Vacunas sí o… sí
El crecimiento del llamado «movimiento antivacunas» en distintos lugares del mundo ha puesto en tela de juicio la pertinencia de la vacunación. A raíz de estas posiciones, mucha gente ha dejado de vacunar a sus hijxs y el impacto de las consecuencias negativas que eso trae ya se comienzan a sentir.
Por Guillermina Huarte para Enfant Terrible
Hace algunas semanas en Argentina, se dio a conocer, por primera vez en muchos años, un caso de sarampión. En la ciudad de Rosario, médicxs y científicos del Instituto Toxicológico Carlos Malbrán confirmaban que una persona de 36 años la padecía. Lo curioso aquí es que dicha enfermedad se había logrado eliminar de la región luego de más de 20 años de vacunación masiva en contra del sarampión. El último caso en el país se registró en el 2000 y, en el año 2016, se la declaró erradicada.
Como sabemos, hay vacunas que en Argentina son obligatorias. No así en otros países donde el movimiento antivacunas tiene mayor influencia, sobre todo, en los que la vacunación no es obligatoria, sino que está bajo la decisión «autónoma» de lxs adultxs. Sin embargo, tras la noticia del caso de sarampión, el debate de ‘vacunas sí, vacunas no‘ llegó a la discusión pública.
En el programa televisivo de Canal 13 El diario de Mariana, cuya conducción corre a cargo de la mediática macrista Mariana Fabbiani, se invitó a participar del debate sobre las vacunas a los doctores Claudio Santamarina, al Presidente del Hospital Garrahan Carlos Kambourian y al Dr. Eduardo Yahbes, ex Presidente de la Federación de Asociaciones Médicas Homeopáticas Argentinas por otro. La discusión televisada tuvo la intención de mostrar las dos posiciones que hay respecto al tema, pero esto generó un llamado de atención desde distintos organismos de salud y de medicina, ya que, como allí lo explicaron los médicos invitados, decir que no está científicamente comprobado que las vacunas sean efectivas es un grave error, sobre todo, por parte de profesionales de la salud que divulgan información ya declarada como falsa. El Dr. Yahbes afirmó que la medicina y la OMS (Organización Mundial de la Salud) estaba atravesada por la «corrupción para beneficios económicos y de poder». Si bien los otros dos médicos no negaron que existen intereses en organismos como estos, alertaron sobre la cuestión de afirmar que no está comprobado que las vacunas sean efectivas.
A raíz de los dichos expuestos en la televisión, la SADI (Sociedad Argentina de Infectología) sacó un comunicado donde expresaron su profunda preocupación. Con respecto a la puesta en duda de su efectividad, el comunicado dice: «Es indiscutible que, en la inmunización, junto al agua potable, la vacunación es la intervención sanitaria más efectiva y que evita entre 2 y 3 millones de muertes anuales en el mundo por difteria, tétanos, tos convulsa y sarampión, entre otras enfermedades inmunoprevenibles». Aseguran también que «dichos temas deben ser abordados por profesionales que discutan por igual con fundamentos científicos basados en evidencia». Y, por último, apuntan que «la situación actual del sarampión en el mundo es una muestra fehaciente de las consecuencias de mensajes falsos y sin fundamento científico».
El «movimiento antivacunas», ¿de dónde proviene?
El movimiento antivacunas nació tras la publicación de un estudio realizado por el médico inglés Andrew Wakefield. En 1998, la Revista Científica The Lancet publicó dicho estudio donde el médico sugería una relación entre la vacuna triple viral (sarampión, paperas y rubéola) y el desarrollo de autismo en niños a los que se les había sido administrada. Este estudio luego fue declarado como falso tras comprobar que varios elementos habían sido incorrectos y los resultados manipulados. Sin embargo, la retracción formal de la revista y la quita de matrícula al médico inglés no fueron suficientes para frenar el avance del movimiento ya puesto en marcha.
En algunos lugares de Europa, la admnistración de las vacunas queda a disposición de lxs adultxs. Es decir, quienes están a cargo de niñxs deciden si vacunarlxs o no. Las consecuencias de este grave error comienzan a conocerse, enfermedades que padeció la humanidad y que ya habían sido eliminadas por la aplicación de las vacunas volvieron a encontrarse.
¿Decisión autónoma o falta de solidaridad social?
Las vacunas se cuestionan porque, supuestamente, no existen estudios que confirmen científicamente los «efectos colaterales» que causan. Sin embargo, al haber enfermedades muy contagiosas- como el sarampión- que se contagia a través del aire, ¿la vacunación sigue siendo una decisión autónoma o individual? Resulta que si alguien no vacuna a sus hijxs por decisiones personales, creencias, religiones, etc., esto tiene consecuencias más allá. Es decir, se corre el riesgo de contagiar a otrxs. ¿Cuál es el límite de la individualidad?
Un argumento frecuente de personas que no «están de acuerdo» con las vacunas es: «Si lxs niñxs están bien alimentadxs, no necesitan vacunación». No obstante, esta posición también carece de comprobación científica. Por otro lado, esta postura parece ignorar los problemas de alimentación que existen, sobre todo, en lugares como Latinoamérica, donde ni siquiera se cumple con el derecho humano básico y fundamental, que es poder alimentarse. ¿Acaso no hay desnutrición en Argentina? Por supuesto que recurrir al problema de la alimentación para apoyar la vacunación no es ignorar la falta de políticas públicas y democráticas que alimenten a toda la población, sino es reconocer que no es un argumento válido ante la posibilidad de contagiar a otrxs.
Si decimos solidaridad social, no se puede evitar hablar de Cuba. La isla tiene, desde 1962, un Programa Universal de Inmunización. El programa es accesible a toda la población, gratuito, y se garantiza en los vacunatorios de 451 policlínicos del país, donde se involucran los 10782 equipos básicos de salud y más de 50 hospitales. También se realiza vacunación escolar, donde es fundamental el rol del Ministerio de Educación. La aplicación efectiva del programa ha logrado que las Enfermedades Transmisibles no sean la principal causa de muerte en dicho país.
Según datos publicados en Index, Tamara Rendón Portelles da cuenta de que «Cuba ha eliminado seis enfermedades: la poliomelitis, la difteria, el sarampión, la parotiditis, la rubéola y la tosferina. Otras enfermedades se han controlado con tasas por debajo de 0,1 por millón de habitantes, como el tétanos, la H. influenza de tipo b, y la fiebre tifoidea. También se redujeron la morbilidad (número de casos) y la mortalidad en más del 95% de la enfermedad meningocócica, la Hepatitis B y la Parotiditis».
¿Y el Estado Argentino?
Con respecto a las comparaciones antes hechas, es necesario hablar del caso de nuestro país. Argentina cuenta con un Calendario Anual de Vacunación donde figuran las obligatorias y gratuitas, y deberían aplicarse en todos los centros de salud, vacunatorios y hospitales públicos del país.
A pesar de ser gratuitas y obligatorias, profesionales de la salud denunciaron públicamente la falta de vacunas y recursos necesarios que el Estado debería brindar para poder aplicar y administrarlas. Es decir, el vaciamiento que sufrió el sistema público de salud tras la asunción del gobierno de Cambiemos afecta directamente a la vacunación de la población.
Como nada es casual en las decisiones políticas, que el debate vacunas sí, vacunas no esté permeando en algunos sectores tampoco lo es. En este sentido, existe una relación clara entre el avance del neoliberalismo, no sólo en lo que tiene que ver con la eliminación del Ministerio de Salud, el desfinanciamiento en el área de ciencia y técnica- despidos en CONICET, menos becas entregadas, sumado a la deslegitimación de la ciencia y la producción de conocimiento. Sino que también el avance del neoliberalismo se sitúa en otros sentidos: la creciente individualidad, la falta de solidaridad social, el avance de ideas retrógradas-que vienen desde las religiones a cuestionar la ciencia, en muchos sentidos, sin ningún fundamento comprobado científicamente-, las ideas crecientes sobre si la tierra es plana o no, y qué lugar se les da en la sociedad.
En conclusión, hay un Estado que debería garantizar la salud de lxs ciudadanos, en este caso, debería, sí o sí, garantizar la efectiva aplicación de vacunas. Debería brindar toda la información necesaria con respecto al tema para concientizar y educar sobre el tema, y no debería permitir el vaciamiento económico y de producción de conocimiento, para poder contrarrestar el avance de estos antivacunas. Pero, como «Macri nos odia», es probable que garantizar la salud para el pueblo no sea su prioridad.
*Por Guillermina Huarte para Enfant Terrible.