El mártir que me legó esta boca
Juan Manuel Zarzur nació en Córdoba en el año 1988. Se graduó en el año 2014 en Derecho. En noviembre de 2017 publicó su ópera prima: “La edad del árbol”. En septiembre obtuvo el segundo premio del “Primer Concurso de Poesía Qu Revista”, desarrollado en Buenos Aires. En la actualidad dicta el taller literario: “La música de las letras”, en el Centro Cultural República de Güemes.
Tengo cosas;
para decir de;
la ecclesía;
sangre hebrea derramada;
en llanto de indiada;
aferrada desde las raíces;
al yugo de la tierra;
que amortaja al ladino;
saca ese veneno sojero;
acá hay corteza de algarroba;
están los huesos desaparecidos;
en virtud del sacro fatalismo;
al cual nos condenaron;
por subvertidos
Corcoveamos por dignidad;
y porque sabemos montar al zaino;
que con bosta va marcando el camino;
a otro perro con esas palabras;
corte;
semblante altanero;
espeto ese catre desde el cual;
disparan moral berreta;
porque suscribo a la tinta;
que pelusa lleva por estandarte
Todo vuelve;
desde las velas y las cartas;
hasta sus manos blancas;
y degeneradas;
zarpando la lata en donde nunca debieron
Hubieran virado el timón;
así terminar deglutidos;
por los dragones impostados;
que dibujaron;
en su abyecto mapa plano
Vomito sus galardones;
en su mezquina avaricia;
no conocen de nuestra gambeta corrupta pero leal;
vayan arguyendo la plata;
con la que crearon fundaciones;
para darle anteojos a ciegos;
ahí es donde despliegan;
sus gambetas históricas;
predicando habladurías por derecha;
hajando pueblos por izquierda
Galleguito;
que me diste estos rasgos impostados;
te los devuelvo;
dame lagos y ríos;
dame mares y tierras;
dame tu yugular;
extraída por el sable corvo;
del único santo al que le rezo;
dame tu narcisismo xenófobo;
ahí van las balas;
que mataron a Walter;
Tomá esta falopa;
te la mando en una línea;
de cabotaje;
tabique de mármol;
que veleta sindica criminales;
que piden asilo por justos
Orgulloso de esta mierda;
que me corroe la existencia;
pero no la mata;
orgulloso de la guacha;
que jala base;
refugiando su psiquis;
atribulada;
por la revolución industrial
Solo respetamos;
a las brujas que quemaron;
a la herejía por la cual;
eyacularon sus culpas;
venimos hablando bajo;
no sea cosa;
de que adviertan;
esta flecha que les atraviesa;
el cráneo;
colgando su hipotálamo;
en la mesa chica;
del club de París
Foto: Colectivo Manifiesto