Somos territorio
El 29 de octubre comienza en Esquel el juicio público a Ivana Huenelaf, mujer mapuche que enfrenta una causa armada y llena de irregularidades, tras ser víctima de una brutal represión defendiendo el territorio del Pu Lof Cuchamen, junto con sus hermanxs. Este hecho se inscribe en un contexto de saqueo, despojo y apropiación de nuestros territorios, cuerpo y tierra, que como mujeres sufrimos y resistimos.
Por Redacción La tinta
“Hermanadas en nuestros dolores, enrabiadas con tanto despotismo y muerte. Nos fortalecemos reconstruyendo nuestra memoria desde la Tierra, los saberes ancestrales, nuestras cosmovisiones y culturas, nuestras identidades indígenas.
Desde la invasión del Estado a nuestros territorios todos sus intentos genocidas y de exterminio no han podido aniquilarnos ni silenciarnos”.
Manifiesto del Parlamento de Mujeres Originarias – Abril 2018
Ivana Huenelaf fue arrestada y torturada el 10 de enero de 2017. Actualmente enfrenta una causa judicial armada y repleta de irregularidades, por la defensa del territorio ancestral de su pueblo. Su experiencia nos recuerda el vínculo profundo entre los procesos de apropiación del cuerpo de las mujeres y el de los territorios. Pero también expone la resistencia que ejercemos ante el saqueo y despojo al que están sometidas nuestras comunidades y nuestra tierra. Así como avanzan las fauces voraces del capital en nuestros territorios, así es que nosotras ponemos ese cuerpo, pretendidamente conquistado, en la defensa de la Madre Tierra.
Es imposible disociar la lucha por la soberanía de la tierra de la lucha por la soberanía de los cuerpos. El desarrollo occidental, capitalista, colonialista y patriarcal, que organiza todo en torno al crecimiento económico sin límites, le declaró la guerra a la vida misma. Estamos en un contexto de acelerada masculinización del espacio, y las mujeres sufrimos los impactos de las actividades extractivas en nuestros propios cuerpos. Como guardianas de lo comunal el enfrentamiento es directo. En plena guerra el desafío es recuperar la política en femenino, el cuidado del territorio, de la vida comunal, organizativa, sembrar para vivir colectivamente, cultivando otras formas de relaciones frente a este sistema de muerte.
Las mujeres en resistencia enseñan a comprender el territorio como un espacio integral que garantiza la reproducción de la vida, y una forma de acción que pone en primer plano una ética del cuidado. Las hermanas de los pueblos preexistentes a la conquista tienen mucho para enseñar al respecto.
En el Manifiesto del Parlamento de Mujeres Originarias, realizado en abril de este año, integrantes de 15 pueblos expresaron: “Somos mujeres originarias organizadas ante el llamado de la Tierra para resguardar nuestros territorios de las siniestras políticas extractivistas que enferman nuestros cuerpos territorios, depredan nuestra naturaleza, exterminan nuestras naciones, mercantilizan nuestra cultura, cosifican nuestras cosmovisiones”.
Marichiweu
“Es muy doloroso que el pueblo no vea lo que está sucediendo con nosotros, sobre todo con las mujeres, y que estamos dispuestas a dar la vida para que esto cambie porque no se puede permitir más hermanos. Seis hijos, cinco nietos, ¿cómo no voy a luchar para que cambie esto y reafirmar nuestro pueblo nación?”.
Ivana Huenelaf – Marcha de mujeres originarias por el buen vivir
Ivana es activista mapuche-tehuelche, vive en Río Negro y apoya la causa de la comunidad del Pu Lof en Resistencia Mapuche Cushamen, en Chubut. No habita ese territorio, pero acudió en ayuda por la represión, por solidaridad con sus hermanos y hermanas, y porque comprende que es la misma tierra que preservan desde los tiempos de sus antepasados. Es territorio ancestral y tiene todo lo que necesitan para poder desarrollarse como comunidad.
En el Encuentro Feminista de Abya Yala, en marzo de este año, Ivana explicó: “Se está volviendo diferente estar en el territorio porque lo están militarizando, es terrible lo que nos hacen a las mujeres, la persecución que estamos teniendo, y sobre todo es terrible cómo no te dejan desarrollarte en el territorio. Pero ese es el problema para el estado. Tenemos un territorio muy rico, tenemos agua, tenemos naturaleza, tenemos leña, tenemos tierra, tenemos piedra, tenemos todo lo que se necesita para desarrollarse en el territorio. El estado está asustado porque nosotros no necesitamos consumir todo lo que nos ofrece”.
El 10 de enero de 2017 a las seis de la mañana, Gendarmería y la Policía de Chubut irrumpieron en el territorio con una feroz represión. Hubo detenciones, allanamientos, casas destrozadas, golpizas a niñxs y mujeres. Ivana junto con otras personas, acudió para ayudar, llevando comida a quienes quedaban en el lugar. Al llegar al Lof, un hermano mapuche les dijo que también les habían secuestrado sus animales y salieron a buscarlos. Los encontraron en la estancia de Benetton, en un camión. Cuando se acercaron a pedir por éstos, apareció una camioneta blanca con un sicario del terrateniente que abrió fuego contra ellos, comenzando una persecución a la que se sumó la policía de la provincia. Una modalidad represiva implementada por los grandes empresarios, con métodos como secuestros, torturas y allanamientos ilegales, avalada y apoyada por el gobierno provincial y nacional.
Finalmente lxs detuvieron en un hospital abandonado, donde llegaron para pedir ayuda ya que, en la confusión, no sabían si estaban heridxs. La camioneta estaba llena de agujeros de bala.
La crónica del arresto estremece, pero hay cuerpos que saben de estos tratos que la democracia no se llevó, que son constitutivos de la creación del estado, que es una continuidad y actualización del proceso de conquista. Lxs encapucharon hasta llegar a la comisaría, donde estarían desaparecidxs por varias horas. “Empezó la segunda conquista del desierto” les decían mientras cargaban las itacas en sus cabezas.
Además de las torturas que sufrieron, hoy enfrentan una causa armada y llena de irregularidades, por “atentado a la autoridad agravado por el uso de arma y por ser más de tres las personas involucradas en carácter de coautores”, a cargo del juez José Colabelli, famoso en Chubut por fallar siempre en contra de las comunidades mapuche. El inicio del juicio público está previsto para el 29 de octubre en Esquel.
La persecusión a Ivana Huenelaf se inscribe en la criminalización a las guardianas de la tierra y de la vida. A la embestida del sistema por desaparecer otros paradigmas que atentan contra su desarrollo. Al arrase de la soberanía de los cuerpos y territorios. “Nos quieren fuera del territorio por eso nos judicializan, por eso nos persiguen, por eso nos amenazan. Somos territorio, no somos terroristas”, concluyó.
*Por Redacción La tinta / Foto de portada: Maia Alcire.