Cuba: Revolución en materia de género
Las discusiones actuales en Cuba sobre diversidad sexual no son ajenas a la sociedad. El debate cruza la isla y genera ricas polémicas.
Por Verónica Cabido y Gonzalo Fiore Viani, desde Cuba, para La tinta
“Este fenómeno de las mujeres en la revolución es una revolución dentro de otra revolución”
(Fidel Castro)
La participación de las mujeres cubanas en la política
Desde sus inicios en la década de 1950, el proceso revolucionario cubano contó con la participación política de las mujeres. Esto se consolidó con el triunfo de la revolución y numerosos cargos fueron ocupados por cubanas. Si bien en un comienzo el porcentaje de mujeres en cargos públicos era notablemente inferior al que ostenta en la actualidad, llegando solo al 15 por ciento en 1975, ese porcentaje fue ascendiendo con el transcurso de los años hasta llegar a casi un tercio en 1999.
En la actualidad, los últimos comicios celebrados en la isla en 2018 se destacaron por la amplia participación de mujeres como candidatas. Según declaraciones a Prensa Latina de la secretaria general de la Federación de Mujeres Cubanas, Teresa Amarelle, la nueva legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular quedó constituida por 322 mujeres entre sus 605 miembrxs. Esto significa una composición del 53,2 por ciento, lo que transforma al parlamento cubano en el segundo en participación de mujeres en el mundo.
No obstante los grandes avances en materia de equidad que se desarrollaron de la mano del proceso revolucionario, la desigualdad de género continúa presente en la isla y se manifiesta en expresiones de violencia simbólica y verbal.
Sin embargo, numerosas son las instituciones que se proponen combatirla. Por ejemplo, la histórica Federación de Mujeres Cubanas (FMC) fundada por la guerrillera revolucionaria Vilma Espín en 1960, el Centro Oscar Arnulfo Romero (COAR) y el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), a cargo de Mariela Castro, el cual desde 1989 pasó a depender del Ministerio de Salud Pública, logrando convertirse, a pesar de las resistencias, en un organismo estatal.
Con el objetivo de erradicar la violencia verbal y el acoso callejero, en Cuba se lanzó la campaña “Evoluciona”. Tomando como base la ilustración darwiniana que grafica la evolución humana, el cartel de la campaña muestra a un hombre volteando hacia atrás en la cadena evolutiva para decirle algo a una mujer que pasa caminando. La imagen es acompañada por una leyenda dirigida a interpelar a los varones a evolucionar: “El acoso atrasa”.
Quizás podamos afirmar que hoy avanzar hacia el hombre nuevo que proclamara la revolución, exige necesariamente abandonar viejas prácticas de violencia machista. Quizás el auténtico revolucionario, aquel que en palabras del Che es capaz sentir en lo más hondo cualquier injusticia, es hoy quien puede percibir la injusticia que encierra la existencia de relaciones sociales opresivas contra las mujeres, las personas trans y la identidades y sexualidades disidentes.
En materia de derechos sexuales y reproductivos es interesante señalar que el aborto en Cuba ya estaba despenalizado antes de 1959. La ampliación de derechos que trajo consigo la Revolución lo consolidó como un derecho, garantizando su gratuidad y libre acceso en establecimientos de salud pública. Todo esto en el marco de fuertes y sostenidas políticas en materia de derechos sexuales y reproductivos, que garantizan el reparto gratuito de métodos anticonceptivos y su precio accesible. Esto también ha contribuido a que, gracias al acceso a métodos de protección y programas de educación sexual, la tasa de infección de VIH en Cuba sea la más baja del Caribe.
Diversidad sexual: los errores no son la revolución
David: Pero yo estoy aquí. Y él también está aquí. ¿Por qué no puede ser revolucionario?
Miguel: ¡Porque la revolución no entra por el culo, chico!
(Diálogo extraído de la película Fresa y Chocolate, de 1994. David defiende a Diego, su amigo gay, ante Miguel, ambos miembros de la Juventud Comunista Cubana)
“Lo que quiero decir es que es lamentable pero comprensible que se cometan errores (…) Los errores no son la Revolución, son una parte de la Revolución, pero no es la Revolución, ¿entiendes? (…) Yo estoy convencido de que algún día va a haber comprensión para todo el mundo. Si no, no sería esto una Revolución”.
(Fresa y Chocolate – 1994)
Si bien la igualdad de género estuvo en la agenda revolucionaria desde sus inicios, la situación para el colectivo LGBTIQ+ fue distinta. Históricamente, fueron víctimas de violencia y persecución, fueron denunciadxs y en algunos casos recluidxs en centros de salud por considerarlxs enfermxs.
La homolesbotransfobia institucionalizada implicó que la homosexualidad, el lesbianismo y la transexualidad sean consideradas desviaciones incompatibles con los principios de la Revolución, tal como grafica el diálogo mantenido por David y Miguel, miembros de la Juventud Comunista, en la célebre película cubana Fresa y Chocolate.
Durante los primeros años de la Revolución se adoptaron medidas dirigidas contra la comunidad LGBTIQ+. Esta situación persistió durante toda la década de 1970, hasta que en 1979 la homosexualidad fue despenalizada. A partir de ese momento, comenzó a ser aceptada como una orientación sexual válida, y a lo largo de las décadas de 1980 y 1990 se fue dando una apertura paulatina que dio lugar al reconocimiento de derechos a favor de las personas homosexuales.
La figura de Mariela Castro ha cumplido una función primordial en el avance hacia el respeto, aceptación y reconocimiento de derechos de las personas LGBTIQ+. La militante por los derechos LGBTIQ+ en Cuba, política y psicóloga especializada en sexología, es la directora del CENESEX y su rol fue fundamental en las luchas de esos sectores LGBTIQ+, quienes lograron visibilidad y conquistaron derechos en los últimos años.
Un hecho histórico que da cuenta del cambio cultural logrado en la isla fue que en 2013 por primera vez una persona transexual ocupó un cargo público, cuando la enfermera Adela Hernández fue elegida como delegada por sus vecinxs en Caibarién, en la provincia de Villa Clara.
Si bien actualmente las relaciones entre personas del mismo sexo son legales, los derechos reproductivos y de adopción conjunta para parejas del mismo sexo no están garantizado por el derecho cubano, como tampoco el acceso igualitario a la unión civil o matrimonial. No obstante, esta situación ha sido objeto de discusión en el marco de la reforma de la carta magna.
En los últimos días, la noticia respecto a que el proyecto de reforma constitucional finalmente cerraba las puertas al matrimonio igualitario, rechazando categóricamente la unión entre personas del mismo género, alcanzó una difusión que no logró conseguir la posterior noticia que la desmentía, aludiendo a que se trataba de una fake news. Actualmente, en el proyecto se define al matrimonio como “una de las formas de organización de las familias”, que se funda en “la igualdad de derechos (…) y capacidad legal de los cónyuges”. Así, refiriéndose a los “cónyuges” sin especificar el género, sigue estando abierta la posibilidad al matrimonio igualitario en Cuba, abandonando la vieja concepción tradicional de la anterior constitución, que definía el matrimonio como la “unión entre un hombre y una mujer”.
En El Mejunje, el primer club nocturno LGBTIQ+ ubicado en la ciudad de Villa Clara, aprobado por el entonces gobernador de Santa Clara y actual presidente Miguel Díaz-Canel, se produjo la siguiente conversación con dos jóvenes cubanos de unos veinte años, un intercambio de palabras improbable, pero cuyas probabilidades de producirse aumentan exponencialmente a medida que alguien se adentra en este país absolutamente extraño para los cánones occidentales:
—¿De dónde son?
—Argentina.
—Ahhh, el país de Jorge Luis Borges…
Los jóvenes, estudiantes de letras y ejemplo de la vasta formación cultural e intelectual del aparato educativo cubano, no paraban de hablar sobre literatura, pero también sobre política y lo que ellos consideraban debía ser el futuro del país. Un futuro que, sin dudas, deberá pasar por una sociedad abierta, libre de prejuicios y discriminaciones hacia las diversidades de todo tipo, en consonancia con lo que se debería esperar de un proceso revolucionario en el siglo XXI.
Sin duda, gran parte de los errores del pasado han sido corregidos, lo que evidencia la capacidad de transformación del proceso revolucionario y su constante vocación de autocrítica. A pesar de los avances en materia legal y el acompañamiento de estos cambios por parte de la sociedad cubana, siguen quedando desafíos y deudas para con los sectores LGBTIQ+. Si bien actualmente hay más aceptación, sigue habiendo discriminación en distintos ámbitos y aún hay trabajo por delante.
El persistente rechazo a las diversidades sexuales y de género se traduce en prácticas discriminatorias que siguen presentes en la sociedad cubana, y exige no cesar en la lucha por la igualdad, la cual constituye un pilar fundamental de la Revolución. En palabras de Fidel Castro: “Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos”.
*Por Verónica Cabido y Gonzalo Fiore Viani para La tinta