Nosotros no podíamos comprarla
Matilde Casazola Mendoza (Sucre, 1943) poetisa y compositora de canciones boliviana que ha logrado entrelazar la poesía y la música, componiendo canciones enraizadas en la tradición musical de su país.
La fruta estaba hecha
para que la
gustáramos,
para olerla y gozar su
lozanía;
pero nosotros no
podíamos comprarla.
El sol estaba hecho
para amar nuestra piel,
estremecer la vida de
todo nuestro cuerpo;
pero a nuestra guarida el sol no entraba.
El pan de cada día, en fin,
estaba hecho
para hablarnos todas las
mañanas
de campos
fecundados;
pero sólo comíamos
con mendrugos duros y agrios.
También había música
y otras cosas dulces,
pero habitaban en el
aire alto
y nosotros sólo
captábamos sus ecos.
Nos debatíamos en la
cueva obscura,
en el cuartucho
húmedo
donde la única verdad es la Miseria.
Entonces, no
aprendimos
el himno de alabanza,
y la sonrisa en
nuestros labios
era una flor enferma.
Dicen que Dios hizo a
los hombres iguales
y semejantes a él en
armonía y en belleza,
¿cómo es entonces,
que ahora
formemos este vértice
inmundo
del que huyen todas
las miradas
y contra el que se
vuelven bruscamente
las espaldas?
-Hablo por boca del
que se arrastra
por húmedos rincones
de morada siniestra.
Dice que de él también
era la tierra.
-¿Quién hurtó el rojo clavel,
llamarada impetuosa;
quién bloqueó mis salidas
quién me esperaba
aún antes de pensar nacer
con la triste cadena?
No estuvo equilibrada
en mi balanza
la desdicha,
con la bienaventuranza.
Te regalo de antemano mis huesos,
para que hagas con ellos
trémulas flautas que
canten elegías
mientras a blanca mesa se sientan
prósperas familias
y hay sol, y hay pan, hay fruta.
Pero llora, es verdad,
en todo el aire
trémula flauta, su llanto
innumerable.
Foto: La tinta