Solo unx sabe el dolor y el placer de ser lo que es: «Como mujer negra sé cómo defenderme porque aprendo desde que nazco»
Carmenza Rojas, artista y activista colombiana por los derechos de las mujeres y disidencias negras e indígenas, en diálogo con La tinta reflexiona sobre la interseccionalidad y el reconocimiento de la ancestralidad como clave para la transformación social.
Por Cin Musso para La tinta
Nacida en las tierras colombianas del Chocó, Carmenza de 31 años, se define como una “chococaleña” con ascendencia y mezcla de razas: negro, blanco e indígena. Trabajadora Social, bailarina, co-creadora del Encuentro de Mujeres «Vulva Libre». Directora Ejecutiva de la Fundación Mareia y fundadora de los Encuentros de danzas afro liberadoras “De Útero a Útero” por Colombia y el mundo. Una activista inclaudicable que apuesta al arte como vehículo social transformador y a la recuperación histórica ancestral para el reconocimiento de la identidad social y colectiva.
Ahora estamos en el Campus de la Facultad de Humanidades de la Universidad de La Plata, sentadas en una mesa redonda bajo un árbol, en el marco del 4to Encuentro Latinoamericano de Feminismos, ELLA. Hay mujeres y feminidades por todas partes. Sus orígenes son diversos y sus identidades también. El paisaje no parece circunscribirse a Argentina, no por lo menos a la blanca, homogénea, heteropatriarcal y cristiana que ese “ser de la patria” construyó a fuerza de negación y exterminio; de conquista y genocidio dxl distintx. Acá hay diversidad y disidencia. Se respiran tensiones, colores y texturas.
Bambazú (el nombre artístico de Carmenza) habla conmigo y gesticula ampliamente. Su acento colombiano es una invitación a la danza y su mirada firme y directa el llamamiento a la reflexión incómoda y profunda.
Un puente entre los mundos
“Vengo de Colombia, del Pacífico colombiano específicamente. Nací en el límite con Panamá, la costa y crezco en Cali, es decir, crecí en una comunidad blanca mestiza siendo la única negra. Por eso no me cuesta relacionarme, sé que hay muchas compañeras a las que sí, a mí no”.
Su historia y crecer en un contexto de diversidad, le permiten tener afectos hacia la cultura blanca mestiza y sentir la profunda responsabilidad de construir perspectivas críticas. “Tuve que sortear todos los días de mi vida los racismos inmersos, innatos, ocultos, disfrazados, evasivos… todos”. Confiesa que al hacerlo dejó de estar en el movimiento negro y fue centro de críticas propias y ajenas sobre su toma de posición. “Pero entendí que hay otras compañeras dando esa lucha y que somos muy pocas las que estamos en el otro lado haciendo ver también lo que nos pasa”. Un fuerte y doloroso proceso personal que la llevó a desmembrar muchas partes suyas. Un camino que compartido con compañeras dispuestas a darlo todo.
La rebeldía organizada
Lideresa de la Fundación Mareia (colectividad de investigación étnica, de género y sonoro-corporal), Carmenza Rojas cuenta que camina junto a otras y otres desarticulando la colonización y llevando Feminismo, educación artística y arte transformador por la Costa Pacífica a comunidades que no lo tienen porque son excluidas sistemáticamente.
Sobre ella, sus compañeras y compañeres proclaman que “somos batalladoras de nosotras mismas”, que no paran nunca aunque a veces quieran y necesiten hacerlo. Sobre la colonización expresa la necesidad de profundizar en los procesos de deconstrucción ya que ser negrx no implica estar problematizadx per se, dice. Esta fundación nace junto con otras organizaciones y en conjunto con su coequiper Natalia, con quien trabajan también en Vulva Libre, una iniciativa que es un encuentro, desde el cual comparten con otros como el Encuentro Latinoamericano de Mujeres Negras, Copartes, Fondo de Mujeres del Sur y el ELLA en sus últimas dos ediciones en Cali y La Plata. Este año también participaron del Encuentro “Plurinacional” de Mujeres con sede en Trelew.
Al contarlo ríe y hace un guiño con sus manos para marcar irónicamente las comillas al decir “pluri”. Sobre la articulación con otros espacios y encuentros Latinoamericanos expresa que hay una necesidad de articulación mayor. No como sumatoria sino con el objetivo de compartir, diseñar y a co crear juntas y juntes.
Reconocer de dónde venimos para saber quienes somos
Con una sonrisa amplia y pícara, hace una propuesta. Se trata de que cada persona tenga un diario íntimo y que en él escriba sus experiencias. Al finalizar juntarlos a todos para descubrir “que tienen las mismas miradas, y entonces nos vamos a dar cuenta que lo más grande que tenemos es una gran ignorancia, y vamos a estudiar por nuestra cuenta… porque nosotras no podemos detenernos en eso, ustedes tienen que alcanzarnos, y al alcanzarnos tienen que retroceder en los caminos que a ustedes les dijeron que tienen que ocupar”.
No es fácil escucharla, sus palabras son claras y encarnan el espejo de lo espantosamente vivo que la mirada hegemónica se niega a reconocer. Toda su negritud se extiende hacia mí con sutileza y profundizando lo expuesto anteriormente me dice “la pregunta entonces es si ustedes quieren que existamos, porque es más fácil extinguirnos… porque mientras existamos las vamos a seguir jodiendo, solo con nuestra presencia las vamos a seguir haciendo ver que el mundo no es el proyecto de etnocidio concreto aún pero que está. Es un asunto de vida. No entienden porque no les pasa”. Lo más cercano que puede sucedernos para que lo entendamos, dice, es volver a vivir en dictadura, cuando a las personas las desaparecían y las mataban por pensar diferente. “A mi me matan y me exterminan por ser negra”.
Etnocidio: un proyecto macroeconómico planificado
Habló de la exclusión social, la pobreza y la marginalidad presentadas como una realidad dada, pero que parten de un modelo de mundo creado intencionalmente desigual. “Es una estrategia macroeconómica”, expresó, haciendo referencia al colonialismo y al extractivismo natural y cultural.
“Tus riquezas se basaron en nuestras pobrezas, tus grandes edificios, tus grandes castillos, tus grandes mierdas se edificaron y se siguen edificando en nuestras pobrezas, en nuestros exterminios, en nuestros destierros. No es que el mundo sea inequitativo porque sí, es porque lo creaste así y tanto fue tu necesidad de crearlo así que te inventaste la categoría raza, la categoría género y estableciste roles. Mujeres, negras, indígenas y pueblos originarios estamos en la posición de sostener la mierda que te inventaste. Hasta cuándo no sé, tal vez lo mejor que nos podría pasar es que decidamos matarnos todos al mismo tiempo a ver qué van a hacer”.
El exterminio de la fuente de la vida
Frente a la perseverancia de la perspectiva colonialista en el mundo exclamó: “Que se acabe nuestra música, nuestras comidas, nuestras espiritualidades, nuestros conocimientos, nuestras letras, nuestras universidades que además fueron las primeras. Todo a lo que han puesto un nombre europeo encima, a ver si eso prefieren, porque más extractivismo ¿hasta dónde? ¿hasta cuándo?”.
Toda su cabellera ruluda acompaña el movimiento de su cuerpo y el tono de denuncia en su voz. “Están exterminando a quienes tenemos una conexión directa con la naturaleza, un montón de gente sin espiritualidad buscando de donde coger, por eso matan como matan. La gente aprendió a matar, pues que más… nos toca. Pero, si nos ponen a elegir, nuestros pueblos nunca van a elegir la guerra… pero si nos ponen a defendernos sabemos cómo hacerlo, estamos entrenadas para eso” y exclama “nos quieren ver como máquinas sangrientas, salvajes, sin embargo somos las fuente del conocimiento de la espiritualidad de la vida, como las mujeres”.
La interseccionalidad como semilla
“Yo siento que somos como la semilla de algo que tal vez no vamos a alcanzar a ver. Cada una tiene que elegir qué semilla ser”. En ese sentido profundiza que hay muchas que en el movimiento no son semilla, son cosechadoras, abonadoras o preparan la tierra. Hay muchos lugares para participar activamente en la construcción de lo que se está gestando, que aunque no se sepa bien qué es viene de la necesidad de vida del pueblo negro. Y enfatiza “nos están exterminando, no podemos quedarnos ahí viendo que todo pasa, que nos están matando, con la boquita callada. Entonces desde ese lugar hay que hacer, acompañar y estar también bajo la defensa de nuestros derechos sexuales y reproductivos, eso como mujeres todas, pero acompañar también esas disidencias de esos cuerpos que no se quieren reconocer bajo un concepto de género”. En este sentido plantea la interseccionalidad como una herramienta concreta capaz de dar cuenta de las identidades diversas que habitan el tejido social, exponiendo los diferentes tipos de discriminación y desigualdad de oportunidades.
Feminismo Latinoamericano
Carmenza hace hincapié en la urgencia de mirarnos desde la diferencia. De reconocer nuestros orígenes y recuperar nuestras ancestralidades como pueblos latinoamericanos. Al nombrar al Feminismo Latinoamericano “me sale mierda de la boca”, dice. Expresando la incapacidad de reconocimiento que atraviesa hacia adentro al movimiento. “Todos hijos de la misma conquista y colonia paupérrima, esclavizante, atróz, genocida, etnocida” y agrega: “Es demasiada responsabilidad para un solo gremio, por eso estamos hablando de interseccionalidades”. Reconoce en este proceso su última esperanza y con firmeza subraya que “si nosotras y nosotres no dejamos que estas narrativas lleguen y nos atraviesen entonces ¿quiénes?”.
¿Como caminar juntes?
Ríe y con ironía me responde que podría hacer un ABC para responder a esa pregunta en cada encuentro. ¿Como caminar juntes? Sin más exclama: “Mujeres ¿quién nos ha dicho a nosotras cómo tenemos que sobrevivir ante un mundo racista? el mundo racista también es el suyo”.
Se reconoce la paciencia en su tono de voz. Por un momento imagino a cada una de nosotras explicándole a un varón que a lxs mujeres y disidencias nos violentan, nos matan y nos violan todos los días. La analogía me da escalofríos a la vez que me empuja a ver.
“Yo como mujer negra voy a saber cómo me voy a defender porque tengo que aprender desde que nazco, no tengo opción. Vos como mujer blanca mestiza pues primero, por favor, ni te reconozcas blanca. Que tu tono de piel sea claro y obedezca a un patrón de blanqueamiento eso es tu problema, que tus ancestros sean blancos también, pero como lo decíamos, la eva mitocondrial pues es africana y no parte que los africanos, somos todos negros. Las personas tienen que posicionarse desde lo que quieren vivir y lo que no quieren vivir. Si vos en tu vida has sido racista has reproducido el modelo hegemónico, estás cagada, porque estás desconociendo a todos los demás. A todos esos inmigrantes que vinieron a cumplir con una misión de blanqueamiento y exterminio, entonces ¿desde qué lugar te estás posicionando? Reconozcamos que esta pureza, pues, no es pura. Y si lo es, es pura mierda, porque es pureza de genocida. Vos querés ver si te reconoces desde allí… frente a cómo me tratas eso es tu responsabilidad. Frente a cómo me dejo tratar es la mía. Si en ese camino nos entendemos, brutal, y si no, ya lo volvemos a decir, nos vamos a matar”.
*Por Cin Musso para La tinta / Fotos: Cobertura Colaborativa ELLA 2018.