“Costura es cultura. Un recorrido a través de la fotografía”
En la ciudad de Bell Ville, se inventó, en 1931, la pelota de fútbol sin tiento. Hoy, la confección de las mismas es una salida laboral concreta para muchas personas que habitan los sectores populares de la ciudad principalmente. El fotógrafo Gabriel Orge se acercó en el año 2013 a registrar su trabajo. Conversamos con él y Fabiana Godoy, una de las costureras.
Por Delfina Saab para La tinta
El proyecto “La costura invisible” surge en el año 2013 a partir de la invitación del curador Alfons Hug quien organizó una muestra sobre fútbol global invitando a artistas de distintos países, entre ellos, al fotógrafo Gabriel Orge: «La idea fue abordar el fútbol desde un punto de vista particular, me interesó Bell Ville y el invento de la válvula de la pelota de fútbol sin tiento, y el cómo se producen las pelotas hoy dentro de lo que significa el fútbol en el mundo, el negocio que genera y, por otro lado, estas mujeres en el otro extremo de la economía haciendo las pelotas”, afirmó Gabriel.
Orge nos habló del título del mismo y nos contó que el nombre sugiere “una poética que nos hace pensar en la invisibilización del trabajo que desarrollan estas mujeres y, a la vez, define la técnica que ellas usan para coser los cascos de la pelota”.
Coser pelotas, un trabajo silencioso
Fabiana Godoy tiene 36 años. Es mamá y cose desde los 14 años. Le enseñó su tío, aunque también aprendió mucho mirando: “Él me decía: negra, ¿querés hacer pancitos? y ahí empecé. Los pancitos son los que arman a la pelota. Siempre cocí a la par de él, cosía uno, dos, tres y después armaba la pelota. Así hasta los 18, iba a la escuela, volvía y me ponía a hacer pancitos con él”. Fabiana utiliza la palabra “pancitos” para referirse metafóricamente a lo que hace a la pelota: son pedazos de la tela que tienen forma de panes y desde siempre se los ha nombrado así.
En la cuadra donde vive Fabiana, hay muchas mujeres que cosen, ella nos cuenta que hay máquinas que hoy suplantan sus trabajos, pero que, aún así, hay muchas costureras, porque lo real es que todas hacen cosas distintas: algunas cosen pancitos, otras ponen válvulas. Hay etapas para llegar a la pelota, Fabiana, por ejemplo, se dedica a coser pancitos: “Coser hoy es mucho sacrificio, dejás todo ahí: la columna, la vista, el tiempo, porque una pelota se hace en dos o tres horas, y te la pagan $70, yo me levanto a las 5 de la mañana para poder coser 5 o 6 pelotas, pero no alcanza la plata, ahora no rinde tanto porque hay que coser el doble y sola es un trabajo, yo limpio, lavo los platos, coso, soy una máquina de ir y venir”, afirma Fabiana.
El proceso de encuentro entre la cámara y las mujeres fue lento y sencillo. Gabriel nos contó que, en el registro, siempre intentó respetar la escena y el contexto: “Están trabajando debajo de un árbol, rodeada de niñes y perros, en un estado de concentración máxima para no lastimarse, están en una especie de trance, el sonido del hilo que atraviesa el material tiene una textura muy particular”.
Fabiana, con su mate en mano, nos muestra cuáles son los lugares donde más le gusta coser: “Yo siempre me siento al lado de la ventana de la cocina a coser porque en invierno da el sol, y un día vino Gabi. Soy media timida, me sacó fotos mientras yo cosía, después nos volvimos a encontrar. Él me decía que las mujeres cosen las pelotas para que los hombres lo jueguen, pero yo creo que hace un tiempo las mujeres también están jugando al fútbol”. Orge, al mismo tiempo, recuerda el momento de registro, de hacer las fotos donde las compañeras accedieron sorprendidas, como alguien que va y se interesa por lo que ellas hacen; “Después de un rato, de ir volver a sus casas, nos fuimos soltando y generando un clima distinto en cada encuentro”, afirma Gabriel.
El hecho de registrar la situación da cuenta de cómo la economía se ve atravesada por la cultura, las costumbres y las posibilidades reales de cada persona, aún así, el registro de Gabriel nos muestra cómo, a través de la fotografía, se puede acceder a distintas realidades y usar así la imagen como herramienta política: “El construir un relato poético sobre una situación socialmente compleja quizá pueda ser más efectivo que una denuncia cruda, en este sentido, la fotografía puede ser una herramienta que nos permita sensibilizar, mostrar lo que no está visible.”
En cuanto al trabajo, hubo un momento final donde se proyectaron las imágenes en la fachada de la Casa de la Cultura de la ciudad de Bell Ville. Ambos, Fabiana y Gabriel, afirmaron que fue un momento emotivo, conmovedor. Ese mismo día, al otro lado de la plaza, también se presentaba la “Fiesta de la pelota de fútbol” donde asistieron las empresas que se dedican a confeccionar pelotas de fútbol en la ciudad, en ese marco, la muestra fotográfica de las costureras fue algo inusual. “Hice una intervención en la fachada de la Casa de la Cultura con la idea de ubicar en ese plano simbólico la imagen a gran escala de Fabiana haciendo lo que hace todos los días, coser pelotas”, concluyó Gabriel.
*Por Delfina Saab para La tinta
Fotografias: Gabriel Orge. Trabaja actualmente como fotógrafo y docente en la coordinación del proyecto “Manifiesto Alegría” que ya cuenta con una trayectoria de 19 años.
>Producción en el marco de la Cátedra Libre Ideas Menores. Pensar con los Pies en la Tierra de La tinta.