Marca personal

Marca personal
16 noviembre, 2018 por Redacción La tinta

11 relatos. 11 autoras. 11 jugadoras que salieron en busca de la clasificación al Mundial de Francia 2019. Las compañeras del taller de escritura y lectura sobre fútbol, La Música de los Domingos, le hacen marca personal a cada una de las futbolistas que consiguieron la hazaña tras 12 años de ausencia. En cada apellido, en cada número, en cada posición, hay una piba que, como ellas, llevan en los botines esta revolución que ya no le pertenece ni a 11 ni a 23, sino a todo un país feminista y mundial.

Taller literario La Música de los Domingos para La tinta

Vanina Correa (1) por Noelia Pistoia

Siempre jugué a imaginar qué piensan los arqueros cuando están atajando. Me refiero al material jugoso de la mente, a los pensamientos que se activan solo cuando la pelota está a noventa metros de distancia durante más de diez minutos o a una idea random que los saca del eje y los hace salir dos segundos tarde a achicar.

Nunca logré idear algo convincente. Por poner de ejemplo, de pie, al Chiquito Romero: el mambo de un hombre que vive en Inglaterra donde sus hijos ya duermen tranquilos por el pasar de sus hijos, me resulta ajeno. La selección masculina como el producto mejor logrado de la espectacularización del juego, nos hace sentir en un recital en el que siempre tenemos la entrada en el último asiento, al lado del baño, para ver en miniatura a las estrellas extranjeras que viene a hacer su trabajo, dar las declaraciones correctas y genéricas, y, a veces, ni eso, y a otra cosa.

En la cancha de Arsenal me hice la misma pregunta, pero, esta vez, por una arquera, Vanina Correa. La imaginé tratando de evitar perderse en la tribuna por primera vez llena de pibitas y pibitos agitando; aprovechando el tiempo de los cambios para hacer una panorámica de la cancha y poder disfrutar el recuerdo más tarde en su casa. Tal vez, cuando Argentina iba ganando 3 a 0 y se hacía un poco más concreta la idea de viajar a Francia, no pudo evitar pensar en sus mellizos y en su mamá, la encargada de cuidarlos. Tal vez, cuando se perfiló para el córner, perdió tres segundos en mirar el pañuelazo verde que se desplegaba atrás de su arco y menos mal que la defensora bloqueó la pelota. Quizás se perdió en el absurdo juego de ver si encontraba en la tribuna una pibita con su casaca. Tal vez no pensó nada de eso.

La hinchada del fútbol femenino está en una etapa de construcción. Nos estamos conociendo, probando y creando nuevas maneras de vivir el fútbol. Queremos cantar nuestras canciones en las que Chiqui Tapia y la iglesia son las malas palabras, donde se dice hijo de yuta. Y si en este proceso, la arquera de la selección sabe dónde está la hinchada abortera y se acerca para agarrar un pañuelo y levantarlo de frente a las pibas, la manija se vuelve infinita. O, mejor dicho, el vínculo se vuelve indefectiblemente más real, por la unión de las causas y por el reconocimiento sincero de la presencia de la otra. A una la hace pensar que esta es la selección que sínisriprisinti.

Eliana Stábile (3) por Florencia Gabilondo

Podríamos afirmar que -en líneas generales- en las canchas, en la televisión, en la radio, los aplausos y la ovación siempre son para el que viste la camiseta número nueve o la diez, los que están ahí en el área o cerca, hábiles para gambetear o listos para cabecear y terminar una jugada en gol. Así, se escucha que «la pelota siempre al diez» o «buscalo al nueve». Son los protagonistas, los ídolos en todos los clubes. Pero yo te veo, Stábile, y yo quiero que la pelota le llegue a la tres. Que piques por la banda, te saques de encima a las rivales y te vayas. Y te veo hacer el gol contra Panamá rematando con tu zurda desde unos cuantos metros afuera del área y qué nueve ni qué nueve. Y te veo esperar cuando la pelota no es nuestra y cruzarte ahí, justo a tiempo, para un quite limpio y llevarte la pelota hasta encontrar con un pase a esa compañera en el área. Y te veo ser la dueña de los tiros libres: siempre Stábile perfilada para pegarle, parada en la cancha como en la vida. Y también la dueña de los penales: decidida, segura, con la confianza de sus compañeras, patea firme y gol.

Quisiera aclarar que esto no es una campaña de desprestigio para les nueves o les diez. Sino una para instalar que las ídolas también deberían ser las número tres.

Como buena bostera que sos, leí por ahí que tu ídolo es Riquelme. El diez. Que te hubiese gustado compartir el club con él cuando arrancaste a jugar en Boca, pero ya vestía la camiseta del bicho. Y claro, inconmensurable la cantidad de camisetas que debe haber en nuestro país con el nombre de Riquelme, en proporción a otras.

Sin embargo, yo estoy segura, Eliana, que, dentro de unos años, las pibas y los pibes van a querer tener la celeste y blanca que tenga el 3 y diga Stábile. Porque nos vamos a Francia a hacer historia. Porque, hermana, tu juego y lo que hacés por el equipo es hermoso.

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(Imagen: @Argentina)

Agustina Barroso (2) por Maia Slipczuk

Sus botines deben estar
Llenos de tierra
En la parte de adentro
Ella es un trueno
Que parte la cancha
Se tira
Te barre
Dibuja en el pasto
fronteras
Sentencia:
«Hasta acá
las rivales,
hasta acá»

Aldana Cometti (6) por Analía Fernández Fuks

Querida Aldana, me convenciste. Hasta hace poco, me resistía a quedarme de última, a cerrar atrás. Pensaba que el campo de juego tenía muchos más metros y que tener la posibilidad de correrlos era sinónimo de libertad. Pensaba que quedarse esperando que las rivales te encararan era un bajón. Pero me convenciste, vos y tu juego. Vos y tu forma de entenderlo. Vos y la manera de poner el cuerpo. Vos y tus órdenes desde el fondo a Ruth Bravo para que ella ordene el mediocampo y le dé indicaciones a las delanteras. Me convenciste por tu forma animal, por tigresa, por leona. Me convenciste por la forma de cuidar a la manada. Me convenciste a rugidos. Me convenciste de que la aspereza es necesaria, de vez en cuando, aunque eso implique advertencias o tarjetas. Me convenciste de decir “déjenme, vayan amigas, desplieguen sus magias, que por acá nadie va a pasar”. Me convenciste con tu forma de mirar la pelota y cubrirla hasta ver cómo se pierde por la línea de fondo mientras la rival te respira en la nuca. Me convenciste a cabezazos potentes que despejan centros rivales. Me convenciste con esa pegada que hace que la bocha recorra metros por el aire buscando a tus compañeras en el área. Me convenciste con esas subidas esporádicas para encontrar un córner pateado por alguna de las zurdas del equipo. Me convenciste con tu repliegue y tus relevos. Por entender que siempre estamos para cubrir a la compañera que pasó de largo, a la que eludieron, a la que picó y no llega, a la que quedó a contra pierna. Me convenciste, Aldana: quiero estar en la última línea de fuego. En la última línea de juego. Quiero estar ahí atrás, al fondo, donde se teje el fútbol desde la sombra. Donde se organiza el ataque, donde se traman las estrategias de este fútbol nuevo que estamos construyendo. Quiero ser parte de ese pedazo de campo a donde siempre se puede volver como refugio cuando no hay posibilidad de avanzar en vertical. Donde se escucha a la tribuna alentar. Donde los medios no entregan premios a las mejores jugadoras. Me convenciste, Aldana, y cuando digo me convenciste, hablo en plural porque, después de ese partido en cancha de Arsenal, fuimos muchas las que quisimos ponernos tu casaca y salir a defender nuestros derechos con la firmeza y convicción con que vos los defendés en la cancha.

Adriana Sachs (4) por Stephanie Simonetta

Sale jugando por el lateral
La revolea para afuera
cuando es necesario
Pone el cuerpo, recibe amarilla
Resguarda la redonda
No pasarán.
Estamos acá parece gritar
firme desde el fondo
a sus compañeras del mediocampo.
Estamos acá para acompañar en ataque
Estamos acá, avancen tranquilas
Estamos acá, apóyense en la defensa
Estamos acá, como mantra que resuena
desde Panamá hasta la Argentina.
Estamos acá reclamaron las pibas
cuando las ninguneó la AFA
y la dirigencia tuvo que escuchar.
Estamos acá replicamos desde la hinchada
con el estadio colmado de lucha
y la cancha se balanceó a nuestro favor.
Estamos acá exclamamos todas
como defensoras aguerridas
y los medios nos tuvieron que mirar.
Jugadoras, hinchada
No estamos solas, estamos organizadas
Tenemos equipo
Estamos acá.

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(Imagen: @Argentina)

Ruth Bravo (8) por Anahí Zitare

Ya retrocede Bravo. Retrocede cuando sabe que hay que rearmar la jugada. Retrocede porque entiende que el fútbol no es siempre vertical. Retrocede porque, aunque sabe que puede llevarse a cualquiera por delante, comprende que hay momentos para todo. Porque ya sea llevando la 10 de Boca o siendo 5 de la selección, Bravo sabe leer los tiempos, siempre. Para, mira, piensa, busca. Y si no encuentra, retrocede. Y vuelve. Y el problema es que, en cuanto le das un espacio, encara. O aún peor: ve el espacio allá, a lo lejos, y clava uno de esos pases largos en profundidad que vos mirás y decís, ay, pero qué lindo, Bravo, ¿te habrá visto la delantera? Y te vio, y fue. Y a veces es gol, a veces no, pero qué lindo asistir así a las compañeras. Es como si siempre supieras cuál es la mejor opción. Nunca regalás una pelota. Nunca encarás si no ves el espacio. Nunca la soltás sin una buena razón. Si hace falta, se retrocede. Y te miro ahí, tan firme en la mitad de la cancha como en la vida misma, como cuando en una entrevista te preguntan por tu peinado y vos respondés sobre los viáticos que la AFA no paga, como cuando con ese temperamento, hablás del machismo en el fútbol y resaltás el laburo que hacen las pibas, te veo ahí, tan segura y en un rol tan difícil como es el de distribuir y asistir, y pienso lo mucho que me gustaría aprender de vos, aprender que a veces hay que retroceder como analogía de la vida misma. Porque no es guapa la que siempre va al frente sin que le importe nada, llevándose todo puesto: no, osada es la que, a diferencia de lo que todes esperan, entiende cuando hay que encarar, cuando hay que dejársela a alguien en mejor posición y cuando hay que retroceder. Ya retrocede Bravo de nuevo, que entiende que vamos 4 arriba. O 3. O cuantos sea. Pero que ya estamos en Francia. Que ya te copamos toda la cancha, AFA. Y de eso sí que ya no hay vuelta atrás.

Vanesa Santana (5) por Sol Sánchez Miño

La menor de 5 hermanos,
la hija de María Elsa.

Desde los 4 jugando entre varones,
desde los 15 celeste y blanca tu camiseta.

12 años de sacrificio azul y oro,
te llevaron a Colombia buscando un sueño.
Te convertiste en profesional en el extranjero,
jugaste la final a estadio lleno.

Hoy grité como un gol,
la que salvaste en la línea.
Agradecí al chofer del micro,
que te hacía correr de chica.

Aunque el fútbol argentino,
como decís vos,
es muy machista.
La lucha continúa,
las pibas son mundialistas.

Estafanía Banini (10) por Bárbara María Rodríguez

-Venimos luchando desde hace mucho tiempo para vivir esto- decía Banini en conferencia de prensa dos días antes de clasificarse al mundial. Capitana de la selección Argentina, gambeta que molesta, la 10, ovacionada en el partido de ida, se ganó doble marca en Panamá, controla con jueguitos en el lateral, levanta vuelo y termina en el pasto. Un partido trabado, que resultó en empate y nos lleva a Francia en el 2019.

Mendocina, 28 años. Sus primeros toques fueron en un club de barrio, Cementista. Hasta los 15 años, jugó con varones y tuvo que gambetear comentarios de todo tipo por ser mujer. Nada la paró, pasó por Washington Spirit en Estados Unidos y actualmente juega en Levante U.D en España. Vive de su pasión.

-Demostrar que el fútbol femenino puede seguir creciendo- decía en una entrevista. Sueña con transformar el fútbol femenino en Argentina, reclama por más políticas públicas y el apoyo de la AFA para afianzar el camino. Este equipo se juega todo, en todos los campos. El cambio está sucediendo, Francia allá vamos.

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(Imagen: @Argentina)

Florencia Bonsegundo (11) por Ayelén Pujol

Si algo aprendió Florencia Bonsegundo en Morteros, Córdoba, es que iba a tener que machacar y machacar para concretar algunos sueños. El fútbol entraba en esta estrategia.

Quién sabe, quizá eso se le cruzó por la cabeza cuando en el enésimo intento de ataque con la pelota en los pies volvió a insistir: tiró el pelotazo desde el lateral izquierdo, apretada por la marca, y sorprendió. La pelota se metió en el arco y fue un golazo. ¿A quién le importa si fue centro o le pegó al arco? Celebremos la técnica aprehendida en Morteros, festejemos y machaquemos, como Florencia: que nos vamos al Mundial y el fútbol ya es nuestro.

Mariana Larroquette (19) por Aylén Rosa

El 8 de noviembre de 2018, te pusiste la camiseta albiceleste una vez más, entraste a la cancha deseando cumplir un sueño, el tuyo y el de muchas pibas. Sabiendo que no solo estabas disputando un repechaje para entrar a un mundial, sino también, peleando por una causa, llevando una bandera, la del feminismo. Te escuchamos meses atrás poniendo en offside a la AFA junto a tus compañeras de seleccionado, dejando en evidencia las diferencias que marca entre ustedes y el seleccionado masculino. Dijiste que para ser escuchadas, debían lograr buenos resultados. Así, ese jueves, lo lograste, una vez más. Bonsegundo te vio, estabas levantando la mano, pidiendo una oportunidad y, a los 20 minutos de empezado el partido, llegó. La controlaste, la acomodaste y arremetiste con ese zurdazo fatal que culminó en gol, un golazo directo al ángulo. El primero de la noche, el que abrió el arco para que llegaran los demás, el que las llenó de confianza para terminar el partido en goleada. Ese gol, que nos acercó un poquito más a Francia 2019.

Yael Oviedo (15) por Aye Pin

Derivas sobre Yael Oviedo o el tiempo es un detalle a veces

1. Goleada
No sé si por azar o alguna combinación astrológica
ésas que desconozco, pero mis amigas seguro entienden,
estos versos los escribo en Concordia
mientras la relatora del partido comenta que es ésta
la ciudad que te vio crecer
entre arcos, goles, gritos
y pelotas
pelotas de todo tipo
las que disputabas en los partidos y las otras
las simbólicas
que también pateabas para disputar
el sentido de tu cuerpo en una cancha.

2. Estrategias

Y ahí estás de chica jugando con los pibes
en alguna plaza
(¿quizás cerca de este hotel?)
molestando con tus movimientos
con tu juego
no sólo al otro equipo
molestando al barrio entero
tu cuerpo
intruso en ese universo
tu cuerpo que hizo
de un laberinto un camino
a fuerza de gambeta.

Hoy te toca en Panamá
molestar a la arquera en la salida
entorpecer su estrategia
oponer resistencia, quebrar
la defensa
como imagino que en una plaza
tan entrerriana como vos
resistías la incomodidad de las miradas
y la fuerza defensiva
de los hombres de este mundo.

3. Migrar

Naciste en el corazón del área y te exiliás
hacia la derecha a buscar pase por la línea.

Dejás tu territorio para habilitarte una jugada,
ser opción de pase
para otras que avanzan
juntas con vos.

Repetir en el juego ese movimiento ambiguo
que hizo oscilar tu existencia:
el desplazamiento que una vez te alejó de Concordia
te acerca también
día a día
a un nosotras.

4. Lecciones de vida desde el césped

Delantera:
Aguantar la pelota hasta que lleguen las compañeras.
Entender con paciencia
que saber posicionarse para esperar el gol
es también un arte
una forma de buscar.

5. Observaciones mínimas

En cada pelota parada
algunas pibas inclinan el cuerpo hacia adelante
y se desatan y atan el pelo.
Se hacen el tiempo
para esos detalles
gestos
rituales
de una cancha diferente.

*Coordinado y seleccionado por el taller literario La Música de los Domingos para La tinta

Palabras claves: Fútbol Femenino, Mundial Francia 2019, Selección Argentina de Fútbol Femenino

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