“En Italia, los inmigrantes viven días terribles”

“En Italia, los inmigrantes viven días terribles”
9 mayo, 2019 por Redacción La tinta

Racismo, explotación y violencia son parte del padecimiento cotidiano que viven los y las inmigrantes en Italia y Europa.

Por Josefina L. Martínez para Revista Contexto

Iside Gjerji es una abogada y socióloga albanesa que reside en Italia desde 1991. Profesora universitaria y especialista en refugiados y políticas migratorias en Europa, es también autora de varios libros, entre ellos, Uccidete Sartre! Anticolonialismo y antirazzismo di un “revenant” (Editore Ombre Corte, 2018). Le preguntamos cómo se entrelazan el racismo, el patriarcado y la explotación capitalista en Italia, un laboratorio de la extrema derecha en el gobierno.

—Al cumplirse nueve meses de la llegada de Salvini al gobierno, ¿qué cambios se han producido en las políticas migratorias y en la situación de las personas migrantes?

—Todos los días y desde todos los púlpitos del gobierno, se lanzan exclamaciones inmundas contra los inmigrantes. Los ministros agitan, gritan, se pavonean… Pronuncian palabras virulentas, convenientes para sembrar el pánico y señalar el chivo expiatorio por excelencia: los inmigrantes. El actual gobierno amarillo-verde (por los colores oficiales de la Liga y el Movimiento 5 Estrellas) ha hecho de la agresión contra los inmigrantes su principal objetivo, en un intento de dirigir contra ellos el odio y el descontento de grandes sectores de trabajadores y de la pequeña burguesía afectada por la crisis. En esto, no hay diferencia sustancial entre la Liga de Salvini y el Movimiento 5 Estrellas de Di Maio. La ley de “sicurezza” –que anuló el permiso de residencia por razones humanitarias, restringió las posibilidades de asilo y acogida, prolongó el período de detención administrativa y reforzó las posibilidades de revocación de la ciudadanía– fue votada por los dos partidos que forman la coalición de gobierno. La decisión inhumana e ilegal de no dejar desembarcar a los migrantes rescatados en el Mediterráneo es también expresión de una política común. Por supuesto, Salvini se atribuye mucho más el mérito de esta agresión organizada contra los inmigrantes, pero el papel concreto del M5S no es menor.

En este clima de persecución, los inmigrantes son cazados, explotados, humillados: viven días terribles. La violencia racista ha sido legitimada a un nivel nunca antes visto en Italia. Pero la Liga y el gobierno actual no han tenido que hacer mucho esfuerzo para esto: las políticas de los gobiernos de izquierda anteriores –los de Renzi y Gentiloni son sólo los últimos– habían allanado el camino mucho antes.

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—En Italia, existe el derecho de ciudadanía ius sanguinis. ¿Qué implica para la consolidación de un sistema de racismo institucionalizado? ¿Y qué papel han tenido los gobiernos “progresistas” en estas políticas de Estado?

—Para tener la ciudadanía italiana, es necesario ser descendiente de un italiano o estar casado con uno. También existe la “naturalización” por razones de residencia, pero ésta debe ser ininterrumpida durante 10 años (sin contar los cuatro años de espera después de la solicitud). Los hijos de padres inmigrantes nacidos en Italia tienen derecho a solicitar la ciudadanía sólo a los 18 años. La ciudadanía italiana se concibe, por tanto, como una cuestión de sangre o como un premio después de un largo trayecto lleno de obstáculos y hostigamientos de todo tipo. Esta ley fue aprobada en 1992 por un gobierno progresista. Actualmente, se excluye cualquier posibilidad de mejora. Las fuerzas progresistas en el parlamento están compitiendo con el gobierno actual para mostrar quién expulsó a más inmigrantes y quién concedió menos ciudadanías.


El ius sanguinis se basa enteramente en un sustrato histórico-político racista y machista. Ha sido un pilar fundamental de las políticas fascistas y coloniales. La construcción de la “italianidad” también ha pasado por las normas sobre el “madamato” (la relación entre un ciudadano italiano y una mujer de las colonias, muchas veces compradas como “concubinas”), que prohibían los matrimonios entre italianos y colonizados, así como por las leyes racistas de 1938. Durante mucho tiempo, tanto las leyes como los tribunales consideraron que la “sangre italiana” era sólo la del padre, excluyendo de la línea de sangre a las madres. Fue necesaria una sentencia del Tribunal Constitucional para superar la evidente discriminación por motivos de género.


—Ha escrito en varios artículos que, en los países europeos, las mujeres migrantes son las “colonizadas internas”. ¿Qué significado tiene ese concepto?

El concepto de “colonización interna” con el que defino a las mujeres inmigrantes fue utilizado por Karl Marx para describir la situación de los trabajadores irlandeses en Inglaterra. Él comparaba sus condiciones laborales y de vida con las poblaciones colonizadas por las potencias europeas. El mismo concepto fue utilizado posteriormente por otros militantes anticolonialistas, como Frantz Fanon y Jean-Paul Sartre, para describir la condición de los inmigrantes en territorio europeo.

Italia migrantes libios la-tinta

Lo que queremos subrayar es el hecho de que, para las poblaciones inmigrantes, se ha construido un espacio colonial en el corazón de Europa. El sistema colonial históricamente fue construido para mantener a los pueblos colonizados subyugados, humillados y sin derechos. El objetivo final del sistema era la sobreexplotación. Las políticas de migración en Italia, así como en Europa, se construyen hoy en día para alcanzar ese mismo objetivo.


Las mujeres inmigrantes sufren una opresión múltiple, aún mayor que la de los hombres inmigrantes: sobre ellas, pesa no sólo el racismo, sino también el machismo. Son las más explotadas de los explotados.


—Esto se percibe en la degradación general de sus condiciones de vida e, incluso, se han detectado nuevas patologías psicofísicas que afectan a las trabajadoras inmigrantes…

La realidad de las mujeres inmigrantes está a la vista de todos: aun teniendo un alto nivel de educación, realizan trabajos no cualificados, son las peor pagadas, las que padecen la tasa más alta de violencia (incluida la violencia sexual) tanto en el trabajo como en el hogar. A menudo, estas áreas se superponen, ya que muchas mujeres inmigrantes tienen que trabajar en los hogares de los italianos para cuidar a las personas mayores y a los niños. En Italia, por primera vez, se ha registrado un síndrome específico que afecta a las trabajadoras inmigrantes: el “síndrome italiano”. Es una forma de malestar psicofísico que experimentan las mujeres trabajadoras inmigrantes en Italia, un malestar que se debe al abuso, la violencia física y simbólica, el racismo, la falta de descanso, la falta de oportunidades y la dificultad para mantener una relación con los niños que quedan en el país de origen.

—La cuestión antirracista o anticolonial ha estado muchas veces ausente en las posiciones de cierta izquierda tradicional, sosteniendo reivindicaciones de clase corporativas en los países europeos. ¿Se puede defender una política de clase sin ser antirracista y antiimperialista?

—Lamentablemente, Italia no es una excepción a esa tendencia: la izquierda tradicional no ha combinado la causa de la emancipación de los trabajadores italianos con el anticolonialismo y el antirracismo. El Partido Comunista Italiano siempre ha sido uno de los sujetos políticos más activos en la campaña para eliminar la memoria colonial en Italia. Pocas personas en Italia conocen las atrocidades italianas en las colonias.

Italia inmigrantes africanos la-tinta

El nacionalismo es también una enfermedad muy extendida en los actuales movimientos de izquierda, incluso en los que se autodenominan anticapitalistas. Como sabemos, esta es una vieja historia que las fuerzas y movimientos de izquierda europeos están arrastrando desde la Segunda Internacional, cuando Bernstein y sus compañeros divagaban sobre las misiones civilizadoras europeas o, incluso, sobre la necesidad de un “colonialismo socialista”.

Hoy, más que nunca, con el capitalismo asentado en todos los rincones del planeta, con crecientes desigualdades, con la explotación generalizada, con la extensión de las guerras y la carrera armamentista, queda claro que ninguna respuesta de clase al capitalismo puede ser eficaz dentro de las fronteras nacionales. El antirracismo y el antiimperialismo deben convertirse en el “pegamento” de las luchas de todos los trabajadores, nativos e inmigrantes, en todos los países del mundo. La solidaridad internacional no es sólo una cuestión ética o humanitaria, es una cuestión a través de la cual se puede y se debe medir la eficacia de cada lucha presente y futura. En resumen, es una necesidad histórica.

—Desde tu punto de vista, racismo, patriarcado, capitalismo, ¿cómo se combinan a comienzos del siglo XXI?

—El racismo, el patriarcado y el capitalismo están entrelazados y se basan en la violencia (física y simbólica), la opresión y la explotación. Hoy, como hace siglos, siempre se combinan de la misma manera: se realimentan entre sí para su supervivencia común y particular.

El racismo y el machismo son elementos estructurales del capitalismo: sin ellos, el sistema no puede construir este mundo de la racionalización sin razón, no puede mantener a las masas subyugadas, no puede reproducir su sistema de explotación. Por eso, no tiene sentido llamarse antirracista y antipatriarcal sin ser anticapitalista.

*Por Josefina L. Martínez para Revista Contexto

Palabras claves: Inmigrantes, Italia

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