Llenemos el poder judicial de besos tortilleros

Llenemos el poder judicial de besos tortilleros
2 julio, 2019 por Redacción La tinta

El fallo de la jueza Marta Yungano contra Mariana Gómez engorda la lista de fallos nada ejemplares para nuestro presente donde los abusadores de niñes están libres y el gatillo fácil y la criminalización de travestis son moneda corriente. En un contexto de avanzada de las ideas neoconservadoras, como, por ejemplo, de grupos antiderechos que abogan por la existencia de una “ideología de género”, un fallo así es un guiño a sociedades que quieren disciplinar y castigar las relaciones sexoafectivas disidentes.

Por Redacción La tinta

¿Quién sos, Marta? ¿Qué ejemplo querés dar castigando a los besos tortilleros? Nosotras somos profesionales de la educación. Lesbianas que enseñamos sobre Educación Sexual Integral (ESI) y seguiremos enseñando que el abuso de la policía es violencia institucional. En cambio, vos sos una buena alumna de una sociedad lesbodiante.

Por el reconocimiento de las identidades sexuales

“Parece que Karina es torta”
“Agus, la profe es como vos. Le gusta la empanada árabe”
“Hablamos a los jóvenes sobre ESI, pero que no se sepa que la profe Moni es la esposa de Karina”

En la sociedad patriarcal, no ser heterosexual es motivo de sospecha policial. En las escuelas, puede ser motivo de burla. Lo sabemos por los fragmentos de frases que escuchamos, como pequeño mosaico de realidades que invisibilizan, moldean y disciplinan a nuestras sexualidades e imaginarios. La discriminación y el maltrato a la comunidad LGTTBIQ+ son ahora, con la ESI, temas a enseñar. Y no para quedarnos sólo en una pedagogía de la crueldad, sino para visibilizarlas en su máximo sentido positivo.

A diferencia de otros contenidos escolares, la ESI parte del reconocimiento de las personas en su integralidad. Se dice que es una educación “para ser” más que “para hacer”. Toda subjetividad contiene una puerta que abre al deseo y al placer. Las reconozcamos junto con los derechos humanos y los sentimientos, como base del trabajo pedagógico.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Y… ¿quién enseña de sexualidad? ¿Quién nombra a las lesbianas en la escuelas? Docentes, maestras, directoras. Sin embargo, ellas parecen ser “neutrales”, “asexuadas”. De la sexualidad de ellas, no se habla. Muchas escuelas y aulas aún siguen habitadas por educadorxs que enseñan para modelar los cuerpos y comportamientos según estereotipos sexuales dominantes.

Sabemos también que las escuelas han educado en sexualidad desde sus inicios, no sólo por medio de reducidos contenidos de enseñanza, sino a través de rutinas escolares, expectativas de comportamiento hacia mujeres y varones, regulaciones mediante normativas sustentadas sólo desde representaciones sociales sobre el cuerpo y los contactos afectivos. Es decir, no hay normativas explícitas que digan cómo los cuerpos deben circular, ordenarse y dividirse de modo binario. Sin embargo, ya lo hemos naturalizado en el uso y en la distribución que hacemos de los espacios de la escuela. En la utilización y clasificación de los baños y en el modo de armar la formación. No hay normativas explícitas que regulen la demostración de los vínculos sociales y afectivos entre estudiantes y docentes, pero nos molesta cuando son demasiado demostrativos. Residuos de la sexualidad como tabú que mutan a la paranoia sexual.

Guacira Lopes Louro, pedagoga brasileña, habla de los “guiones invisibles” que van dejando marcas en cada unx de lxs que están en la escuela: “Lenguaje, currículos, normas, investigaciones, metodologías de enseñanza, teorías, materiales didácticos, procesos de evaluación son, ciertamente, “lugares” de las diferencias de género y sexualidad (así como de diferencias étnicas o de clase). Son instancias constituidas por esas distinciones y, al mismo tiempo, sus productoras”. Los discursos habitan los cuerpos y dejan marcas que, muchas veces, implican padecimiento para lxs sujetxs. La ESI debe complejizar qué entendemos por sexualidad y abrirse en su sentido político, que es el poder decir que todas las identidades sexo-genéricas tienen derechos.

val flores, escritora activista de la disidencia sexual tortillera feminista heterodoxa cuir masculina maestra prosexo, en diálogo con La tinta, afirmó, en relación a esas características, que “son términos que más que definir mis identidades o confesar algo, por el contrario, marcan posiciones y operaciones políticas y epistemológicas”.


Le pedimos una reflexión final para cerrar la nota y aquí sus palabras: “En la criminalización del beso de una lesbiana masculina, en el desacato de Mariana al orden heteronormativo, se escuchan otros gritos, se sienten otros nombres, se encienden otros besos… porque hay una memoria lésbica chonga y disidente, y sabemos que hay otras silenciadas, que hubo otras castigadas. Entonces, como una maestra lesbiana masculina, exijo que ni en el feminismo ni en los medios ni en la educación se invisibilice y censure nuestra erótica masculina infantil y adulta, porque borrar esta diferencia es negar la distribución diferencial de la (in)visibilidad y vulnerabilidad, e ignorar cómo el poder represivo y judicial se ensaña sobre cierto espectro de eróticas de género que asumen las identidades lésbicas».


“Insto a ocupar las calles, los tribunales, las redes y las aulas con nuestros cuerpos, teorías y besos tortilleros. Por una pedagogía del fuego y una defensa ardiente y no pacífica de nuestros besos… porque, para lxs proscritxs del género y la sexualidad, en cada beso nos jugamos la libertad”, concluyó.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

*Por Redacción La tinta.

Palabras claves: Educación Sexual Integral, Lesbofobia, Lesboodio, Mariana Gómez, Valeria Flores

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