Las preguntas del triunfo y los ritmos de la derrota
Crónica y reportaje fotográfico de la revista La Vaca desde los bunkers del Frente de Todos y Cambiemos.
Por lavaca.org
Tal vez lo más conmovedor es ver a ese padre bailando con su hijita sobre sus hombros. O la pareja que da vueltas olímpicas alrededor de su propio auto en cada semáforo en rojo. O la cantidad de gente que canta un tema que hicieron emblemático en estos años: “Vamos a volver”. La fórmula del Frente de Todos, bautizada también con lenguaje inclusivo como Les Fernández (por Alberto y Cristina), logró triunfar en primera vuelta frente al oficialismo representado por Juntos por el Cambio, con el dúo Mauricio Macri-Miguel Pichetto a la cabeza.
En el bunker de FdT ubicado nuevamente en un centro cultural de la Chacarita, los comentarios e hipótesis están dirigidos, más que al resultado, a lo que se viene: aquello que Axel Kicillof en su discurso llamó “tierra arrasada” en términos económicos, en un contexto hostil. Ya son conocidos los datos sobre desocupación, subocupación, trabajo informal (solo la mitad de los trabajadores del país son formales), la pobreza rayana en el 40 %, el hambre, el endeudamiento externo de niveles metafísicos, la inflación brutal mezclada con otra brutalidad: la recesión: es apenas el comienzo de una larga lista.
Hace mucho un hombre escribió una carta abierta que definía políticas muy similares, y sus efectos, como “miseria planificada”.
El resultado, con el 97% de las mesas escrutadas, rompió los augurios sobre que la brecha de las PASO entre Fernández y Macri se mantendría o agrandaría: este domingo fue poco más de 48% contra poco más de 40%. Así también es el clima que se vive en el bunker del Frente de Todos: alegría y serenidad por la certeza del triunfo, pero no euforia. Las sonrisas se iluminan con el desempeño bonaerense de Axel Kicillof, que mantuvo una diferencia de 14 puntos con María Eugenia Vidal (52 a 38) mientras en la Ciudad de Buenos Aires Horacio Rodríguez Larreta emergió como el gran ganador de Cambiemos, con el 55% contra el 35 de Matías Lammens.
En la Chacarita hay mucho silencio político, y apenas la certeza de comenzar el mismo lunes a definir cómo enfrentar el incendio en el que se encuentra sumergido el país.
Un viejo ciego escribió hace 36 años: “Ahora tenemos el deber de la esperanza”. Nadie sabe cuánto tiempo hará falta para que se apaguen los incendios, ni cuánto para que la esperanza logre ser algo más que una espera, frente a la planificación de la miseria.
Los ritmos de la derrota
El padre de esta derrota es el jefe de Gabinete (y de campaña) Marcos Peña y la madre, la realidad. Y ahí está, sonriente, sentado en una larga tarima, junto con el jefe de Gabinete bonaerense, Federico Salvai, y el ministro de Espacio Público porteño, Eduardo Macchiavelli; los tres de camisa clara y sin corbata. Apenas han transcurrido quince minutos desde el cierre de los comicios cuando Peña ya pronuncia la palabra “balotage” y aconseja esperar hasta el escrutinio definitivo para conocer los resultados finales, ya que la diferencia, anticipa, es “muy finita”.
No fue necesario.
Minutos después de las 22, el derrotado presidente, Mauricio Macri, llamó por teléfono a su rival, Alberto Fernández, para reconocerle su triunfo. La foto que se distribuyó a la prensa, donde se lo ve sentado, apoyando el brazo en un escritorio, saco azul, pantalón gris, la sacó Peña.
Fueron casi cuatro horas de silencio oficial, que en el bunker de Cambiemos de Costa Salguero se vivieron con la mirada clavada en los celulares y la música intentando mover los ánimos.
“Por qué no te decides a entregarme tu corazoncito”, canta Maluma mientras los organizadores reparten unos inflables largos como bastones y de colores variados, que pocos agitan cerca del escenario, que se transformó en el único espacio desde el cual decidió dar mensajes el oficialismo derrotado.
El primero en ocupar ese podio es el vice jefe de gobierno porteño, Diego Santilli, escoltado por su esposa, Analía Mariorana, a la que agradece primero, al igual que luego lo hará con la suya el único ganador-orador de esta noche, Horacio Larreta, reelegido en su cargo con más del 55% de los votos. Larreta exhibe como trofeo a su otrora competidor, Martín Lousteau, para ilustrar así su intención de convocar a todos los candidatos rivales para “trabajar juntos por una ciudad mejor”.
“Dale pelado, no pares nunca más”, canta Vilma Palma por los parlantes.
Luego, es el turno de la derrotada gobernadora María Eugenia Vidal, luciendo jeans, pashmina color manteca y tono afectado. Arranca felicitando por el triunfo a su competidor, Axel Kicillof y concluye aludiendo a Dios, quien le habría encomendado este descanso “para que recupere fuerzas” en su lucha contra “el narcotráfico y la defensa de la educación pública” (sic). Completa: “Las urnas no matan los sueños, en todo caso nos dicen que este no es nuestro momento, que tenemos que mejorar.» Antes de abandonar el escenario, abraza uno por uno a todos los funcionarios que la escoltan.
“No perdamos más el tiempo y dejemos el pasado atrás”, canta en los parlantes el grupo Meteoro.
El tema se titula “Vamos a decirnos la verdad”.
Entonces, sí, el que ocupa el centro de la escena es el derrotado presidente Mauricio Macri, para admitir el triunfo de Fernández. Elige hacerlo con un tono relajado, contando que lo llamó por teléfono y lo invitó a desayunar este lunes a las 8.30 en la Casa Rosada para “comenzar una transición ordenada”. Define luego cómo será la oposición que ejercerá –“sana y constructiva”- y con una sola y ambigua frase se refiere a lo que allí realmente pasa: ”Es una noche de emociones especiales”.
A su lado, el derrotado candidato a vice, Miguel Ángel Pichetto, lo escolta con las manos en los bolsillos y la mirada, al piso.
Para el cierre, el derrotado Presidente escoge un enigma: “Esto recién comienza”.
Y eso es todo.
Macri elude a la prensa para evitar la pregunta que todos aquí se hacen.
Una pregunta urgente, incómoda, necesaria.
Una sola.
¿Qué va a pasar con el dólar este lunes?
La respuesta se conoció después –anuncio de corralito cambiario, mediante- cuando el bunker ya está vacío y con la pantalla del escenario fija en una enorme y blanca palabra: “Gracias”.
* Por lavaca.org