“La feminización de la política es urgente”
Flavia Freidenberg, investigadora de la Universidad Autónoma de México y autora de diversos libros, lleva años trabajando sobre el modo en que los roles femeninos y masculinos atraviesan el campo del poder y lo público. En esta entrevista, destaca a América Latina como pionera en cuanto a la representación política de las mujeres y a su vez advierte sobre las dificultades que las mismas deben enfrentar en el ámbito político.
Por Carina Ambrogi para La Marea
A 100 años del nacimiento de Eva Perón, la mujer que impulsó el voto femenino, quizá el paso más importante en la inserción de las mujeres en la vida política, analizamos que formas tomó la participación femenina en un ámbito de carácter y predominancia masculino. ¿Cómo transitan estos espacios las mujeres que hoy intentan abrirse camino para ocupar cargos de poder en las estructuras políticas, sociales y sindicales?
Flavia Freidenberg*, investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Autónoma de México, editora y autora de libros como “Mujeres en la Política. Experiencias nacionales y subnacionales en América Latina”, y “Cuando hacer política te cuesta la vida”, con años de investigación dedicados a revelar y sistematizar verdades sobre el tema, nos ayuda a comprender los nudos que se atan en esta de-construcción y re-construcción de los roles femeninos y masculinos, y como atraviesan el campo del poder y lo público.
—Hace algunas semanas la flamante vicepresidenta de España salió al balcón a celebrar el triunfo de su partido en las presidenciales con una camiseta que decía: “Si, soy feminista”. ¿Esta visibilización de la adhesión al feminismo se da en las mujeres con altos cargos de poder en Argentina y el resto de los países del continente?
En las últimas décadas América Latina ha sido un laboratorio clave porque introdujo mecanismos de innovación que no habían incluido el resto de los países del mundo, como la aprobación de medidas de afirmación positiva o la aprobación de la paridad como principio integral.
Esta última logró que se incrementara la representación política de las mujeres de 9 puntos porcentuales en la década de los ´90 -momento en que Argentina se convierte en el primer país en aprobar ley de cupo-, a 30 puntos porcentuales, que es la cifra que brinda hoy CEPAL como porcentaje medio de todos los países de la región. Este 30% pone a la región como puntera en el mundo.
Bolivia es el único país que tiene más mujeres que hombres, con 53 puntos porcentuales, México ocupa el cuarto puesto a nivel global.
Hay que decir que los niveles se vuelven paupérrimos en las localidades o municipios, pero igual ha crecido, hay 8 países de la región que aprobaron paridad en las elecciones generales.
—¿Eso implica necesariamente una feminización de la política?
Hay que poner dos consideraciones al respecto, más mujeres en los cargos de representación no supone más mujeres feministas, y por otro lado, tampoco el incremento a nivel nacional pone más mujeres en el nivel local, ni que esas mujeres tenga acceso al poder real, ni que se las respete en sus cargos de igual manera que a los hombres. Lo que hemos visto con la mayor representación de las mujeres en los cargos es una intensificación de las consecuencias no deseadas, entre ellas el hecho de que se incrementaron las resistencias, las simulaciones o lo que se denomina la violencia política que enfrentan las mujeres cuando quieren ejercer su derecho de representación política.
—¿Qué es lo que más asusta respecto de la incorporación de las mujeres en el ejercicio pleno de la democracia, que genera estas resistencias?
Es la resistencia patriarcal a las condiciones de igualdad. Se activa una formación cultural histórica que reproduce patrones patriarcales de relación entre hombres y mujeres y que está constantemente transmitiendo la idea de que el espacio público debe ser controlado de manera masculina, y el privado predominantemente femenino. Eso transmite una formación cultural que no es particular de un país especifico, lo que varía es la cantidad de personas que la refuerzan, pero eso se reproduce en todos lados. Las mujeres están para asistir incluso en términos políticos y no para acceder al poder.
—Usted señala en uno de sus libros que hay barreras actitudinales que las mujeres en política deben vencer. ¿Cuáles son?
Una mujer cuando quiere acceder a la política primero tiene que vencer el techo de cemento, que son las propias actitudes, creencias e ideas que tenemos de nuestras limitaciones, la idea que nos formaron de hacer cosas que están vinculadas a nuestro género y no al masculino, primero nosotras mismas tenemos que creer que podemos hacerlo. En segundo lugar tenemos que acceder a una candidatura, y para eso romper el techo de cristal que tienen todos los partidos políticos latinoamericanos.
Hemos hecho sobre esto varias investigaciones, en el último libro que publicamos dedicamos dos capítulos que reflejan que si bien en la mayor parte de los partidos la mayoría en la militancia son mujeres, resulta que en las directivas solo el 21% de más de 60 partidos de la región están a cargo de mujeres.
En tercer lugar, si conseguiste la candidatura te enfrentas a hacer la campaña, y resulta que los partidos no te pasan dinero para hacerla y si además los obligaron a ponerte como candidata por la cuota paritaria te dejan sola, no te dan la estructura. Hemos visto como muchas veces mandan a sus madres, hermanas y primas, siempre controladas por ese micro circulo que toman el control el partido formado por hombres o mujeres masculinizadas. Ahora bien, si conseguiste candidatura y estas en campaña se viene la cobertura de medios, que en su mayoría son coberturas sesgadas, estigmatizadas y también reproducen estereotipos de género. El libro mencionado muestra la iniciativa del Instituto Electoral del Ciudad de México, en que se hace un análisis de la cobertura electoral que se realizó en 2015, y muestra que la proporción es 2 a 1, cubren dos veces más las campañas de los hombres que de las mujeres, y cuando lo hacen lo cubren con sesgos de roles.
Por último y una vez que consiguen todo eso y ganan la elección, les ejercen violencia política en razón de género cuando quieren efectivamente ejercer el poder; no les dan información, les condicionan la manera de acceder a los recursos, las obligan a votar por proyectos que ellos presentan, etc. No estoy hablando de las mujeres como víctimas, simplemente señalando los obstáculos que se les presentan. Entonces quienes consiguen superarlo son mujeres excepcionales, por eso en muchos países hemos decidido aplicar las medidas de acción afirmativa, como la adhesión a acuerdos internacionales de protección de derechos humanos. Hay principios de protección internacionales de derechos humanos que hacen que se les obligue a los países a que se incluya la normativa a nivel nacional, todos lo hacen con múltiples resistencias. Aquí en Oaxaca por ejemplo, aprobaron una disposición de cupo para una comunidad de mujeres aborígenes trans, y 17 políticos Oaxaqueños se fueron a presentar violentando la identidad de género y orientación sexual, diciendo que eran trans, cuando en realidad no lo eran.
Así como esta tenemos un montón de resistencias, las mujeres también les pasamos factura cuando no hacen todo lo que esperamos, “se masculinizó y no ejerce como nosotras esperábamos”, se les dice, pero también tenemos que pensar en todas las etapas que tuvo que vencer en un espacio en el que el liderazgo positivo es el de los varones, por lo que muchas mujeres -no las justifico ni las cuestiono, las describo-, han optado por masculinizarse porque era la única manera de mantener el poder, y el movimiento feminista reclama eso . Allí viene también la discusión de cual es la agenda de las mujeres y cuál es el tipo de valores que se debería defender y en eso estamos; en construir una agenda de género que cada vez está más clara.
—¿Cuáles son las estrategias que presentan para alcanzar esa feminización de la política?
Creo que feminizar la política y la sociedad es urgente, entiendo que pueda ser leído en clave ideológica, yo soy académica, no quiero imponer ideología pero entiendo que feminizar la política y la sociedad es una opción, así como los movimientos anti derechos tienen una opción y una estrategia , creo que los laicos y demócratas tiene que tener la suya, y yo hasta que encuentre una palabra más adecuada he utilizado la categorización que se utiliza en ciencia política de feminización, que significa que por un lado hay que erradicar los estereotipos y eso hay que hacerlo desde los medios, desde la escuela y la familia. Hay que educar a los niños en un esquema en el que se les permita llorar y ser débiles, al igual que las mujeres, y hay que enseñar que las niñas también pueden ser fuertes y líderes y que el cuidado debe ser compartido. Esa es una discusión entre las mujeres pero todavía no es una discusión pública. Además de eliminar estereotipos y revisar los parámetros educativos creo que es importante incorporar en el debate a los hombres, y en este debate mostrar que no hay solo un modelo de mujer, que las mujeres son múltiples, que ahora estamos en una sociedad de iguales en que la democracia es democracia si es de iguales e inclusiva. Los medios deben revisar además como están reproduciendo estas maneras de poder.
Creo que hay que apostar por una re-democratización de las democracias latinoamericanas en clave de interseccionalidad y en clave de diversidad. Las mujeres en clave de interseccionalidad están cruzadas por diferentes aspectos que las segrega; mujeres, pobres, indígenas, jóvenes, afro, no hay solo un solo modelo de mujer heterosexual blanca exitosa, ese es un prototipo que vive en los privilegios.
—En Argentina estamos en vísperas de elecciones importantes y falta en la agenda electoral la expresión visible de las posturas de candidatos en reclamos de género. ¿Por qué cree que lo hacen siendo que el feminismo es el movimiento social más importante hoy en el país?
Porque ellos no entienden el valor electoral de esa discusión, no entienden que viven de espalda a las demandas de la ciudadanía, no es solo en Argentina. Me parece muy interesante tu pregunta, señalar esa ausencia de agenda, y ver cómo repercute en el resultado electoral. Yo esperaría que para las próximas elecciones de Argentina hubiera un debate serio en tema de propuestas y políticas que están en ebullición por la marea verde; la discusión en torno a la política pública de un aborto seguro, las políticas educativas en clave sexual, que se forme a los niños y niñas en un conocimiento de su cuerpo y de las relaciones entre hombres y mujeres y otros géneros.
Es una oportunidad histórica que tiene el movimiento de mujeres y la sociedad en general de introducir estos temas y que los partidos tengan que posicionarse en clave de estas agendas, y ahí veremos si son temas puntuales que están articulando la opinión pública o si son producto de divisiones profundas de la sociedad. Insisto, ojalá hubiera un debate público sobre estos posicionamientos que son claves para la re-democratización de América Latina.
*Flavia Freidenberg es Investigadora Titular «B» a tiempo completo del Instituto de Investigaciones Jurídicas, de la Universidad Nacional Autónoma de México. Doctora en Ciencia Política por la Universidad de Salamanca y Máster en Estudios Latinoamericanos por la misma Universidad. Profesora del Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Editora Asociada de Política & Relaciones Internacionales de Latin American Research Review de Latin American Studies Association (LASA).
*Por Carina Ambrogi para La Marea. Imagen de portada: Emergentes