Al Baghdadi: El muerto oportuno
El líder del Estado Islámico fue ultimado en Siria en un operativo encabezado por Estados Unidos, aunque el grupo sigue activo y cometiendo atentados.
Por Guadi Calvo para Línea Internacional
Con una gran sentido de la oportunidad ha muerto del líder y fundador del Daesh (Estado islámico o ISIS), Abu Bakr Al Baghdadi, o el Califa Ibrahim, a manos de un grupo de las fuerzas especiales estadounidenses, tal como lo informó el día domingo el presidente norteamericano Donald Trump, tras haberlo anunciado vía Twitter el sábado a las 9.23 de la noche: “¡Algo muy grande acaba de suceder!”.
Esta muerte es oxígeno del mejor para el presidente Trump, cercado por el vodevil de espionaje en Ucrania, que una vez más lo vuelve a poner a tiro del juicio político; las fuertes críticas que está soportando por haber traicionado a los kurdos en Siria, dejándolos en manos de un ansioso Recep Tayyip Erdogan, el presidente de Turquía, que tras la retirada norteamericana se lanzó a aniquilarlos, cosa que hubiera sido posible de no mediar el presidente ruso Vladimir Putin, que en la cumbre del último lunes 22 de octubre en la ciudad de Sochi, junto a su ministro de exteriores Sergei Lavrov, tendieron un puente de plata a la medida de Erdogan, evitando, un vez más una, una masacre en Siria, y confirmando a Rusia como un jugador imprescindible en la política de la región.
Trump intenta convertir la cabeza de Al Baghdadi en un “simpático” souvenir electoral para ofrendarle al pueblo norteamericano, que en noviembre del 2020 tendrá que decidir si manda al rubicundo empresario a su casa o lo confirma en un nuevo mandato. El presidente, sin ningún pudor en el farragoso anuncio de este asesinato, dijo que Al Baghdadi era “el más grande criminal que existe”, y no dudó en calificar la operación como la mayor hazaña antiterrorista de Estados Unidos, superando la “Operación Lanza de Neptuno”, que aparentemente habría localizado y asesinado al fundador y líder de Al-Qaeda, Osama Bin Laden, desarrollada por una unidad de élite de los Navy Seals el 1 de mayo de 2011 en Abbottabad, a poco más de cien kilómetros de Islamabad, la capital de Pakistán. Un hecho del cual Estados Unidos nunca ha presentado la menor prueba.
Al Baghdadi habría sido sorprendido por un grupo de las fuerzas especiales estadounidenses en una de sus casas de seguridad, próxima a la aldea de Barisha, en la provincia de Idlib, al noroeste de Siria, a cinco kilómetros de la frontera sirio-turca, una de las pocas áreas que todavía no está bajo el control del presidente Bashar Al Assad.
Trump explicó que fue una operación de dos horas, a la que describió como “una incursión peligrosa y audaz, cumpliendo su misión con gran estilo”, y calificándola también como “impecable” y realizada durante la noche del sábado. Al Baghdadi, de 48 años, fue sorprendido cuando intentaba alcanzar un túnel, según Trump “mientras gemía, lloraba y gritaba”, hasta que detonó el chaleco explosivo que llevaba puesto, matando también a tres de sus hijos. Trump se regodeó explicando que: “murió como un perro, murió como un cobarde. El mundo ahora es un lugar mucho más seguro”.
La operación “Mueller” -por Kayla Muller, una trabajadora humanitaria de 26 años que murió en cautiverio en 2015 tras ser secuestrada por milicianos del Daesh, torturada y violada por el Califa-, se inició con la llegada de ocho helicópteros que, con la autorización del presidente Vladimir Putin, utilizaron el espacio aéreo controlado por Rusia, al tiempo que combatientes kurdos proporcionaron inteligencia del lugar.
Los helicópteros llegaron al edificio donde se refugiaba Al Baghdadi junto a su familia y varios de sus asistentes, entre ellos su portavoz Abu Al Hassan Al Muhajir. Mientras se “limpiaba” de trampas explosivas y muyahidines, que pretendieron resistir a los comandos norteamericanos, se encontraron 11 niños que fueron rescatados con vida. Al Baghdadi junto a sus hijos fueron los últimos en morir tras el asalto norteamericano.
Una vez más, tal como sucedió con su “colega” Osama Bin Laden, las pruebas de identificación de los restos encontrados en el túnel resultaron positivas, por lo que se asegura que efectivamente era el Califa.
Todo se precipitó hace más de un mes cuando agentes de inteligencia iraquí, afectados a la búsqueda de Al Baghdadi, obtuvieron la información de que las dos esposas de Jumah y Ahmad, hermanos del líder del Daesh, junto a otros familiares, habían abandonado Irak rumbo a Siria, información que fue remitida de inmediato a la CIA.
La muerte de Al Baghdadi será utilizada por Trump como uno de sus más importantes aciertos de gestión, y como un argumento a las críticas tanto de republicanos como de los demócratas por sus espasmódicas políticas internacionales en la lucha contra el terrorismo que está llevando a cabo en Afganistán, Siria, Irak y África.
Al igual que Osama Bin Laden, Abu Bakr Al Baghdadi ha sido sospechado de ser, por lo menos, un agente funcional de s Estados Unidos. Incluso en los días de su irrupción en los medios, se conocieron fotos de Al Baghdadi en reuniones con el senador republicano John McCain.
Tras romper con Al Qaeda en Siria, y resistir durante los seis primeros meses de 2014 a un sitio en la ciudad iraquí de Faluya, de donde pudo escapar hacia Mosul, Daesh se convirtió en el grupo terrorista más letal de la historia, expandiendo sus acciones a Europa, Estados Unidos, e incorporando milicias desde Nigeria a Filipinas, y compitiendo en Afganistán nada menos que con el Talibán.
Por lo que la desaparición de Al Baghdadi no reportará a pacificar las regiones donde opera Daesh, y como ya ha sucedido en tres oportunidades con el Talibán y una vez con Al Qaeda, estás organizaciones saben perfectamente el peligro contaste con que viven sus altos mandos, por lo cual la escala jerárquica está bien organizada, y de no producirse algún choque interno la estructura no padecerá más allá de lo simbólico la desaparición de su líder.
Los “herederos” casi siempre suelen ser mucho más letales que los jefes originales, ya que necesitan demostrar audacia y coraje a sus organizaciones, dando golpes más espectaculares para ganarse el respeto no solo de sus hombres sino de otros jefes y también de sus enemigos.
La muerte del Califa ya había sido anunciada al menos cinco oportunidades desde diciembre de 2016, aunque ésta es la versión con más fuerza y detalles. Según algunas presunciones, el muerto no sería una vez más Al Baghdadi, sino Abu Mohammad Salama, el líder de Haras Al Din, un subgrupo que responde a Al Qaeda. Otras versiones señalan que ya había sido nombrado el sucesor de Al Baghdadi, y sería Abdullah Qardash, alías Hajji Abdullah Al Afari, un iraquí ex oficial del ejército de Saddam Hussein. En agosto, Qardash había sido designado por Al Baghdadi como encargado de “asuntos musulmanes”, y parece cumplir con las condiciones necesarias desde el punto de vista religioso para ser nombrado Califa: la primera, es descender de la tribu Quraysh, a la que pertenecía el Profeta Mahoma, y la otra es conocer profundamente la jurisprudencia islámica.
Con la retirada de Washington de Siria y la invasión turca a las regiones kurdas-sirias crecieron las posibilidades de que el Daesh y una docena de organizaciones más pequeñas, junto a milicianos de Al Qaeda en Siria, puedan reagruparse en una sola organización para relanzar operaciones contra objetivos sirios, lo que generaría -según estimaciones norteamericanas- una fuerza de 35 mil hombres.
Por su lado, el jefe de Al Qaeda, Ayman al-Zawahiri, a quien se insubordinó Al Baghdadi en 2013, y con quien desde entonces mantuvo infinidad de enfrentamientos ideológicos y en más de una oportunidad armados, podría estar viendo la posibilidad de reunificar el movimiento takfirista global y relanzar la guerra en Siria.
El presidente Trump en su mensaje del domingo también informó que en el bunker de Al Baghdadi se había encontrado información muy sensible, como planes a futuro, redes de abastecimiento, campos de entrenamiento no solo en Siria sino en otros muchos lugares donde opera la organización. Además, podrían hallarse las coordenadas para localizar a otros líderes, lo que representaría un golpe mortal a la organización terrorista, y daría la oportunidad a Trump de demostrar su capacidad en un campo tan sensible como la seguridad.
Por estos días, todos los servicios de seguridad de los lugares donde opera el Daesh, incluida Europa, tendrán que estar más atentos, ya que sin duda intentarán vengar a su líder, que se convirtió en un muerto oportuno.
*Por Guadi Calvo para Línea Internacional