—¿Quién es Eduardo Emilio Kalinec si tuvieras que explicarle a alguien más allá de tu relación biológica con él?
—Es un miembro de la Policía Federal, es un comisario retirado. Yo ahí estuve leyendo algunos repudios que estuvieron saliendo que lo nombran en algunas noticias como un ex comisario, y ahí hago la salvedad porque él sigue siendo parte de la Policía Federal. Nosotros desde el colectivo denunciamos que personas como él no han sido exoneradas de las “fuerzas” a las que pertenecen. Mi papá sigue formando parte de las instituciones que siguen teniendo en sus filas a criminales de lesa humanidad. Durante los crímenes de la dictadura él era un oficial joven, era subinspector, ese era el rango que tenía. Y dentro de la cadena de mandos lo que hacía era ejecutar las órdenes. Era parte de las patotas de los grupos de tareas que salían a secuestrar y que luego llevaban a los centros clandestinos a las personas que eran detenidas, que muchas de ellas permanecen desaparecidas. Durante 30 años de impunidad vivió haciendo carrera. Gozando de una vida holgada que le permitía su sueldo como miembro de esta fuerza.
Y en al año 2005, a partir de la reapertura de los juicios y de la derogación de las leyes de obediencia debida y punto final, él queda detenido por los crímenes que había cometido. Un hecho que él jamás pensó que iba a suceder, porque sigue reivindicando sus crímenes y entendiendo que lo que hizo está bien. Que lo que hizo fue defender a la patria. Fue un momento muy duro, yo ignoraba en aquellos años todo este accionar y todo lo que había pasado en esa época de la historia argentina donde yo apenas había nacido. Fue de a poco ir tomando un poco de conciencia, leyendo e interiorizándome del tema hasta poder entender acerca de la participación y la implicancia de mi papá en estos crímenes. En el 2005 le dieron prisión preventiva, y en el 2010 lo condenaron a prisión perpetua que cumplía hasta el viernes.
—Vos estuviste cerca de 10 años sin tener contacto con él, y volviste a verlo hace poco en circunstancias que él generó.
—Sí, es de público conocimiento que mi papá hace unos años inició acciones legales en el fuero civil para que yo no pueda heredar a mi mamá. Ella falleció en septiembre del 2015 y en el marco de la sucesión y en mi participación en ese hecho jurídico como hija, tanto mi papá como mis dos hermanas menores que son las dos personal civil de la Policía Federal y también egresadas del Instituto Universitario de la misma fuerza -como para encuadrar todo en una cuestión ideológica y corporativa que hay en torno a esta forma de pensar- en un texto que redacta claramente mi papá y que es acompañado con las firmas de mis hermanas es presentado en el Juzgado Civil N° 67 y lo que buscan es que a mí se me declare “indigna”, una figura que se contempla en el Código Civil y Comercial y que yo no pueda heredar a mi mamá. A mí esto se me notifica el año pasado, y la notificación oficial me llegó este año, el 22 de Febrero.
A partir de ese momento, hay una contrademanda en contestación de una demanda donde yo me defiendo y contraargumento. Cuando esto llega a las manos de la jueza, después de varios años, la primera medida que toma es citar a las partes. Que somos yo por un lado, y mi papá y mis hermanas por el otro. En ese marco, el pasado 30 de Octubre me apersoné en el juzgado y, para sorpresa mía, se presenta también mi papá. No se presentaron mis hermanas. Yo hacía más de 10 años que no lo veía, la verdad que tenía muchas cosas atragantadas que por más que uno haga declaraciones o intente a través de la escritura exteriorizar estas cuestiones, tenerlo a corta distancia me generaba una situación donde yo veía hasta favorable para mí poder tenerlo cara a cara.
Cuando se inicia esta suerte de conciliación obligatoria después de unas palabras introductorias de la jueza, mi papá arranca su alocución diciendo claramente que él no tiene ideología y que cree en Dios, la patria y la familia. Es literal esto que te estoy contando. Habló de sus bondades, de la hermosa familia que éramos, lo feliz que fue con mi mamá. Y que no sabe qué fue lo que me pasó, y que yo me convertí en una persona que él ahora desconoce y que con este criterio amerita que a mí se me castigue. Como requisito, exigencia, él lo que pide es que yo me retracte de pensar como pienso. Yo todo el tiempo le reclamo que él cuente lo que sabe, a mí me consta que él tiene información sensible que podría aportar a las Madres, a las Abuelas en relación al destino de las personas desaparecidas y de muchos chicos apropiados. En ningún momento en este encuentro desmintió esto que yo estaba diciendo, y todo lo contrario, hizo como una alarde muy alevoso acerca de su capacidad de memoria, dando cuenta que él recuerda fechas, sabe cosas, pero que no va a decir. Poner a transitar por las calles a esta persona es algo que atenta contra la paz social. Que amerita que como sociedad nos opongamos.
—¿Habrá alguna influencia de su poder de aquellos años en esta acción de la justicia, o es simplemente la justicia injusta?
—Yo creo que las dos cosas. No descarto ninguna de las dos hipótesis y esas son conjeturas mías. Yo creo que la información sensible que tiene mi papá hace que pueda tener un poder. Cuando tuvimos aquel último encuentro mi papá ya sabía que le iban a otorgar las salidas transitorias, esto lo dijo delante de la jueza. Es más, me responsabilizó de que no le hayan dado las salidas transitorias porque no se querían exponer a que él pueda venir sin las esposas y el Servicio Penitenciario al juzgado. Él, totalmente convencido, aseveró que le era inminente que se las iban a dar. Yo, muy torpemente e ingenuamente pensé: este hombre además de psicópata está psicótico. Como que perdió total contacto con la realidad. Pensé para mi interior: a quién se le va a ocurrir que alguien le pueda otorgar salidas transitorias. Que él lo haya sabido habla de un acercamiento que tiene a estos niveles de poder.
—¿Te genera algún tipo de temor que él esté en la calle?
—En términos personales, considero a mi papá un hombre peligroso. Algo que me parece que tengo que socializar es que mi papá tenía armas propias. Y en su casa, a la que va a volver con estas salidas transitorias. Es muy probable que esas armas sigan ahí. No sé qué habrán hecho mis hermanas con las armas que mi papá tenía. Que pueda tener acceso a ellas es algo que a mí me preocupa, más allá de mi integridad física y del miedo que me pueda generar que pueda tomar alguna represalia. Porque realmente entiendo que él me está ubicando en el lugar del enemigo. En el fallo que presenta el juzgado civil él dice que yo fui detectada por grupos de activistas en la Facultad de Psicología, lo argumenta, lo escribe y lo firma. Y si él piensa que al enemigo hay que eliminarlo, me pone en ese lugar. Ya me comuniqué con la fiscalía y ojalá pueda comunicarme con el juez. Quiero transmitir mi genuina preocupación de conocerlo, de ser su hija y de poder pensar que este hombre es peligroso.
—Teniendo en cuenta de los casos por “goteo” que se vienen sucediendo de salidas transitorias y prisiones domiciliarias que gozan el 70% de los genocidas, ¿por qué crees que no hay una reacción social masiva similar a aquella del 2×1?
—Yo creo que por esto que decís, que entendieron que yendo por goteo les resultaba mucho más efectivo. Y que a quienes militamos, trabajando y en las calles, realmente es desgastante estar de acá para allá, de una marcha a otra. Y tratan que pase desapercibido, porque a veces ni nos enteramos. También hay un cuestión para pensar en lo social donde delega muchas veces en los organismos o en determinados sectores esta lucha, y es una disputa por el sentido todo el tiempo que tenemos que dar, en poder generar consenso y poder habilitar canales de intercambio, de reflexión y de debate. Pensamos que el genocidio es una práctica que está latente todo el tiempo, basta con mirar lo que está sucediendo en América Latina.
*Por Fernando Tebele y Nicolás Rosales para La Retaguardia / Foto de portada: Mariano Militello.