¿Cómo gobierna la alianza gobernante?

¿Cómo gobierna la alianza gobernante?
26 septiembre, 2018 por Redacción La tinta

Por Ezequiel Espinosa Molina para La tinta

«Ojo con aquellos que son cómplices de lo que sucedió en la década pasada,
ojo con los que creen que desde la política, desde la Justicia,
desde el empresariado, desde el sindicalismo se puede ser socio del narcotráfico:
van a terminar como los narcos, todos presos, todos presos».

Mauricio Macri

Desde su asunción al gobierno, mucho se ha debatido sobre el estilo y el carácter de esta nueva derecha. Sin embargo, más que intentar pensar la diferencia específica de su nuevo régimen de gobernanza, se ha procurado esclarecer qué tanto se ajusta, ya a los planes o proyectos de la última dictadura, ya a los marcos ético-políticos estipulados por y a partir del denominado “consenso democrático” que se iniciara con el gobierno de Raúl Alfonsín.

Por mi parte, lo que aquí me interesa plantear son una serie de elementos o dimensiones, a las que considero axiales para comprender lo específico de la gobernanza estilo Cambiemos. A saber:

1)  Partidización intransigente/intolerante de la razón de Estado : para el gobierno actual, los derechos y deberes dejan de ser regulaciones o normas jurídicas que la ciudadanía, en general, se da, unos con otros, para la convivencia democrática. Pasan a ser, lisa y llanamente, normas y reglamentaciones que se da un partido, en contra de los otro(s). De manera que cuando el macrismo otorga ciertos márgenes de acción a esos otros, es más por impotencia o seguridad que en honor a las/sus libertades públicas.

2)  Eugenización moralizante de la cuestión social : el bloque social hegemónico apunta a una restauración/refundación del ordenamiento simbólico racialista/racializante de nuestra sociedad civil nacional. En tal sentido, nociones como “sinceramiento”, “blanqueo”, o “transparencia”, etc., adquieren más una semántica cultural que una meramente económica (hay que eliminar “la grasa”, “la mugre”, lo “negro”).

3)  (Re)tecnocratización de la administración pública : aquí va todo aquello que tiene que ver con la colonización ceocrática del poder político, los planos de reforma y “modernización” del Estado, etc., pero también todo aquello que tiene que ver con la reforma sindical, acaso también la separación de la Iglesia y el Estado, entre otras.

4)  Escandalización continua de la opinión pública : el escándalo es la política capturada por [el lenguaje de] los medios. El dispositivo del escándalo atiza continuamente los diversos prejuicios populares, genera esquemas de percepción antinómicos y maniqueos (“la grieta”), escamoteando, una y otra vez, la posibilidad de pensar.

5)  Declaración de una [sorda] guerra policial contra toda oposición política : presupuesto y resultado a la vez de todo lo anterior, la estigmatización, criminalización y persecución de cualquier atisbo serio de oposición política (de la política en general). La alianza gobernante no rivaliza contra eventuales adversarios políticos, anatemiza contra supuestos némesis morales (guerra contra las mafias, contra la corrupción, etc.).

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Una caracterización tal, en cualquier caso, permite afirmar –prudentemente- que la alianza Cambiemos no ha reemplazado la democracia republicana por algo así como un régimen neo-dictatorial, proto-dictatorial o semi-dictatorial (acaso sí se trate de un gobierno filo-dictatorial).


Sostengo que, por el contrario, lo que este gobierno ha realizado es una desublimación represiva del Estado de Derecho, presentándo(nos)lo como un mero régimen de celadas policíacas que genera sus propios efectos de hegemonía. Un régimen donde el dispositivo mediático-judicial asume las añejas funciones de la censura romana, en el cual ya no se dará lugar al “curro de los derechos humanos” y en la que la demanda de paz social parece significar una proscripción lisa y llana de cualquier intento de oposición al oficialismo.


Irónicamente, para finalizar, la denominada derecha moderna y democrática reúne en un compendio siniestro a todos los enemigos históricos de la derecha clásica, rancia y tradicional: anarquistas, pueblos originarios, inmigrantes, gremios, feminismos, izquierda, peronistas, organismos de derechos humanos, gobiernos regionales de índole progresista.

No resulta raro, con semejante compendio (el cual tendría que ser matizado), que la derecha moderna y democrática haya conseguido sintetizar en el paradigmático caso de Santiago Maldonado las dos mayores tragedias de nuestra historia nacional: la de las políticas de desalojo y exterminio de los pueblos originarios -Conquista del Desierto-, y la de aniquilamiento y desaparición de la oposición política radicalizada -última dictadura, Proceso de Reorganización Nacional-. De manera que “moderna” y “democrática” parece significar, ni más ni menos, que se trata de una administración eficiente y moderada de las pulsiones fascistoides (racistas, xenófobas, reaccionarias) que ordenan simbólica y significativamente nuestra -cada vez más tenebrosa- configuración social y sus meritocracias.

El cambio cultural pregonado por Cambiemos se parece mucho a una sistemática campaña de eugenesia moral lanzada contra las negritudes “de alma”, o acaso mejor, contra esas negritudes “de mierda”, tan demandantes como insolentes. Se trata, por fin, de sincerar con honestidad brutal la escala cromático-axiológica del ordenamiento simbólico que sobredetermina nuestro ser social. Se trata, en suma, de volver a poner “blanco sobre negro».

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Foto: Colectivo Manifiesto

* Por Ezequiel Espinosa Molina para La tinta / Imágenes: Colectivo Manifiesto.

Palabras claves: Cambiemos, Mauricio Macri

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