Bar Las Tipas: el ajedrez a la vereda
Sobre la Marcelo T. de Alvear, un bar que funciona como club. La postal cordobesa sobre la Cañada es un retrato legendario: mesas con oponentes concentrados observan tableros de ajedrez, transeúntes espectan, intentando desentrañar las jugadas.
Por Soledad Sgarella para La tinta
Más que Borges, nos gusta Walsh. Y a Walsh le gustaba el ajedrez. Pero el compañero Rodolfo nunca vino a Las Tipas, y menos Borges, quien también -se sabe- adoraba el histórico juego de estrategia. Por Las Tipas, pasaron, más bien, estrellas noventosas, figuras de la bohemia cordobesa y leales habitués del bar que, desde los ’80, es un hito en la ciudad.
Club Social y Ajedrecista
Los bares, esas queridas instituciones, nos congregan a confraternizar. Las Tipas parece tener, además, un férreo interés por la informalidad y por hacer del local -y la vereda- un club social.
Salimos del trabajo y venimos, hacemos un recreo y venimos, volviendo de la facu, venimos. Así comentan los ocupantes de las mesas sin mirar alrededor, sumergidos en partidas de ajedrez que pueden durar horas. Anda por ahí Antonio Nycz, pintor, escultor y poeta, protagonista de las tardes y noches del bar, y autor de los cuadros que son la bienvenida del lugar.
Cuando todavía estaba vivo Bustos Fierro, dice, no el juez, otro de los hermanos, siempre encontraba un rato para hablar de la Teoría de la relatividad y a quién explicársela. Su fotografía, al lado de los acrílicos de Nycz, son un santuario de la amistad.
Con orgullo, también se relata que por sus mesas anduvieron estrellas de los ’90, porque el mítico programa cordobés Telemanías tenía un convenio con el Hotel Mediterráneo. Además de cuarteteros queridos, gente del mundo del espectáculo internacional usaba Las Tipas para locación de sus notas: Gloria Trevi, Vanesa, Menudo, Loco Mía, el Negro Fontanarrosa y hasta Peter Gabriel.
Así es con Las Tipas: las 16 piezas y la relatividad. La estrategia y el arte. Las tácticas y un vaso de vino, o un café. El ajedrez no es azar y no por azar venimos acá, venimos para encontrar a la familia, remata Antonio.
Nos mean y dicen que llueve
Soledad es una de las dueñas y es la encargada del bar. Como riéndose de la obviedad, dice que se llama así por los árboles de la zona, esos gigantes que, desde hace más de 70 años, enmarcan la Cañada y se han convertido, como el mismo bar, en patrimonio de la ciudad y alma del centro cordobés.
Autóctonas del norte del país, las tipas tienen casi 20 metros de altura y, a finales de la primavera, la paisanada cordobesa dice que los árboles “lloran”. Nada que ver, y lejos del romanticismo, ni esos árboles lloran ni ha llovido por la noche: la responsabilidad es de una plaga de chicharras que ataca los árboles, les chupa la savia y nos tira sus restos, mientras sus hojas, heridas, chorrean. Cualquier parecido con la realidad política es pura coincidencia.
El bar es menos antiguo. Fundado por Tito Pastori, desde mediados de los ’80, es lugar de reunión y camaradería.
Históricamente ocupado por varones -como típico bar de pueblo-, el público de Las Tipas está cambiando. Soledad nos dice que hay muchas más mujeres en sus mesas.
Lo que pasa es que, cada vez más, estamos haciendo caer las piezas de la partida.
*Por Soledad Sgarella para La tinta. Fotos: Colectivo Manifiesto.