Respuestas para confrontar a los antiderechos
El tratamiento del proyecto legislativo para mejorar la ESI genera nuevas discusiones sociales. «Desde el rechazo a la ley de aborto, los grupos antiderechos se envalentonaron», reconoce Leandro Cahn. Por eso, comparte esta lista de explicaciones científicas y políticas para dar debate en ascensores, aulas o asados ante argumentos falaces. Y defender una de las normas más coherentes y necesarias de nuestra época.
Por Leandro Cahn para Revista Anfibia
La “seño”, en un grado solo de señoritas, explica qué es la menstruación. Las chicas prestan atención, preguntan, se interesan. Estamos en 1984, y en muchas escuelas primarias se exhibe la “película educativa sobre la menstruación”. A mi escuela primaria, algunos años después, vinieron de una empresa de toallitas femeninas a explicarles a las chicas cómo y cuándo se usaban. Los varones nos fuimos a jugar al fútbol. Mirá si nos íbamos a quedar a entender algo que solo les pasa a ellas.
Históricamente, las temáticas referidas a la sexualidad se consideraron propias de los aprendizajes de la pubertad o la adolescencia, porque el concepto de sexualidad estaba fuertemente unido al de genitalidad. Desde esta mirada reduccionista, la educación sexual en la escuela (cuando la había) priorizaba temas como los cambios corporales en la pubertad y la anatomía y fisiología de la reproducción humana, y se ofrecía en el marco de la materia “biología”. La expresión de sentimientos y de afectos, la promoción de valores relacionados con el amor y la amistad, o la reflexión sobre roles atribuidos a mujeres y a varones no formaban parte de los contenidos vinculados a la educación sexual. Ni hablar de violencia de género, diversidad sexual o identidades no binarias. Desde aquella experiencia en mi escuela primaria hasta hoy, muchas cosas han mutado.
En esta época de cambios, hablamos de la educación sexual integral. En esta época de cambios, en 2006, se aprobó una muy buena ley. En esta época de cambios, se incumplió su aplicación. Y en esta época de cambios, buscamos aprobar una reforma que garantice el derecho de niñas, niños y adolescentes de realmente poder acceder a la educación sexual integral.
Promover saberes y habilidades para la toma de decisiones conscientes y críticas en relación con el cuidado del propio cuerpo, las relaciones interpersonales, el ejercicio de la sexualidad con libertad responsable y los derechos adecuados a la etapa evolutiva de las alumnas y de los alumnos. Eso promueve la ESI. ¿Alguien puede oponerse a esto? Se ve que sí.
Cuando se inició el debate sobre la interrupción voluntaria del embarazo, parecía haber un acuerdo unánime acerca de la importancia de brindar mejor educación sexual en las escuelas. Pero ya entonces, alertábamos que muchos (no todos) de quienes se oponían a la legalización del aborto antes se habían opuesto sistemáticamente al tratamiento y aprobación de otras leyes que otorgaron derechos. O a campañas que promueven el uso del preservativo o de otros métodos anticonceptivos. Y que es en ese marco que se dificulta el acceso a la ESI en muchas escuelas del país.
Después del rechazo del Senado, los grupos antiderechos se envalentonaron. Y entonces empezamos a escuchar de su boca términos que nunca antes habíamos escuchado, como “ideología de género”, o “#Conmishijosnotemetas (así, en formato hashtag). Como entendemos que no todo aquel que está en contra del derecho al aborto está en contra de la educación sexual, también tenemos que tener la templanza y la paciencia para explicar por qué es necesario que el Estado, que la escuela, se metan con tus hijos. Con la misma templanza y paciencia que debemos hacer explícito que no se enseña a masturbarse con clases prácticas grupales o que no sólo no se avala la pedofilia, sino que se la considera un delito aberrante.
Además de paciencia y templanza, ¿qué argumentos nos permiten sobrellevar una sobremesa de asado con algún amigo o familiar antiderechos (o que está a favor de la ESI, pero tienen dudas sobre “algunos puntos”, una especie de #ConMisHijosNoTeMetasDelTodo)?
Tenemos que explicar por qué ni madres ni padres pueden decidir si sus hijas e hijos reciben o no educación sexual en la escuela. Porque los niños y las niñas son sujetos de derecho y porque el Estado es el garante. Y que, además, esto está reconocido en convenciones internacionales ratificadas en la Constitución Nacional y en leyes nacionales como la 26.601 (de derechos de niños, niñas y adolescentes) o la ley de Educación Nacional.
Tenemos que explicar, también, que la educación sexual es inevitable. Que no existe la posibilidad de no educar sexualmente, que educamos con lo que hacemos, con lo que decimos y con lo que callamos. Y es a partir de la disparidad de la educación sexual que cada niño, niña o adolescente recibe en su familia y entorno, que el Estado ofrece los contenidos mínimos necesarios para garantizar un piso equitativo entre las infancias y adolescencias de todo el país.
Tenemos que explicar, además, que el 70% de los abusos infantiles se da dentro de la familia. Y que los abusadores no necesitaron una ley de educación sexual para perpetrar esos abusos. Entre otros temas, la ESI enseña a niñas, niños y adolescentes que, entre sus derechos, está que no acepten que nadie les toque sin su consentimiento, que puedan diferenciar una caricia de un abuso.
Tenemos que explicarles que, aunque hayan elegido una escuela confesional, la educación en la Argentina es pública y se rige por una misma ley (Ley 26.206), indistintamente de la forma de gestión, que puede ser pública o privada, confesional o no. Y que, más allá de las diferentes opiniones respecto de la ESI de las diferentes iglesias, todas deben adecuarse a las leyes nacionales y a los Lineamientos Curriculares propuestos por el Ministerio de Educación de la Nación en 2008.
Tenemos que ser capaces de explicar que nadie plantea que las familias no sepamos qué se les enseña a nuestros hijas e hijos. Porque, para el beneficio del programa, la ley prevé la necesidad de vincular más estrechamente la escuela y la familia. Las familias deben estar incluidas y, para ello, el Programa Nacional de ESI ya generó materiales específicos.
Vale la pena que podamos explicar, una y otra vez, que los contenidos los fija el Estado. Ni la ONG más “verde” ni los grupos más “celestes”. Tenemos que explicarlo porque, ojo, les cuesta entender eso del rol rector del Estado en la educación.
Entonces, ese amigo o familiar antiderechos empieza a poner en discusión qué se puede enseñar y qué no. Porque, veamos, los cinco ejes de la ESI (ratificados este año por la Resolución 340/18 del Consejo Federal de Educación, compuesto por el ministro de Educación de la Nación y los ministros de Educación provinciales) son: perspectiva de género, respeto a la diversidad, ejercicio de los derechos, cuidado del cuerpo y la salud, y la valoración de la afectividad. Y resulta que para quienes creen que la educación sexual debe ser enseñar qué es un “pito” y qué es una “cachufla” (ni siquiera pene y vulva), y que lo mejor es que se encuentren lo menos posible, esta agenda roza lo inadmisible.
No, claro que en jardín de infantes no se van a dar los mismos contenidos que en primaria o secundaria. Tenemos que explicarles eso. En la Resolución 340/18, se puede ver qué se trabaja en cada nivel.
Otro de los términos nuevos que nos trajo la discusión de la ESI post aborto (¿será este el real síndrome post-aborto?) es la “ideología de género”. Pues bien, tenemos que explicarles que no existe la ideología de género. Existe el enfoque de igualdad de género basado en el respeto y la igualdad entre los géneros, las identidades de género y las orientaciones sexuales. El término “ideología de género” fue acuñado por quienes se oponen a los derechos de las mujeres, las personas con orientaciones sexuales distintas de la heterosexual y aquellas con identidades de género distintas a su sexo biológico. Es decir, fue inventado por quienes creen que existe un sistema de roles binario (varón o mujer) y predeterminado según el sexo, y que establece la superioridad del varón por sobre la mujer. También, que las relaciones entre hombre y mujer son el único modelo de relación sexual y afectiva válido. Tenemos que explicarles entonces que la implementación del enfoque con perspectiva de género es prioridad y obligación del Estado. Y que fue asumida mediante la firma de compromisos globales hace décadas y de acuerdo a las leyes vigentes en nuestro país.
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Tenemos que explicarles el punto central por el que se propone reformar la ley de ESI. En los 12 años que transcurrieron desde su aprobación, han nacido otras leyes cuyo sustento debe incluirse en los contenidos de educación sexual: Trata, Parto Respetado, Protección Integral contra la Violencia hacia las mujeres, Matrimonio Igualitario, Identidad de Género.
Además, existe un consenso casi unánime en que su implementación es dispar en las distintas escuelas de las provincias del país. Tenemos que explicarles que, según los datos del último operativo de evaluación “Aprender”, de 2017, 8 de cada 10 chicas y chicos del último año del secundario dijeron que educación sexual y violencia de género son temas que la escuela debería abordar y no lo hace.
Las modificaciones propuestas en el proyecto con despacho de las comisiones de Educación y Mujer, Familia, Niñez y Adolescencia de la Cámara de Diputados incluyen, además:
– Reafirmar la perspectiva laica y científica de la ley.
– Declarar la ley de orden público. Hasta ahora, cada Provincia debía adherir y muchas no lo han hecho luego de 12 años. Ello genera que, en dichas provincias, se cercene el derecho a alumnas y alumnos a acceder a la educación sexual.
– Eliminar del texto la posibilidad de que los establecimientos educativos adapten la ESI a “su ideario institucional y a las convicciones de sus miembros”. Los contenidos mínimos curriculares de ESI (desarrollados por el Ministerio de Educación de la nación) serán de aplicación obligatoria en todas las instituciones educativas de la República Argentina, sean de gestión estatal o privada. Por ejemplo, las escuelas confesionales podrán, como parte de su ideario, recomendar la abstinencia como forma de evitar embarazos no planificados o infecciones de transmisión sexual, pero no cercenar el derecho de sus alumnos a conocerlos y saber de su eficacia ni de otras alternativas.
– Establecer que los contenidos podrán brindarse en forma transversal –como dice la ley–, pero también en espacios curriculares específicos, es decir, en talleres semanales o materias de ESI.
– Incorporar preguntas relacionadas con la enseñanza y aprendizaje de la Educación Sexual Integral en los operativos de evaluación del sistema educativo nacional.
Tenemos que explicarles -porque parece que no se dieron cuenta- que vivimos un cambio de época. Nos estamos deconstruyendo todo el tiempo. Y bienvenida sea esa deconstrucción. Es momento de amigarnos con la idea de tener más preguntas que respuestas, de poder repensar situaciones que teníamos naturalizadas y que no, no son naturales. ¿Nos hacen ruido los baños mixtos? Esta iniciativa surge como una de las respuestas institucionales para reducir el bullying hacia las personas con identidades de género no hegemónicas, incluyendo en la discusión de la propuesta a docentes, no docentes, estudiantes y familias para que toda la comunidad educativa sea parte de las transformaciones institucionales en el marco de los derechos humanos. Tenemos que explicarles, de nuevo, que esto no significa que todos los baños deban ser mixtos, sino que es conveniente que las entidades educativas comiencen a dar respuesta a situaciones de transición de género de alumnas y alumnos.
En el debate por la ley de interrupción voluntaria del embarazo, se nos presentaba a aquellos que apoyábamos la ley como “promotores del aborto”. Tuvimos que explicarles, hasta el cansancio, que nadie promueve el aborto, que es una práctica excepcional en el marco de un paquete de políticas vinculadas a los derechos sexuales y reproductivos. Que, como dice desde hace 13 años el lema de la Campaña, queremos educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir. Hay quienes creen que el aborto, y la ESI, no se debaten, se combaten. Por si no nos habíamos dado cuenta, lo escribieron en la fachada de Fundación Huésped. Sin embargo, nosotros apostamos a seguir explicando, seguir haciendo docencia, seguir participando de los debates en el Congreso y en cada café, asado o aula.
Tenemos que explicarles porque queremos tender puentes, dar argumentos y acompañar el avance en la deconstrucción que estamos viviendo como sociedad.
*Por Leandro Cahn para Revista Anfibia / Foto de portada: Eloísa Molina para La tinta.