Balbuena: rati buchón de la Federal

Balbuena: rati buchón de la Federal
6 mayo, 2019 por Redacción La tinta

La semana pasada los jefes de la División Análisis de la Policía Federal, Alfonso Ustares y Alejandro Sánchez, fueron procesados por infiltrar a un agente en la Agencia Rodolfo Walsh durante 11 años. En una conversación con el periodista Oscar Castelnovo, recorrimos las consecuencias del caso Balbuena, el espía policial que se supo.

Por Débora Cerutti para La tinta

«La mar en coche», uno de mis programas de radio preferidos que sale por FM La tribu está haciendo unos podcasts increíbles. Enlatados, le llamábamos antes a estas piezas radiofónicas que podés escuchar en cualquier momento del día.

Le doy play a uno de los episodios: una entrevista a María del Carmen Verdú, miembro de Correpi, coordinadora antirepresiva que no sólo ha investigado mucho sobre la represión del Estado y los casos de gatillo fácil, sino que está presente ante los casos de criminalización que envuelven a las organizaciones sociales. Escuchándola, la siento de las imprescindibles. Ella trae a la charla el caso de Américo Balbuena, aquel agente infiltrado durante 11 años en la Agencia de periodismo independiente Rodolfo Walsh.

Recuerdo. Empiezo a hacer memoria. Me doy cuenta que hace tiempo no se sabe nada del caso. Pienso lo poco que hablamos estas cosas entre quienes ejercemos el periodismo libre e independiente. Dimensiono lo expuestas que estamos a los servicios de inteligencia estatal. Pasaron cinco años del caso Balbuena.

A los días de escucharla a la Verdú, leo noticias de distintos diarios. Me detengo en una de Página 12, donde dice que dos agentes policiales, Alfonso Ustares y Alejandro Sánchez, jefes de la División Análisis de la Policía Federal, fueron procesados por infiltrar un agente en la Agencia Rodolfo Walsh. Se trataba del famoso caso destapado de Américo Balbuena, que entrevistó a cientos de personas de organizaciones sindicales, estudiantiles, de derechos humanos: el “Pelado” que aparece en más de una foto haciendo reportajes, el que les decía a sus compañerxs que trabajaba en una maderera, el que rompió algo de lo más valioso que tenemos las organizaciones del campo popular: la generación de vínculos de confianza.

Aquel infiltrado del que se supo su existencia, fue la muestra de todo un sistema de inteligencia que se tejía y se teje en la oscuridad. Fue lo que nos puso en situación de alerta. ¿cómo no caer en la paranoia? ¿es posible detectar este tipo de cosas? ¿cómo tejemos lazos de confianza hacia adentro de nuestros espacios ante los miles de agentes infiltrados que sabemos existen en las organizaciones, aunque no sabemos quiénes son y dónde están? Porque si hay algo que sí sabemos, es que pasan los gobiernos, pero las tareas de inteligencia sobre las organizaciones siempre son política de Estado.

Rati basura, vos sos la dictadura

“El agente Américo Balbuena se infiltró en la Walsh con la idea de usarla como trampolín a diversas organizaciones sociales, familiares de Cromañón, de la FUBA, el PO. Prácticamente no dejó títere con cabeza. El trazaba perfiles sobre cada uno de nosotros. Nos dimos cuenta después”, me dice Oscar Castelnovo con su voz grave en el teléfono. Él es miembro de la Agencia para la Libertad, que se centra en temáticas anticarcelarias, antirepresivas y violaciones a derechos humanos. Desde hace un tiempo, tiene prohibida la entrada a cárceles por denunciar en sus notas los crímenes y violencias que allí ocurren.

Su trabajo de periodista estuvo marcado por el paso en la Agencia Rodolfo Walsh y por haber sido uno de los primeros en enfrentarse a Balbuena ante una nota de agenda que el infiltrado publicó: “Balbuena llevaba la agenda de la Walsh y publica una misa de Familiares de Muertos por la Subversión (FAMUS), una organización fascista que hacía misas denunciando a los compañeros que habían participado de la lucha armada contra la dictadura. Ante esa situación yo pregunté quién carajo podía haber publicado la misa de FAMUS en nuestra agenda, es como que en La tinta aparezca un acto nazi y ustedes lo promocionen”, dice Castelnovo. Balbuena le respondió que él lo había hecho: “Estamos en democracia”, fueron las palabras precisas del infiltrado.

La escena siguiente está rodeada de enojo y sangre hirviendo en la memoria de Oscar. No podía creer que un compañero de su agencia, fuera capaz de publicar semejante noticia dando lugar a quienes eran una nefasta creación de la última dictadura cívico eclesiástica militar. Castelnovo enfureció; “La cosa no pasó a mayores porque me agarraron los compañeros y me dijeron ´déjalo, no ves que es Américo´. Como diciendo ´no ves que es el boludo´. Pero todos los boludos éramos nosotros”.

Policía qué vida elegiste vos

Quién iba a sospechar de alguien que era el compañero de banco en la escuela de uno de los miembros fundadores de la Walsh, Rodolfo Grinberg. Quién iba a sospechar de alguien que expresaba voluntad de colaborar en todo.

Es que una de las estrategias del infiltrado era generar la provocación, pudieron comprender los miembros de la Walsh al tiempo de que se destapara la olla: “Lo que estaba haciendo con ese acto, era trazar perfiles a ver quién era el primer gil en reaccionar violentamente. Bueno acá lo tenés”, dice Castelnovo.

Y es que la lógica de quienes deciden ser parte de los servicios de inteligencia, nunca la vamos a dimensionar como así tampoco lo que pasa por sus cuerpos cada vez que deciden mentir y entregarnos. Pero algo de todo ello, tenemos que desentramar, porque en Argentina el Pelado es simplemente la anécdota: “Imagínate, el kirchnerismo le pagó el sueldo durante 10 años porque él entra con Duhalde a la Agencia Walsh, en 2002, pero se queda hasta 2012 para que nos infiltre. Si con aquel gobierno dizque nacional y popular teníamos miles de infiltrados, imagínate lo que será ahora con el gobierno abiertamente fascista de Mauricio Macri y Patricia Bullrich”, manifiesta Oscar.

Vos sos un botón

Los monitoreos de las redes sociales, la persecución, las escuchas ilegales, lo dicho y lo no dicho por el gobierno. Existen miles de Balbuenas socavando a las organizaciones del campo popular. Anticipándose a nuestras acciones. Encarnando personajes que pueden durar años. Al respecto, nos dice Castelnovo: 


“Darío Santillán, ejecutado junto a Kosteki, fue parte de una planificación. No son hechos desvinculados de las tareas de inteligencia. A veces terminan con ejecuciones y a veces con el desmantelamiento de las organizaciones. Hay un trabajo permanente de ellos en esa dirección”.


“Nosotros no estamos dando la respuesta que merece el tema”, dice Oscar y nos ponemos a reflexionar al respecto, y surgen más preguntas que respuestas. Qué hacer ante esta situación en la que una cantidad de información que no podemos dimensionar, es recogida por agentes infiltrados del Estado para incrementar políticas represivas y de control social: “La Walsh no existe más. Esto golpeó muy duro y la agencia dejó de existir. Si bien puede haber sido no el único tema, yo creo, que fue un tema decisivo. Porque empiezan a generarse las sospechas, las culpas, las dudas. Fue nefasto. No tengo poder para saber qué dimensión tuvo en cada una de las organizaciones. Ni siquiera sabemos todas las que infiltró y si tenía algún otro ´camarada´ de inteligencia”.

Hay un caso que trae Castelnovo a la memoria y que resulta más impactante aún que el de Balbuena. Se trata de Raúl Tarifeño que fue denunciado por ser “agente de reunión de información” integrante del Batallón 601 desde los años negros de la dictadura hasta el año 2000. Desde 1983 fue militante del Partido Comunista (PC), a partir de 1991 del Movimiento al Socialismo (MAS) y luego del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) en Neuquén hasta el 2008. Al respecto dice Castelnovo: “Un tipo que parecía más bien actor, con un poder de convocatoria para hablar en los actos, en los cursos. Se hizo insospechable. Una de mis entrevistas más intensas fue con quien estuvo casada con él, Eva, que me decía ´Oscar, yo no sé de quién estuve enamorada, no sé con quién me acosté, no sé con quién tuve tres hijas´. 23 años engañando”.

Nunca seré policía

“Ellos van a límites que nosotros no sospechamos. Todas las fuerzas armadas y de seguridad tienen su espacio de inteligencia destinados a cagarnos la vida. No es un tipo de pelo corto que te dice ´positivo, negativo, masculino, femenino´. Puede ser cualquiera, la florista, el linyera, cualquiera. Nosotros dormimos. Pero ellos no duermen nunca”, afirma Castelnovo.


Los espías civiles de la Federal los llaman los “plumas” y vienen actuando en las organizaciones del campo popular desde hace décadas. Violan la ley de Inteligencia que prohíbe el espionaje interior. Abusan de sus autoridades de funcionarios públicos. Y los más grave de todo: vienen robando información estratégica para desmovilizar y anteceder las acciones de los movimientos sociales.


El desafío que nos plantea este tipo de casos, es poder -como organizaciones del campo popular- hacernos cargo de enfrentar, debatir, ver qué hacemos. “Creemos que estamos en una etapa dizque democrática que no lo es, eso no va a pasar. Y sí, pasa, y con creces”, nos dice Castelnovo.

Lo primero que debemos hacer, nos dice Oscar, es que nos preocupe y nos ocupe el tema, no ignorarlo: “Es como un mecanismo de negación que tenemos. Y ahora está todo facilitado por la tecnología, tenés compañeros que a lo mejor colaboran con vos y ni los conocés”. Juntarnos con nuestrxs compañerxs a tomar mates, a comer, a compartir espacios de trabajo que nos potencien el conocernos: “El trato personal, el conocimiento de las compañeras y los compañeros es una cosa que no se debió haber perdido”, remarca Castelnovo. Que el estado de alerta nos potencie en vínculos de confianza y hermandad. Sin doblegarnos, sin claudicar. Seguimos de pie.

*Por Débora Cerutti para La tinta. Foto de portada: Walter Montes de Oca para Anfibia. 

Palabras claves: Agencia de periodismo independiente Rodolfo Walsh., Alejandro Sánchez, Alfonso Ustares, Américo Balbuena, Infiltrados, Oscar Castelnovo, Policía Federal

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