El futuro espera atrás y el pasado se ve adelante

El futuro espera atrás y el pasado se ve adelante
12 diciembre, 2018 por Redacción La tinta

Con una programación colaborativa y una perspectiva interseccional, del 7 al 10 de diciembre, se llevó a cabo el 4to Encuentro Latinoamericano de Feminismos – ELLA – en la ciudad de La Plata. Durante esos días, más de 2500 mujeres y disidencias debatieron acerca de los desafíos de los Feminismos frente a la avanzada de los gobiernos neoliberales y fascistas en América Latina y el Caribe.

Por Cin Musso para La tinta

Bienvenidas todas y todes, las lesbianas, travas, negras, indígenas, blancas, mestizas, campesinas, urbanas, villeras, putas, gordas, con VIH, discapacitadas y con capacidades diferentes. Bienvenidas todas, dice Dríade Aguiar, activista de la red Fora do Eixo y Midia Ninja, Brasil, y Mariana Iacono, referente nacional de la Comunidad Internacional de Mujeres Viviendo con VIH Sida, dando comienzo a la apertura del 4to ELLA.

Este Encuentro nació en Belo Horizonte, Brasil, en 2014, con la participación de 100 personas de 8 países. Al año siguiente, se trasladó a Bolivia, donde participaron más de 300. En 2016, confluyeron en ELLA LATAM donde 8 países realizaron ediciones nacionales y generaron Movimenta: Foro de Mujeres Políticas. En 2017, se extendió a Cali, Colombia, con la participación de más de 1000 mujeres y feminidades. Este fin de semana, llegó a la ciudad que gobierna María Eugenia Vidal con un profundo desafío, generar desde el Encuentro la construcción de un movimiento latinoamericano, feminista y disidente que incluya a todos los cuerpos y a todas las voces del continente.

Con la fuerza aplanadora de la Marea Verde que expresó en las calles la lucha por el derecho a decidir y como antesala al Encuentro Nacional de Mujeres 2019 con sede en La Plata, ELLA viene a dejar semillas para cultivar la plurinacionalidad y la interseccionalidad. Una mirada de apertura necesaria y urgente para reconocer nuestras diferencias, prácticas y privilegios en un mundo colonialista, capitalista y patriarcal.

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(Imagen: Emergentes)

Al grito de “madres de la plaza, el pueblo las abraza”, una ovación recibe a Estela de Carlotto en las inmediaciones del polideportivo, ahora rebautizado “paraíso orgásmico”, donde se realizará la apertura. En caravana, compañeres ingresan bailando al ritmo de la murga y ocupan el espacio con todos sus colores. Una iniciación eufórica e histórica con miles de mujeres y feminidades provenientes de 20 países y Pueblos Naciones Indígenas. Un grito multiplicado y disidente de Latinoamérica toda que hizo vibrar por más de cuatro horas al edificio de la Facultad de Humanidades de la Universidad de La Plata.

Arriba del escenario, Estela de Carlotto cuenta emocionada “nos llamaron locas los genocidas y dijeron: déjenlas caminar que son mujeres. Miren lo que son las mujeres, miren lo que somos”. Con 88 años, se apoya en su bastón y dice que las Madres lo usan porque nunca se arrodillaron.

La presencia de los Pueblos Originarios en resistencia se materializa en las voces de las mujeres indígenas. Habla Ivana Huenelaf, activista mapuche-tehuelche, que, el pasado 9 de noviembre, fue absuelta de una causa armada y plagada de irregularidades, torturada, golpeada y amenazada por las fuerzas de seguridad cuando fue detenida mientras acudía a la Comunidad Pu Lof en solidaridad, después de una represión en enero de 2017. Afirma que, hace más de 500 años, vienen usurpando nuestros territorios. Por eso, empezamos a levantar la voz, para denunciar a Benetton que tiene más de un millón de hectáreas, a Lewis, a este sistema genocida y ecocida, a Monsanto y a Bayer que se están apoderando de nuestras semillas y no se lo vamos a permitir. Tenemos que empezar a caminar juntas, seamos plurinacional, multicultural, multipensamiento. Habemos muchas culturas tejiendo esto que nos enseñaron nuestras ancestras para que empecemos a fortalecernos, porque es solo mirarnos y reconocernos nada más.

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(Imagen: Emergentes)

Un pañuelazo espontáneo se ve entre las gradas. Los nombres de Lucía Pérez, Johana Ramallo, Diana Sacayán, Marielle Franco, Berta Cáceres y Milagro Sala son solo algunos de los que suenan como bandera con emoción aguerrida. En español y en portugués, la declaración se corea multitudinariamente: “América Latina va a ser toda feminista”.

Reconocerse en otrx diversx

Banners, carpas y banderas forman parte de la primera impresión del recorrido visual al llegar al campus universitario. El Encuentro crece en diversidades a medida que llegan compañeras y compañeres durante todo el fin de semana. En un cartel escrito en rosa con letra cursiva colgado de un árbol, reza la frase: “en este campamento, hay muchas identidades. Preguntar cómo nombrarnos es una linda forma de conocernos”.

El “Mercadito” se monta en los bordes del acceso principal con puestos de medicina natural, pañuelos, comidas, ropas, serigrafía y artesanías. El aula 103 es la sede de cobertura colaborativa. Fotografxs, audiovisualistxs y cooperadorxs concentran sus experiencias y conocimientos para cubrir el evento de forma colectiva. En el playón, cuatro parejas bailan tangos con letras Feministas.

“Tenemos que hablar de cómo se cruzan los mundos”, se oye con una capacidad de condensación impactante. El etnocidio, la lucha de clases, el extractivismo cultural, la desobediencia y el feminismo tejen la trama mientras cae la tarde luego del ritual “Juego de privilegios”.

El clima está cargado de intensidades, de acentos y texturas. Pensarnos desde la pigmentocracia aparece como una idea por demás ridícula, pero, fundamentalmente, peligrosa y perversa. ¿Cuán marronas somos? ¿De dónde venimos y cuáles son nuestras historias ancestrales?


“Ser negrx” aparece como un punto común del debate. De un lado y del otro de la ronda, se denuncia la estigmatización social. En Brasil, a las mujeres nos están matando. Sufrimos la persecución de la policía y la discriminación social por ser negras. Para los blancos, solo somos fuerza de trabajo. Dejamos el cuidado de nuestros hijos para cuidar los suyos, para lavar sus ropas y limpiar sus cosas. Nos invisibilizan y trabajamos en sus casa, dice una compañera. A nosotras nos pasa los mismo en la Villa 31, dice otra, nos acusan de “negras de mierda”. Las miradas se encuentran de un rostro a otro. Una mujer de cabellera canosa y violeta despliega una bandera que dice que, en Argentina, también hay raíz afrodescendiente.


Llueve a raudales. Norita Cortiñas llega tomada de una compañera en cada brazo. Mujeres y feminidades salimos de los pabellones y nos sumamos a sus pasos emocionadas. La madre de todas nuestras luchas abre la Asamblea Ni Una Menos. Reflexiona sobre la presencia del FMI y el G20 en Argentina: “Ellos vinieron a instalar y afianzar el ajuste y la represión. Quieren que seamos un país chico, pobre y triste, y no lo van a lograr porque nosotras nos abrazamos”. Desde la construcción de una agenda común, se planifica el paro continental de mujeres y disidencias para el próximo 8 de marzo.

Los rituales, las intuiciones, el autocuidado y la danza estuvieron presentes durante todo el Encuentro. La subversión de nuestras identidades se siente en el cuerpo. Es lo más parecido a la libertad que conozco, pienso de camino a mi casa. El autoconocimiento sobre nuestros orígenes, nuestro árbol genealógico, nuestras raíces se vuelve fundamental para reconocernos. La lucha necesita de nuestros cuerpos. Pensarnos desde la interseccionalidad parece imprescindible para convertirnos desde la diversidad en un movimiento Feminista Latinoamericano.

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(Imagen: Emergentes)

*Por Cin Musso para La tinta / Imagen de portada: Emergentes.

Palabras claves: ELLA, La Plata

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