Ovacik: una experiencia municipal y comunista en Turquía
Cooperativismo, derechos de las mujeres garantizados y un proyecto de vida que intenta romper con el capitalismo. Esas son las premisas en el municipio de Ovacik.
Por Anil Baran para La tinta
La municipalidad de Ovacik, localidad de 6.500 habitantes ubicado en la provincia de Dersim-Tunceli (sureste de Turquía), es gobernada desde 2014 por Fatih Mehmet Macoglu, miembro del Partido Comunista. En las últimas elecciones municipales realizadas el 30 de marzo en todo el país, Macoglu se presentó para disputar la alcaldía de la capital de la provincia y triunfó tras obtener un 32,37 por ciento de los votos.
En la oficina del intendente y ahora alcalde, hay un cuadro con una frase que dice: “Soz, Yetki, Karar Ovacik Halkina”, que significa “la autoridad y las decisiones pertenecen a la gente de Ovacik”.
El municipio funciona a través de un Congreso Público, el cual está conformado por todos los vecinos y las vecinas que quieran participar: mujeres, jóvenes, personas con discapacidad, funcionarios, trabajadores; todos tienen un lugar.
Esta especie de Consejo Deliberante prescinde de la figura de un representante político partidario que haga de intermediado entre el pueblo y las decisiones que se toman, ya que funciona en asamblea, con la diferencia de que la decisiones no se toman a partir de mayorías o minorías que surjan del debate, sino que se debe lograr un consenso unánime de los participantes. Y la opinión del intendente es una más.
En Turquía, las mujeres sufren muchas presiones de la sociedad, el Estado y las instituciones religiosas. Pero la gente de Ovacik -particularmente, las mujeres- tienen mayores libertades que en el resto del país. Las mujeres, además, tienen sus derechos asegurados en cada área de la municipalidad y en las cooperativas.
Otra medida tomada por Macoglu fue retirar la puerta de su oficina en la municipalidad, así la gente puede entrar libremente a hablar con él. Además, el intendente no utiliza los automóviles a su disposición y deriva el combustible de esos vehículos para el transporte público. Entre los proyectos del municipio, uno de los que más destaca es la fundación de una biblioteca con diez mil libros que se encuentra abierta las 24 horas.
En el municipio, el transporte público, un medio que utiliza el propio intendente, es gratis. A esto se suma que el agua es casi gratuita. Macoglu declaró que el trasporte, la educación, el agua y la salud forman parte de los derechos humanos de la población.
Cuando el Partido Comunista asumió en Ovacik, la ciudad tenía deudas de gestiones anteriores que fueron saldadas. A su vez, desde el municipio, se comenzaron a publicar tablas de ingresos y gastos para transparentar la economía municipal. La desocupación, que era del 60 por ciento, se redujo impulsando planes para reactivar la economía, la agricultura, la ganadería y el turismo. Este último sector es muy importante, ya que, por año, 200 mil personas visitan la ciudad.
Al mismo tiempo, en Ovacik, existe una cooperativa que produce colectivamente alimentos orgánicos que luego se venden en el pueblo. Las ganancias que genera la cooperativa se utilizan para becas a estudiantes, la producción de semillas y el salario de quienes trabajan.
La geografía de Ovacik pone limitaciones a la producción de alimentos, pero, hasta ahora, la cooperativa pudo sortear esta problemática y continuar con sus labores. Desde ese espacio, también se realizan investigaciones y se brindan cursos sobre la tierra y los alimentos, con el objetivo de fundar nuevas cooperativas. Los campesinos y las campesinas de Ovacik trabajan de forma directa con la cooperativa y la municipalidad.
En el manifiesto que rige a la cooperativa, se deja en claro que el principal objetivo “es crear conciencia sobre el Estado y el capital, que devalúa el trabajo y la naturaleza, revitalizar el centro de producción, asegurar la solidaridad y trabajar protegiendo la naturaleza”.
Desde Ovacik, estiman que, en el actual sistema que rige al mundo, “debemos saber que si dejamos la soberanía alimentaria solo al capitalismo, la comida saludable será un sueño”. En su manifiesto, quienes participan de la cooperativa aseguran que “el capitalismo impone a los productores la semilla, el fertilizante químico, el precio que deben usar y hace que los campesinos dependan de sí mismo. Defendemos la producción tradicional contra la producción industrial en alimentos y ponemos a los productores y consumidores en el centro del sistema”.
A su vez, proponen eliminar a “intermediarios y comerciantes, entregando (la producción) directo al consumidor”. “Defendemos que, de los alimentos consumidos, se deben conocer las condiciones, cómo y dónde se producen –apuntan-. Desafortunadamente, esto no es posible en la agricultura industrial”. Para romper con las dinámicas capitalistas, desde la cooperativa, sólo compran los insumos a los productores de la región.
La producción colectiva, la solidaridad antes que el mercado y el fortalecimiento de los almacenes locales son las prioridades en Ovacik que, según sus pobladores, permite romper con “el yugo de empresas agrícolas multinacionales y supermercados”, que amenazan a los campesinos y a los productores alternativos.
“Vemos el acceso a alimentos saludables y orgánicos como un derecho fundamental al defender una política de precios justos contra las políticas de precios capitalistas. Determinamos el precio de compra y venta de nuestros productos junto con nuestros fabricantes. Nunca pretendemos crear capital. Compartimos nuestros ingresos solo con la comunidad transfiriéndolos a los fondos de la cooperativa”, remarcan desde la cooperativa.
En una reciente entrevista realizada por el diario El Mundo, de España, el intendente Macoglu resumió las ideas que sobrevuelan Ovacik: “En Turquía, el gobierno transfiere fondos a los ayuntamientos para servir a la gente. Hay quien los usa para crear infraestructuras que, a su vez, generen ganancias. Nosotros lo invertimos en un servicio real. Hay necesidades básicas como el transporte o el agua. Si se dejan aparte necesidades extra, se pueden conceder muchos servicios. Creemos que las necesidades básicas no son un bien con el que hacer negocio”.
*Por Anil Baran para La tinta