Turismo comunitario: el hotel recuperado de un pueblo que late cumple
Marcha dialogó con Claudia Díaz, una de las fundadoras de la cooperativa que gestiona desde hace 15 años el hotel del pueblo de Pipinas, una localidad al este de la provincia de Buenos Aires. “Cuando empezamos estaba completamente cerrado, sin agua, sin luz, sin camas, no tenía nada”.
Por Mauricio Polchi para Marcha
Primero, el tren dejó de pasar. Después, cerró la fábrica. La gente se fue del pueblo y las casas quedaron vacías y deshabitadas. El hotel dejó de funcionar, las canchas de fútbol se convirtieron en unos pastizales impenetrables y la pileta, pública, gratuita y gigantesca, estaba completamente abandonada. Era el año 2001 y, con un país roto por la crisis económica y social, Pipinas estaba condenado a desaparecer.
“Nosotros somos criados y crecidos en Pipinas. Nuestros viejos, habitantes de esta localidad, eran obreros rurales e industriales. Y decidimos organizarnos como cooperativa para generar fuentes de trabajo. Lo hicimos mirando el hotel, que estaba en ruinas pero para nosotros era un castillo. Comenzamos en el 2002, nos armamos como cooperativas en el 2003 y en el 2004 la Municipalidad cedió y accedimos a las llaves del predio”, recuerda Claudia Díaz, una de las fundadoras de la Cooperativa de Trabajo Pipinas VIVA. Esa iniciativa desató una ola de esperanza para la comunidad y se convirtió en una postal del renacimiento.
Gestionado por sus propios trabajadores y trabajadoras, el hotel está emplazado en el corazón de Pipinas, al borde de la ruta 36, en el partido de Punta Indio, este de la provincia de Buenos Aires, a sólo 150 kilómetros al sur de la Capital Federal y camino a la Bahía de Samborombón. Con una estructura amplia y una cálida atención, el espacio cuenta con cómodas habitaciones, un servicio de restaurante, servicios de lavandería, conexión a internet y piscina. Sin rejas ni alarmas, entre el silencio y la calma de la naturaleza pampeana, la posada está envuelta por un infinito pasaje de álamos que invitan a caminar y conocer el Museo a Cielo Abierto, un conjunto de murales pintados sobre los pequeños hogares de la zona. El río, a 20 kilómetros, permite disfrutar del Parque Costero, una reserva mundial de Biósfera.
Pipinas nació en 1913 con la llegada del ferrocarril. En 1936 el ingeniero cordobés Marcelo Garlot detectó que el pueblo estaba asentado sobre un imponente yacimiento de conchilla calcárea, que es la materia prima para la elaboración del cemento. Al año siguiente se creó la cementera CORCEMAR. “El pueblo se armó alrededor de la fábrica. El humo salía todo el día de la chimenea y acá hubo unos 3500 habitantes. Sin embargo, ya en 1991, en una época muy similar a la que nos está aconteciendo hoy en la Argentina, CORCEMAR fue adquirida por Loma Negra, su mayor competidor. Después Loma Negra hizo un boicot para sacarla del mercado y en una década la vació y la cerró. Y también cerró el barrio CORCEMAR, una zona donde vivían más de 70 familias”. En esa época el hotel estaba completamente cerrado, sin agua, sin luz, sin camas ni colchones.
“Cuando empezamos a trabajar en este proyecto decíamos que Pipinas era como una comunidad después de un desastre natural. En esos tiempos estábamos todos muy destruidos, con muchas problemáticas de desocupación. Además Loma Negra tuvo una tarea importante en provocar el cierre de la fábrica y en afectar la psicología de la comunidad. Todo el tiempo mintió, prometió que iba a reabrir y eso nunca pasó”, rememora Claudia.
“Nos diferenciamos de la definición de ‘pueblo fantasma’ porque siempre hay personas o familias que se quedan y resisten. Por eso decidimos que son ‘pueblos que laten’. En ese marco posterior al 2001, observando las experiencias de las fabricas recuperadas y del movimiento cooperativo, adquirimos el formato pero con una orientación al turismo. Y con una propuesta distinta, de turismo comunitario, garantizado, hecho y planificado por la gente del lugar. Ahora el pueblo esta fortalecido, con más habitantes, somos 1200, el hotel está en pie, cumpliendo 15 años y con un proyecto enorme de cara a los próximos años y con el espíritu intacto”.
*Por Mauricio Polchi para Marcha.