“Éramos 15 mariquitas locas que aparecimos en la Plaza de Mayo”

“Éramos 15 mariquitas locas que aparecimos en la Plaza de Mayo”
17 mayo, 2019 por Redacción La tinta

Jorge Giacosa, integrante del Frente de Liberación Homosexual (FLH), reconstruye una historia entre el barro de los mitos y las leyendas ¿Cómo fue el vínculo del peronismo y la diversidad sexual en la década del 70? Del tristemente célebre «no somos putos, no somos faloperos…» que cantó Montoneros, a la reivindicación con Néstor y Cristina.

Por La Tetera

“Que me banquen un pasaje para que yo venga hasta acá para hablar de aquello que pasó hace 40 años, me llena de emoción, porque después de habernos considerado un fracaso, por los pocos que éramos, porque no logramos nada, esta reivindicación que hay en la actualidad del FLH me llena de emoción y lamento profundamente que no esté el resto de mis compañeros para compartirlo”, dice Jorge Giacosa con una voz templada y firme. Las oraciones caen rasgadas sobre el público que intenta reconstruir una historia cuasi olvidada.

El Centro Cultural Que Te Pasa luce lleno, la convocatoria lleva como título “Con los tacos en la fuente”. ¿Había mariquitas en esa histórica plaza de Cámpora? Tuvimos que buscar nuestra historia en los silencios. Pero ahora Giacosa está frente a nosotros y por un momento la historia oficial no nos duele. Un relato lo suficientemente vigoroso se apodera de la sala para iluminar esa porción de los hechos que representan la base de nuestro movimiento.

En la madrugada del 28 de junio 1969 en un pub de Nueva York conocido como Stonewall se produce una revuelta espontánea y violenta contra las razzias policiales que marcarían un hito en la historia de la diversidad sexual, un cambio de paradigma. La diversidad comenzó a enfrentar a un sistema que perseguía a las disidencias con la complicidad de los gobiernos. En la argentina, el 25 de mayo de 1973, cuatro años después, la plaza se vuelve a llenar con la asunción de Cámpora a la presidencia de la nación.


“Me causa gracia que nos vean como héroes, no éramos los maricones que se iban a enfrentar a los montoneros que ocupaban esa plaza, se vivió todo con mucha alegría, fue una fiesta lindísima y nos fue bien. Fuimos 15 personas y en esa plaza había más de un millón. Estábamos ahí a cara descubierta con nuestra bandera que llevaba la consigna ´Para que reine en el pueblo el amor y la igualdad´. Fue la primera vez que un grupo de mariquitas participaba de un hecho de neto corte político”, explica Giacosa frente a una platea que lo sigue con atención.


“Eso fue lo que nos puso a la vanguardia, pero también lo que nos costó la vida como FLH, porque después vino el 20 de junio en Ezeiza con la vuelta de Perón al país y ahí fue todo muy distinto”, explica con un dejo de angustia en la voz, rememorando el tristemente célebre «no somos putos, no somos faloperos…» que inmortalizó Montoneros en aquel fatídico regreso del general al país.

—¿Qué paso ese 20 de junio en el FLH?

—Ezeiza estaba cerrado a muchos kilómetros a la redonda, había que salir caminando desde Liniers. Nosotros íbamos con nuestra bandera, y ahí quedamos muy en evidencia, entonces los de adelante se ponían bien adelante y los de atrás bien atrás. Yo no lo resistí, me fui, no llegué a Ezeiza, era muy fuerte la presión, muy desagradable.

Después de la masacre de Ezeiza, una revista de la derecha peronista llamada “El Caudillo” saca una nota donde dicen que la JP esta infiltrada por homosexuales y drogadictos. A partir de esa publicación, la juventud peronista no encuentra mejor respuesta que ponerse a cantar “no somos putos, no somos faloperos, somos soldados de FAR y montoneros”. Y eso decapita absolutamente toda fantasía de sobrevivir dentro de esa lucha mayor que estaba llevando adelante toda la sociedad. Quedamos afuera, no nos querían ni montoneros, ni nadie.

Así terminan las apariciones públicas del FLH. La agrupación se reabsorbe en sí misma y empezamos a hacer un trabajo más interno y es ahí que empieza a salir la revista Somos.

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—¿Hasta qué año duró tu militancia en el FLH?

—Hasta fines del 74. En el 75 yo me voy a Europa, no me fui exiliado, nunca me sentí perseguido, nunca me puso paranoico el hecho de haber estado en el FLH, sí haber estudiado filosofía y letras, haber tenido contacto con otras organizaciones militantes, figurar en alguna agenda, eso era terrible: uno agendaba números con códigos, alguna cosa te inventabas, había que protegerse de todo.

Pero el tema del FLH nuca se me hubiese ocurrido que era algo que tenía que ocultar, si nunca nadie nos dio bola, nunca nadie nos tuvo en cuenta. Eso es algo que desde la perspectiva de hoy cuesta entender. Éramos 15 mariquitas locas que aparecimos en la Plaza de Mayo y no significamos nada, más que lo que hoy se revindica.


Fuimos punta de lanza y eso es lo que hoy se rescata, teníamos plena conciencia de que nuestra lucha tenía que estar inscripta en una cuestión política mucho mayor que abarcara a toda la sociedad. Sabíamos que la pelea tenía que salir desde la política, pero más allá de eso no tuvimos ninguna trascendencia.


Nuestro caballito de batalla era la derogación de los edictos policiales, las razzias en los boliches gay. Cuando volví del viaje en el 76, el FLH ya estaba disuelto, Perlongher estaba preso, no por su militancia en el FLH, sino por un tema de drogas, al poco tiempo de empezar la dictadura lo largan y se va a vivir a Brasil.

En el año 2014 el Partido Justicialista crea la Secretaria de Diversidad Sexual. De las escasas fotografías que se tienen de esas apariciones públicas del FLH, hay una donde se puede ver su bandera entre todas las demás, ese pequeño tajo a la norma, esa marca, que pasado los mediáticos años 90 de la mano de Carlos Jáuregui y la lucha por los derechos civiles, volvería a revivir bajo otra primavera.

“¿Por qué decidieron acercarse al peronismo y no pensaron en otro espacio político?”, interrumpe una pregunta desde el público, Giacosa responde inmediatamente: “El peronismo es el movimiento político que lleva a cabo cualquier tipo de reivindicación social, las grandes conquistas sociales las ha producido el peronismo”.

La charla termina, la música se levanta en el auditorio y deviene en pista de baile. Se arma la ronda y el porro empieza a circular. Este festejo, esta alegría, es nuestra. Somos putos, somos peronistas. Y al patriarcado ni cabida.

*Por La Tetera.

*Cámara, edición de video y foto: Nico Méndez.

Palabras claves: Frente de Liberación Homosexual, LGBT, peronismo

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El «milagro» de Davos: zarandeos, glitter y cruces

El «milagro» de Davos: zarandeos, glitter y cruces
7 febrero, 2025 por Redacción La tinta

¿Pueden la fe y el folclore transformarse en espacios de resistencia, visibilización y lucha para las diversidades y disidencias sexuales frente a los discursos de odio que circulan y son legitimados por el presidente y sus políticas de Estado?

Por Lucas Leal para La tinta

A Lucía Riba, la primera teóloga feminista que conocí y que, sin saberlo, me hizo pensarme como creyente desde mi propia sexualidad. (2008)

A Susy Shock, la primera trava que conocí cantando zambas y coplas, y a la que escuché decir, por primera vez, que debíamos reapropiarnos de nuestro folclore y resignificarlo. (2010)

Para quienes crecimos en el interior, guitarra y rosario en mano desde pequeños, el folclore y la religión, con sus respectivos guiones, configuraron nuestras subjetividades, cuerpos y deseos, puesto que ―a diferencia de las grandes ciudades― la parroquia o el taller de folclore son los “únicos” espacios de socialización. Nací en un barrio de San Miguel de Tucumán, en una cultura en la que la religiosidad popular con sus misas, procesiones y devociones lo impregnaban todo. Durante toda mi adolescencia, participé activamente de un grupo juvenil en la capilla del barrio. Lo mismo podría decir del folclore, dado que, a los 8 años, aprendí a tocar la guitarra y, tiempo después, a bailar zambas y chacareras. Tardé mucho tiempo en comprender que estas dimensiones no se oponían a mi sexualidad porque ambas sostienen el binarismo y la heterosexualidad obligatoria como única forma válida y legítima de existencia. La Iglesia, por un lado, con sus discursos, doctrinas, rituales, y el folclore, por otro, con sus letras y figuras para la danza, actúan de modo performativo en una repetición que nos hizo/hace creer y pensar que nuestras vidas no valen por no “ajustarse” a esa “norma”. Mensajes tales como que la seducción y el deseo sólo son legítimos entre el varón y la mujer; que el único modelo de familia es heterosexual; que hay roles y modos de comportarse socialmente, y debemos cumplir con ellos por ser varones o mujeres se instalan en nuestras subjetividades desde estos dos dispositivos.

Para sorpresa de muches, sin embargo, algo “milagroso” suscitó el discurso en contra del colectivo LGBTIQ+, los feminismos y la perspectiva de género, entre otras cosas, que Javier Milei pronunció en Davos. ¿Pueden la fe y el folclore transformarse en espacios de resistencia, visibilización y lucha para las diversidades y disidencias sexuales frente a los discursos de odio que circulan y son legitimados por el presidente y sus políticas de Estado? ¿Es posible que estos dispositivos “tradicionales”, que en algún momento invisibilizan nuestras identidades, ahora, resignificados, acompañen la defensa de los derechos que hemos conseguido y que hoy pretenden quitarnos en esta llamada “batalla cultural”?

¡Y se va la primera!

El tradicional Festival de Cosquín 2025, que consuma el ideal del imaginario del folclore consagrando cantores y cantoras, se transformó, en su edición número 65, en un espacio de resistencia, lucha y visibilización de las diversidades y disidencias sexogenéricas.

Cabe mencionar, en primer lugar, la Luna disidente que, por tercer año consecutivo, se llevó a cabo en el conocido “Patio de la Pirincha”. Este espacio autogestivo y colectivo es el patio de una casa (¡el patio de quien conocemos como la Piri!) que fue transformándose, desde el año 2001 a esta parte, en un espacio de referencia para artistes y promotores de la cultura en el que se impulsan proyectos, talleres y espectáculos varios durante todo el año. La Luna disidente nace en 2023 por iniciativa de la Piri, Maxi Ibañez, escritor y poeta, y La Ferni, cantora trans no binaria. Esta noche arcoíris convoca artistes locales y de distintos puntos del país donde, desde el folclore, se celebra y se resiste. 

Algo totalmente “disruptivo” fue lo que aconteció, en esta edición, en el escenario mayor Atahualpa Yupanqui en la plaza Próspero Molina. En la segunda noche, la cantora cordobesa, Paola Bernal, abrió su presentación con una emotiva interpretación de la Canción de cuna para niñxs diversxs, de la artista travesti, Susy Shock. Esta canción aparece en una de sus frases, una plegaria por un mundo más digno y más justo para las infancias.

Días después, en la cuarta luna, la quenista iruyense, Micaela Chauque, dedicó una chacarera a las mujeres y las diversidades. En el escenario, irrumpió el conocido gauche disidente, Legon Queen, quien, junto a la bailarina trans, Valeria Ortega, entre redondas, zapateos y zarandeos, dieron un claro mensaje de resistencia con su mera presencia. El cierre de Micaela fue una verdadera fiesta multicolor con un enganchado de carnavalitos y las banderas del colectivo LGBTIQ+ flameando como signo de reconocimiento y visibilidad frente al odio y la invisibilización. 

La sexta luna contó con dos momentos significativos. Por un lado, la cantante Luciana Jury cerró su presentación con la canción “Las ramas”, de su propia autoría, mientras bailaba una pareja de mujeres y citó a Susy Shock al concluir la misma, con la conocida frase: “Buena vida y poca vergüenza”.  Minutos después, Micaela Vita, cantante del grupo Duratierra, hizo un llamado a reivindicar la memoria en nuestra patria y, entre los nombres de artistes y personas significativas, ante la ovación del público, dijo: “Esta es la patria de Diana Sacayán… de Susy Shock”. Acto seguido, junto al músico trans, Valen Bonetto, interpretaron la chacarera “La del Pueblo” que, entre otras cosas, dice: “Marica, ¿qué hay de la espina que te han clavao en el pecho? Tus alas de mariposa surcando un mundo deshecho; Marica, para cantar, que no se te olvide amar».

Sin lugar a dudas, uno de los momentos más relevantes del festival llegó en la séptima luna, cuando la reconocida cantora, Yamila Cafrune, invitó a compartir el escenario a La Ferni, quien, recordemos, en el año 2021, logró que el festival cambiara su estatuto que reconocía las categorías “voz masculina” y “voz femenina” por una categoría sin distinción de género, denominada “voz solista”. La canción elegida por La Ferni fue “Cantor(a) de oficio”, una bella poesía de Miguel Ángel Morelli que vio la luz en 1976, un contexto complejo y oscuro de nuestra historia si los hubo, en la voz de Mercedes Sosa. La letra pone de relieve la responsabilidad de les artistes en la construcción de un mundo más bello, con la música y la voz como herramientas. El momento culmen de la canción fue cuando La Ferni, con voz vibrante y emocionada, declaró: 

“Nadie debe creer que los, las y les artistas pertenecemos a un mundo extraño donde todo es escenario y fantasía. Les artistas somos hombres y mujeres, y también somos travestis, trans, no binaries, maricas, tortas, bisexuales, identidades sexogenéricas disidentes, legítimas, empoderadas, orgullosas y visibles que, ya sin ocultarnos nunca más, transitamos las calles y los días, sufrimos el sufrimiento de nuestro pueblo y latimos también con su alegría”.

Miro el video y se me pone la piel de gallina. ¿Quién diría que, en pleno 2025, en contexto de fascismos y en tierras cordobesas donde sabemos que existe una clara adhesión a las ideas de La Libertad Avanza, ella, en nombre de todes, nos hizo visibles? ¿Podemos imaginar la potencia que tiene decir y sostener en ese escenario, en el que aparentemente sólo tienen lugar el binarismo, el amor romántico con sus mitos y las performances normativas del género, que las identidades disidentes somos legítimas, empoderadas, orgullosas y visibles?

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Imagen: La Voz.

¡Y se va la segunda!

La jerarquía de la Iglesia, cuyos discursos y prácticas habitualmente se vinculan como contrarias a las diversidades y disidencias sexuales, tomó por sorpresa a la sociedad toda cuando, el 30 de enero, pudo leerse en redes sociales el comunicado de la Arquidiócesis de Mendoza por medio de la Pastoral de la Diversidad Sexual, que expresa su profunda preocupación “ante discursos que consideran al antirracismo, al feminismo y a la lucha por los derechos de la comunidad LGBTIQ+ como un cáncer que hay que extirpar«, señalando que dichas expresiones «promueven la discriminación y la violencia contra minorías» y resultan “alarmantes y contrarias a los valores evangélicos”. El comunicado expresa, sin titubeos: “No podemos ni debemos permanecer indiferentes ante estas manifestaciones de odio. Podemos tener diferencias de opinión o posicionamientos, pero nunca debemos dejar de abrazar y acompañar, desde los principios evangélicos, a las personas que integran estos colectivos, especialmente, a quienes son más vulnerables y marginados. Con estas palabras, la Arquidiócesis de Mendoza manifiesta su adhesión a la marcha antifascista y antirracista del 1° de febrero, e invita a la comunidad a sumarse al esfuerzo de construir “una sociedad donde nadie sea excluido y donde prevalezcan el amor, el respeto y la solidaridad”. Cabe mencionar que Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, permite la posibilidad de cambio con el nombre autopercibido para personas trans en las actas de bautismo oficiales y afirmó, recientemente, su preocupación ante «la desmesura de algunas afirmaciones que están apareciendo en discursos locales», alertando sobre el riesgo de retrocesos en derechos conquistados por consenso social.

A la contundencia de este comunicado, se sumó la Pastoral Social de la diócesis de Merlo-Moreno, afirmando que “rechaza enfáticamente las declaraciones discriminatorias y violentas del presidente Javier Milei en Davos”, dado que “estas expresiones que legitiman el odio, la persecución y estigmatización hacia las mujeres y personas del colectivo LGBTIQ+ vulneran los derechos humanos elementales y desconocen los marcos legales internacionales con rango constitucional en Argentina”. Continúa el comunicado: «En repudio a sus dichos; adherimos, convocamos y acompañamos la marcha que se realizará el día 1° de febrero de 2025». La libertad, se afirma, es con dignidad y justicia social, con y para todos. 

Otro gesto institucional provino del arzobispado de Buenos Aires, liderado por el arzobispo Jorge García Cuerva, quien expresó su malestar por la colocación de vallas en torno a la Catedral Metropolitana en la jornada de la movilización, ya que, desde agosto de 2023, se había decidido quitar las mismas sin que se hayan recibido ataques o agresiones por parte de manifestantes de ese tiempo a esta parte. Sin embargo, y tal como lo expresa el comunicado, el 1° de febrero, la catedral apareció vallada aún cuando, la tarde anterior, se expresó la negativa ante la consulta. El comunicado sostiene: “El Arzobispado de Buenos Aires quiere expresar que la imagen que hoy brinda la iglesia mayor no fue por decisión eclesiástica y a todos vuelve a reiterar su convicción de que nada se construye con el odio y la división ni dando expresiones subrepticias de ello por medio de signos externos (…) reiteramos el compromiso de la Iglesia católica en esta Ciudad de Buenos Aires de acompañar a todos sin hacer distinción alguna y de abrir siempre sus puertas para los que quieran seguir a Jesús”.  

¿Podría considerarse hoy a la Iglesia católica y el papa Francisco como nuestras alianzas en este momento? Le pregunté a Eduardo Mattio, docente universitario, con el que compartimos sorprendidos estas noticias. “Así parece”, me respondió. Ciertamente, desde hace un tiempo, el papa Francisco se ha pronunciado como líder de Estado, por ejemplo, en contra de la criminalización de la homosexualidad y ha promovido, en el seno de la Iglesia, la presencia de comunidades creyentes LGBTIQ+. Si bien no podemos negar la historia de oposición y los discursos eclesiásticos que durante siglos nos invisibilizaron, violentaron y marginaron. Pero, en este contexto, ¿no es acaso un bálsamo que, en medio de tanto discurso de odio, una institución como la Iglesia valide y legitime nuestras identidades con estos pronunciamientos? En medio de la violencia estatal, ¿no resulta relevante que Francisco y parte de la Iglesia apoyen, desde su lugar, nuestras luchas y derechos conseguidos? ¿No radica aquí el sentido profundo de la fe y de la práctica de Jesús en la que el amor al prójimo se expresa en gestos concretos de respeto, reconocimiento y valoración de la dignidad de toda persona? Al menos, esta es la Iglesia a la que adhiero y la que deseo. Y, sin lugar a dudas, esta perspectiva tiene que ver con la presencia y la militancia de muchas personas creyentes LGBTIQ+ que, desde dentro de las comunidades cristianas, resignifican las prácticas, los rituales y la doctrina.

 ¡Se acaba!  

Es 1° de febrero. Son las 18 horas. Y en la plaza Próspero Molina se inicia la marcha antifascista y antirracista convocada por el colectivo LGBTIQ+ que se unió, en esta localidad, a la marcha por el agua. Allí, están presentes locales, turistas y muches de les artistas nombrades a lo largo de este artículo. Cuando arrancó la movilización, sonaron las campanas de la parroquia en un claro gesto y señal de apoyo y acompañamiento a lo que estaba por acontecer.

Parece que esta “batalla” recién comienza, porque “resucitaron” en redes sociales y otros espacios esos discursos que vuelven a estigmatizar, patologizar y marginar nuestras identidades, pero, esta vez, legitimados por las palabras y las políticas de quienes nos gobiernan. Lo que nos queda es hacer lo que bien sabemos hacer como colectivo: organizarnos, visibilizarnos, resistir, luchar y crear belleza. Hacer memoria de quienes nos precedieron, hicieron historia y pusieron el cuerpo; habitar todos los espacios (sobre todo, ¡los que creímos que no eran para nosotres, como el folclore y la religión!) y resignificarlos para construir otras narrativas acerca de nosotres. Subamos a los escenarios y altares para contar lo hermoso que es ser quienes somos porque lo que está en juego es la comprensión de eso que llamamos “lo humano” y el reconocimiento, por parte de todas/es/os, de que nuestras vidas son deseables, son vivibles, ¡VALEN! Quizá, hasta que algunes entiendan esta cuestión tan simple, pero, a la vez, profunda, debamos seguir lo que decía la querida Lohana Berkins: «Que digan y piensen lo que quieran de nosotras… pero que no nos nieguen (ni nos quiten, agrego) los derechos que nos corresponden». 

*Por Lucas Leal para La tinta / Imagen de portada: La Voz.

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Palabras claves: Cosquín, Disidencias, Folklore, LGBTTIQ+

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