Una Rosa para la primavera por venir #3: Rosa Luxemburgo en Argentina

Una Rosa para la primavera por venir #3: Rosa Luxemburgo en Argentina
28 mayo, 2019 por Redacción La tinta

“No hay insulto más grosero o calumnia más infame contra la clase obrera que la afirmación de que las controversias teóricas son sólo una cuestión para ‘ácadémicos´’. (…) Únicamente cuando las amplias masas trabajadoras empuñen el arma afilada y eficaz del socialismo científico habrán naufragado todas las inclinaciones pequeñoburguesas. (…) Entonces será cuando el movimiento se asiente sobre bases firmes”.
Reforma o revolución, 1900, Rosa Luxemburgo.

“Una Rosa para la primavera por venir” es nuestro pequeño aporte para que el canto de Rosa Luxemburgo no se deje de escuchar e incomode a quienes queremos pensar y construir mundos nuevos hoy, como ella lo hubiera querido. Este canto está plasmado en su tumba con la firma de un “Zwi-zwi”, haciendo referencia al sonido de un pájaro que anuncia la primavera por venir.

Rosa Luxemburgo (1871-1919) fue una mujer que combinó pensamiento y militancia de una manera admirable, fue marxista, feminista, ecologista, internacionalista y una llama que encendía (y enciende) grandes debates en todos los movimientos revolucionarios, sociales y sindicatos a los que concurría o con quienes establecía una relación.

En el aniversario número 100 de su femicidio, desde La tinta, agradecemos a quienes nos brindaron sus conocimientos en los temas que decidimos desarrollar en este dossier. En el mismo, debatiremos sobre su importancia para la historia del socialismo; formación política y pedagógica; debates para las luchas actuales en Argentina; los aportes a los feminismos; la crítica de la economía política para entender el desenvolvimiento del capitalismo; y las formas organizativas de la clase trabajadora.

Con esto, no esperamos más que promover una serie de debates necesarios que ayuden a recolocar a Rosa y su legado en el lugar que siempre le ha correspondido: al lado de las inagotables y variadas luchas de los oprimidos y oprimidas del mundo para la primavera por venir.


Una Rosa para la primavera por venir #3: Rosa Luxemburgo en Argentina

Por Adrián Piva para La tinta

Rosa Luxemburgo pertenece a ese grupo de grandes dirigentes e intelectuales europeos que, en las primeras décadas del siglo XX, renovaron el marxismo. Al lado de Hilferding, Lenin, Bujarin, Trotsky, etc., fue parte de una generación de jóvenes que asumieron el reto de comprender las aceleradas transformaciones del capitalismo de la época, lo que implicaba desarrollar la teoría marxista. A diferencia de Kautsky -que enfrentó el desafío revisionista de Bernstein afirmando que nada había cambiado-, Lenin, Rosa Luxemburgo, Trotsky, eligieron el camino de la crítica simultánea del revisionismo y de la ortodoxia. Capital financiero, imperialismo, desarrollo desigual y combinado, etc., –fueran cuales fueran sus límites para explicar la realidad, los que se evidencian más de 100 años después– fueron categorías construidas para dar cuenta del nuevo terreno en el que se desarrollaba la lucha de clases y la acción revolucionaria. Y era tal la novedad que era necesario repensar y transformar la táctica, la estrategia y la organización.

En Huelga de masas, partido y sindicatos, una idea anima todo el desarrollo: la revolución rusa de 1905 puso de manifiesto que la huelga de masas es la forma histórica del proceso revolucionario. Esta tesis generó multitud de debates, pero algo subsiste más allá del status histórico de la huelga de masas: las formas de la lucha de clases, los modos en que la revolución se desenvuelve no son un producto artificial de las organizaciones sindicales o políticas, constituyen hechos históricos, construcciones y aprendizajes colectivos. Es difícil sobreestimar la importancia de este principio metodológico para la etapa que vivimos.

Entre fines de los años ’80 y principios de los años ’90, el derrumbe de los “socialismos reales” dio por terminado todo un período histórico, ese que Lenin, Rosa y Trotsky buscaban interpretar en sus inicios. Indicios de esa transformación histórica se evidenciaron, desde mediados de los años ’70, con la crisis del capitalismo de posguerra. ¿Significó ello el agotamiento de una estrategia histórica de la clase obrera? ¿El fin de una forma histórica de la lucha de clases y de la revolución? Rosa Luxemburgo nos dice que la respuesta no puede deducirse ni de una concepción abstracta y ahistórica del proceso revolucionario ni del simple análisis de las transformaciones del capitalismo a nivel mundial. Por supuesto que es necesario estudiar esas transformaciones para comprender el nuevo terreno sobre el que la lucha de clases se desarrolla. Pero la respuesta a aquella pregunta exige el estudio y el balance de las experiencias de la lucha de clases que, desde los años ’70, pero, en particular, desde mediados de los años ’90, se desarrollaron en América Latina, Medio Oriente, Europa. En América Latina, en particular, desde el auge y crisis de la estrategia zapatista hasta el ascenso y crisis del chavismo, pasando por las insurrecciones de principios del siglo XXI que señalan el punto de inflexión entre ambos períodos, la acción sobrepasó a la reflexión y el debate sobre las consecuencias para la táctica, la estrategia y la acción revolucionarias se encuentra estancado, en gran medida, debido a ello.


Sin embargo, afirmar la caducidad histórica de las formas de organización y lucha de la clase obrera, de los modos de hacerse clase obrera en la lucha (de eso nos habla también Rosa Luxemburgo en ese texto) no implica negar la vigencia de elementos fundamentales de la experiencia revolucionaria de las primeras décadas del siglo XX, de aspectos universales de ese proceso de aprendizaje.


Existen múltiples aspectos desarrollados por Rosa Luxemburgo en Huelga de masas, partido y sindicatos, pero retomaremos uno de ellos que resulta especialmente importante para la comprensión de los procesos de lucha y dominación actuales. Rosa Luxemburgo opone dos formas de la huelga de masas: la huelga puramente política o huelga de protesta, y la huelga de lucha que disuelve la separación entre economía y política. La primera puede y suele ser organizada y planificada por las grandes organizaciones sindicales. Organizada de arriba hacia abajo suele ser un ejemplo de disciplina y organización. Pero se agota en sí misma, no da lugar a ningún ciclo de luchas. La segunda, la huelga de lucha, abre el espacio para la irrupción de las masas, para la movilización de los obreros desorganizados. Puede ser desatada por una acción política planificada o por un hecho accidental: el intento de un gobierno de eliminar una conquista, la oportunidad abierta para demandar mejoras en las condiciones de vida. Pero no se agota en la acción que la desata ni es explicada por ella. Da lugar a un ciclo de luchas que, por un lado, pasa continuamente de la lucha económica a la lucha política y de la lucha política a la económica, en un proceso que conduce a una creciente movilización y organización de la clase obrera; y que, por otro lado, transforma cada reivindicación económica en un momento de la lucha política, porque el conjunto de los trabajadores ve, en cada reivindicación parcial, una reivindicación del conjunto de la clase.

Rosa Luxemburgo opone, a través de las dos formas de la huelga de masas, dos formas de acción de la clase obrera: la acción heterónoma e integrada al estado de los sindicatos burocratizados, y la acción autónoma y tendencialmente antagónica al capital y el estado. La primera escinde lucha económica de lucha política, limitando la acción reivindicativa a la esfera económica -corporativa y delimitándola de la acción político–electoral: escinde obrero de ciudadano. Temerosos del desborde de la lucha de masas, los sindicatos burocráticos fragmentan la lucha sindical en una multiplicidad de luchas económicas parciales en las que representan solo a los obreros organizados. De esta manera, descomponen a la clase dividiendo obreros y ciudadanos, organizados y desorganizados, y aún a los organizados en ramas y oficios. La clase solo se recompone a través de la acción heterónoma e integrada de la burocracia sindical. La segunda, en cambio, la acción autónoma y antagónica, unifica a la clase y, por lo tanto, la constituye, al unificar lucha económica y lucha política, al transformar cada lucha parcial en un momento de la lucha general y al movilizar organizados y desorganizados.

No debemos ir muy lejos para entender la actualidad de esos párrafos. El 18 de diciembre de 2017, una lucha parcial, la lucha contra la aprobación de una reforma previsional que modificaba el cálculo de la movilidad jubilatoria, se transformó en un momento de la lucha de toda la clase. Sindicatos y movimientos sociales, activos y pasivos, estatales y privados, organizados y desorganizados confluyeron frente al Congreso Nacional en una concentración que reunió entre 150 y 300 mil personas según los diferentes periódicos. El inicio de enfrentamientos con las fuerzas de seguridad dio lugar a una resistencia de masas que, finalmente, debió ceder frente a la represión policial. A la noche, estallaron cacerolazos en toda la Ciudad de Buenos Aires que concluyeron en una nueva movilización masiva al Congreso que se extendió hasta la madrugada. El impacto político de esa jornada determinó que, a pesar de que la reforma previsional fue votada, la reforma laboral y la reforma previsional más profunda debieran ser archivadas. Sin embargo, en las semanas y meses que le siguieron, la mayoría de los dirigentes sindicales y del personal político de las principales fuerzas de la oposición y del oficialismo redujeron –como señalaba Rosa Luxemburgo- la movilización de masas a una “serie de hechos vandálicos”, condenaron la violencia y canalizaron el antagonismo obrero en “huelgas aisladas de protesta” y luchas parciales salariales inconexas. Dos tácticas para dos estrategias.

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(Imagen: SubCoop)

*Por Adrián Piva para La tinta.


Compiladores del Dossier

Pablo Díaz Almada. Docente FCE UNC. Integrante Colectivo de Pensamiento Crítico en Economía (CoPenCE).

Gonzalo Ávila. Estudiante de Lic. En Economía, integrante del Encuentro de Organizaciones (EO) y del Colectivo de Pensamiento Crítico en Economía (CoPenCE).

Palabras claves: Dossier Rosa Luxemburgo, Reforma previsional, Rosa Luxemburgo

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