Entre pibas y Pioneras, hay un futuro Mundial
Argentina clasificó al Mundial de Francia 2019, luego de vencer a Panamá por un resultado global de 5-1, tras empatar anoche de visitante 1 a 1. En pleno barrio de Nueva Córdoba, las agrupaciones La Wacha Marta y Abriendo la Cancha convocaron a alentar a la Selección e invitaron a Rosa Villagra y Silvia Barrionuevo, dos Pioneras de los años ’70. Tras ser homenajeadas, las veteranas compartieron la alegría de sentir vigente el pasado en un presente que augura un gran futuro para el fútbol femenino.
Por Redacción La tinta
La vida en la cancha
«Ella es Rosa y, cuando la saludes, no va a parar de contarte historias». La advertencia no pudo ser más literal al momento de ponerla a prueba. Rosa Villagra es una de las dos Pioneras que fue homenajeada en la previa al comienzo del partido contra Panamá. En pleno barrio de Nueva Córdoba y con la convocatoria de las agrupaciones La Wacha Marta y Abriendo la Cancha, un bar se convierte en un punto de encuentro para alentar a la Selección y abonar la memoria.
Rosa cuenta sus aventuras de fútbol como quien no reconoce aún su legado. Su sencillez para narrar genera esa sospecha. Pero, en minutos, más de cincuenta pibas la mirarán absortas con sus ojos y sus celulares. Nativa de Córdoba Capital, sus primeros fulbazos fueron dados en barrio Alberdi, cerca de calle Caseros, cuando los baldíos le ganaban por goleada al desarrollismo salvaje. De joven se desempeñó en el club Boca de Cosquín, pero, antes, había practicado básquet en Belgrano: «Es por eso que también me gusta jugar al arco, además de ser mediocampista. Tengo un reflejo innato con las manos. Sé a dónde va la pelota».
Orgullosa, afirma que el ACV que sufrió a sus 36 años no le borró la memoria y recuerda con detalles su viaje a Buenos Aires en 1974 cuando recaló en casa de Betty García: «Intentábamos poder organizarnos, juntar fondos y jugar. En aquel momento, nadie nos apoyaba. Entrenábamos en las canchas auxiliares de Racing». Lo que les sobraba de aire en los pulmones, les faltaba en los estómagos: «A veces, abríamos la heladera y no había casi nada».
De vuelta en Córdoba, con tiempo y con esfuerzo, Rosa supo llenar esa heladera de alimentos. Lo que nunca faltó fue oxígeno en las venas y un corazón salvaje que se encendía cada vez que veía una pelota. Es por eso que aún juega al fútbol con sus 66 años. Entre mujeres mucho más chicas, ella y Silvia Barrionuevo, la otra homenajeada en la tarde-noche cordobesa, despuntan el vicio cada tanto en la intersección de Pueyrredón y Vieytes: «Mirá, ahí está Rosa, sentada al lado de la arquera… seguro que está pensando en cómo hacerle un gol», me señala Villagra, mientras la veterana goleadora espera sentada en una mesa del bar. Hasta que nos ve. Se acerca. Me cuenta que se crió entre varones, rodeadas de tíos, primos y hermanos, y que su abuela se escandalizaba cada vez que la veía corretear tras la pelota entre ellos: «Me escapaba y después volvía con los brazos y las piernas raspadas».
A pocos minutos de iniciar el segundo partido ante Panamá, con el que la Selección Argentina obtendría, más tarde, su lugar en el Mundial de Francia 2019 -tras 12 años de ausencia mundialista-, Rosa y Silvia reciben un diploma y una remera que las distingue como Pioneras.
Intrépida y sagaz como buena goleadora, Barrionuevo pide la palabra para dirigirse a esas jóvenes que las están recuperando del olvido. Les cuenta lo feliz que le hace jugar con pibas de esa edad, 30 o 40 años menores: «A pesar de que juegan chicas más jóvenes al lado nuestro, siempre nos cuidan, se cuidan de pegarme… pero siempre hay alguna que dice ´¡cuiden a la vieja!, porque seguro nos mete un gol´». El público estalla en aplausos ante el remate pícaro de la delantera que, entre risas y agradecimientos, agrega: «Si me tuviera que morir en una cancha, me muero».
Argentina es Mundial
La Selección Argentina es Mundial. Con gol de la cordobesa Florencia Bonsegundo, el conjunto nacional logró empatar ante su par de Panamá 1 a 1, en lo que fue el partido de vuelta del repechaje que otorgaba una plaza para la cita que tendrá lugar en Francia el próximo año.
Luego de vencer a las centroamericanas en el estadio de Arsenal de Sarandí ante 11 mil personas, el pasado jueves, por 4 a 0, el equipo nacional no solo encaró la revancha con una ventaja prometedora, sino que sabía que un gol de visitante podía sellar definitivamente la serie.
En ese contexto fue que las jugadoras argentinas salieron al campo de juego del estadio Rommel Fernández. La tranquilidad fue de las albicelestes en los primeros 20 minutos, mientras el nerviosismo jugó para las panameñas. Banini movió los hilos del ataque y ofreció tranquilidad cuando la pelota ardía. Sin embargo, poco a poco, las caribeñas dieron vuelta el mazo y llevaron el juego hasta los límites del área que defendía Vanina Correa. Siempre por el costado que custodió Adriana Sachs. Sin embargo, el gol local llegó desde la otra línea, tras un centro que aprovechó Natalia Mills, la gigante número 11 del equipo rival: 1-0 para Panamá a los 37 minutos. Así, finalizaría la primera parte.
El complemento mostró a un equipo argentino más aguerrido, que cometió muchas faltas y que salió decidido a defender la diferencia. Banini siempre fue la opción que ofreció respiro y orden. Hasta que, promediando el segundo tiempo, un desborde le permitió a la cordobesa Bonsegundo lanzar un balón al área que terminó colándose por encima de la guardameta local. El tanto visitante significó el golpe de knock out que obligaba a Panamá a convertir cinco goles en poco menos de 20 minutos. La selección ya sentía lo inevitable. Tras 12 años de ausencia, Argentina vuelve a ser Mundial.
* Por Redacción La tinta