El dolor de ya no ser
Crónica desde el búnker de Cambiemos en Costa Salguero: cómo se vivió y sintió la paliza desde adentro. Las preguntas y las respuestas más calientes. Y el dato de una escuela en Merlo que lo dice todo. Fotoreportaje de Nacho Yuchark.
Por Claudia Acuña para La Vaca
Primero, nos manda todos a dormir. Después, enfrenta a la prensa.
Primero, en el escenario y con un discurso breve, sin globos ni baile, porque va al grano: “Perdimos por mucho”.
Después, respondiendo a un puñado de preguntas, sorteadas como en todas las conferencias, repite que la derrota es contundente, como lo es su gesto, difícil de definir porque, aun estando a apenas veinte centímetros de su cara, lo único que se percibe es el rostro inescrutable de alguien que tiene que explicar aquello que no sabe o no comprende. “El viernes todos creíamos que íbamos a hacer una buena elección. Eso decían todas las encuestas, ¿no?». La frase, dicha acá y ahora, por quien preside esta difícil Argentina, funciona como una explicación de esos resultados que, como confiesa luego, duelen.
—¿4, 8, 10?
—Más de 10, precisa el Presidente.
Silencio.
A su lado, María Eugenia Vidal mira el suelo. Y al lado de Vidal, la vicepresidenta Gabriela Michetti mueve la cabeza de arriba hacia abajo. Michetti sostiene ese gesto, también inescrutable, tal vez como apoyo de las palabras que pronuncia el Presidente, tal vez como forma de hacer algo más que estar ahí, imperturbable como el resto que, en modo estatua, se mantiene durante toda la conferencia, quizá la más difícil desde que esa fuerza política irrumpió en la escena electoral.
El más tenso es el momento de la agencia Bloomberg, especializada en el punto más sensible para los gobiernos: los mercados financieros.
—¿Qué medidas va a tomar el gobierno mañana para enfrentar este resultado electoral y calmar a los mercados?
Silencio.
Elecciones y dólar: esa es la cuestión.
No está explícito, pero a eso apunta la pregunta: a obtener ya, ahora, en plena conmoción, una señal.
La respuesta del Presidente deriva la responsabilidad a los ganadores de esta noche: “Sabemos cómo la incertidumbre política nos hace daño. Nosotros haremos nuestra parte, ahora tenemos que ver qué hacen aquellos que recibieron un respaldo tan contundente, si hacen algo que señale que están dispuestos a contener”.
¿Es una respuesta política?
Quizá.
Tal vez una admisión: lo que pase a partir de mañana no será sólo responsabilidad del Presidente.
Michetti mueve la cabeza de arriba hacia abajo, aunque no parece que esa sea esa la señal que esperan los mercados.
En tanto, a la izquierda del Presidente, está Miguel Ángel Pichetto: él era la señal. Y hoy está apagada: no habla.
Tampoco habla Horacio Larreta, el Jefe de Gobierno porteño, a pesar de que habían anunciado su propia conferencia de prensa. De hecho, Larreta representa el único triunfo de hoy del oficialismo y así lo pusieron en escena, cuando a las nueve de la noche subió al escenario para expresar el amor que siente por su mujer, su compromiso de salir a las calles a partir de mañana “para conversar con aquellos que no nos votaron y preguntarles qué nos falta hacer” y convocar luego a su compañero de fórmula, Diego Santilli y, por último lucir como un trofeo a su otrora opositor en las últimas PASO, Martín Lousteau. Fue el único momento en el que la escasa concurrencia pudo cantar “Sí, se puede”.
El resto fue impotencia.
Un funcionario bonaerense acepta acercarse a la valla que separa público de periodistas –la forma en que la organización garantizó que sólo hablen con la prensa los funcionarios designados a tal fin- y en momentos en que las cifras estaban ausentes: una hora que allí duró como un aliento contenido demasiado tiempo. El funcionario comparte los datos que tiene: “En el interior de la provincia, apenas paridad; en el conurbano, paliza; en Capital, menos de lo que se esperaba”.
Silencio.
Luego, entre sorprendido y perplejo, cuenta algo, apenas un detalle que lo dejó en ese estado de sonrisa nerviosa y mirada alucinada:
—Acabo de escuchar a un fiscal de Merlo decir que en esa mesa nadie nos había votado.
Nadie.
Ni un voto.
Es una mesa, es cierto.
Tan solo una mesa.
Y lo explica todo.
*Por Claudia Acuña para La Vaca. Fotos: Nacho Yuchark.