¡Directo al choque! Empleo y salarios en el transporte de la provincia de Córdoba
La situación del sector del transporte que involucra a sindicatos, empresa, usuarios/as y todos los niveles del gobierno parece no tener solución en el corto plazo. Mientras aumentan los despidos y cae el salario real, el precio a pagar por el servicio es cada vez más alto. Desde fines de 2015 hasta junio de 2019, el precio del boleto urbano aumentó un 236%, mientras que el salario mínimo lo hizo en un 123%.
Por Observatorio de Trabajo, Economía y Sociedad (OTES) para La tinta
El pasado viernes 9 de agosto el Observatorio de Trabajo, Economía y Sociedad (OTES) publicó un nuevo informe sobre la provincia de Córdoba. Esta vez no fue un análisis general, sino que fue específico del sector de transporte de pasajeros y pasajeras, y del boleto urbano de la ciudad de Córdoba. El objetivo fue destacar su situación en el marco del conflicto actual, que comenzó hace unos meses y que tiene implicados a los sindicatos, la empresa, los usuarios/as y todos los niveles del gobierno, y que parece no tener una posible solución en el corto plazo.
Los hilos detrás de la producción
Quienes analizan el mundo del trabajo y de la producción, sus conexiones y el proceso de producción, tanto a nivel sectorial como global, coinciden en que existe un continuo movimiento de bienes, servicios y trabajadores y trabajadoras en la economía nacional y mundial.
En este sentido, algunos han visto que los sectores de trabajadoras ligadas al transporte y las comunicaciones poseen una «posición estratégica» debido a que pueden parar múltiples ramas de la producción al mismo tiempo, ya sea por no transportar trabajadores y trabajadoras, o por no trasladar bienes de un lado a otro. Muestra de esto es que, cuando se dan paros generales convocados por las centrales sindicales, no da lo mismo en su impacto si a este adhieren o no los sindicatos de transportes en general. Lo mismo se podría decir del impacto que generan esos propios sindicatos cuando convocan a acciones por reclamos salariales o mejores condiciones de trabajo.
El último gran conflicto de la rama de transporte de pasajeros/as que se vivió en la ciudad de Córdoba y en la provincia en 2017, dejó paralizada a gran parte de la población y la producción. Por ello, el conflicto aún sigue resonando en la dinámica y situación actual del servicio y de quienes diariamente hacemos uso del mismo.
A partir de las constantes quejas de usuarios/as, el pedido inminente de ERSA de iniciar proceso de quiebra, y porque entendemos que viene siendo uno de los sectores más perjudicados en la provincia, desde el OTES, buscamos mostrar algunos datos que nos permitan comprender mejor qué pasó y está pasando en el sector.
Empleo, salarios y boleto: ¿quién paga las gomas pinchadas?
Las principales conclusiones del informe muestran que, desde el cuarto trimestre de 2015 hasta el tercero de 2018, el número de empleos asalariados privados registrados del sector de transporte de pasajeros/as de la provincia de Córdoba se redujo en 921, pasando de 15.028 a 14.107. En 2016, fueron incorporados 45 trabajadores y trabajadoras, mientras que, en 2017, se despidieron 621 y 345 en el 2018. Este sector representa el 2,6% del total de empleo de la provincia.
Por otra parte, la pérdida de salario real, desde noviembre de 2015 hasta diciembre de 2018, fue de 23,26%. En consecuencia, durante este período, los trabajadores y trabajadoras del sector perdieron $87 mil pesos cada una (a precios de diciembre de 2018).
Pero no solo se están despidiendo asalariadas y cae el salario real, sino que también el precio a pagar por el servicio es cada vez más alto. Desde fines de 2015 hasta junio de 2019, el precio del boleto de transporte urbano de la ciudad de Córdoba aumentó un 236%, mientras que el salario mínimo lo hizo en un 123%.
Este resultado es producto de que el salario mínimo pasa de $5.588 a $12.500 y el boleto de $8,32 (con subsidio al usuario) a $28. La cantidad de boletos que se pueden comprar con el mínimo, vital y móvil cae desde los 671 llegando al valor de 446 por mes.
Los últimos aumentos aprobados por el Concejo Deliberante, en noviembre de 2017 y 2018, incluyeron un polémico artículo que habilitó al Ejecutivo a realizar aumentos por decreto (una vez por año), salteando el trámite legislativo. Así, en junio de 2017 y 2018, el boleto se aumentó haciendo uso de esa potestad. Con esta modalidad, se buscaba evitar los problemas que surgían cada vez que se proponía discutir un aumento.
Una parada, para tomar envión
Si bien la dinámica y el desenlace del conflicto no parece mostrar buenos augurios para las trabajadoras y usuarias del transporte, el empresariado y los gobiernos (en sus distintos niveles) tampoco pueden resolver sus tensiones. La lucha por los subsidios en un marco de ajuste y recesión general está trabando la posibilidad de que se resuelvan esas disputas.
Este pequeño respiro que tenemos por el momento, hasta que se busque aumentar el boleto, nos da tiempo a que podamos encontrar soluciones a los desencuentros entre laburantes y usuarios/as.
Los paros suelen dejar a pie y sin muchas opciones más que pagar un taxi o remis a los usuarios/as. Esto, sumado al fuerte deterioro de las condiciones de vida a causa de la inflación, hace más difícil aún llegar a fin de mes y pensar estrategias. Pero esto no debe inmovilizarnos, sino que debe ser una fuente para pensar en cómo podemos fortalecer esa alianza. Un nuevo «Boletazo» puede encontrarnos unidas, fuertes, ensayando formas de transporte alternativas, acompañando los reclamos de las laburantes y con capacidad de frenar la suba del boleto; o todo lo contrario. Esperemos que la opción que prevalezca sea la primera.
*Por Observatorio de Trabajo, Economía y Sociedad (OTES) para La tinta. Imagen de portada: Colectivo Manifiesto
